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El collar de la paloma

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Poema de Mio Cid

Acto o cantar primero

 

Narra las hazañas del Cid como prototipo de nobleza heroica

 

 

1

 

El Cid sale de Vivar para el destierro


Narrador

 



De los sus ojos tan          fuertemente llorando,





Tornaba la cabeza          y estábalos catando.





Vio puertas abiertas          y postigos sin candados,





Alcándaras vacías,          sin pieles y sin mantos,





Y sin halcones          y sin azores mudados.

 5




Suspiró mío Cid          pues tenía muy grandes cuidados.





Habló mío Cid,          bien y tan mesurado:





Cid

 



-¡Gracias a ti, señor padre,          que estás en alto!





-¡Esto me han vuelto          mis enemigos malos!




 

 

2

 

El Cid ve agüeros en la salida


Narrador

 



Allí piensan aguijar,          allí sueltan las riendas.

 10




A la salida de Vivar,          tuvieron la corneja diestra,





Y, entrando en Burgos,          tuviéronla siniestra.





Meció mío Cid los hombros          y movió la cabeza:





Cid

 



-¡Albricias, Álvar Fáñez,          que echados somos de tierra!




 

 

3

 

Entrada desoladora en Burgos


Narrador

 



Mío Cid Ruy Díaz          por Burgos entraba,

 15




En su compañía,          sesenta pendones llevaba.





Salíanlo a ver          mujeres y varones,2





Burgueses y burguesas          por las ventanas son,





Llorando de los ojos,          ¡tanto sentían el dolor!





De las sus bocas,          todos decían una razón:





Burgaleses

 



¡Dios, qué buen vasallo,          si tuviese buen señor!

 20



 

 

4

 

Nadie da hospedaje al Cid por temor al Rey. Sólo una niña de nueve años pide al Cid que se vaya. El Cid acampa en la glera del río Arlanzón


Narrador

 



Le convidarían de grado,          mas ninguno no osaba;





El rey don Alfonso          tenía tan gran saña;





Antes de la noche,          en Burgos de él entró su carta,





Con gran recaudo          y fuertemente sellada:





Que a mío Cid Ruy Díaz,          que nadie le diese posada,

 25




Y aquel que se la diese          supiese veraz palabra,





Que perdería los haberes          y además los ojos de la cara,





Y aún más          los cuerpos y las almas.





Gran duelo tenían          las gentes cristianas;





Escóndense de mío Cid,          que no le osan decir nada,

 30




El Campeador          adeliñó a su posada.





Así como llegó a la puerta,          hallola bien cerrada;





Por miedo del rey Alfonso          que así lo concertaran:





Que si no la quebrantase por fuerza,          que no se la abriesen por nada.





Los de mío Cid          a altas voces llaman;

 35




Los de dentro          no les querían tornar palabra.





Aguijó mío Cid,          a la puerta se llegaba;





Sacó el pie de la estribera,          un fuerte golpe le daba;





No se abre la puerta,          que estaba bien cerrada.





Una niña de nueve años          a ojo se paraba:

 40




Niña

 



¡Ya, Campeador,          en buena hora ceñisteis espada!





El Rey lo ha vedado,          anoche de él entró su carta





Con gran recaudo          y fuertemente sellada.





No os osaríamos abrir          ni acoger por nada;





Si no, perderíamos          los haberes y las casas,

 45




Y, además,          los ojos de las caras.





Cid, en el nuestro mal          vos no ganáis nada;





Mas el Criador os valga          con todas sus virtudes santas.





Narrador

 



Esto la niña dijo          y tornose para su casa.





Ya lo ve el Cid          que del Rey no tenía gracia.

 50




Partiose de la puerta,          por Burgos aguijaba;





Llegó a Santa María,          luego descabalga;





Hincó los hinojos,          de corazón rogaba.





La oración hecha,          luego cabalgaba;





Salió por la puerta          y el Arlanzón pasaba;

 55




Cabo esa villa,          en la glera posaba;





Hincaba la tienda          y luego descabalgaba.





Mío Cid Ruy Díaz,          el que en buena hora ciñó espada,





Posó en la glera,          cuando no le acoge nadie en casa;





Alrededor de él,          una buena compaña.

 60




Así posó mío Cid,          como si fuese en montaña.





Vedado le han la compra,          dentro en Burgos la casa,





De todas cosas          cuantas son de vianda;





No le osarían vender          ni la menor dinerada.




 

 

5

 

Martín Antolínez socorre al Cid

 

 


Martín Antolínez,          el burgalés cumplido,

 65



A mío Cid y a los suyos          abastéceles de pan y de vino.




No lo compra          que él se lo había consigo;




De todo conducho,          bien los hubo abastecido.




Pagose mío Cid el Campeador          y todos los otros que van a su servicio.




Habló Martín Antolínez,          oiréis lo que ha dicho:

 70



Martín Antolínez

 



¡Ya, Campeador,          en buena hora fuisteis nacido!





Esta noche yazgamos          y vayamos al matino,





Que acusado seré          de lo que os he servido;





En ira del rey Alfonso          yo seré metido.





Si con vos escapo          sano o vivo;

 75




Aún cerca o tarde          el Rey me querrá por amigo;





Si no, cuanto dejo          no lo precio un higo.




 

 

6

 

El Cid expone la extrema pobreza en la que se halla


Narrador

 



Habló mío Cid,          el que en buena hora ciño espada:





Cid

 



¡Martín Antolínez,          sois ardida lanza!





Si yo vivo,          os doblaré la soldada.

 80




He gastado el oro          y toda la plata;





Bien lo veis          que yo no traigo nada,





Y necesario me sería          para toda mi compaña;3





Harelo a la fuerza,          de grado no tendría nada.





Con vuestro consejo,          llenar quiero dos arcas;

 85




Llenémoslas de arena          que bien serán pesadas;





Cubiertas de guadamecí          y bien claveteadas.




 

 

7

 

Estratagema de las arcas para remediar la pobreza

 

 


Los guadamecís bermejos          y los clavos bien dorados.




Por Raquel y Vidas          vayáisme privado:




Cuando en Burgos me vedaron la compra          y el rey me ha airado,

 90



No puedo traer el haber,          pues mucho es pesado;




Se lo empeñaré          por lo que fuere aguisado;




De noche lo lleven,          que no lo vean cristianos




Véalo el Criador          con todos los sus santos;




Yo más no puedo          y a la fuerza lo hago.

 95


 

 

8

 

Martín Antolínez busca a los nobles burgaleses Raquel y Vidas


Narrador

 



Martín Antolínez          no lo retardaba;





Por Raquel y Vidas          aprisa demandaba.





Pasó por Burgos,          al castillo entraba;





Por Raquel y Vidas          aprisa demandaba.




 

 

9

 

Encuentro y trato con Raquel y Vidas y conclusión del trato en la tienda del Cid

 

 


Raquel y Vidas          en uno estaban ambos,

 100



En cuenta de sus haberes,          de los que habían ganado.




Llegó Martín Antolínez          a guisa de membrado:




Martín Antolínez

 



¿Dónde estáis, Raquel y Vidas,          los míos amigos caros?





En puridad          hablar querría con ambos.





Narrador

 



No lo retardan,          todos tres se apartaron.

 105




Martín Antolínez

 



Raquel y Vidas,          dadme ambos las manos,





Que no me descubráis          a moros ni a cristianos;





Por siempre os haré ricos          que no seáis menguados.





El Campeador          por las parias fue entrado,





Grandes haberes prendió          y muy estimados;

 110




Retuvo de ellos          cuanto que fue algo;





Por ello vino a esto          por que fue acusado.





Tiene dos arcas          llenas de oro esmerado.





Ya lo veis          que el rey le ha airado





Dejado ha heredades          y casas y palacios;

 115




Aquellas no las puede llevar,          si no, sería ventado;





El Campeador          las dejará en vuestra mano,





Y prestadle de haber          lo que sea aguisado.





Prended las arcas          y metedlas en vuestro salvo;





Con gran jura          meted ahí la fe ambos:

 120




¡Que no las catéis          en todo este año!





Narrador

 



Raquel y Vidas          se estaban aconsejando:





Raquel y Vidas

 



Nos hemos menester          en todo de ganar algo.





Bien lo sabemos          que él algo ganó,





Cuando a tierra de moros entró,          que grande haber sacó:

 125




No duerme sin sospecha          quien haber trae monedado.





Estas arcas          prendámoslas ambas,





En lugar las metamos          que no sean ventadas.





Mas, decidnos del Cid,          ¿de qué será pagado?





¿O qué ganancia nos dará          por todo este año?

 130




Narrador

 



Repuso Martín Antolínez          a guisa de membrado:





Martín Antolínez

 



Mío Cid querrá          lo que sea aguisado;





Os pedirá poco          por dejar su haber en salvo.





Acógensele hombres          de todas partes menguados;





Ha menester          seiscientos marcos.

 135




Narrador

 



Dijo Raquel y Vidas:





Raquel y Vidas

 



Se los daremos de grado.





Martín Antolínez

 



Ya veis que entra la noche,          el Cid está apresurado;





Necesidad tenemos          de que nos deis los marcos.





Narrador

 



Dijo Raquel y Vidas:





Raquel y Vidas

 



No se hace así el mercado,





Sino primero prendiendo          y después dando.

 140




Narrador

 



Dijo Martín Antolínez:





Martín Antolínez

 



Yo de eso me pago.





Ambos venid          al Campeador contado





Y nos os ayudaremos          que así es aguisado





Para traer las arcas          y meterlas en vuestro salvo;





Que no lo sepan          moros ni cristianos.

 145




Narrador

 



Dijo Raquel y Vidas:





Raquel y Vidas

 



Nos de esto nos pagamos.





Traídas las arcas          prended seiscientos marcos.





Narrador

 



Martín Antolínez          cabalgó privado





Con Raquel y Vidas,          de voluntad y de grado.





No viene por el puente          que por el agua ha pasado,

 150




Que no se lo ventasen          de Burgos ser humano.





Helos vos en la tienda          del Campeador contado.





Así como entraron,          al Cid besáronle las manos.





Sonriose mío Cid,          estábalos hablando:





Cid

 



¡Ya, don Raquel y Vidas,          me habéis olvidado!

 155




Ya me voy de tierra          pues del Rey soy airado.





A lo que me semeja,          de lo mío habréis algo;





Mientras que viváis,          no seréis menguados.





Narrador

 



Don Raquel y Vidas          a mío Cid besáronle las manos.





Martín Antolínez          el pleito ha preparado

 160




Que sobre aquellas arcas          le darían seiscientos marcos





Y bien se las guardarían          hasta el cabo del año;





Que así le dieran la fe          y se lo habían jurado:





Que, si antes las catasen,          que fuesen perjurados,





No les diese mío Cid          de la ganancia un dinero malo.

 165




Dijo Martín Antolínez:





Martín Antolínez

 



Carguen las arcas privado.





Llevadlas, Raquel y Vidas,          ponedlas en vuestro salvo;





Yo iré, con vosotros          para que traigamos los marcos,





Que ha de partir mío Cid          antes que cante el gallo.





Narrador

 



Al cargar de las arcas,          veríais gozo tanto:

 170




No las podían poner encima          aunque eran esforzados.





Alégranse Raquel y Vidas          con haberes monedados,





Pues, mientras que viviesen,          rehechos eran ambos.





Raquel a mío Cid          le va a besar la mano:




 

 

10

 

Raquel y Vidas se despiden del Cid. Martín Antolínez les acompaña para recoger los marcos


Raquel

 



¡Ya, Campeador,          en buena hora ceñisteis espada!

 175




De Castilla os vais          para las gentes extrañas;





Así es vuestra ventura,          grandes son vuestras ganancias.





Una piel bermeja          morisca y apreciada,





Cid, beso vuestra mano          en don que yo la haya.





Cid

 



Pláceme





Narrador

 



dijo el Cid,





Cid

 



desde aquí sea mandada

 180




Si os la trajera de allá;          si no, contadla sobre las arcas.





Narrador

 



En medio del palacio,          tendieron una almofalla;





Sobre ella, una sábana          de ranzal y muy blanca.





Con sólo el primer golpe,          trescientos marcos echaron de plata.





Notolos don Martín,          sin peso los tomaba;

 185




Los otros trescientos          en oro se los pagaban.





Cinco escuderos tiene don Martín,          a todos los cargaba.





Cuando esto hubo hecho,          oiréis lo que hablaba:





Martín Antolínez

 



Ya, don Raquel y Vidas,          en vuestras manos están las arcas;





Yo, que esto os gané,          bien merecía calzas.

 190



 

 

11

 

Martín Antolínez pide una recompensa a Raquel y Vidas, y baja a la glera junto al Cid


Narrador

 



Y Raquel y Vidas          aparte salieron ambos:





Raquel y Vidas

 



Démosle buen don,          que él nos lo ha buscado.





Martín Antolínez,          un burgalés contado,





Vos lo merecéis,          buen don queremos daros





Con que hagáis calzas          y rica piel y buen manto;

 195




Os damos en don          a vos treinta marcos.





Nos los merecéis          pues esto es aguisado;





Nos otorgaréis          esto que hemos pactado.





Narrador

 



Agradeciolo don Martín          y recibió los marcos;





Plugo salir de la posada          y despidiose de ambos.

 200




Ha salido de Burgos          y el Arlanzón ha pasado;





Vino para la tienda          del Campeador contado.





Recibiolo el Cid          abiertos ambos los brazos:





Cid

 



¡Venís, Martín Antolínez,          el mío fiel vasallo?





¡Aún vea el día          que de mí hayáis algo!

 205




Martín Antolínez

 



Vengo, Campeador,          con todo buen recaudo:





Vos seiscientos          y yo treinta he ganado.





Mandad coger la tienda          y vayamos privado;





En San Pedro de Cardeña,          allí nos cante el gallo;





Veremos a nuestra mujer          honrada hijadalgo.

 210




Abreviaremos la estancia          y dejaremos el reinado.





Mucho es menester,          que cerca viene el plazo.




 

 

12

 

El Cid se despide de Santa María


Narrador

 



Estas palabras dichas,          la tienda es cogida;





Mío Cid y sus compañas          cabalgan muy aprisa.





La cara del caballo          tornó a Santa María,

 215




Alzó su mano diestra,          la cara se santigua:





Cid

 



¡A ti lo agradezco, Dios,          que cielo y tierra guías!





¡Válganme tus virtudes,          gloriosa santa María!





Desde aquí dejo a Castilla          pues que al Rey he en ira;





No sé si entraré aquí más          en todos mis días.

 220




¡Vuestra virtud me valga,          gloriosa, en mi salida,





Y me ayude y me acorra          de noche y de día!





Si vos así lo hiciereis          y la ventura me fuere cumplida,





Mando a vuestro altar          buenas ofrendas y ricas;





Esto he yo en deuda          que haga allí cantar mil misas.

 225



 

 

13

 

Martín Antolínez torna a Burgos para despedirse de su casa


Narrador

 



Despidiose el cabal          de cuerpo y de voluntad;





Sueltan las riendas          y piensan en aguijar.





Dijo Martín Antolínez:





Martín Antolínez

 



Veré a la mi mujer a todo mi solaz;





Los aconsejaré          cómo se habrán de portar.





Si el Rey me lo quisiese tomar,          a mí no me importará.

 230




Antes estaré con vos          que el sol quiera rayar.





Narrador

 



Tornábase Martín Antolínez a Burgos          y mío Cid a aguijar,





Para San Pedro de Cárdena,          cuanto pudo a espolear




 

 

14

 

El Cid va a San Pedro de Cardeña

 

 


Con estos caballeros          que le sirven a su sabor.




Aprisa cantan los gallos          y quieren quebrar albores.

 235



Cuando llegó a San Pedro,          el buen Campeador,




El abad don Sancho,          cristiano del Criador,




Rezaba los maitines,          a vuelta de los albores.




Allí estaba doña Jimena          con cinco dueñas de pro,




Rogando a San Pedro          y al Criador:

 240



Jimena

 



Tú que a todos guías,          vale a mío Cid el Campeador.




 

 

15

 

Llegada del Cid a San Pedro de Cardeña


Narrador

 



Llamaban a la puerta,          allí supieron el mandado.





¡Dios, qué alegre fue          el abad don Sancho!





Con lumbres y con candelas          al corral dieron salto;





Con tan gran gozo reciben          al Campeador contado.

 245




Don Sancho

 



Agradézcolo a Dios, mío Cid,





Narrador

 



dijo el abad don Sancho;





Don Sancho

 



Pues que aquí os veo,          prended de mí hospedado.





Narrador

 



Dijo el Cid:





Cid

 



¡Gracias, don abad,          y soy vuestro pagado!





Yo adobaré conducho          para mí y para mis vasallos;





Mas, porque me voy de tierra,          os doy cincuenta marcos;

 250




Si yo algo viviere,          os serán doblados;





No quiero hacer en el monasterio          un dinero de daño.





He aquí para doña Jimena          os doy cien marcos;





A ella y a sus hijas y a sus dueñas          servidlas este año.





Dos hijas dejo niñas,          prendedlas en los brazos;

 255




Aquellas os encomiendo a vos,          abad don Sancho;





De ellas y de mi mujer          tengáis todo recaudo.





Si esa despensa os falleciere          u os menguare algo,





Abastecedlas bien,          yo así os lo mando;





Por un marco que gastéis,          al monasterio daré yo cuatro.

 260




Narrador

 



Otorgado se lo había          el abad de grado.





Heos a doña Jimena          con sus hijas do va llegando;





Sendas dueñas las traen          y las van acercando.





Ante el Campeador,          doña Jimena hincó los hinojos ambos,





Lloraba de los ojos,          quísole besar las manos:

 265




Jimena

 



¡Merced, Campeador,          pues nacisteis con buen hado!;





Por malos mestureros,          de tierra sois echado.




 

 

16

 

El Cid da ánimos a doña Jimena

 

 


¡Merced, oh Cid,          barba tan cumplida!




Heme ante vos,          yo y vuestras hijas,




Infantes son          y de días chicas,4




Con estas mis dueñas          de quien soy servida.

 270



Yo lo veo          que estáis vos en ida




Y nos de vos          nos hemos de partir en vida.




¡Dadnos consejo,          por amor de santa María!




Narrador

 



Inclinó las manos          en la su barba bellida;





A las sus hijas          en brazos las prendía;

 275




Llegolas al corazón,          que mucho las quería.





Llora de los ojos,          tan fuertemente suspira:





Cid

 



¡Ay, doña Jimena,          la mi mujer tan cumplida,





Como a la mi alma,          yo tanto os quería!





Ya lo veis          que a partir nos hemos en vida;

 280




Yo iré y vos          quedaréis retenida.





¡Plega a Dios          y a santa María,





Que aun con mis manos          case estas mis hijas,5





O que dé ventura          y algunos días vida





Y vos, mujer honrada,          de mí seáis servida!




 

 

17

 

Acuden caballeros a los pregones del Cid


Narrador

 



Gran yantar le hacen          al buen Campeador.

 285




Tañen las campanas          en San Pedro a clamor.





Por Castilla,          oyendo van los pregones;





Cómo se va de tierra          mío Cid el Campeador;





Unos dejan casas          y otros honores.





En ese día,          en el puente del Arlanzón,

 290




Ciento quince caballeros          todos juntados son;





Todos demandan          por mío Cid el Campeador.





Martín Antolínez          con ellos se unió.





Vanse para San Pedro          do está el que en buen punto nació.




 

 

18

 

El Cid acoge a los nuevos caballeros y dispone la partida de San Pedro de Cardeña

 

 


Cuando lo supo          mío Cid el de Vivar,

 295



Que le crece compaña          por que más valdrá,




Aprisa cabalga,          a recibirlos sale;




Tornose a sonreír,          lléganse todos, la mano le van a besar.




Habló mío Cid          de toda voluntad:




Cid

 



Yo ruego a Dios          y al Padre espiritual,

 300




Vos, que por mí dejáis          casas y heredades,





Antes que yo muera,          algún bien os pueda dar:





Lo que perdéis          doblado lo vais a cobrar.





Narrador

 



Plugo a mío Cid          porque creció en el yantar;





Plugo a los otros hombres          todos cuantos con él están.

 305




Los seis días de plazo          pasados los han;





Tres quedan por pasar,          sabed, que no más.





Mandó el Rey          a mío Cid vigilar:





Que si después del plazo          en su tierra le pudiese tomar,





Por oro ni por plata          no podría escapar.

 310




El día ha pasado,          la noche quería entrar,





A sus caballeros          mandolos a todos juntar:





Cid

 



Oíd, varones,          no os caiga en pesar;





Poco haber traigo,          daros quiero vuestra parte.





Sed prudentes          en cómo debéis obrar:

 315




A la mañana,          cuando los gallos cantarán,





No os tardéis,          mandad ensillar;





En San Pedro, a maitines,          tañerá el buen abad;





La misa nos dirá,          ésta será de Santa Trinidad;





La misa dicha,          pensemos en cabalgar,

 320




Que el plazo está cerca,          mucho tenemos que andar.





Narrador

 



Como lo mandó mío Cid,          así todos lo harán.





Pasando va la noche,          el día viniendo está;





A los mediados gallos,          piensan en cabalgar.





Tañen a maitines          con una prisa tan grande;

 325




Mío Cid y su mujer          a la iglesia van.





Echose doña Jimena          en las gradas delante del altar,





Rogando al Criador          cuanto ella mejor sabe,





Que a mío Cid el Campeador          que Dios le cuidase de mal:





Jimena

 



¡Ya, Señor glorioso,          Padre que en el cielo estás!

 330




Hiciste cielo y tierra,          el tercero el mar;





Hiciste estrellas y luna          y el sol para calentar;





Tomaste encarnación          en santa María Madre;





En Belén apareciste,          como fue tu voluntad;





Pastores te glorificaron,          hubiéronte de alabar;

 335




Tres reyes de Arabia          te vinieron a adorar,





Melchor y Gaspar y Baltasar          oro, incienso y mirrá





Te ofrecieron,          como fue tu voluntad;





Salvaste a Jonás,          cuando cayó en la mar;





Salvaste a Daniel          con los leones en la mala cárcel;

 340




Salvaste dentro en Roma          al señor san Sebastián;





Salvaste a santa Susana          del falso criminal;





Por tierra anduviste          treinta y dos años, Señor espiritual,





Haciendo milagros,          por ello tenemos que hablar:





Del agua hiciste vino          y de la piedra pan;

 345




Resucitaste a Lázaro          que fue tu voluntad;





Por los judíos te dejaste prender;          do dicen monte Calvario,





Pusiéronte en cruz,          en el monte por nombre Golgotá;





Dos ladrones contigo,          éstos de sendas partes,





El uno está en paraíso,          que el otro no entró allá;

 350




Estando en la cruz,          virtud hiciste muy grande:





Longinos era ciego,          que nunca vio a nadie;





Diote con la lanza en el costado,          donde salió la sangre;





Corrió la sangre por el asta abajo,          las manos se hubo de untar;





Alzolas arriba,          llegolas a la faz;

 355




Abrió sus ojos,          cató a todas partes,





En ti creyó entonces,          por ello se salvó de mal;





En el monumento,          hubiste de resucitar;





Fuiste a los infiernos,          como fue tu voluntad;





Quebrantaste las puertas          y sacaste a los santos padres.

 360




Tú eres rey de los reyes          y de todo el mundo padre;





A ti adoro y creo          de toda voluntad,





Y ruego a san Pedro          que me ayude a rogar





Por mío Cid el Campeador          que Dios le cuide de mal.





¡Cuando hoy nos partimos,          en vida haznos juntar!

 365




Narrador

 



La oración hecha,          la misa acabado la han;





Salieron de la iglesia,          ya quieren cabalgar.





El Cid a doña Jimena          íbala a abrazar;





Doña Jimena al Cid          las manos le va a besar,





Llorando de los ojos,          que no sabe cómo actuar.

 370




Y él a las niñas          tornolas a catar:





Cid

 



A Dios os encomiendo          y al Padre espiritual;





Ahora nos partimos,          Dios sabe el juntar.





Narrador

 



Llorando de los ojos,          como no visteis tal,





Así se parten unos de otros,          como la uña de la carne.

 375




Mío Cid con los sus vasallos          pensó en cabalgar;





A todos esperando,          la cabeza tornando va.





Con tan gran sabor,          habló Minaya Álvar Fáñez:





Minaya

 



Cid, ¿do son vuestros esfuerzos?          ¡En buena hora nacisteis de madre!





Pensemos seguir nuestra vía,          esto se ha de dejar;

 380




Aun todos estos duelos          en gozo se tornarán;





Dios, que nos dio las almas,          consejo nos dará.





Narrador

 



Al abad don Sancho,          tornan a aconsejar





Cómo sirva a doña Jimena          y a las hijas que ha,





Y a todas sus dueñas          que con ellas están;

 385




Bien sepa el abad          que buen galardón por ello tendrá.





Tornado es don Sancho          y habló Álvar Fáñez:





Minaya

 



Si viereis gentes venir          para con nosotros ir, abad,





Decidles que sigan el rastro          y piensen en andar,





Que en yermo o en poblado          nos podrán alcanzar.

 390




Narrador

 



Soltaron las riendas,          piensan en andar;





Cerca está el plazo          para el reino dejar.





Vino mío Cid          a yacer a Espinaz de Can;





Otro día de mañana,          piensa en cabalgar.





Muchas gentes se le acogen          esa noche de todas partes.

 395




Saliéndose va del reino          el Campeador leal;





De siniestro, San Esteban,          una buena ciudad;





De diestro, allí son las torres          que moros las han.





Pasó por Alcubilla,          que de Castilla fin es ya;





La calzada de Quinea          íbala a traspasar;

 400




Sobre Navapalos          el Duero va a pasar;





A La Figueruela,          mío Cid iba a posar.





Vánsele acogiendo          gentes de todas partes.




 

 

19

 

El ángel Gabriel se aparece en sueños al Cid

 

 


Allí se echaba mío Cid,          después que cenó;




Cogió un dulce sueño,          tan bien se durmió.

 405



El ángel Gabriel          en sueño se apareció:




Ángel

 



Cabalgad, Cid,          el buen Campeador,





Que nunca en tan buen punto          cabalgó varón;





Mientras que viviereis          bien saldrá todo a vos.





Narrador

 



Cuando despertó el Cid,          la cara se santiguó;

 410




Se signaba la cara,          a Dios se encomendó;





Estaba muy contento          del sueño que soñó.




 

 

20

 

Último día de plazo

 

 


Otro día de mañana,          piensan en cabalgar;




Ese día hay de plazo,          sabed que no más.




A la sierra de Miedes          ellos iban a posar.

 415


 

 

21

 

El Cid pasa revista a sus tropas

 

 


Aún era de día,          no se había puesto el sol;




Mandó ver a sus gentes          mío Cid el Campeador.




Sin las peonadas,          hombres valientes que son,




Contó trescientas lanzas,          que todas tienen pendones.



 

 

22

 

El Cid invade las tierras del rey de Toledo, tributario del rey don Alfonso


Cid

 



¡Temprano dad cebada,          así el Criador os salve!

 420




El que quisiere coma;          y el que no, cabalgue.





Pasaremos la sierra          que fiera es y grande;





La tierra del rey Alfonso          esta noche la podemos dejar;





Después, quien nos buscare,          hallarnos podrá.





Narrador

 



De noche pasan la sierra,          mañana venido ha,

 425




Y, por la loma abajo,          piensan en andar.





En medio de una montaña,          maravillosa y grande,





Mandó mío Cid posar          y cebada dar.





Díjoles a todos          cómo quería trasnochar;





Vasallos tan buenos          de corazón lo han;

 430




Mandado de su señor          todo lo harán.





Antes que anochezca,          piensan en cabalgar;





Por tal lo hace mío Cid          que no lo ventase nadie.





Anduvieron de noche          que vagar no se dan;





Do dicen Castejón,          el que es sobre el Henares,

 435




Mío Cid se echó en celada          con aquellos que él trae.





El que en buena hora nació          toda la noche en celada yace,





Como los aconsejaba          Minaya Álvar Fáñez.




 

 

23

 

Toma de Castejón y algara sobre el Henares


Minaya

 



¡Ya, Cid,          en buena hora ceñisteis espada!





Vos, con ciento          de nuestra compaña,

 440




Después que a Castejón          ganemos en celada,...





Cid

 



Vos con los doscientos          id vos en algara;





Allá vaya Álvar Álvarez          y Álvar Salvadórez sin falla,





Y Galín García          una valiente lanza;6





Caballeros buenos          que acompañen a Minaya.





Osadamente corred,          que por miedo no dejéis nada;

 445




Hita abajo          y por Guadalajara;





Hasta Alcalá          lleguen las algaras;7





Y bien cojan          todas las ganancias,





Que por miedo de los moros          no dejen nada;





Y yo con los cien          aquí quedaré en la zaga;





Tendré yo Castejón          donde tendremos gran guarda.

 450




Si peligro os viniere          alguno en la algara,





Mandadme aviso          muy presto a la zaga;





De este socorro,          hablará toda España.





Narrador

 



Nombrados son          los que irán en la algara,





Y los que con mío Cid          quedarán en la zaga.

 455




Ya quiebran los albores          y venía la mañana;





Salía el sol,          ¡Dios, qué, hermoso apuntaba!





En Castejón,          todos se levantaban;





Abren las puertas,          afuera salto daban





Por ver sus heredades          y todas sus labranzas.

 460




Todos han salido,          las puertas abiertas son dejadas





Con pocas gentes          que en Castejón quedaran;





Las gentes de fuera          todas son desparramadas.





El Campeador          salió de la celada;





Corría          a Castejón sin falla.8

 465




Moros y moras          teníanlos de ganancia,





Y los ganados,          cuantos en derredor andan.





Mío Cid, don Rodrigo,          a la puerta adeliñaba;





Los que la tienen,          cuando vieron la alarma,





Tuvieron miedo          y fue desamparada.

 470




Mío Cid Ruy Díaz          por las puertas entraba;





En mano trae          desnuda la espada;





Quince moros mataba          de los que alcanzaba.





Ganó a Castejón          y el oro y la plata.





Sus caballeros          llegan con la ganancia;

 475




Déjanla a mío Cid,          todo esto no precia en nada.





He allí los doscientos tres          en la algara,





Y sin duda corren;          hasta Alcalá llegó la enseña de Minaya;





Y, desde allí arriba,          tórnanse con la ganancia,





Henares arriba          y por Guadalajara.

 480




¡Tanto traen          de grandes ganancias!:





Muchos ganados          de ovejas y de vacas,





Y de ropas          y de otras riquezas largas.9





Derecha viene          la enseña de Minaya;





No osa ninguno          dar salto a la zaga.





Con este haber,          tórnase esa compaña;





Helos en Castejón,          do el Campeador estaba

 485




El castillo dejó en su poder,          el Campeador cabalga;





Saliolos a recibir          con esta su mesnada;





Con los brazos abiertos,          recibe a Minaya:





Cid

 



¡Venís, Álvar Fáñez,          una ardida lanza!





Do yo os enviase,          bien tendría tal esperanza.

 490




Eso con esto sea juntado          y de toda ganancia





Os doy la quinta          si la quisiereis, Minaya.




 

 

24

 

Álvar Fáñez rechaza la quinta que le ofrece el Cid


Minaya

 



Mucho os lo agradezco,          Campeador contado.





De esta quinta,          que me habéis mandado,





Se pagaría de ella          Alfonso el castellano.

 495




Yo os la dejo          y tenedlo por librado.





A Dios lo prometo,          a Aquel que está en alto,





Hasta que yo me pague          sobre mi buen caballo,





Lidiando          con moros en el campo,





Que emplee la lanza          y a la espada meta mano,

 500




Y por el codo abajo          la sangre destellando,





Ante Ruy Díaz,          el lidiador contado,





No tomaré de vos          cuanto vale un dinero malo;





Hasta que por mí ganaréis          cuanto que sea algo,





Todo lo otro          helo en vuestra mano.

 505



 

 

25

 

Reparto del botín y venta del quinto del Cid a los moros


Narrador

 



Estas ganancias          allí eran juntadas.





Temió mío Cid,          el que en buena hora ciñó espada,





Al rey Alfonso,          que llegarían sus compañas,





Que le buscaría mal          con todas sus mesnadas.





Mandó repartir          toda esa ganancia;

 510




Sus quiñoneros          que se los diesen por carta.





Sus caballeros          fortuna alcanzan,





A cada uno de ellos,          caen cien marcos de plata;





Y a los peones,          la mitad sin falla;





Toda la quinta          a mío Cid quedaba.

 515




Aquí no lo pueden vender          ni dar en manda;





Ni cautivos ni cautivas          no quiso traer en su compaña.





Habló con los de Castejón          y envió a Hita y a Guadalajara:





Esta quinta          por cuánto sería comprada;





Aún con lo que le diesen          que tuviese gran ganancia.

 520




Juzgaron los moros          tres mil marcos de plata.





Plugo a mío Cid          esta oferta dada.





Al tercer día,          dados fueron sin falla.





Juzgó mío Cid,          con toda su compaña,





Que, en el castillo,          no tendría allí morada

 525




Y que sería retenedor,          mas no tendría allí agua.





Cid

 



Los moros están en paz,          que escrita es la carta;





Nos buscaría el rey Alfonso          con toda su mesnada.





Dejar quiero a Castejón,          ¡oíd, mesnadas y Minaya!




 

 

26

 

El Cid abandona a Castejón y se dirige a las tierras del valle del Jalón

 

 


Lo que yo dijere          no lo tengáis a mal:

 530



En Castejón,          no podríamos quedar;




Cerca está el rey Alfonso          y a buscarnos vendrá.




Mas el castillo          no lo quiero asolar;




Cien moros y cien moras          quierolos librar,




Porque lo tomé de ellos,          que de mí no digan mal.

 535



Todos sois pagados          y ninguno por pagar.




Mañana por la mañana,          pensemos en cabalgar;




Con Alfonso, mi señor,          no querría lidiar.




Narrador

 



Lo que dijo el Cid          a todos los otros place.





Del castillo que tomaron,          todos ricos se parten;

 540




Los moros y las moras          bendiciendo le están.





Vanse Henares arriba          cuanto pueden andar;





Cruzan las Alcarrias          e iban adelante;





Por las cuevas de Anguita,          ellos pasando van;





Pasaron las aguas,          entraron al campo de Toranz;

 545




Por esas tierras abajo,          cuanto pueden andar;





Entre Ariza y Cetina,          mío Cid iba a albergar.





Grandes son las ganancias que tomó          por la tierra do va.





No lo saben los moros          las intenciones que han.





Otro día se movió,          mío Cid el de Vivar,

 550




Y pasó a Alhama,          la hoz abajo va;





Pasó a Bubierca          y a Teca que está adelante;





Y, sobre Alcocer,          mío Cid iba a posar





En un otero redondo,          fuerte y grande;





Cerca corre el Jalón,          a Alcocer piensa ganar.

 555




Mío Cid don Rodrigo          a Alcocer piensa ganar.




 

 

27

 

El Cid acampa sobre Alcocer

 

 


Bien puebla el otero,          firme planta las posadas;




Los unos contra la sierra,          los otros contra el agua.




El buen Campeador,          que en buena hora ciñó espada,




Alrededor del otero,          bien cerca del agua,

 560



A todos sus varones          mandó hacer una cárcava,




Que de día ni de noche          no le diesen alarma,




Que supiesen que mío Cid          allí tenía morada.



 

 

28

 

Somete a parias a Alcocer

 

 


Por todas esas tierras,          iban los mandados,




Que el Campeador mío Cid          allí había poblado;

 565



Ha venido a moros,          salido ha de cristianos;




En la su vecindad,          no se atreven a ganar tanto.




Alegrándose va mío Cid          con todos sus vasallos;




El castillo de Alcocer          en parias va entrando;




Los de Alcocer a mío Cid          ya le dan parias de grado;

 570


 

 

29

 

Conquista de Alcocer

 

 


Y los de Teca          y los de Terrer la casa;




A los de Calatayud,          sabed, mal les pesaba.




Allí posó mío Cid          cumplidas quince semanas.




Cuando vio mío Cid          que Alcocer no se le daba,




Él hizo un plan          y no lo retardaba:

 575



Deja una tienda hincada          y las otras llevaba;




Cogió Jalón abajo,          la su enseña alzada,




Las lorigas vestidas          y ceñidas las espadas,




A guisa de hombre prudente          por sacarlos a celada.




Veíanlo los de Alcocer,          ¡Dios, cómo se alababan!

 580



Habitantes de Alcocer

 



Ha fallado a mío Cid          el pan y la cebada;





Las otras con trabajo lleva,          una tienda es dejada.





De guisa va mío Cid          como si en derrota escapara.





Demos salto a él          y haremos gran ganancia,





Antes que le prendan los de Terrer,          si no, no nos darán de ello nada;

 585




Las parias que él ha tomado          nos las tornará dobladas.





Narrador

 



Salieron de Alcocer          con prisa muy extraña;





Mío Cid, cuando los vio fuera,          se fue como de escapada;





Cogió Jalón abajo,          junto con los suyos marcha.





Dicen los de Alcocer:





Habitantes de Alcocer

 



¡Ya se nos va la ganancia!

 590




Narrador

 



Los grandes y los chicos          fuera salto daban,





Con el ansia de apresar,          de lo demás, no piensan nada;





Abiertas dejan las puertas,          que ninguno las guarda.





El buen Campeador          la su cara tornaba;





Vio que entre ellos y el castillo          había una gran plaza;

 595




Mandó tornar la enseña,          aprisa espoleaban.





Cid

 



¡Heridlos, caballeros,          a todos sin alarma!





¡Con la merced del Criador,          nuestra es la ganancia!





Narrador

 



Revueltos luchan con ellos          en medio de la plaza.





¡Dios, qué bueno es el gozo          por esta mañana!

 600




Mío Cid y Álvar Fáñez          adelante aguijaban;





Tienen buenos caballos,          sabed, a su guisa les andan;





Entre ellos y el castillo,          entonces entraban.





Los vasallos de mío Cid          sin piedad les daban;





En una hora y un poco de lugar          trescientos moros matan.

 605




Dando grandes alaridos,          los que están en la celada,





Dejándolos van delante,          para el castillo se tornaban;





Las espadas desnudas,          en la puerta se paraban.





Luego llegaban los suyos,          pues la batalla es ganada.





Mío Cid ganó a Alcocer,          sabed, por esta maña.

 610



 

30

 

Se iza la enseña del Cid en Alcocer

 

 


Vino Pero Bermúdez,          que la enseña tiene en mano;




Púsola encima,          en todo lo más alto.




Habló mío Cid Ruy Díaz,          el Campeador contado:




Cid

 



¡Gracias a Dios del cielo          y a todos los sus santos!





Ya mejoraremos posadas          a dueños y a caballos.

 615



 

 

31

 

Plan del Cid después de la victoria

 

 


Oídme, Álvar Fáñez,          y todos los caballeros:




En este castillo,          gran haber hemos hecho;




Los moros yacen muertos,          de vivos pocos veo.




Los moros y las moras          vender no los podremos,




Que los descabecemos          nada ganaremos;

 620



Acojámoslos dentro          que el señorío tenemos;




Posaremos en sus casas          y de ellos nos serviremos.



 

 

32

 

El rey de Valencia envía fuerzas para recobrar Alcocer


Narrador

 



Mío Cid con esta ganancia          en Alcocer está;





Hizo enviar por la tienda          que dejara allá.





Mucho pesa a los de Teca          y a los de Terrer no place,

 625




Y, a los de Calatayud,          sabed, pesando va.





Al rey de Valencia,          enviaron con mensaje:





Mensajero

 



Que a uno que decían          mío Cid Ruy Díaz de Vivar,





Airolo el rey Alfonso,          de tierra echado lo ha;





Vino a posar sobre Alcocer,          en un tan fuerte lugar;

 630




Sacolos a celada,          el castillo ganado ha;





Si no das auxilio,          a Teca y a Terrer perderás;





Perderás a Calatayud,          que no puede escapar;





La ribera del Jalón          toda irá a mal;





Así será lo de Jiloca,          que está en la otra parte.

 635




Narrador

 



Cuando lo oyó el rey Tamín,          de corazón le pesó mal:





Tamín

 



Tres reyes veo de moros,          en derredor de mí estar;





No lo retardéis,          los dos id para allá;





Tres mil moros llevéis          con armas de lidiar,





Con los de la frontera          que os ayudarán;

 640




Prendédmelo con vida,          traédmelo delante;





Porque se me entró en mi tierra,          derecho me habrá de dar.





Narrador

 



Tres mil moros cabalgan          y piensan en andar;





Ellos vinieron a la noche          en Segorbe a posar.





Otro día de mañana,          piensan en cabalgar;

 645




Vinieron a la noche          a Celfa a posar.





Por los de la frontera,          piensan de enviar;





No lo detienen,          vienen de todas partes.





Salieron de Celfa,          la que dicen del Canal;





Anduvieron todo el día,          que vagar no se dan;

 650




Vinieron esa noche          a Calatayud a posar.





Por todas esas tierras,          los pregones dan;





Gentes se juntaron,          excesivas de grandes,





Con estos dos reyes          que dicen Fáriz y Galve;





Al bueno de mío Cid,          en Alcocer le van a cercar.

 655



 

 

33

 

Los moros ponen sitio a Alcocer

 

 


Hincaron las tiendas          y prenden las posadas;




Crecen estas fuerzas,          que gentes son sobejanas.




Los centinelas,          que los moros sacan,




De día y de noche,          envueltos andan en armas;




Muchos son los centinelas          y grande es la almofalla;

 660



A los de mío Cid,          ya les quitan el agua.




Las mesnadas de mío Cid          salir querían a batalla;




El que en buena hora nació          firme se lo vedaba.




Tuviéronsela en cerco          cumplidas tres semanas.



 

 

34

 

Plan de campaña: el Cid ordena a sus caballeros; Pero Bermúdez lleva valientemente la enseña

 

 


Al cabo de tres semanas,          la cuarta quería entrar,

 665



Mío Cid con los suyos          tornose a aconsejar:




Cid

 



El agua nos han vedado,          nos faltará el pan;





Que nos queramos ir de noche          no nos lo consentirán;





Grandes son los poderes          para con ellos lidiar.





Decidme, caballeros,          cómo os place actuar.

 670




Narrador

 



Primero habló Minaya,          un caballero cabal:





Minaya

 



De Castilla la gentil,          hemos venido acá;





Si con moros no lidiáremos,          no nos darán el pan.





Bien somos nos seiscientos,          algunos hay de más;





¡En el nombre del Criador,          que por nada quede ya!

 675




¡Vayámoslos a herir          mañana sin más tardar!





Narrador

 



Dijo el Campeador:





Cid

 



A mi guisa hablasteis;





Os honrasteis, Minaya,          como de vos cabría esperar.





Todos los moros y las moras          afuera los manda echar,





Que no supiese ninguno          esta su puridad.

 680




El día y la noche,          piénsanse en preparar.





Otro día de mañana,          el sol quería apuntar;





Armado está mío Cid          con cuantos con él hay.





Hablaba mío Cid,          como oiréis contar:





Cid

 



Todos salgamos afuera,          que no quede nadie,

 685




Sino dos peones solos          para la puerta guardar;





Si nos muriéremos en el campo,          en el castillo nos entrarán;





Si venciéremos la batalla,          riqueza nos crecerá;





Y vos, Pero Bermúdez,          la mi enseña tomad;





Como sois muy bueno,          la tendréis con lealtad;

 690




Mas no aguijéis con ella,          si yo no os lo mandare.





Narrador

 



Al Cid besó la mano,          la enseña va a tomar.





Abrieron las puertas,          afuera salto dan.





Viéronlo los vigías de los moros,          a la Almofalla se van a tornar.





¡Qué prisa hay en los moros!,          y se tornaron a armar.

 695




Ante el ruido de tambores,          la tierra quería quebrar;





Veríais armarse moros,          aprisa entran en haz.





De parte de los moros,          dos enseñas hay caudales





E hicieron dos haces de peones mezclados,          ¿quién los podría contar?





Los haces de los moros          ya se mueven adelante

 700




Para a mío Cid y a los suyos          a manos los tomar.





Cid

 



Quedas sed, mesnadas,          aquí, en este lugar;





No se mueva ninguno          hasta que yo lo mande.





Narrador

 



Aquel Pero Bermúdez          no lo pudo aguantar;





La enseña tiene en mano,          empezó a espolear:

 705




Bermúdez

 



¡El Criador os valga,          Cid Campeador leal!





Voy a meter vuestra enseña          en aquel mayor haz;





Los que el deber tenéis,          veremos cómo la socorráis.





Narrador

 



Dijo el Campeador:





Cid

 



¡No sea por Caridad!





Narrador

 



Repuso Pero Bermúdez:





Pero Bermúdez

 



¡Por nada quedará!

 710




Narrador

 



Espoleó al caballo          y metiole en el mayor haz;





Los moros le reciben          por la enseña ganar;





Danle grandes golpes,          mas no le pueden falsear.





Dijo el Campeador:





Cid

 



¡Valedle, por caridad!




 

 

35

 

Los del Cid socorren a Pero Bermúdez que lleva la enseña al grueso de los moros


Narrador

 



Embrazan los escudos          delante los corazones;

 715




Bajan las lanzas,          envueltas de los pendones;





Inclinaron las caras,          arriba de los arzones;





Íbanlos a herir          con fuertes corazones.





Con grandes voces llama          el que en buena hora nació:





Cid

 



¡Heridlos, caballeros,          por amor de caridad!

 720




¡Yo soy Ruy Díaz,          el Cid Campeador de Vivar!





Narrador

 



Todos hieren en el haz          donde está Pero Bermúdez;





Trescientas lanzas son,          todas tienen pendones;





Sendos moros mataron,          todos de sendos golpes;





A la tornada que hacen,          otros tantos son.

 725



 

 

36

 

Descripción de la batalla

 

 


¡Veríais tantas lanzas          bajar y alzar;




Tanta adarga          horadar y traspasar;




Tanta loriga          romper y desmallar;




Tantos pendones blancos          salir bermejos de sangre;




Tantos buenos caballos          sin sus dueños andar!

 730



Los moros llaman:




Moros

 



¡Mahoma!





Narrador

 



Y los cristianos:





Cristianos

 



¡Santi Yague!





Narrador

 



Caían en un poco de lugar          moros muertos mil y trescientos ya.




 

 

37

 

Mención de los caballeros que luchan con el Cid

 

 


¡Qué bien lidia          sobre dorado arzón




Mío Cid Ruy Díaz,          el buen lidiador!




Minaya Álvar Fáñez,          que Zorita mandó;

 735



Martín Antolínez,          el burgalés de pro;




Muño Gustioz,          que su criado fue;




Martín Muñoz,          el que mandó a Montemayor;




Álvar Álvarez          y Álvar Salvadórez;




Galín García,          el bueno de Aragón;

 740



Félez Muñoz,          sobrino del Campeador.




Desde allí adelante          cuantos allí son,




Socorren la enseña          y a mío Cid el Campeador.



 

 

38

 

El Cid socorre a Álvar Fáñez y lucha contra Fáriz

 

 


A Minaya Álvar Fáñez,          matáronle el caballo;




Bien le socorren          mesnadas de cristianos;

 745



La lanza ha quebrado,          a la espada metió mano;




Aunque de pie,          buenos golpes va dando.




Violo mío Cid,          Ruy Díaz el castellano,




Arrimose a un alguacil,          que tenía buen caballo,




Diole tal golpe de espada          con el su diestro brazo,

 750



Cortole por la cintura,          el medio echó en el campo;




A Minaya Álvar Fáñez,          íbale a dar el caballo:




Cid

 



¡Cabalgad, Minaya,          vos sois el mi diestro brazo!





Hoy en este día,          de vos habré gran amparo.





Firmes están los moros,          aún no se van del campo.

 755




Narrador

 



Cabalgó Minaya,          la espada en la mano,





Por estas fuerzas          firmemente lidiando;





A los que alcanza,          valos matando.





Mío Cid Ruy Díaz,          el Campeador contado,





Al rey Fáriz,          tres golpes le había dado;

 760




Los dos le fallan          y el uno le ha alcanzado;





Por la loriga abajo,          la sangre destellando;





Volvió las riendas          por írsele del campo.





Por aquel golpe          el ejército es derrotado.




 

 

39

 

Martín Antolínez lucha contra Galve. Huida de los moros

 

 


Martín Antolínez          un golpe dio a Galve;

 765



Los rubíes del yelmo          echóselos aparte;




Cortole el yelmo,          que llegó a la carne.




Sabed, el otro          no se atrevió a esperarle.




Derrotado es          el rey Fáriz y Galve.




¡Tan buen día          para la cristiandad

 770



Pues huyen los moros          de una y otra parte!




Los de mío Cid          hiriendo en alcance;




El rey Fáriz          en Terrer se fue a entrar,




Y, a Galve,          no le acogieron allá;




Para Calatayud,          cuanto puede se va.

 775



El Campeador          íbalo en alcance;




Hasta Calatayud          duró el acosar.



 

 

40

 

Álvar Fáñez cumple su voto. Fin de la batalla. Reparto del botín. El Cid envía el primer donativo al rey

 

 


A Minaya Álvar Fáñez,          bien le anda el caballo;




De estos moros,          mató a treinta y cuatro;




Espada tajadora,          sangriento trae el brazo,

 780



Por el codo abajo,          la sangre destellando.




Dice Minaya:




Minaya

 



Ahora soy pagado





Que a Castilla          irán buenos mandados,





Que mío Cid Ruy Díaz          lid campal ha ganado.





Narrador

 



Tantos moros yacen muertos          que pocos vivos han dejado,

 785




Que en alcance          sin duda les fueron dando.





Ya se tornan          los del Campeador contado.





Andaba mío Cid          sobre su buen caballo;





La cofia fruncida,          ¡Dios, cómo es bien barbado!





El almófar a cuestas,          la espada en la mano,

 790




Vio a los suyos          cómo van llegando.





Cid

 



¡Gracias a Dios,          aquel que está en alto,





Cuando tal batalla          hemos ganado!





Narrador

 



Este campamento,          los de mío Cid luego lo han robado





De escudos y de armas          y de otros haberes largos;

 795




De los moriscos,          cuando son llegados,





Hallaron          quinientos diez caballos.10





Grande alegría hay          entre esos cristianos;





Más de quince de los suyos          de menos no hallaron.





Traen oro y plata,          que no saben cuánto;





Con esta ganancia,          rehechos son todos esos cristianos.

 800




A sus castillos, a los moros          dentro los han tornado;





Mando mío Cid          aún que les diesen algo.





Gran gozo ha mío Cid          con todos sus vasallos.





Dio a partir estos dineros          y estos haberes largos;





En la su quinta,          al Cid caen cien caballos.

 805




¡Dios, qué bien pagó          a todos sus vasallos,





A los peones          y a los encabalgados!





Bien lo dispone          el Campeador contado,





Cuantos él trae,          todos son pagados.





Cid

 



¡Oíd, Minaya,          sois mi diestro brazo!

 810




De esta riqueza,          que el Criador nos ha dado,





A vuestra guisa          tomad con vuestra mano.





Enviaros quiero          a Castilla con mandado





De esta batalla          que hemos ganado.





Al rey Alfonso,          que me ha airado,

 815




Quiérele enviar en don          treinta caballos;





Todos con sillas          y muy bien enfrenados;





Sendas espadas          de los arzones colgando.





Narrador

 



Dijo Minaya Álvar Fáñez:





Minaya

 



Esto haré yo de grado.




 

 

41

 

El Cid quiere cumplir el voto a Santa María


Cid

 



He aquí          oro y plata,

 820




Una bota llena,          que nada no le menguaba.





En Santa María de Burgos,          pagad mil misas;





Lo que sobrare          dadlo a mi mujer y a mis hijas,





Que rueguen por mí          las noches y los días;





Si yo les viere,          serán dueñas ricas.

 825



 

 

42

 

Álvar Fáñez se prepara para ir a Castilla


Narrador

 



Minaya Álvar Fáñez          de esto es pagado;





Para ir con él          hombres son designados.11





Ahora daban cebada,          ya la noche era entrada;





Mío Cid Ruy Díaz          con los suyos se acordaba:




 

 

43

 

El Cid se despide de Álvar Fáñez


Cid

 



¡Os vais, Minaya,          a Castilla la gentil!





A nuestros amigos,          bien les podéis decir:

 830




Dios nos valió          y vencimos la lid.





A la vuelta,          si nos hallareis aquí,





Si no, do supiereis que estamos          a buscarnos id.





Por lanzas y por espadas          hemos de subsistir;





Si no, en esta tierra angosta,          no podríamos vivir.

 835



 

 

44

 

Venta de Alcocer


Narrador

 



Ya está dispuesto,          por la mañana se fue Minaya;





Y el Campeador          quedó con su mesnada.





La tierra es angosta          y extremada de mala.





Todos los días,          a mío Cid espiaban





Moros de las fronteras          y unas gentes extrañas.

 840




Sanó el rey Fáriz,          con él se aconsejaban.





Entre los de Teca          y los de Terrer la casa,





Y los de Calatayud,          que es más honrada,





Así lo han acordado          y registrado en carta:





Les ha vendido Alcocer          por tres mil marcos de plata.

 845



 

 

45

 

El Cid reparte las ganancias

 

 


Mío Cid Ruy Díaz          a Alcocer ha venido.




¡Qué bien pagó          a sus vasallos mismos!




A caballeros y a peones,          hechos los ha ricos;




En todos los suyos,          no hallaréis un mezquino.




Quien a buen señor sirve          siempre vive en regocijo.

 850


 

 

46

 

El Cid deja el valle del Jalón y entra en las tierras del Jiloca

 

 


Cuando mío Cid          el castillo quiso dejar,




Moros y moras          pusiéronse a quejar:




Moros

 



¿Te vas, mío Cid?          ¡Nuestras oraciones váyante delante!





Nos contentos quedamos,          señor, de la tu parte.





Narrador

 



Cuando dejó Alcocer          mío Cid el de Vivar,

 855




Moros y moras          empezaron a llorar.





Alzó su enseña,          el Campeador se va;





Pasó Jalón abajo,          aguijó hacia adelante;





Al salir del Jalón,          hubo muy buenas aves.





Plugo a los de Terrer          y a los de Calatayud más;

 860




Pesó a los de Alcocer          que pro les hacía grande





Aguijó mío Cid,          íbase hacia adelante;





Allí se asentó en un poyo          que está sobre Monreal;





Alto es el poyo,          maravilloso y grande;





No teme guerra,          sabed, de ninguna parte.

 865




Metió en paria          a Daroca antes;





Después a Molina,          que está a la otra parte;





La tercera, Teruel,          que estaba delante;





En su mano tenía          a Celfa la del Canal.




 

 

47

 

Embajada de Minaya. El Rey acepta los regalos y perdona a Minaya, mas no al Cid

 

 


¡Mío Cid Ruy Díaz,          de Dios haya su gracia!

 870



Ido es a Castilla          Álvar Fáñez Minaya,




Treinta caballos          al Rey los presentaba;




Violos el Rey,          hermoso se alegraba:




Rey

 



¿Quién me los dio estos?          ¡Así os valga Dios, Minaya!





Minaya

 



Mío Cid Ruy Díaz,          que en buena hora ciñó espada,

 875




Venció dos reyes de moros          en esta batalla;





Sobejana es señor,          la su ganancia.





A vos, rey honrado,          este presente manda;





Bésaos los pies          y las manos ambas;





Que le hagáis merced,          ¡así el Criador os valga!

 880




Narrador

 



Dijo el Rey:





Rey

 



¡Mucho es mañana,





Hombre airado,          que de señor no ha gracia,





Para acogerlo          al cabo de tres semanas!





Mas, ya que de moros fue,          tomo esta manda;





Aún me place de mío Cid          que hizo en tal ganancia.

 885




Además de todo esto,          a vos libro, Minaya,





Honores y tierras          tenedlas condonadas;





Id y venid,          desde aquí os doy mi gracia;





Mas, del Cid Campeador,          yo no os digo nada.





Además de todo esto,          deciros quiero, Minaya:

 890



 

 

48

 

El Rey autoriza a los guerreros a ir con el Cid

 

 


De todo mi reino,          los que quisieren marchar,




Buenos y valientes,          para mío Cid ayudar,




Suéltoles los cuerpos          y líbroles las heredades.




Narrador

 



Besole las manos          Minaya Álvar Fáñez.





Minaya

 



Gracias, Rey,          como a señor natural;

 895




Esto haces ahora          más haréis adelante.




 

 

49

 

El Cid hace incursiones desde El Poyo. Luego, lo abandona y se asienta en el pinar de Tévar. Regreso de Minaya


Rey

 



Id por Castilla          y os dejen andar, Minaya;





Sin ningún estorbo,          id a mío Cid a buscar ganancia.





Narrador

 



Quiéroos decir          del que en buena hora ciñó espada:





Aquel Poyo,          en él tomó posada,

 900




Mientras que sea el pueblo de moros          y de la gente cristiana,





El Poyo de mío Cid,          así le dirán por carta.





Estando allí,          mucha tierra saqueaba.





El valle del río Martín,          todo lo metió en parias;





A Zaragoza,          sus nuevas llegaban;

 905




No place a los moros,          firmemente les pesaba.





Allí estuvo mío Cid          cumplidas quince semanas.





Cuando vio el caboso          que se tardaba Minaya,





Con todas sus gentes          hizo una trasnochada.





Dejó El Poyo,          todo lo desamparaba;

 910




Allende Teruel,          don Rodrigo pasaba;





En el pinar de Tévar,          don Ruy Díaz posaba;





Todas esas tierras,          todas las depredaba;





A Zaragoza,          metido la ha en parias.





Cuando esto hubo hecho,          al cabo de tres semanas,

 915




De Castilla,          ha venido Minaya;





Doscientos con él,          que todos ciñen espada;





No son en cuenta,          sabed, las peonadas.





Cuando vio mío Cid          asomar a Minaya,





Corriendo el caballo,          lo va a abrazar sin falla;

 920




Besole la boca          y los ojos de la cara.





Todo se lo dice,          que no le encubre nada.





El Campeador          hermoso se alegraba:





Cid

 



¡Gracias a Dios          y a las sus virtudes santas!





Mientras vos viviereis,          bien me iré a mí, Minaya.

 925



 

 

50

 

Alegría entre los del Cid por el regreso de Minaya


Narrador

 



¡Dios, cómo fue alegre          todo aquel fonsado,





Que Minaya Álvar Fáñez          así era llegado,





Trayéndoles saludos          de primos y de hermanos,





Y de sus compañas,          aquellas que habían dejado!




 

 

51

 

Regocijo del Cid

 

 


¡Dios, qué alegra está          la barba bellida,

 930



Que Álvar Fáñez          pagó las mil misas,




Y que le trajo saludos          de su mujer y de sus hijas!




¡Dios cómo fue el Cid pagado          y mostró gran alegría!




Cid

 



¡Ya, Álvar Fáñez,          viváis muchos días!




 

 

52

 

Incursiones sobre Alcañiz


Narrador

 



No lo tardó          el Campeador contado;

 935




Tierras de Alcañiz          negras las va dejando;





Y, en derredor,          todo lo va depredando.





Al tercer día,          donde salió allí ha tornado.




 

 

53

 

Las incursiones extienden la fama del Cid entre los moros

 

 


Ya va el mandado          por las tierras todas;




Pensando va          a los de Monzón y a los de Huesca;

 940



Porque dan parias,          place a los de Zaragoza,




De mío Cid Ruy Díaz          que no temían ninguna deshonra.



 

 

54

 

El Cid se asienta en el puerto de Alucat. Siguen las incursiones por Huesca y Montalbán

 

 


Con estas ganancias          a la posada tornando se van;




Todos están alegres,          ganancias traen grandes;




Plugo a mío Cid          y mucho a Álvar Fáñez.

 945



Sonriose el caboso          que no lo pudo aguantar:




Cid

 



Ya, caballeros,          os diré la verdad:





Quien en un lugar mora siempre          lo suyo puede menguar;





Mañana por la mañana,          pensemos en cabalgar;





Dejad estas posadas,          e iremos adelante.

 950




Narrador

 



Entonces se mudó el Cid          al puerto de Alucat;





Desde allí, corre mío Cid          a Huesca y a Montalbán.





En esta corrida,          diez días vinieron a tardar.





Fueron los mandados          a todas partes:





Que el salido de Castilla          así los trae tan mal.

 955




Los mandados son idos          a todas partes.




 

 

55

 

El conde de Barcelona se entera de que el Cid le corría la tierra amparada bajo su protección


Narrador

 



Llegaron las nuevas          al conde de Barcelona:





Que mío Cid Ruy Díaz          que le corría la tierra toda.





Tuvo gran pesar          y túvoselo a gran deshonra.




 

 

56

 

Bravatas y desafío del conde catalán y respuesta del Cid

 

 


El conde es muy follón          y dijo una vanidad:

 960



Conde

 



Grandes tuertos me hace          mío Cid el de Vivar;





Dentro en mi corte          me hizo ofensa grande:





Hiriome el sobrino          y no lo enmendó más;





Ahora me corre las tierras          que en mi protección están.





No lo desafié,          ni le torné enemistad;

 965




Mas, cuando él me lo busca,          se lo iré yo a demandar.





Narrador

 



Grandes son las fuerzas          y aprisa se van llegando;





Muchas gentes se le allegan          entre moros y cristianos;





Adeliñan tras mío Cid,          el bueno de Vivar;





Tres días y dos noches,          piensan en andar.

 970




Alcanzaron a mío Cid          en Tévar y el pinar;





Así viene esforzado el conde          que a manos le pensó tomar.





Mío Cid don Rodrigo          trae ganancia grande;





Baja de una sierra          y llegaba a un valle.





Del conde don Remón          le ha venido mensaje.

 975




Mío Cid, cuando lo oyó,          envió para allá:





Cid

 



Decid al conde          no lo tenga a mal;





De lo suyo no llevo nada,          déjeme ir en paz.





Narrador

 



Repuso el conde:





Conde

 



¡Esto no será verdad!





Lo de antes y de ahora          todo me lo pechará.

 980




¡Sabrá el salido          a quién vino a deshonrar!





Narrador

 



Tornose el mandadero          cuanto pudo más;





Entonces lo conoce          mío Cid el de Vivar





Que a menos de batalla          no se pueden de allí escapar.




 

 

57

 

Arenga del Cid a sus tropas


Cid

 



Ya, caballeros,          aparte dejad la ganancia;

 985




Aprisa guarneceos          y meteos en las armas;





El conde don Remón          nos dará gran batalla;





De moros y de cristianos,          gentes trae sobejanas;





A menos de batalla          no nos dejaría por nada.





Pues adelante irán tras nos,          aquí sea la batalla;

 990




Apretad los caballos          y vestid las armas.





Ellos vienen cuesta abajo          y todos traen calzas,





Y las sillas ligeras          y las cinchas aflojadas;





Nosotros cabalgaremos sillas gallegas          y botas sobre calzas;





Cien caballeros          debemos vencer a aquellas mesnadas;

 995




Antes que ellos lleguen al llano,          presentémosles las lanzas;





Por uno que hiráis          tres sillas irán sin carga.





¡Verá Remón Berenguer          tras quién vino a dar caza





Hoy, en este pinar de Tévar,          por quitarme la ganancia!




 

 

58

 

El Cid vence al conde de Barcelona y gana la espada Colada


Narrador

 



Todos están preparados,          cuando mío Cid esto hubo hablado;

 1000




Habían tomado las armas          y estaban sobre los caballos.





Vieron cuesta abajo          la fuerza de los francos;





Al pie de la cuesta,          cerca está del llano,





Mandolos herir mío Cid,          el Campeador contado.





Esto hacen los suyos          de voluntad y de grado;

 1005




Los pendones y las lanzas          tan bien los van empleando;





A los unos hiriendo          y a los otros derrocando.





Ha vencido esta batalla          el Campeador contado;





Al conde don Remón          a prisión le han tomado.





Allí ganó a Colada,          que vale más de mil marcos.

 1010



 

 

59

 

El conde cae prisionero y empieza una huelga de hambre

 

 


Allí venció esta batalla          por lo que honró su barba.




Apresolo al conde,          para su tienda lo llevaba;




A sus servidores,          guardarlo mandaba.




Afuera de la tienda,          un salto daba;




De todas partes,          los suyos se juntaban;

 1015



Plugo a mío Cid,          pues grandes son las ganancias.




A mío Cid don Rodrigo,          gran comida le adobaban;




El conde don Remón          no se lo precia nada;




Llévanle los manjares,          delante se los presentaban;




Él no lo quiere comer,          a todos los rechazaba:

 1020



Conde

 



No comeré un bocado          por cuanto hay en toda España;





Antes perderé el cuerpo          y dejaré el alma,





Pues que tales malcalzados          me vencieron en batalla.




 

 

60

 

El Cid exhorta al conde a que coma


Narrador

 



Mío Cid Ruy Díaz          oiréis lo que dijo:





Cid

 



Comed, conde, de este pan          y bebed de este vino;

 1025




Si lo que digo hiciereis,          saldréis de cautivo;





Si no, en todos vuestros días,          no veréis cristianismo.




 

 

61

 

El conde sigue la huelga de hambre


Narrador

 



Dijo el conde don Remón:





Conde

 



Comed, don Rodrigo, y pensad en holgar,





Que yo me dejaré morir,          que no quiero yantar.





Narrador

 



Hasta el tercer día,          no le pueden acordar;

 1030




Ellos repartiendo          estas ganancias grandes,





No le pueden hacer comer          un bocado de pan.




 

 

62

 

Al fin, come el conde y el Cid le da la libertad

 

 


Dijo Mío Cid:




Cid

 



Comed, conde, algo,





Que, si no coméis,          no veréis cristianos;12





Y, si vos comiereis          como yo sea agradado,





A vos          y a dos hijosdalgo,

 1035




Os libraré los cuerpos          y os daré de mano.13





Narrador

 



Cuando esto oyó el conde,          ya se iba alegrando.





Conde

 



Si lo hiciereis, Cid,          lo que habéis hablado.





Tanto cuanto yo viva,          seré de ello maravillado.





Cid

 



Pues, comed, conde,          y cuando hubiereis yantado,





A vos y a otros dos          os daré de mano.

 1040




Mas, cuanto habéis perdido          y yo gané en el campo,





Sabed, no os daré a vos          un dinero malo;





Mas cuanto habéis perdido,          no os será dado,





Pues lo necesito          para éstos mis vasallos,





Que conmigo andan lacerados;          y no os será dado.

 1045




Tomando de vos y de otros          nos iremos reparando;





Tendremos esta vida          mientras pluguiere al Padre Santo,





Como quien ira tiene de rey          y de tierra es echado.





Narrador

 



Alegre está el conde          y pidió agua para las manos,





Y pónenselo delante          y diéronselo apresurados.

 1050




Con los caballeros          que el Cid le había dado,





Comiendo va el conde,          ¡Dios, qué de buen grado!





Cerca de él estaba          el Campeador contado:





Cid

 



Si bien no coméis, conde,          hasta ser de mi agrado,





Aquí haremos la morada,          no nos partiremos ambos.

 1055




Narrador

 



Entonces dijo el conde:





Conde

 



¡De voluntad y de grado!





Narrador

 



Con estos dos caballeros          aprisa va yantando;





Contento está mío Cid,          que lo está mirando,





Porque el conde don Remón          tan bien movía las manos.





Conde

 



Si os agradare, mío Cid,          para ir estamos preparados;

 1060




Mandad darnos las bestias          y cabalgaremos privado;





Desde el día que fui conde,          no yanté tan de buen grado;





El placer que de ello tengo          no será olvidado.





Narrador

 



Danle tres palafrenes          muy bien ensillados





Y buenas vestiduras          de pellizones y de mantos.

 1065




El conde don Remón          entre los dos ha entrado;





Hasta el fin de la albergada,          los escoltó el castellano:





Cid

 



Ya os vais, conde,          a guisa de muy franco;





En gracia os lo tengo          lo que me habéis dejado.





Si os viniere en mente          que quisiereis vengarlo,

 1070




Si me viniereis a buscar,          hallarme podréis,





y, si no, mandadme buscar:          o de lo vuestro me dejaréis





O de lo mío          llevaréis algo.





Conde

 



Holgad ya, mío Cid,          estáis en vuestro salvo;





Pagado os he          por todo este año;

 1075




De veniros a buscar,          ni aún será pensado.




 

 

63

 

Partida recelosa del conde


Narrador

 



Aguijaba el conde          y pensaba en andar;





Tornando va la cabeza          y catando hacia atrás;





Miedo iba teniendo          que mío Cid se arrepentirá;





Lo que no haría el caboso          por cuanto en el mundo hay;

 1080




¡Una deslealtad          que no la hizo a nadie!





Ido es el conde,          tornose el de Vivar;





Juntose con sus mesnadas,          comenzose a alegrar





De la gran ganancia que han hecho          maravillosa y grande.




 

Acto o cantar segundo

 

Entra en escena el bando enemigo del Cid. Bodas de las hijas del Cid con los infantes de Carrión

 

 

64

 

El Cid se dirige hacia las costas levantinas


Narrador

 



Aquí se comienza la gesta          de mío Cid el de Vivar

 1085




Tan ricos son los suyos          que no saben lo que han.





Poblado ha mío Cid          el puerto de Alucat;





Dejando a Zaragoza          y a las tierras de acá,





Y dejando a Huesca          y tierras de Montalbán,





Contra la mar salada,          empezó a guerrear.

 1090




A oriente sale el sol          y tornose a esa parte.





Mío Cid ganó a Jérica          y Onda y Almenar;





Tierras de Burriana          todas conquistado las ha.




 

 

65

 

Toma de Murviedro

 

 


Ayudole el Criador,          el Señor que está en el cielo;




Él con todo esto          tomó a Murviedro;

 1095



Ya veía mío Cid          que Dios le iba valiendo.




Dentro en Valencia,          no es poco el miedo.



 

 

66

 

Los moros de Valencia cercan a Murviedro. El Cid pide refuerzos y arenga a sus tropas

 

 


Pesa a los de Valencia,          sabed, no les place;




Acordaron en consejo          que le viniesen a cercar.




Trasnocharon de noche;          de mañana al clarear,

 1100



Cerca de Murviedro,          tornan las tiendas a hincar.




Violo mío Cid,          tomose a maravillar:




Cid

 



¡Gracias a ti,          Padre espiritual!14





En sus tierras estamos          y hacérnosles todo mal;





Bebemos su vino          y comemos el su pan;





Si a cercarnos vienen,          con derecho lo hacen;

 1105




A menos de lid,          esto no se acabará.





Vayan los mandados          por los que nos deben ayudar:





Los unos a Jérica          y los otros a Alucat;





Desde allí a Onda          y los otros a Almenar;





Los de Burriana          luego vengan acá;

 1110




Empezaremos          esta lid campal;





Yo fío por Dios          que nuestro pro aumentarán.





Narrador

 



Al tercer día,          todos juntos están;





El que en buena hora nació          comenzó a hablar:





Cid

 



Oíd, mesnadas,          ¡así el Criador os salve!

 1115




Después que nos partimos          de la limpia cristiandad,





No fue de nuestro agrado,          ni nos pudimos más;





Gracias a Dios,          lo nuestro fue adelante.





Los de Valencia          cercado nos han;





Si en estas tierras          quisiéremos durar,

 1120




A estos firmemente          hay que escarmentar.




 

 

67

 

El Cid alienta a los suyos

 

 


Pase la noche          y venga la mañana,




Estadme aparejados          con caballos y armas;




Iremos a ver          aquella su almofalla;




Como hombres salidos          de tierra extraña,

 1125



Allí se verá          el que merece la soldada.



 

 

68

 

Minaya propone el plan de batalla. Triunfo del Cid y conquista de Cebolla


Narrador

 



Oíd qué dijo          Minaya Álvar Fáñez:





Minaya

 



Campeador,          hagamos lo que a vos place.





Dadme cien caballeros          que no os pido más;





Vos con los otros          atacadlos delante.

 1130




Atacadlos bien          que duda allí no habrá;





Yo con los cien          entraré por la otra parte;





Como fío por Dios,          el campo nuestro será.





Narrador

 



Como se lo ha dicho,          al Campeador mucho place.





Era ya de mañana          y piensan en armarse;

 1135




Cada uno de ellos          bien sabe lo que hará.





Con los albores,          mío Cid a herirlos va:





Cid

 



¡En el nombre del Criador          y del apóstol santi Yague!





¡Heridlos, caballeros,          de amor y de grado y de gran voluntad,





Que yo soy Ruy Díaz,          mío Cid el de Vivar!

 1140




Narrador

 



Tanta cuerda de tienda          allí veríais quebrar;





Arrancarse las estacas          y acostarse de todas partes los tendales.





Los moros son muchos          ya quieren recobrar.





De la otra parte,          entroles Álvar Fáñez;





Aunque les pesa,          tuvieron que ceder y escapar.

 1145




Grande es el gozo          que va por ese lugar.





Dos reyes de moros          mataron en ese alcance;





Hasta Valencia,          persiguiéndolos van.





Grandes son las ganancias          que mío Cid hecho ha.





Tomaron a Cebolla          y cuanto hay adelante;

 1150




A uña de caballo          los que pudieron escapar.





Robaban el campo          y piensan en tornar;





Entraban en Murviedro          con estas ganancias que traen grandes.





Las nuevas de mío Cid,          sabed, sonando van.





Miedo hay en Valencia          que no saben cómo obrar.

 1155




Sonando van sus nuevas          a la otra parte del mar.




 

 

69

 

Incursiones contra las fortalezas al sur de Valencia

 

 


Alegre estaba el Cid          y todas sus compañas,




Que Dios le ayudara          y esta victoria alcanzara




Daban sus correrías          y hacían las trasnochadas;




Llegan a Cullera          y llegan a Játiva;

 1160



Y aún más abajo,          a Denia la casa;




Cabe el mar,          tierra de moros firme la quebranta;




Ganaron Peña Cadiella,          las salidas y las entradas.



 

 

70

 

Alarma entre los moros de Valencia

 

 


Cuando el Cid Campeador          tuvo Peña Cadiella,




Mucho les pesa en Játiva          y dentro en Cullera;

 1165



No se puede narrar          el dolor de Valencia.



 

 

71

 

Campaña de tres años por los alrededores de Valencia

 

 


En tierra de moros,          robando y ganando,




Y durmiendo los días          y las noches trasnochando,




En ganar aquellas villas,          mío Cid tardó tres años.



 

 

72

 

Asedio de Valencia. El Cid envía pregones por los reinos cristianos

 

 


A los de Valencia,          escarmentado los han;

 1170



No osan salir fuera,          ni con él luchar;




Talábales las huertas          y les hacía gran mal;




En cada uno de estos años,          mío Cid les quitó el pan.




Mal se aquejan los de Valencia          que no saben cómo obrar;




De ninguna parte que sea,          no les venía el pan;

 1175



Ni da consejo padre a hijo,          ni hijo a padre,




Ni amigo a amigo,          no se pueden consolar.




¡Mala cuita es, señores,          tener mengua de pan;




Hijos y mujeres          verlos morir de hambre!




Delante veían su duelo,          no se pueden ayudar;

 1180



Al rey de Marruecos,          tuvieron que avisar;




Con el de los Montes Claros,          tenía guerra tan grande;




No les dio consejo,          ni los vino a ayudar.




Súpolo mío Cid,          de corazón le place;




Salió de Murviedro          una noche sin parar;

 1185



Amaneció a mío Cid          en tierras de Monreal.




Por Aragón y Navarra,          pregón mandó echar;




A tierras de Castilla,          envió sus mensajes:




Quien quiera olvidar cuita          y riqueza ganar,




Viniese a mío Cid          que tiene ganas de cabalgar;

 1190



Cercar quiere a Valencia          para a cristianos la dar.



 

 

73

 

Pregón de los heraldos del Cid


Cid

 



Quien quiera ir conmigo          a cercar a Valencia,





Todos vengan de grado,          ninguno a la fuerza;





Tres días le esperaré          en el canal de Celfa.




 

 

74

 

Muchos guerreros acuden en ayuda del Cid. Cerco y rendición de Valencia


Narrador

 



Esto dijo mío Cid,          el Campeador contado.

 1195




Tornábase a Murviedro,          que él se la ha ganado.





Llegaron los pregones,          sabed, a todas partes.





Al sabor de la ganancia,          no lo quieren retardar;





Muchas gentes se le acogen          de la buena cristiandad.





Creciendo va en riqueza          mío Cid el de Vivar;

 1200




Cuando vio las gentes juntadas,          se empezó a alegrar.





Mío Cid don Rodrigo          no lo quiso retardar;





Se marchó para Valencia          y sobre ella se va a echar.





Bien la cerca mío Cid,          que no había falsedad;





Védales salir          y védales entrar.

 1205




Sonando van sus nuevas          todas a todas partes;





Más le vienen a mío Cid,          sabed, que no se van.





Metiola en plazo          por si les viniesen a ayudar;





Nueve meses cumplidos,          sabed, sobre ella yace;





Cuando vino el décimo,          se la tuvieron que dar.

 1210




Grandes son los gozos          que van por ese lugar,





Cuando mío Cid ganó a Valencia          y entró en la ciudad.





Los que fueron de a pie          caballeros se hacen;





El oro y la plata,          ¿quién os lo podría contar?





Todos eran ricos          cuantos allí hay.

 1215




Mío Cid don Rodrigo          la quinta mandó tomar;





En el haber monedado,          treinta mil marcos le caen;





Y los otros haberes,          ¿quién los podría contar?





Alegre estaba el Campeador          con todos los que ha.




 

 

75

 

El rey de Sevilla, que intenta recobrar Valencia, es derrotado por el Cid

 

 


Cuando su enseña caudal          estaba encima del alcázar,

 1220



Ya holgaba mío Cid          con todas sus compañas.




A aquel rey de Sevilla          el mandado llegaba,




Que tomada es Valencia,          que no se la amparan.




Vínolos a atacar          con treinta mil de armas.




Cerca de la huerta,          tuvieron la batalla;

 1225



Derrotolos mío Cid,          el de la luenga barba.




Hasta dentro de Játiva,          la persecución duraba;




Al pasar el Júcar,          veríais confusión tanta:




Moros contra corriente          forzados a beber agua;




Aquel rey de Sevilla          con tres golpes escapa.

 1230



Tornado ha mío Cid          con toda esta ganancia




Buena fue la de Valencia,          cuando ganaron la plaza;




Mucho más fue provechosa,          sabed, esta victoria alcanzada:




A todos los menores          cayeron cien marcos de plata.




Las nuevas del caballero          ya veis dónde llegaban.

 1235


 

 

76

 

El Cid promete no cortarse la barba. Riqueza de los suyos. Censo y medidas para evitar las deserciones

 

 


Gran alegría hay          entre todos esos cristianos




Con mío Cid Ruy Díaz          el Campeador contado.




Ya le crece la barba          y se le va alargando.




Dijo mío Cid          por la su boca hablando:




Cid

 



¡Por amor del rey Alfonso,          que de tierra me ha echado,

 1240




Ni entraría en ella tijera          ni un pelo sería cortado!





Y que hablasen de esto          moros y cristianos.





Narrador

 



Mío Cid don Rodrigo          en Valencia está holgando;





Con él Minaya Álvar Fáñez          que no se le va de su brazo.





Los que salieron de tierra          de riqueza son colmados;

 1245




A todos les dio en Valencia          casas y heredades con que son pagados;





El amor de mío Cid          ya lo iban probando;





Los que fueron con él          y los de después todos son pagados.





Advierte mío Cid que,          con los haberes que habían tomado,





Que, si se pudiesen ir,          lo harían de grado.

 1250




Esto mandó mío Cid,          Minaya lo hubo aconsejado:





Que ningún hombre de los suyos,          que no se le despidiese o no le besase la mano,





Si le pudiesen prender          o fuese alcanzado,





Le tomasen el haber          y le pusiesen en un palo.





He aquí todo esto          puesto a buen recaudo.

 1255




Con Minaya Álvar Fáñez          él se va aconsejando:





Cid

 



Si vos quisiereis, Minaya,          quiero saber recado





De los que están aquí          y conmigo ganaron algo:





Ponerlos he por escrito          y todos sean contados.





Que, si alguno se escondiere          o de menos fuere hallado,

 1260




El haber me habrá de tornar          a estos mis vasallos15





Que guardan a Valencia          y andan rondando.16





Narrador

 



Allí dijo Minaya:





Minaya

 



Consejo es acertado.




 

 

77

 

El Cid pasa lista de los suyos y envía a Minaya con presentes al Rey, pidiendo que deje salir a la mujer y a las hijas del Cid


Narrador

 



Mandolos venir a la corte          y a todos ellos juntar.





Cuando les halló,          por lista los hizo nombrar:





Tres mil seiscientos tenía          mío Cid el de Vivar.

 1265




Alégrasele el corazón          y tornose a alegrar:





Cid

 



¡Gracias a Dios, Minaya,          y a santa María Madre!





Con muchos menos salimos          de la casa de Vivar;





Ahora tenemos riqueza,          más tendremos adelante.





Si a vos pluguiere, Minaya,          y no os cayere en pesar,

 1270




Enviaros quiero a Castilla,          donde tenemos heredades,





Al rey Alfonso,          mi señor natural;





De estas mis ganancias,          que hemos hecho acá,





Darle quiero cien caballos          y vos ídselos a llevar.





Después, por mí besadle la mano          y firme se lo rogad

 1275




Por mi mujer y mis hijas,          que me las deje sacar.17





Enviaré por ellas          y vos sabed el mensaje:





La mujer de mío Cid          y sus hijas las infantes





De tal guisa irán por ellas          que con gran honra vendrán

 1280




A esta tierras extrañas          que nos pudimos ganar.





Narrador

 



Entonces dijo Minaya:





Minaya

 



De buena voluntad.





Narrador

 



Después que esto han hablado,          se empiezan a preparar.





Cien hombres le dio mío Cid          a Minaya Álvar Fáñez,





Para servirle en la carrera,          a toda su voluntad.18





Y mandó mil marcos de plata          a San Pedro llevar,

 1285




Y que los diese          a don Sancho el abad.




 

 

78

 

El obispo don Jerónimo llega a Valencia

 

 


Con estas nuevas,          todos se van alegrando.




De la parte de oriente,          vino un coronado:




El obispo don Jerónimo          por nombre es llamado;




Bien entendido es de letras          y muy acordado;

 1290



A pie y a caballo,          era muy esforzado.




Las proezas de mío Cid          andábalas demandando,




Suspirando el obispo          que se viese con moros en el campo,




Que, si se hartase lidiando          e hiriendo con sus manos,




En los días del siglo,          no le llorasen cristianos.

 1295



Cuando lo oyó mío Cid,          de esto se ha alegrado:




Cid

 



¡Oíd, Minaya Álvar Fáñez,          por aquel que está en alto!





Cuando Dios ayudar nos quiere,          nos bien se lo agradezcamos.





En tierras de Valencia,          hacer quiero obispado





Y dárselo          a este buen cristiano.

 1300




Vos, cuando vayáis a Castilla,          llevaréis buenos mandados.




 

 

79

 

Don Jerónimo es nombrado obispo de Valencia


Narrador

 



Plugo a Álvar Fáñez          de lo que dijo don Rodrigo.





A este don Jerónimo          ya le eligen por obispo.





Diéronle en Valencia          do bien puede estar rico.





¡Dios, qué alegre estaba          todo cristianismo,

 1305




Que en tierras de Valencia          había señor obispo!





Alegre fue Minaya          y despidiose y se vino.




 

 

80

 

Minaya acude a Carrión para entrevistarse con el Rey

 

 


Tierras de Valencia,          dejadas en paz,




Se fue para Castilla          Minaya Álvar Fáñez.




Os dejaré las posadas,          no las quiero contar.

 1310



Demandó por Alfonso,          dónde lo podría hallar.




Fuera el Rey a Sahagún          poco tiempo ha;




Tornose a Carrión,          allí lo podría hallar.




Alegre fue por esto          Minaya Álvar Fáñez;




Con estos presentes,          se dirigió para allá.

 1315


 

 

81

 

Encuentro con el Rey

 

 


De misa había salido          entonces el rey Alfonso.




¡He aquí Minaya Álvar Fáñez          do llega tan apuesto!




Hincó sus hinojos          ante todo el pueblo;




A los pies del rey Alfonso,          cayó con gran duelo;




Besábale las manos          y habló tan apuesto:

 1320


 

 

82

 

Embajada de Minaya al Rey. Irritación de García Ordóñez. El Rey perdona al Cid y a su familia, y da autorización a los que quieran ir con el Cid. Los infantes de Carrión planean el matrimonio con las hijas del Cid


Minaya

 



¡Merced, señor Alfonso,          por amor del Criador!





Besábaos las manos          mío Cid lidiador,





Los pies y las manos,          como a tan buen señor,





Que le hayáis merced,          ¡así os valga el Criador!





Le echasteis de tierra,          no tiene el vuestro amor;

 1325




Aunque en tierra ajena,          él bien lo suyo cumplió;





Ha ganado a Jérica          y a Onda por nombre;





Tomó a Almenar          y a Murviedro que es mejor;





Así hizo con Cebolla          y después con Castellón,





Y Peña Cadiella,          que es una peña fuerte;

 1330




Con estas todas,          de Valencia es señor





Obispo hizo de su mano          el buen Campeador;





E hizo cinco lides campales          y todas las ganó





Grandes son las ganancias          que le dio el Criador.





He aquí las señales,          verdad os digo yo:

 1335




Cien caballos          fuertes y corredores,





De sillas y de frenos,          todos guarnecidos son;





Bésaos las manos          y que los toméis vos;





Tiénese por vuestro vasallo          y a vos tiene por señor.





Narrador

 



Alzó la mano diestra,          el Rey se santiguó:

 1340




Rey

 



De tan grandes ganancias,          como ha hecho el Campeador,





¡Así me valga san Isidro!,          pláceme de corazón,





Y pláceme de las nuevas          que hace el Campeador;





Recibo estos caballos          que me envía de don.





Narrador

 



Aunque plugo al Rey,          mucho pesó a García Ordóñez:

 1345




García Ordóñez

 



¡Parece que en tierra de moros          no hay vivo hombre,





Cuando así hace a su guisa          el Cid Campeador!





Narrador

 



Dijo el Rey al conde:





Rey

 



Dejad esa razón,





Que en todas guisas          mejor me sirve que vos.





Narrador

 



Hablaba Minaya allí          a guisa de varón:

 1350




Minaya

 



Merced os pide el Cid,          si os cayese en sabor,





Por su mujer doña Jimena          y sus hijas ambas a dos:





Saldrían del monasterio,          donde él las dejó,





E irían para Valencia          al buen Campeador.





Narrador

 



Entonces dijo el Rey:





Rey

 



Pláceme de corazón.

 1355




Yo les mandaré dar conducho          mientras que por mi tierra fueren;





De afrenta de mal          cuidarlas y de deshonor.





Cuando en cabo de mi tierra          estas dueñas fueren,





Catad cómo las sirváis          vos y el Campeador.





Oídme, mesnadas,          y toda la mi corte:

 1360




No quiero que nada          pierda el Campeador;





A todas las mesnadas,          que a él dicen señor,





Porque los desheredé,          todo se lo suelto yo;





Sírvanles sus heredades          do fuere el Campeador;





Protéjoles los cuerpos          de mal y de sinrazón;

 1365




Por tal hago esto          que sirvan a su señor.





Narrador

 



Minaya Álvar Fáñez          las manos le besó.





Sonriose el Rey,          tan bellido habló:





Rey

 



Los que quisieren ir          a servir al Campeador





De mí sean libres          y vayan con la gracia del Criador;

 1370




Más ganaremos en esto          que en otro deshonor.





Narrador

 



Aquí entraron en habla          los infantes de Carrión:





Infantes

 



Mucho crecen las nuevas          de mío Cid el Campeador;





Bien casaríamos con sus hijas          por menester de pro.





No la osaríamos acometer          nos esta razón;

 1375




Mío Cid es de Vivar          y nos de los condes de Carrión.





Narrador

 



No lo dicen a nadie          y cesó esta razón.





Minaya Álvar Fáñez          del buen Rey se despidió.





Rey

 



¿Ya os vais, Minaya?          ¡Id con la gracia del Criador!





Llevad un portero          creo que os será de pro.

 1380




Si llevarais las dueñas,          sírvanlas a su sabor.





Hasta dentro en Medina,          denles cuanto menester les fuere;





Desde allí adelante,          cuide de ellas el Campeador.





Narrador

 



Despidiose Minaya          y vase de la corte.




 

 

83

 

Los infantes de Carrión mandan saludos al Cid. Minaya va a Cárdena a recoger a doña Jimena. Raquel y Vidas recuerdan la deuda del Cid. Despedida de Cárdena. Mensaje del Cid que envía escolta para las damas. Servicios del moro Abengalbón. Encuentro en Medina

 

 


Los infantes de Carrión          dando iban compaña a Minaya Álvar Fáñez:

 1385



Infantes

 



En todo sois de pro,          en esto, así lo hagáis:





Saludadnos          a mío Cid el de Vivar;





Estamos en su pro          cuanto lo podemos estar;





El Cid, que bien nos quiera,          nada perderá.





Narrador

 



Repuso Minaya:





Minaya

 



Esto no me ha por qué pesar.

 1390




Narrador

 



Ido es Minaya,          tórnanse los infantes.





Partió para San Pedro,          donde las dueñas están;





Tan grande fue el gozo          cuando le vieron asomar.





Desmontado ha Minaya,          a San Pedro va a rogar.





Cuando acabó la oración,          a las dueñas se fue a tornar:

 1395




Minaya

 



Humíllome doña Jimena,          ¡Dios os cuide de mal!;





¡Así haga a vuestras hijas          ambas a dos las infantes!





Salúdaos mío Cid          allá donde él está;





Sano lo dejé          y con riqueza tan grande.





El Rey, por su merced,          libres dejado me os ha

 1400




Para llevaros a Valencia,          que tenemos por heredad





Si os viese el Cid,          sanas y sin mal,





Todo alegre estaría          que no tendría ningún pesar.





Narrador

 



Dijo doña Jimena:





Jimena

 



¡El Criador lo mande!





Narrador

 



Dio tres caballeros          Minaya Álvar Fáñez;

 1405




Enviolos a mío Cid,          a Valencia do está:





Minaya

 



Decid al Campeador,          que Dios le cuide de mal,





Que su mujer y sus hijas          el Rey libres me las ha;





Mientras que fuéremos por sus tierras,          conducho nos mandó dar.





Dentro de quince días,          si Dios nos cuidare de mal,

 1410




Estaremos yo y su mujer          y sus hijas que él ha,





Y todas las dueñas con ellas,          cuantas buenas ellas han.





Narrador

 



Idos son los caballeros          y de ello pensarán;





Permaneció en San Pedro          Minaya Álvar Fáñez.





Veríais caballeros          venir de todas partes;

 1415




Irse quieren a Valencia          a mío Cid el de Vivar,





Que les tuviese pro          rogaban a Álvar Fáñez.





Diciendo esto Minaya:





Minaya

 



Esto haré de voluntad.





Narrador

 



A Minaya sesenta y cinco caballeros          crecido le han;





Y él se tenía veinte,          que trajera de allá;

 1420




Para ir con estas dueñas          buena compaña se hace.





Los quinientos marcos          dio Minaya al abad;





De los otros quinientos,          deciros he qué hace:





Minaya a doña Jimena          y a sus hijas que ha,





Y a las otras dueñas,          que las sirven delante,

 1425




El bueno de Minaya          pensolas en preparar





Con los mejores atavíos          que en Burgos pudo hallar,





Palafrenes y mulas,          que no parezcan mal.





Cuando estas dueñas          preparadas están,





El bueno de Minaya          pensar quiere en cabalgar

 1430




He aquí Raquel y Vidas          a los pies le caen:





Raquel y Vidas

 



¡Merced, Minaya,          caballero tan cabal!





Arruinado nos ha el Cid,          sabed, si no nos vale;





Soltaríamos la ganancia          si nos diese el capital.





Minaya

 



Yo lo veré con el Cid,          si Dios me lleva allá;

 1435




Por lo que habéis hecho,          buena recompensa habrá.





Narrador

 



Dijo Raquel y Vidas:





Raquel y Vidas

 



¡El Criador lo mande!





Si no, dejaremos Burgos          y lo iremos a buscar.





Narrador

 



Ido es para San Pedro          Minaya Álvar Fáñez;





Muchas gentes se le acogen,          pensó en cabalgar

 1440




Gran duelo hay          al partir del abad:





Abad

 



¡Así os valga el Criador,          Minaya Álvar Fáñez!





Por mí al Campeador          las manos le basad;





Este monasterio          no lo quiera olvidar,





En todos los días del siglo          en llevarlo adelante;

 1445




El Cid          siempre valdrá más.





Narrador

 



Repuso Minaya:





Minaya

 



Lo haré de voluntad.





Narrador

 



Ya se despiden          y piensan en cabalgar,





El portero con ellos          que los ha de acompañar;





Por la tierra del Rey,          mucho conducho les dan

 1450




De San Pedro hasta Medina,          en cinco días van.





Helos en Medina,          las dueñas y Álvar Fáñez.





Os diré de los caballeros          que llevaron el mensaje:





Al tiempo que lo supo          mío Cid el de Vivar,





Plúgole de corazón          y tornose a alegrar;

 1455




Por la su boca,          comenzó a hablar:





Cid

 



Quien buen mandadero envía          tal debe esperar.





Tú, Muño Gustioz,          y Pero Bermúdez delante,





Y Martín Antolínez,          un burgalés leal,





El obispo don Jerónimo,          coronado cabal,

 1460




Cabalgad con ciento,          preparados por si hay que lidiar;





Por Santa María,          vos vayáis a pasar;





Vayáis a Molina,          que está más adelante;





Tiénela Abengalbón,          mi amigo es de paz;





Con otros cien caballeros,          bien os acompañará;

 1465




Id para Medina,          cuanto pudiéreis andar;





A mi mujer y a mis hijas          con Minaya Álvar Fáñez,





Así como me dijeron,          allí los podréis hallar;





Con gran honra          traédmelas delante.





Yo estaré en Valencia,          que mucho costado me ha;

 1470




Gran locura sería          si la desamparase;





Yo estaré en Valencia,          que la tengo por heredad.





Narrador

 



Esto era dicho,          piensan en cabalgar;





Y, tanto cuanto pueden,          no paran de andar.





Pasaron por Santa María          y a Bronchales vinieron a albergar;

 1475




Y al otro día vinieron          a Molina a posar.





El moro Abengalbón,          cuando supo el mensaje,





Saliolos a recibir          con gran gozo que hace:





Abengalbón

 



¿Venís, los vasallos          de mi amigo natural?





¡A mí no me pesa,          sabed, mucho me place!

 1480




Narrador

 



Habló Muño Gustioz,          no esperó a nadie:





Muño

 



Mío Cid os saludaba          y mandolo recabar:





Con cien caballeros          que pronto le acorráis;





Su mujer y sus hijas          en Medina están;





Que vayáis por ellas          y traédselas acá,

 1485




Y hasta Valencia,          de ellas no os partáis.





Narrador

 



Dijo Abengalbón:





Abengalbón

 



Lo haré de voluntad.





Narrador

 



Esa noche          conducho les dio grande;





Por la mañana,          piensan en cabalgar;





Cien le pidieron,          mas él con doscientos va.

 1490




Pasan las montañas,          que son fieras y grandes;





Pasaron Mata de Toranz,          de tal guisa que ningún miedo han;





Por el valle de Arbujuelo          piensan en bajar;





Y en Medina todo el recaudo está.





Envió dos caballeros Minaya Álvar Fáñez          que supiesen la verdad;

 1495




Esto no lo retardan,          que de corazón lo han.





El uno quedó con ellos          y el otro tornó a Álvar Fáñez:





Caballero

 



Fuerzas del Campeador          nos vienen a buscar:





He aquí Pero Bermúdez y Muño Gustioz          que os quieren sin falsedad;





Y Martín Antolínez,          el burgalés natural;

 1500




Y el obispo don Jerónimo,          coronado leal;





Y el alcaide Abengalbón,          con sus fuerzas que trae





Por amor de mío Cid,          por gran honra le dar;





Todos vienen juntos          ahora llegarán.





Narrador

 



Entonces dijo Minaya:





Minaya

 



Vamos a cabalgar.

 1505




Narrador

 



Eso fue aprisa hecho,          que no se quieren retardar





Bien salieron de allí ciento,          que no parecen mal,





En buenos caballos          con cascabeles y con petrales,





Y escudos a los cuellos          y con coberturas de cendales,





Y en las manos lanzas,          que pendones traen,

 1510




Que supiesen los otros          de qué seso era Álvar Fáñez





O cómo saliera de Castilla          con estas dueñas que trae.





Los que iban explorando          y llegando delante





Luego toman las armas          y empiezan a solazarse;





Por cerca del Jalón,          tan grandes gozos van.

 1515




Cuando llegan lo otros,          a Minaya Álvar Fáñez se van a humillar.





Cuando llegó Abengalbón          y ante la vista lo ha,





Sonriéndose con la boca,          íbalo a abrazar;





En el hombro lo saluda,          pues su costumbre es tal:





Abengalbón

 



¡Tan buen día con vos,          Minaya Álvar Fáñez!

 1520




Traéis estas dueñas          por lo que valdremos más;





Mujer del Cid lidiador          y sus hijas naturales.





Os honraremos a todos          pues la su ventura es tal;





Aunque mal le queramos,          no se lo podremos causar;





En paz o en guerra,          de lo nuestro habrá;

 1525




Mucho le tengo por torpe          quien no conoce la verdad.




 

 

84

 

Descanso en Medina. Viaje a Molina acompañados por Abengalbón. Llegan cerca de Valencia


Narrador

 



Sonriose con la boca Álvar Fáñez Minaya:





Minaya

 



¡Hola, Abengalbón,          amigo le sois sin falla!





Si Dios me llevare al Cid          y lo vea con el alma,





Por esto que habéis hecho,          vos no perderéis nada.

 1530




Vayamos a reposar          que la cena está adobada.





Narrador

 



Dijo Abengalbón:





Abengalbón

 



Este obsequio me agrada;





Antes de este tercer día,          os la daré doblada.





Narrador

 



Entraron en Medina;          servíalos Minaya.





Todos fueron alegres          del servicio que tomaran;

 1535




El portero del Rey          pagar lo mandaba.





Honrado es mío Cid,          en Valencia do estaba,





De tan gran conducho          como en Medina le sacaran;





El Rey lo pagó todo          y libre se va Minaya.





Pasada es la noche,          venida es la mañana;

 1540




Oída es la misa          y luego cabalgaban.





Salieron de Molina          y el Jalón pasaban;





Arbujuelo arriba,          aprisa aguijaban;





El campo de Toranz,          luego le atravesaban;





Vinieron a Molina,          la que Abengalbón mandaba.

 1545




El obispo don Jerónimo,          buen cristiano sin falla,





Las noches y los días,          las dueñas escoltaba;





Y buen caballo en diestro,          que va ante sus armas;





Él y Álvar Fáñez          en compañía marchaban.





Entrados son en Molina,          buena y rica casa;

 1550




El moro Abengalbón          bien los servía sin falla;





De cuanto quisieron,          no tuvieron falla;





Aun las herraduras,          pagárselas mandaba.





A Minaya y a las dueñas,          ¡Dios, cómo las honraba!





Otro día de mañana,          luego cabalgaban;

 1555




Hasta Valencia,          servíalos sin falla.





Lo suyo gastaba el moro,          que de ellos no tomaba nada.





Con estas alegrías          y nuevas tan honradas,





Cerca están de Valencia          a tres leguas contadas.




85

 

El Cid manda salir al encuentro

 

 


A mío Cid,          el Campeador contado,

 1560



Dentro a Valencia,          le llevaban el mandado.




Alegre fue mío Cid,          como nunca más ni tanto,




Que de lo que más amaba          ya le viene el mandado.




Doscientos caballeros          mandó salir apresurados,




Que reciban a Minaya          y a las dueñas hijasdalgo.

 1565



Él estaba en Valencia          cuidando y guardando,




Que bien sabe que Álvar Fáñez          trae todo recaudo.



 

 

86

 

Prevenciones para el recibimiento. Don Jerónimo organiza una procesión para recibir a las damas. El Cid corre a Babieca en un alarde de gozo. Encuentro con doña Jimena y sus hijas

 

 


He aquí todos estos          reciben a Minaya




Y a las dueñas y a las niñas          y a las otras compañas.




Mando mío Cid          a los que hay en su casa

 1570



Que guardasen el alcázar          y las otras torres altas,




Y todas las puertas          y las salidas y las entradas,




Y le trajesen a Babieca,          poco hacía que le ganara;




Aún no sabía mío Cid,          el que en buena hora ciñó espada,




Si sería corredor          o si tendría buena parada.

 1575



A la puerta de Valencia,          donde a su salvo estaba,




Ante su mujer y sus hijas,          quería jugar las armas.




Recibidas las dueñas,          con una honra extremada,




El obispo don Jerónimo          adelante se entraba;




Allí dejaba el caballo,          a la capilla se encaminaba;

 1580



Con cuantos él puede,          que en los rezos se acordaran,




Sobrepellizas vestidas          y con cruces de plata,




Salían a recibir a las dueñas          y al bueno de Minaya.




El que en buena hora nació          no lo retardaba:




Ensíllanle a Babieca,          coberturas le echaban;

 1585



Mío Cid salió sobre él          y armas de fuste tomaba;




Vistiose el sobremanto,          luenga trae la barba;




Dio una corrida,          ésta fue tan extraña;




Por nombre Babieca,          el caballo cabalga;




Cuando hubo corrido,          todos se maravillaban:

 1590



Desde ese día se preció Babieca          en cuan grande fue España.




Al cabo de la corrida,          mío Cid descabalgaba;




Se dirigió a su mujer          y a sus hijas ambas.




Cuando lo vio doña Jimena,          aprisa se le echaba:




Jimena

 



¡Merced, Campeador,          en buena hora ceñisteis espada!

 1595




Sacado me habéis          de muchas vergüenzas malas.





Heme aquí, señor,          yo y vuestras hijas ambas;





Con Dios y con vos          buenas están y criadas.





Narrador

 



A la madre y a las hijas          bien las abrazaba;





Del gozo que tenían          de los sus ojos lloraban.

 1600




Todas las sus mesnadas          en gran deleite estaban;





Armas teniendo          y tablados quebrantando.





Oíd lo que dijo          el Campeador contado:





Cid

 



Vos, querida y honrada mujer          y mis hijas ambas,





Mi corazón          y mi alma,

 1605




Entrad conmigo          en Valencia la casa,





En esta heredad          que os tengo ganada.





Narrador

 



Madre e hijas          las manos le besaban;





Con tan gran honra,          ellas en Valencia entraban.





Se dirigió mío Cid          con ellas al alcázar.

 1610



 

 

87

 

Suben las damas al alcázar y contemplan la ciudad y sus alrededores

 

 


Allá las subía,          al más alto lugar.




Ojos bellidos          catan a todas partes;




Miran a Valencia,          cómo yace la ciudad;




Y, de la otra parte,          a ojo tienen el mar;




Miran la huerta,          frondosa es y grande;

 1615



Alzan las manos          para a Dios rogar




Por esta ganancia          cómo es buena y grande




Mío Cid y sus compañas          con tan gran sabor están.




El invierno es ido          que marzo quiere entrar;




Deciros quiero nuevas          de la otra parte del mar,

 1620



De aquel rey Yusuf,          que en Marruecos está.



 

 

88

 

El rey de Marruecos viene a conquistar Valencia

 

 


Pesole al rey de Marruecos          de mío Cid don Rodrigo:




Yusuf

 



Que en mis heredades          fuertemente se ha metido





Y él no se lo agradece          sino a Jesucristo.





Narrador

 



Aquel rey de Marruecos          juntaba sus efectivos;

 1625




Con cincuenta mil de armas          todos fueron cumplidos;





Entraron sobre mar,          en las barcas son metidos;





Van a buscar a Valencia          a mío Cid don Rodrigo;





Arribado han las naves,          afuera eran salidos.




 

 

89

 

Las tropas de Marruecos acampan frente a Valencia

 

 


Llegaron a Valencia,          la que mío Cid ganado había;

 1630



Hincaron las tiendas          y posan las gentes descreídas.




Estas nuevas          a mío Cid eran venidas.



 

 

90

 

Alegría del Cid y temor de doña Jimena. El Cid goza ya de la victoria que le proporcionará rico botín que ofrecerá a su mujer


Cid

 



¡Gracias al Criador          y al Padre espiritual!





Todo el bien que yo he          todo lo tengo delante:





Con afán gané Valencia          y hela por heredad;

 1635




A menos de muerte,          no la puedo dejar.





¡Gracias al Criador          y a santa María Madre,





Mis hijas y mi mujer          que las tengo acá!





Venido me ha delicia          de tierras de allende el mar;





Entraré en armas,          no lo podré dejar;

 1640




Mis hijas y mi mujer          me verán lidiar;





En estas tierras ajenas,          verán las moradas cómo se hacen;





Harto verán por los ojos          cómo se gana el pan.





Narrador

 



A su mujer y a sus hijas,          subiolas al alcázar;





Alzaban los ojos,          tiendas vieron hincadas:

 1645




Jimena

 



¿Qué es esto, Cid?          ¡Así el Criador os salve!





Cid

 



¡Ya, mujer honrada,          no tengáis pesar!





Riqueza es que nos acrece          maravillosa y grande;





A poco que vinisteis,          presente os quieren dar;





Por casar son vuestras hijas,          os traen ajuar.

 1650




Jimena

 



A vos lo agradezco, Cid,          y al Padre espiritual.





Cid

 



Mujer, estad en este palacio          y, si quisiereis, en el alcázar;





No tengáis pavor          porque me veáis lidiar;





Con la merced de Dios          y de santa María Madre,





Créceme el corazón          porque estáis delante;

 1655




Con Dios, esta lid          yo la he de ganar.




 

 

91

 

El Cid tranquiliza a su mujer y a las dueñas, y hace votos por la victoria


Narrador

 



Hincadas son las tiendas          y aparecen los albores;





Con una gran prisa,          tañían los tambores.





Alegrábase mío Cid y dijo:





Cid

 



¡Tan buen día es hoy!





Narrador

 



Miedo tiene su mujer          y quiérele quebrar el corazón;

 1660




Así pasaba a las dueñas          y a sus hijas ambas a dos;





Desde el día que nacieran,          no vieran tal tremor.





Tomose la barba          el buen Cid Campeador:





Cid

 



No tengáis miedo          que todo es en vuestra pro;





Antes de quince días,          si pluguiere al Criador,

 1665




Aquellos tambores a vos los pondrán delante          y veréis cuáles son;





Después han de ser          del obispo don Jerónimo,





Los colgarán en Santa María          Madre del Criador.





Narrador

 



Es promesa que hizo          el Cid Campeador.





Alegres están las dueñas,          perdiendo van el pavor.

 1670




Los moros de Marruecos          cabalgan con vigor;





Por las huertas adentro,          están sin pavor.




 

 

92

 

Primeros enfrenamientos

 

 


Violo el atalaya          y tañó la esquila;




Prestas están las mesnadas          de las gentes cristianas;




Prepáranse de corazón          y salen de la villa;

 1675



Do se hallan con los moros,          acometíanlos tan aína;




Sácanlos de las huertas          de muy fea guisa.




Quinientos mataron de ellos          cumplidos en ese día.



 

 

93

 

Álvar Salvadórez cae prisionero. El Cid prepara el plan de batalla

 

 


Bien hasta las tiendas          dura este alcance;




Mucho habían hecho,          piensan en cabalgar;

 1680



Álvar Salvadórez,          preso quedó allá.




Han tornado a mío Cid          los que comían su pan;




Él se lo vio con los ojos,          cuéntanselo delante.




Alegre está mío Cid          por cuanto hecho han:




Cid

 



Oídme, caballeros,          que por nada quedará;

 1685




Hoy es día bueno          y mañana mejor será;





Por la mañana temprano,          todos armados seáis;





Decirnos ha la misa          y pensad en cabalgar;





El obispo don Jerónimo          absolución nos dará;





Los atacaremos en el nombre del Criador          y del apóstol Santi Yague;

 1690




Más vale que nos los venzamos          que ellos cojan el pan.





Narrador

 



Entonces dijeron todos:





Caballeros

 



De amor y de voluntad.





Narrador

 



Hablaba Minaya,          no lo quiso retardar:





Minaya

 



Pues eso queréis,          Cid, a mí algo mandad:





Dadme ciento treinta caballeros          para poder lidiar;

 1695




Cuando vos los fuereis a herir,          entraré yo por la otra parte;





O de ambas o de la una,          Dios nos valdrá.





Narrador

 



Entonces dijo el Cid:





Cid

 



De buena voluntad.




 

 

94

 

El obispo don Jerónimo celebra la misa, da la absolución al ejército cristiano y pide los primeros golpes frente al enemigo


Narrador

 



Ese día ha pasado          y la noche es entrada;





No se retardan en prepararse          esas gentes cristianas.

 1700




A los mediados gallos,          antes de la mañana,





El obispo don Jerónimo          la misa les cantaba;





La misa dicha,          gran absolución les daba:





Don Jerónimo

 



El que aquí muriere,          lidiando de cara,





Le perdono yo los pecados          y Dios le habrá el alma.

 1705




A vos, Cid don Rodrigo,          en buena hora ceñisteis espada,





Yo os canté la misa          en esta mañana;





Pídoos una gracia          y séame presentada:





Las heridas primeras          que las tenga yo otorgadas.





Narrador

 



Dijo el Campeador:





Desde aquí os sean mandadas.

 1710



 

 

95

 

Se entabla la batalla. Yusuf es derrotado. Captura de un rico botín. El Cid dota a las dueñas y reserva la tienda de Yusuf para el rey Alfonso


Narrador

 



Por las torres de Valencia,          salidos son todos armados;





Mío Cid a los sus vasallos          tan bien los va aconsejando;





Dejan en las puertas          hombres de gran recaudo.





Dio salto mío Cid          sobre Babieca el su caballo;





De todas las guarniciones,          muy bien está preparado.

 1715




La enseña sacan fuera,          de Valencia dieron salto;





Cuatro mil menos treinta          con mío Cid van a cabo;





A los cincuenta mil,          vanlos a herir de grado;





Álvar Álvarez y Minaya Álvar Fáñez          entráronles del otro cabo;19

 1720




Plugo al Criador          y pudieron derrotarlos.





Mío Cid rompió la lanza,          a la espada metió mano;





A tantos moros mata          que no fueron contados;





Por el codo abajo          la sangre destellando.





Al rey Yusuf,          tres golpes le hubo dado;

 1725




Saliósele de su espada,          que le anduvo mucho el caballo;





Metiósele en Cullera,          un castillo palaciano;





Mío Cid el de Vivar          hasta allí en alcance ha llegado;





Con otros que le siguen          de sus buenos vasallos.





El que en buena hora nació          desde allí se ha tornado;

 1730




Muy alegre estaba          de lo que han ganado;





Allí preció a Babieca          de la cabeza hasta el cabo.





Toda esta ganancia          en su mano ha quedado.





Los cincuenta mil          por cuenta fueron notados;





No escaparon          más de ciento cuatro.

 1735




Las mesnadas de mío Cid          robado han el campo;





Entre oro y plata          hallaron tres mil marcos;





De las otras ganancias,          no había recaudo.





Alegre estaba mío Cid          y todos sus vasallos,





Que Dios les hubo merced          que vencieron el campo.

 1740




Cuando al rey de Marruecos          así lo han derrotado,





Dejó a Álvar Fáñez          para saber todo recaudo.





Con cien caballeros          a Valencia ha entrado;





Fruncida trae la cara,          que estaba desarmado;





Así entró sobre Babieca,          la espada en la mano.

 1745




Recibíanlo las dueñas,          que lo están esperando;





Mío Cid se hincó ante ellas,          tuvo la rienda al caballo:





Cid

 



A vos me humillo, dueñas,          gran prez os he ganado;





Vos teniendo Valencia          y yo vencí en el campo.





Esto Dios lo quiso          con todos los sus santos,

 1750




Cuando, en vuestra venida,          tal ganancia nos ha dado.





¿Veis la espada sangrienta          y sudando el caballo?





De esta manera se vencen          los moros en el campo.





Rogando al Criador          que os viva algún año,





Conseguiréis prez          y besarán vuestras manos.

 1755




Narrador

 



Esto dijo mío Cid          bajando del caballo.





Cuando le vieron de pie,          que había descabalgado,





Las dueñas y las hijas          y la mujer que vale algo





Delante del Campeador          los hinojos hincaron:





Jimena

 



¡Estamos a vuestra merced          y viváis muchos años!

 1760




Narrador

 



Juntamente con él          entraron al palacio





E iban a posar con él          en unos preciosos escaños.





Cid

 



Ya, mujer doña Jimena,          ¿no me lo habíais rogado?





Estas dueñas que trajisteis,          que os sirven tanto,





Quiero casarlas          con estos mis vasallos;

 1765




A cada una de ellas,          les doy de plata doscientos marcos;





Que lo sepan en Castilla,          a quién sirvieron tanto.





Lo de vuestras hijas          se tratará más despacio.





Narrador

 



Levantáronse todas          y le besaron las manos;





Grande fue la alegría          que hubo en el palacio;

 1770




Como lo dijo el Cid,          así lo han acabado.





Minaya Álvar Fáñez          fuera estaba en el campo





Con todas estas gentes          escribiendo y contando;





Entre tiendas y armas          y vestidos preciados,





Tanto hallan de esto          que es muy extremado.

 1775




Os quiero decir          lo que es más granado:





No pudieron ellos saber          la cuenta de todos los caballos





Que andan descarriados          y no hay quien pueda tomarlos;





Los moros de las tierras          allí se han ganado algo.





A pesar de todo esto,          al Campeador contado,

 1780




De los buenos y otorgados,          cayéronle mil quinientos caballos;





Cuando a mío Cid          cayeron tantos,





Los otros bien pueden          quedar pagados.20





¡Tanta tienda preciada          y tanto tendal labrado





Que ha ganado mío Cid          con todos sus vasallos!





La tienda del rey de Marruecos,          que de las otras es cabo,

 1785




Dos tendales la sufren,          con oro son labrados;





Mandó mío Cid Ruy Díaz,          que hincada estuviese la tienda en el campo





Y no la quitase          de allí cristiano.





Cid

 



Tal tienda como ésta,          que de Marruecos ha pasado,





Enviarla quiero          a Alfonso el castellano,

 1790




Que creyese sus nuevas          de mío Cid que tenía algo.





Narrador

 



Con estas riquezas tantas          a Valencia han entrado.





El obispo don Jerónimo,          caboso coronado,





Cuando está harto de lidiar          con ambas las sus manos,





No tiene en cuenta          los moros que ha matado;

 1795




Lo que le caía a él          era muy sobejano.





Mío Cid don Rodrigo,          el Campeador contado,





De toda la su quinta,          el diezmo le ha mandado.




 

 

96

 

El Cid manda nuevos presentes al Rey

 

 


Alegres están en Valencia          las gentes cristianas;




¡Tantos haberes tenían          de caballos y de armas!

 1800



Alegre está doña Jimena          y sus hijas ambas,




Y todas las otras dueñas          que tienen por casadas.




El bueno de mío Cid          no lo tardó por nada:




Cid

 



¿Dónde estáis, caboso?          Venid acá, Minaya.





De lo que a vos cayó,          vos no agradezcáis nada.

 1805




De esta mi quinta,          os digo sin falla,





Prended lo que quisiereis,          lo otro me basta;





Y mañana por la mañana          os iréis sin falla





Con caballos de esta quinta,          que yo tengo ganada,





Con sillas y con frenos          y con sendas espadas,

 1810




Por amor de mi mujer          y de mis hijas ambas;





Porque así las envió          donde ellas son pagadas,





Estos doscientos caballos          irán en manda,





Que no diga mal el rey Alfonso          del que Valencia manda.





Narrador

 



Mandó a Pero Bermúdez          que fuese con Minaya.

 1815




Otro día de mañana,          aprisa cabalgan





Y doscientos hombres          llevan en su compaña





Con saludos del Cid          que las manos le besaba:





De esta lid que ha ganado          doscientos caballos en presente le enviaba.





Cid

 



Y lo serviré siempre          mientras que tuviese el alma.

 1820



 

 

97

 

Minaya y Pero Bermúdez viajan a Castilla


Narrador

 



Salidos son de Valencia,          y piensan en andar;





Tales ganancias traen          que se han de custodiar.





Andan los días y las noches,          que vagar no se dan,





Y han pasado la sierra          que las otras tierras parte.





Por el rey don Alfonso,          empiezan a preguntar.

 1825



 

 

98

 

Encuentran al rey en Valladolid

 

 


Pasando van las sierras          y los montes y las aguas;




Llegan a Valladolid,          do el rey Alfonso estaba.




Enviábanle mandado          Pero Bermúdez y Minaya




Que mandase recibir          a esta compaña;




Mío Cid el de Valencia          sus presentes le enviaba.

 1830


 

 

99

 

El Rey recibe con benevolencia la embajada. García Ordóñez no puede reprimir la envidia

 

 


Alegre fue el Rey          como no visteis tanto;




Mandó cabalgar aprisa          a todos sus hijosdalgo,




Y, entre los primeros,          el Rey fuera dio salto




A ver esos mensajes          del Campeador contado.




Los infantes de Carrión,          sabed, allí se hallaron

 1835



Y el conde don García,          su enemigo malo.




A los unos place          y a los otros va pesando.




A la vista los tenían          a los del Campeador contado.




Piensan que es cabalgada          pues no vienen con mandado.




El rey don Alfonso          estábase santiguando.

 1840



Minaya y Pero Bermúdez          adelante han llegado;




Echáronse a tierra          bajaron de los caballos;




Ante el rey Alfonso,          los hinojos hincados,




Besan la tierra          y los pies ambos:




Minaya y Pero Bermúdez

 



¡Merced, rey Alfonso,          sois tan honrado!

 1845




Por mío Cid el Campeador          todo esto os besamos;





A vos llama por señor          y tiénese por vuestro vasallo;





Mucho aprecia el Cid          la honra que le habéis dado.





Pocos días hace, Rey,          que una lid ha ganado





A aquel rey de Marruecos,          Yusuf por nombrado,

 1850




Con cincuenta mil,          arrancolos del campo.





Los haberes que hizo          son muy sobejanos;





Ricos han venido          todos los sus vasallos;





Y os envía doscientos caballos          y os besa las manos.





Narrador

 



Dijo el rey don Alfonso:





Rey

 



Recíbolos de grado.

 1855




Agradézcolo a mío Cid          que tal don me ha enviado.





Aún vea la hora          que de mí sea pagado.





Narrador

 



Esto plugo a muchos          y besáronle las manos.





Pesó al conde don García          y estaba muy airado;





Con diez de sus parientes,          aparte daban salto:

 1860




Don García

 



¡Maravilla es del Cid          que su honra crece tanto!





Con la honra que él tiene          nos seremos afrentados;





Por vencer tan fácilmente          a los reyes en el campo,





Como si los hallase muertos,          ganarse los caballos.





Por esto que él hace,          nos tendremos menoscabo.

 1865



 

 

100

 

El Rey honra a los mensajeros del Cid


Narrador

 



Habló el rey don Alfonso          y dijo esta razón:





Rey

 



Agradezco al Criador          y al señor san Isidro el de León:





Estos doscientos caballos          que me envía mío Cid.





Mi reino en adelante          mejor me podrá servir.





A vos, Minaya Álvar Fáñez          y a Pero Bermúdez aquí,

 1870




Mándoos los cuerpos          honradamente servir y vestir,





Y guarneceros de todas armas          como vos quisiereis aquí;





Que bien parezcáis          ante Ruy Díaz mío Cid;





Os doy tres caballos          y prendedlos aquí.





Así como semeja          y la voluntad me lo dice,

 1875




Todas esta nuevas          para bien habrán de venir.




 

 

101

 

Los infantes de Carrión piden las manos de las hijas del Cid


Narrador

 



Besáronle las manos          y entraron a posar;





Bien los mandó servir          de cuanto menester han.





De los infantes de Carrión          yo os quiero contar,





Hablando en consejo          con todo secreto están:

 1880




Infantes

 



La nuevas de mío Cid          muy adelante van;





Demandemos sus hijas          para con ellas casar;





Creceremos en nuestra honra          e iremos adelante.





Narrador

 



Venían al rey Alfonso          con esta puridad:




 

 

102

 

Los infantes de Carrión proponen al Rey la solicitud de matrimonio con las hijas del Cid. El Rey trata el asunto con Minaya y Pero Bermúdez, y pide vistas con el Cid, que comunica por escrito la respuesta al Rey


Infantes

 



Merced os pedimos,          como a Rey y a señor natural;

 1885




Con vuestro consejo          lo queremos hacer nos,





Que nos demandéis          las hijas del Campeador;





Casar queremos con ellas          a su honra y a nuestra pro.





Narrador

 



Una gran hora          el Rey pensó y meditó:





Rey

 



Yo eché de tierra          al buen Campeador,

 1890




Y, haciendo yo a él mal          y él a mí gran pro,





Del casamiento          no sé si tendrá sabor;





Mas, pues vos lo queréis,          entremos en la razón.





Narrador

 



A Minaya Álvar Fáñez          y a Pero Bermúdez,





El rey don Alfonso          entonces los llamó;

 1895




A una cuadra,          él los apartó:





Rey

 



Oídme, Minaya,          y Pero Bermúdez, vos:





Sírveme mío Cid,          el Campeador,





Él lo merece          y de mí tendrá perdón;





Viniéseme a vistas          si de ello hubiese sabor.21





Otros mandados hay          en esta mi corte:

 1900




Diego y Fernando,          los infantes de Carrión,





Sabor han de casar          con sus hijas ambas a dos;





Sed buenos mensajeros          y ruégooslo yo





Que se lo digáis          al buen Campeador:





Habrá con ello honra          y crecerá en honor

 1905




Por consagrar          con los infantes de Carrión.





Narrador

 



Habló Minaya          y plugo a Pero Bermúdez:





Minaya

 



Se lo rogaremos          lo que decís vos;





Después, haga el Cid          lo que hubiere sabor.





Rey

 



Decid a Ruy Díaz,          el Campeador contado,

 1910




Que le iré a vistas          donde fuere aguisado;





Donde él dijere,          allí sea el mojón.





Favorecerle quiero          a mío Cid en toda pro.





Narrador

 



Despedíanse del Rey;          con esto, tornados son.





Van para Valencia          todos cuantos ellos son.

 1915




Cuando lo supo          el buen Campeador,





Aprisa cabalga,          a recibirlos salió;





Sonriose mío Cid          y bien los abrazó:





Cid

 



¡Venís, Minaya,          y Pero Bermúdez, vos!





En pocas tierras          hay tales dos varones.

 1920




¿Cómo son las nuevas          de Alfonso mi señor,





Si está contento          o recibió el don?





Narrador

 



Dijo Minaya:





Minaya

 



De alma y de corazón.;





Está contento          y os da su amor.





Narrador

 



Dijo mío Cid.





Cid

 



¡Gracias al Criador!

 1925




Narrador

 



Esto diciendo,          exponen la razón:





Lo que le rogaba          Alfonso el de León





De dar sus hijas          a los infantes de Carrión;





Que le reportaría ello honra          y crecería en honor;





Que se lo aconsejaba          de alma y de corazón.

 1930




Cuando lo oyó mío Cid,          el buen Campeador,





Una gran hora          pensó y meditó:





Cid

 



Esto agradezco          a Cristo mi señor.





Echado fui de tierra          y perdido el honor;





Con gran afán gané          lo que tengo yo;

 1935




A Dios lo agradezco          que del Rey tengo su amor





Y me piden mis hijas          para los infantes de Carrión.





Ellos son muy orgullosos          y tienen parte en la corte;





De este casamiento          no tendría sabor;





Mas, pues lo aconseja          el que más vale que nos,

 1940




Hablemos de ello          y en la puridad estemos nos.





¡A fe Dios del cielo          nos acuerde en lo mejor!





Minaya

 



Con todo esto,          dijo Alfonso a vos





Que acudiría a vistas          donde hubiereis sabor;





Os querría ver          y daros su amor;

 1945




Acordaríais vos después          en todo lo mejor.





Narrador

 



Entonces dijo el Cid:





Cid

 



Pláceme de corazón.





Minaya

 



Estas vistas          dónde las tendríais vos,





Narrador

 



Dijo Minaya,





Minaya

 



vos sed sabedor.





Cid

 



No fuera maravilla          si quisiese el rey Alfonso,

 1950




Hasta do lo hallásemos          lo buscaríamos nos,





Para darle gran honra,          como a Rey y señor.





Mas, lo que él quisiere,          eso queramos nos:





Sobre el Tajo,          que es un río mayor,





Tengamos vistas,          cuando lo quiere mi señor.

 1955




Narrador

 



Escribían cartas,          bien las selló;





Con dos caballeros          luego las envió;





Lo que el Rey quisiere,          eso hará el Campeador.




 

 

103

 

El rey fija el plazo y se hacen los preparativos para las vistas en Toledo

 

 


Al Rey honrado,          delante le echaron las cartas;




Cuando las vio,          de corazón se alegraba:

 1960



Rey

 



Saludadme a mío Cid,          el que en buena hora ciñó espada;





Sean las vistas          dentro de tres semanas;





Si yo vivo soy,          allí iré sin falta.





Narrador

 



No lo retardan,          a mío Cid se tornaban.





De una parte y de otra          para las vistas se preparaban.

 1965




¿Quién vio por Castilla          tanta mula preciada





Y tanto palafrén          que bien anda,





Caballos fuertes          y corredores sin falla;





Tanto buen pendón          meter en buenas astas;





Escudos guarnecidos          con oro y con plata;

 1970




Mantos y pieles          y buenos cendales de Andria?





Provisiones abundantes          el Rey enviar mandaba





A las aguas del Tajo,          donde las vistas están aparejadas.





Con el Rey,          hay tantas buenas compañas.





Los infantes de Carrión          muy alegres andan;

 1975




Parte adeudan          y lo otro pagaban;





Como ellos pensaban,          les crecería la ganancia,





Cuantos haberes quisiesen          de oro o de plata.





El rey don Alfonso          aprisa cabalgaba,





Condes y potestades          y muy grandes mesnadas;

 1980




Los infantes de Carrión          llevan grandes compañas.





Con el Rey van leoneses          y gallegas mesnadas;





No son en cuenta,          sabed, las castellanas.





Sueltan las riendas,          se van a las vistas acordadas.




 

 

104

 

Preparativos para las vistas. El Cid sale de Valencia. Encuentro con el Rey a orillas del Tajo. El Cid alcanza el perdón del Rey. Alfonso pide al Cid que autorice los esponsales de sus hijas con los infantes de Carrión. Regalos del Cid. El Rey le entrega a los infantes

 

 


Dentro de Valencia,          mío Cid el Campeador

 1985



No lo retarda,          para las vistas se preparó.




¡Tanta fuerte mula          y tanto palafrén superior,




Tanta buena arma          y tanto buen caballo corredor,




Tanta buena capa          y mantos y pellizones!




Chicos y grandes          vestidos están de colores.

 1990



Minaya Álvar Fáñez          y aquel Pero Bermúdez,




Martín Muñoz          y Martín Antolínez, el burgalés de pro,




El obispo don Jerónimo,          coronado mejor,




Álvar Álvarez          y Álvar Salvadórez,




Muño Gustioz,          el caballero de pro,

 1995



Galindo García,          el que fue de Aragón;




Estos se preparan          para ir con el Campeador




Y todos los otros          que allí son.




A Álvar Salvadórez          y a Galindo García el de Aragón,




A estos dos          mandó el Campeador

 2000



Que cuiden a Valencia          de alma y de corazón,22




Y a todos los otros          que en poder de ellos fuesen.23




Las puertas del alcázar          que no se abriesen de día ni de noche:24




Dentro está su mujer          y sus hijas ambas a dos




En que tiene          su alma y su corazón,




Y otras dueñas          que las sirven a su sabor

 2005



Ha ordenado,          como tan buen varón,




Que del alcázar          ninguna salir puede




Hasta que se torne          el que en buena hora nació.




Salían de Valencia,          aguijan a espolón;




Tantos caballos en diestro,          fuertes y corredores,

 2010



Mío Cid se los ganara,          que no se los dieran en don.




Ya se van para las vistas          que con el Rey concertó.




Un día ha llegado antes          el rey don Alfonso;




Cuando vieron que venía,          el buen Campeador,




A recibirlos salen          con tan gran honor.

 2015



Cuando lo tuvo ante los ojos,          el que en buena hora nació




A todos los suyos          estar los mandó,




Sino a estos caballeros          que quería de corazón.




Con unos quince          a tierra se echó.




Como lo pensaba,          el que en buena hora nació,

 2020



Los hinojos y las manos          en tierra los hincó;




Las hierbas del campo          con los dientes las tomó;




Llorando de los ojos,          ¡tanto era el gozo que sintió!




Así sabe dar acatamiento          a Alfonso su señor.




De esta guisa,          a los pies le cayó.

 2025



Tan gran pesar tuvo          el rey don Alfonso:




Rey

 



Levantaos en pie,          ¡oh Cid Campeador!





Besad las manos,          que los pies no;





Si esto no haces,          no tendréis mi amor.





Narrador

 



Hinojos hincados,          estaba el Campeador:

 2030




Cid

 



Merced os pido a vos,          mi natural señor,





Estando así,          me deis vuestro amor:





Que lo oigan          cuantos aquí son.25





Narrador

 



Dijo el Rey:





Rey

 



Esto haré de alma y de corazón.





Aquí os perdono          y os doy mi amor;





En todo mi reino,          parte desde hoy.

 2035




Narrador

 



Habló mío Cid y dijo:





Cid

 



Gracias, yo lo recibo, don Alfonso mi señor;





Agradézcolo a Dios del cielo          y después a vos,





Y a estas mesnadas          que están en derredor.





Narrador

 



Hinojos hincados,          las manos le besó;





Levantose en pie          y en la boca le saludó.

 2040




Todos los demás          de esto tenían sabor;





Pesó a Álvar Díaz          y a García Ordóñez.





Habló mío Cid y dijo esta razón:





Cid

 



Esto agradezco al Criador





Cuando he la gracia          de don Alfonso mi señor;





Valerme ha Dios          de día y de noche

 2045




Fueseis mi huésped          si os pluguiese, señor.





Narrador

 



Dijo el Rey:





Rey

 



No es aguisado hoy;





Vos ahora llegasteis          y nos vinimos anoche;





Mi huésped seréis,          Cid Campeador,





Y mañana haremos          lo que pluguiere a vos.

 2050




Narrador

 



Besole la mano,          mío Cid lo otorgó.





Entonces se le humillan          los infantes de Carrión:





Infantes

 



Humillémonos, Cid,          ¡en buena hora nacisteis vos!





En cuanto podemos,          andamos en vuestro pro.





Narrador

 



Repuso mío Cid:





Cid

 



¡Así lo mande el Criador!

 2055




Narrador

 



Mío Cid Ruy Díaz,          que en hora buena nació,





En aquel día,          del Rey su huésped fue





No se puede hartar de él,          ¡tanto le quería de corazón!





Catándole estaba la barba,          que tan aína le creció.





Maravíllanse de mío Cid          cuantos allí son.

 2060




El día ha pasado          y ha entrado la noche.





Otro día de mañana,          claro salía el sol,





El Campeador          a los suyos lo mandó





Que preparasen comida          para cuantos allí son;





De tal guisa los sirve          mío Cid el Campeador;

 2065




Todos estaban alegres          y acuerdan en una razón:





Pasado había tres años          no comieran mejor.





Al otro día de mañana,          así como salió el sol,





El obispo don Jerónimo          la misa cantó.





Al salir de la misa,          todos juntados son;

 2070




No lo tardó el Rey,          la razón comenzó:





Rey

 



¡Oídme, mesnadas,          condes e infanzones!





Proponer quiero un ruego          a mío Cid el Campeador,





Así lo mande Cristo          que sea en su pro.





Vuestras hijas os pido,          doña Elvira y doña Sol,

 2075




Que las deis por mujeres          a los infantes de Carrión.





Seméjame el casamiento          honrado y de gran pro;





Ellos os las piden          y os lo mando yo.





De una y de otra parte,          cuantos aquí son,





Los míos y los vuestros,          que sean intercesores.

 2080




Dádnoslas, mío Cid,          ¡así os valga el Criador!





Cid

 



No tendría hijas de casar,





Narrador

 



repuso el Campeador,





Cid

 



Que no tienen gran edad          y de días pequeñas son.





De grandes linajes son          los infantes de Carrión;





Son dignos para mis hijas          y aún para mejores.

 2085




Yo las engendré a ambas          y las criasteis vos,





Y yo y ellas          en vuestra merced somos nos;





Helas en vuestra mano,          doña Elvira y doña Sol;





Dadlas a quien quisiereis          que yo contento soy.





Rey

 



Gracias,





Narrador

 



dijo el Rey,





Rey

 



a vos y a toda esta corte.

 2090




Narrador

 



Luego se levantaron          los infantes de Carrión;





Van a besar las manos          al que en hora buena nació;





Cambiaron las espadas          ante el rey don Alfonso.





Habló el rey don Alfonso,          como tan buen señor:





Rey

 



Gracias, Cid, como tan bueno,          y primero al Criador,

 2095




Que me dais vuestras hijas          para los infantes de Carrión.





Desde aquí las prendo por mis manos,          doña Elvira y doña Sol,





Y las doy por veladas          a los infantes de Carrión.





Yo las caso a vuestras hijas          con vuestro amor;





Plega al Criador          que tengáis de ello sabor.

 2100




Helos en vuestras manos          los infantes de Carrión;





Ellos vayan con vos,          que de aquí me torno yo.





Trescientos marcos de plata          en ayuda les doy yo,





Que los gasten en sus bodas          o en lo que quisiereis vos.





Cuando estuvieren en vuestro poder,          en Valencia la mayor,

 2105




Los yernos y las hijas          todos vuestros hijos son;





Lo que a vos pluguiere,          haced de ellos, Campeador.





Narrador

 



Mío Cid se los recibe;          las manos le besó:





Cid

 



¡Mucho os lo agradezco,          como a Rey y a señor!





Vos casáis mis hijas,          que no se las doy yo.

 2110




Narrador

 



Las palabras son dadas:          que otro día de mañana, cuando saliese el sol





Que se tornase cada uno          donde salidos son.





Aquí se metió en nuevas          mío Cid el Campeador:





Tanta buena mula          y tanto palafrén en sazón





Comenzó mío Cid a dar a          quien quiere prender su don;

 2115




Tantas buenas vestiduras,          que de alfaya son;





Cada uno lo que pide,          a nadie le dice no.





Mío Cid, de los caballos,          sesenta dio en don





Todos son pagados          de las vistas cuantos allí son.





Partirse quieren          que entrada era la noche.

 2120




El Rey a los infantes          de las manos les tomó,





Metiolos en poder          de mío Cid el Campeador:





Rey

 



He aquí a vuestros hijos,          cuando vuestros yernos son;





De hoy en adelante,          sabed qué hacer de ellos, Campeador.





Cid

 



Agradézcolo, Rey,          y prendo vuestro don;

 2125




Dios que está en el cielo          os dé por ello buen galardón.





Narrador

 



Sobre el su caballo Babieca,          mío Cid salto dio.





Cid

 



Aquí lo digo,          ante el rey Alfonso mi señor:





Quien quiera ir conmigo          a las bodas o a recibir mi don





Desde aquí vaya conmigo,          creo que le habrá pro.

 2130



 

 

105

 

El Cid no quiere entregar personalmente a sus hijas; se nombra a Álvar Fáñez como padrino

 

 


Yo os pido merced          a vos, Rey natural:




Pues que casáis a mis hijas,          así como a vos place,




Nombrad manero a quien las dé,          cuando vos las toméis allá;




No se las daré yo con mi mano,          ni de ello se alabarán.




Respondió el Rey:




Rey

 



He aquí a Álvar Fáñez;

 2135




Prendedlas con vuestras manos          y dadlas a los infantes,





Así como yo las prendo aquí,          como si estuviesen delante;





Sed padrino de ellas          en todo el velar;





Cuando os juntaréis conmigo,          que me digáis la verdad.





Narrador

 



Dijo Álvar Fáñez:





Minaya

 



Señor, a fe que me place.

 2140



 

 

106

 

Despedida y regalos del Cid


Narrador

 



Todo esto es puesto,          sabed, con gran recaudo.





Cid

 



Ya, rey Alfonso,          señor tan honrado,





Por estas vistas que tuvimos,          de mí toméis algo:





Os traigo veinte palafrenes,          éstos bien preparados,





Y treinta caballos corredores,          éstos bien ensillados;

 2145




Tomad esto          y beso vuestras manos.





Narrador

 



Dijo el rey don Alfonso:





Rey

 



Mucho me habéis abrumado.





Recibo este don          que me habéis mandado;





Plega al Criador          con todos los sus santos,





Este placer que me hacéis          que sea bien galardonado.

 2150




Mío Cid Ruy Díaz,          mucho me habéis honrado;





De vos bien soy servido          y me tengo por pagado.





¡Ojalá estando vivo,          de mí tengáis algo!





A Dios os encomiendo,          de estas vistas me parto.





¡A fe Dios del cielo,          que lo ponga en buen recaudo!

 2155



 

 

107

 

Invitación del Cid a las bodas. Los infantes son encomendados a Pero Bermúdez y a Muño Gustioz


Narrador

 



Ya se despidió el Cid          de su señor Alfonso;





No quiere que le acompañe,          de él se apartó luego.





Veríais caballeros,          que bien andantes son,





Besar las manos,          despedirse del rey Alfonso:





Caballeros

 



Merced os sea          y hacednos este favor:

 2160




Iremos en poder de mío Cid          a Valencia la mayor;





Estaremos en las bodas          de los infantes de Carrión





Y de las hijas de mío Cid,          de doña Elvira y doña Sol.





Narrador

 



Esto plugo al Rey          y a todos los soltó.





La compaña del Cid crece          y la del Rey menguó;

 2165




Muchas son las gentes          que van con el Campeador.





Adeliñan para Valencia,          la que en buen punto ganó,





Y a don Fernando y a don Diego          custodiarlos mandó





A Pero Bermúdez          y a Muño Gustioz,





En casa de mío Cid,          no hay dos mejores,

 2170




Que supiesen sus mañas          de los infantes de Carrión.





Y allí va Asur González,          que era bullidor,





Que es largo de lengua,          mas de lo demás no.





Gran honra les dan          a los infantes de Carrión.





Helos en Valencia,          la que mío Cid ganó.

 2175




Cuando a ella asomaron,          los gozos mayores son.





Dijo mío Cid a don Pedro          y a Muño Gustioz:





Cid

 



Dadles albergue          a los infantes de Carrión,





Vos con ellos estad,          que así os lo mando yo.





Cuando viniere la mañana          y apuntare el sol,

 2180




Verán a sus esposas,          a doña Elvira y a doña Sol.




 

 

108

 

El Cid anuncia el casamiento a su mujer y a sus hijas


Narrador

 



Todos esa noche          fueron a sus posadas;





Mío Cid el Campeador          al alcázar entraba;





Recibiolo doña Jimena          y sus hijas ambas:





Jimena

 



¿Venís, Campeador?          ¡En buenahora ceñisteis espada!

 2185




¡Muchos días os veamos          con los ojos de las caras!





Cid

 



Gracias al Criador,          vengo, mujer honrada.





Yernos os traigo          con que tendremos ganancia;





Agradecédmelo, mis hijas,          que bien os tengo casadas.




 

 

109

 

Doña Jimena acepta lo pactado por el Cid


Narrador

 



Besáronle las manos,          la mujer y las hijas,

 2190




Y todas las dueñas          que las servían:





Jimena

 



¡Gracias al Criador          y a vos, Cid, barba vellida!





Todo lo que vos hacéis          es de buena guisa.





¡No serán menguadas          en todos vuestros días!





Hijas

 



Cuando vos nos casarais,          bien seremos ricas.

 2195



 

 

110

 

Recelo y justificación del Cid sobre los matrimonios


Cid

 



Mujer doña Jimena,          ¡gracias al Criador!





A vos digo, mis hijas,          doña Elvira y doña Sol:





Con este vuestro casamiento,          creceremos en honor;





Mas, sabed bien la verdad,          que no lo levanté yo;





Os ha pedido y rogado          Alfonso mi señor,

 2200




Tan firmemente          y de todo corazón





Que yo a ninguna cosa          no le supe decir no.





Os metí en sus manos,          hijas, ambas a dos;





Bien me lo creáis          que él os casa, que no yo.




 

 

111

 

Preparativos en Valencia. Recibimiento de los infantes. Ceremonia civil y religiosa de los esponsales. Regocijo de las bodas. Despedida de los invitados


Narrador

 



Pensaron en preparar          entonces el palacio,

 2205




Por el suelo y por arriba,          tan bien encortinado;





Tanta púrpura y tanta seda          y tanto paño preciado;





Sabor tendrías de estar          y de comer en el palacio.





Todos sus caballeros          aprisa se han juntado.





Por los infantes de Carrión,          entonces enviaron;

 2210




Cabalgan los infantes,          adelante se dirigían al palacio





Con buenas vestiduras          y ricamente ataviados;





De pie y a gusto,          ¡Dios, qué quedos entraron!





Recibiolos mío Cid          con todos sus vasallos;





A él y a su mujer,          delante se le humillaron,

 2215




E iban a posar          en un precioso escaño.





Todos los de mío Cid          tan bien se han acordado,





Al que en buena hora nació,          mientes están prestando.





El Campeador          en pie se ha levantado:





Cid

 



Pues que lo hemos de hacer,          ¿por qué lo vamos tardando?

 2220




¡Venid acá, Álvar Fáñez,          el que yo quiero y amo!





He aquí ambas mis hijas,          póngolas en vuestra mano;





Sabéis que al Rey          así se lo he mandado;





No lo quiero fallar por nada          de cuanto hay acordado;





A los infantes de Carrión,          dadlas con vuestra mano

 2225




Y reciban las bendiciones          y vayamos acabando.





Narrador

 



Entonces dijo Minaya:





Minaya

 



Esto haré yo de grado.





Narrador

 



Levántanse derechas          y metióselas en mano;





A los infantes de Carrión,          Minaya va hablando:





Minaya

 



Heos ante Minaya,          ambos sois hermanos;

 2230




Por mano del rey Alfonso,          que a mí lo hubo mandado,





Os doy estas dueñas,          ambas son hijasdalgo,





Que las toméis por mujeres          a honra y por contrato.





Narrador

 



Ambos las reciben          con amor y con agrado;





A mío Cid y a su mujer          van a besar las manos.

 2235




Cuando hubieron hecho esto,          salieron del palacio,





Para Santa María,          aprisa adeliñando.





El obispo don Jerónimo          revistiose apresurado,





A la puerta de la iglesia,          estábalos esperando;





Dioles las bendiciones,          la misa ha cantado.

 2240




Al salir de la iglesia,          aprisa cabalgaron;





A la glera de Valencia,          fuera dieron salto.





¡Dios, qué bien jugaron armas          el Cid y sus vasallos!





El que en buena hora nació          cambió tres caballos.





Mío Cid, de lo que veía,          sentía mucho agrado.

 2245




Los infantes de Carrión          bien han cabalgado.





Tórnanse con las dueñas,          a Valencia han entrado;





Ricas fueron las bodas          en el alcázar honrado,





Y, al otro día, mandó mío Cid          plantar siete tablados;





Antes que entrasen a yantar,          todos los quebrantaron.

 2250




Quince días cumplidos,          las bodas duraron;





Cerca ya de los quince días,          ya se van los hijosdalgo.





Mío Cid don Rodrigo,          el Campeador contado,





Entre palafrenes y muías          y corredores caballos,





En bestias solamente,          ciento ha regalado;

 2255




Mantos y pellizones          y otros vestidos tantos;





No se tuvieron en cuenta          los haberes monedados.





Los vasallos de mío Cid          así lo han acordado,





Cada uno por su cuenta          sus dones habían dado.





Quien haber quiere prender          bien era aprovisionado;

 2260




Ricos tornan a Castilla          los que a las bodas llegaron.





Ya se iban partiendo          estos hospedados,





Despidiéndose de Ruy Díaz,          el Campeador contado,





Y de todas las dueñas          y de los hijosdalgo;





Por pagados se parten          de mío Cid y de sus vasallos.

 2265




Muy bien hablan de ellos,          como era aguisado.





Muy alegres estaban          Diego y Fernando;





Estos fueron hijos          del conde don Gonzalo.





Venidos son a Castilla          estos hospedados;





El Cid y sus yernos          en Valencia se han quedado;

 2270




Allí moran los infantes          bien cerca de dos años;





Los amores que les hacen          eran muy sobejanos.





Alegre estaba el Cid          y todos sus vasallos.





¡Plega a santa María          y al Padre santo





Que se pague de ese casamiento          mío Cid o el que lo hubo en algo!

 2275




Las coplas de este cantar          aquí se van acabando,





El Criador os valga          con todos los sus santos.




Acto o cantar tercero

 

Confrontación de los dos bandos: el de los Ansúrez-Beni Gómez y el del Cid. Triunfo y exaltación del Cid

 

 

112

 

Episodio del león en la corte de Valencia. Miedo de los infantes y serenidad del Cid


Narrador

 



En Valencia estaba mío          Cid con todos sus vasallos;





Con él ambos sus yernos,          los infantes de Carrión.





Yacía en un escaño,          dormía el Campeador;

 2280




Mal sobresalto,          sabed, que les pasó:





Saliose de la red          y desatose el león.





En gran miedo se vieron          en medio de la corte;





Embrazan los mantos          los del Campeador





Y cercan el escaño          y se ponen sobre su señor.

 2285




Fernán González no vio allí donde se escondiese,          ni cámara abierta ni torre;





Metiose bajo el escaño,          ¡tuvo tanto pavor!





Diego González          por la puerta salió,





Diciendo por la boca:





Diego

 



¡No veré a Carrión!





Narrador

 



Tras una viga lagar,          metiose con gran pavor;

 2290




El manto y el brial          todo sucio lo sacó.





En esto despertó          el que en buena hora nació;





Vio cercado el escaño          de sus buenos varones.





Cid

 



¿Qué es esto, mesnadas,          o qué queréis vos?





¡Ah, señor honrado!,          alarma nos dio el león.

 2295




Narrador

 



Mío Cid apoyó el codo,          en pie se levantó;





El manto trae al cuello          y adeliñó para el león.





El león, cuando lo vio,          mucho se amedrentó;





Ante mío Cid,          la cabeza humilló y la boca bajó.





Mío Cid don Rodrigo          del cuello lo tomó

 2300




Y llévalo de diestro          y en la red le metió.





A maravilla lo tienen          cuantos allí son;





Y tornáronse al palacio          para la corte.





Mío Cid por sus yernos          demandó y no los halló;





Aunque los están llamando,          ninguno respondió.

 2305




Cuando los hallaron,          vinieron tan sin color.





¡No visteis tal burla          como iba por la corte!





Mandolo prohibir          mío Cid el Campeador.





Se sintieron muy ofendidos          los infantes de Carrión;





Gran cosa les pesa          de esto que les pasó.

 2310



 

 

113

 

Búcar, rey de Marruecos, viene a poner sitio a Valencia

 

 


Estando ellos en esto,          de lo que tenían gran pesar,




Fuerzas de Marruecos          a Valencia vienen a cercar;




Cincuenta mil tiendas          plantadas hay de las caudales;




Este era el rey Búcar,          si le oísteis nombrar.



 

 

114

 

Miedo de los infantes antes de la batalla. El Cid se muestra indulgente con ellos

 

 


Alegrábase el Cid          y todos sus varones

 2315



Pues les crece la ganancia,          gracias al Criador;




Mas, sabed, de corazón les pesa          a los infantes de Carrión




Que veían tantas tiendas de moros          de que no tenían sabor.




Ambos hermanos          aparte salidos son:




Infantes

 



Miramos la ganancia          y la pérdida no;

 2320




Ya, en esta batalla,          tendremos que entrarnos.





Esto es aguisado          para no ver Carrión;





Viudas quedarán          las hijas del Campeador.





Narrador

 



Oyó la puridad          aquel Muño Gustioz;





Vino con estas nuevas          a mío Cid Ruy Díaz el Campeador:

 2325




Muño

 



Ved qué pavor tienen vuestros yernos,          ¡tan osados son!:





Por entrar en batalla          desean Carrión.





Idlos a confortar,          ¡así os valga el Criador!;





Que estén en paz          y no hayan allí ración.





Nosotros con vos la venceremos          y nos valdrá el Criador.

 2330




Narrador

 



Mío Cid don Rodrigo          sonriendo salió:





Cid

 



¡Dios os salve, yernos,          infantes de Carrión!





En brazos tenéis mis hijas,          tan blancas como el sol;





Yo deseo lides          y vos a Carrión;





En Valencia holgad          a todo vuestro sabor,

 2335




Que de aquellos moros          yo soy sabedor;





A vencerlos me atrevo          con la merced el Criador.

[Nota del editor.]26




 

 

115

 

Pero Bermúdez calla por lealtad la cobardía de don Fernando. El Cid encarga a Pero Bermúdez el cuidado de sus yernos


Fernando

 



¡Ojalá vea la hora          que os pague doblado!





Narrador

 



En compañía,          tornados son ambos;





Así lo otorga don Pero          como se alaba Fernando.

 2340




Plugo a mío Cid          y a todos sus vasallos:





Cid

 



Aun si Dios quisiere          y el Padre que está en alto,





Ambos los mis yernos          buenos serán en el campo.





Narrador

 



Esto van diciendo          y las gentes llegando;





En la hueste de los moros,          los tambores sonando;

 2345




A maravilla lo tenían          muchos de esos cristianos,





Que nunca lo vieran,          que nuevos son llegados.





Más se maravillan          Diego y Fernando;





Por su voluntad          no habrían allí llegado.





Oíd lo que habló          el Campeador contado:

 2350




Cid

 



¡Hala, Pero Bermúdez          el mi sobrino caro!





Cuídame a don Diego          y cuídame a don Fernando,





Mis yernos ambos a dos,          la cosa que mucho amo,





Que los moros, con Dios,          no quedarán en el campo.




 

 

116

 

Pero Bermúdez rechaza el encargo del Cid para cuidar a los infantes. Impaciencia de Minaya ante la batalla. El obispo don Jerónimo pide el primer ataque


Bermúdez

 



Yo os digo, Cid,          por toda caridad,

 2355




Que hoy los infantes          a mí por ayo no tendrán;





Cuídelos quienquiera,          que de ellos poco me importa ya;





Yo con los míos          atacar quiero adelante;





Vos con los vuestros          firmemente a la zaga tengáis;





Si apuro hubiere,          bien me podréis ayudar.

 2360




Narrador

 



Aquí llegó Minaya Álvar Fáñez:





Minaya

 



¡Oíd, ya Cid, Campeador leal!





Esta batalla          el Criador la hará





Y vos tan digno          que con él tenéis parte.





De la parte que os parezca,          mandádnoslos atacar;





El deber que tiene cada uno          bien cumplido será;

 2365




Lo veremos con Dios          y con vuestro buen azar.





Narrador

 



Dijo mío Cid:





Cid

 



Hayamos más de vagar.





Narrador

 



He aquí el obispo don Jerónimo,          muy bien armado está;





Parábase ante el Campeador,          siempre con buen azar.





Don Jerónimo

 



Hoy os dije la misa          de Santa Trinidad;

 2370




Por eso salí de mi tierra          y os vine a buscar,





Por el gusto que tenía          de algún moro matar;





Mi orden y mis manos          querríalas honrar;





Y, en estos ataques,          yo quiero ir adelante.





Pendón traigo,          tiene corzas y armas de señal;

 2375




Si pluguiese a Dios,          querríalas ensayar;





Mi corazón          que pudiese holgar;





Y vos, mío Cid,          de mí vos más alegrar.





Si este favor no hacéis,          yo de vos me quiero apartar.





Narrador

 



Entonces dijo el Cid:





Cid

 



Lo que vos queréis me place.

 2380




He ahí los moros a la vista,          idlos a atacar;





Nosotros desde aquí          veremos cómo lidia el abad.




 

 

117

 

El obispo don Jerónimo lucha valientemente. El Cid entra en batalla. Derrota de los moros


Narrador

 



El obispo don Jerónimo          arrancó a espolonada





E íbalos a atacar          al cabo de la albergada.





Por la su ventura          y Dios que le amaba,

 2385




A los primeros golpes,          dos moros mataba con la lanza.





El astil ha quebrado          y metió mano a la espada.





Esforzábase el obispo,          ¡Dios, qué bien lidiaba!





Dos mató con lanza          y cinco con la espada.





Los moros son muchos,          en derredor le cercaban;

 2390




Dábanle grandes golpes,          mas no le horadan las armas.





El que en buena hora nació          los ojos le clavaba;





Embrazó el escudo          y abajó el asta;





Aguijó a Babieca,          el caballo que bien anda;





Íbalos a herir          de corazón y de alma.

 2395




En los haces primeros,          el Campeador entraba;





Abatió a siete          y a cuatro mataba.





Plugo a Dios          y esta lid fue ganada.





Mío Cid con los suyos          en persecución se lanza;





Veríais quebrar tantas cuerdas          y arrancarse las estacas,

 2400




Y acostarse los tendales,          labrados con arte tanta.





Los de mío Cid a los de Búcar          de las tiendas los sacan.




 

 

118

 

Persecución del enemigo. El Cid mata a Búcar y gana la espada Tizona

 

 


Sácanlos de las tiendas          y síguenlos en alcance;




Tanto brazo con loriga          veríais caer aparte,




Tantas cabezas con yelmos          que por el campo caen,

 2405



Caballos sin dueños          salir a todas partes.




Siete millas cumplidas          duró el acosar.




Mío Cid al rey Búcar          siguiole en alcance:




Cid

 



¡Torna acá, Búcar!          Viniste de allende el mar.





Te verás con el Cid,          el de la barba grande;

 2410




Nos saludaremos ambos          y pactaremos amistad.





Narrador

 



Repuso Búcar al Cid:





Búcar

 



¡Confunda Dios tal amistad!





La espada tienes desnuda en la mano          y véote aguijar;





Así como semeja          en mí la quieres ensayar;





Mas, si el caballo no tropieza,          o conmigo no cae,

 2415




No te juntarás conmigo          hasta dentro en la mar.





Narrador

 



Aquí repuso mío Cid:





Cid

 



¡Esto no será verdad!





Narrador

 



Buen caballo tiene Búcar          y grandes saltos da,





Mas Babieca el de mío Cid          alcanzándolo va.





Alcanzolo el Cid a Búcar          a tres brazas del mar;

 2420




Arriba alzó Colada,          un gran golpe dado le ha,





Los rubíes del yelmo          quitado se los ha;





Cortole el yelmo          y, rajado todo lo demás,





Hasta la cintura          la espada llegado ha.





Mató a Búcar,          el Rey de allende el mar,

 2425




Y ganó a Tizona          que mil marcos de oro vale





Venció la batalla          maravillosa y grande.





Aquí se honró mío Cid          y cuantos con él están.




 

 

119

 

Retorno de la batalla. Satisfacción del Cid y de Minaya por las proezas de los infantes. Reparto del rico botín

 

 


Con estas ganancias,          ya se iban tornando;




Sabed, todos de firme          robaban el campo.

 2430



A las tiendas          eran llegados,




Donde estaba          el que naciera en buen hado.




Mío Cid Ruy Díaz,          el Campeador contado,




Con dos espadas,          que él preciaba tanto,




Por la matanza          venía tan privado,

 2435



La cara fruncida          y el almófar soltado,




Cofia sobre los pelos          fruncida de él ya algo.




Algo veía mío Cid          de lo que era pagado:




Alzó sus ojos,          estaba adelante catando,




Y vio venir          a Diego y a Fernando;

 2440



Ambos son hijos          del conde don Gonzalo.




Alegrose mío Cid,          sonriendo agraciado:




Cid

 



¿Venís, mis yernos?          ¡Mis hijos sois ambos!





Sé que de lidiar          bien sois pagados;





A Carrión de vos          irán buenos mandados,

 2445




Cómo al rey Búcar          hemos derrotado.





Como yo fío por Dios          y en todos los sus santos,





De esta victoria          nos iremos pagados.





Narrador

 



Minaya Álvar Fáñez          entonces ha llegado;





El escudo trae al cuello          y lleno de espadazos;

 2450




De los golpes de la lanza          no se sabía cuántos;





Aquellos que se los dieran          no se lo habían logrado.





Por el codo abajo,          la sangre destellando;





De veinte arriba          ha moros matado.





De todas partes,          sus vasallos van llegando.

 2455




Minaya

 



¡Gracias a Dios          y al Padre que está en alto,





Y a vos Cid,          que nacisteis con buen hado!





Matasteis a Búcar          y vencimos en el campo;





Todos estos bienes          de vos son y de vuestros vasallos;





Y vuestros yernos          aquí se han ensayado,

 2460




Hartos de lidiar          con moros en el campo.





Narrador

 



Dijo mío Cid:





Cid

 



Yo de esto soy pagado;





Si ahora son buenos,          adelante serán apreciados.





Narrador

 



Por bien lo dijo el Cid,          mas ellos a mal lo tomaron.





Todas las ganancias          a Valencia son llegadas;

 2465




Alegre está mío Cid          con todas sus compañas,





Que a la ración caía          seiscientos marcos de plata.





Los yernos de mío Cid,          cuando este haber tomaron





De esta victoria          que lo tenían en su salvo,





Pensaron que en su vida          nunca serían menguados.

 2470




Fueron en Valencia          muy bien equipados,





Conduchos a sazón,          buenas pieles y buenos mantos.





Muy alegres están          mío Cid y sus vasallos.




 

 

120

 

Satisfacción del Cid por las supuestas proezas de sus yernos

 

 


Grande fue el día          en la corte del Campeador




Después que esta batalla vencieron          y al rey Búcar mató.

 2475



Alzó la mano,          la barba se tomó:




Cid

 



Gracias a Cristo          que del mundo es señor,





Cuando veo          lo que había sabor:





Que lidiaron conmigo en el campo          mis yernos ambos a dos;





Mandados buenos irán          de ellos a Carrión,

 2480




Cómo son honrados          y os tendrán gran pro.




 

 

121

 

Reparto del botín


Narrador

 



Sobejanas son las ganancias          que todos han ganado;





Lo uno es nuestro,          lo otro tienen en salvo.





Mandó mío Cid,          el Campeador contado,





De esta batalla          que han ganado,

 2485




Que todos tomasen          su derecho contado,





Y el su quinto          no fuese olvidado.





Así lo hacen todos,          que eran acordados.





Cayéronle en quinta al Cid          seiscientos caballos





Y otras acémilas          y camellos largos,

 2490




Tantos y tantos son          que no serían contados.




 

 

122

 

El Cid planea un posible ataque a Marruecos. De nuevo, se complace por sus yernos

 

 


Todas estas ganancias          hizo el Campeador.




Cid

 



¡Gracias a Dios          que del mundo es señor!





Antes fui menguado,          ahora rico soy,





Que tengo haber y tierra          y oro y honor,

 2495




Y son yernos míos          los infantes de Carrión;





Gano las lides          como place al Criador;





Moros y cristianos          de mí han gran pavor.





Allá, en Marruecos,          do las mezquitas son,





Que serán por mí asaltados,          quizá alguna noche,

 2500




Ellos lo temen,          que no lo pienso yo;





No los iré a buscar,          en Valencia estaré yo;





Ellos me darán parias          con ayuda del Criador,





Que paguen a mí          o a quien yo hubiere sabor.





Narrador

 



Grandes son los gozos en Valencia          con mío Cid el Campeador,

 2505




De todas sus compañas          y de todos sus senadores;





Grandes son los gozos          de sus yernos ambos a dos,





De esta batalla          que lidiaron de corazón;





Valor de cinco mil marcos          ganaron ambos a dos;





Se tienen por muy ricos          los infantes de Carrión.

 2510




Ellos con los otros          vinieron a la corte.





Aquí está don Jerónimo          con mío Cid Campeador,





El bueno de Álvar Fáñez,          caballero lidiador,





Y otros muchos          que crió el Campeador.





Cuando entraron          los infantes de Carrión,

 2515




Recibiolos Minaya          por mío Cid el Campeador:





Minaya

 



Acá venid, cuñados,          que más valemos por vos.





Narrador

 



Así como llegaron,          pagose el Campeador:





Cid

 



He aquí, yernos,          la mi mujer de pro,





Y ambas las mis hijas,          doña Elvira y doña Sol;

 2520




Bien os abracen          y os sirvan de corazón.





Vencimos moros en el campo          y matamos





A aquel rey Búcar,          traidor probado.





Gracias a santa María,          madre de nuestro señor Dios,





De estos vuestros casamientos          vos tendréis honor;

 2525




Buenos mandados irán          a tierras de Carrión.




 

 

123

 

Resentido sonrojo de los infantes. Burlas de los caballeros del Cid. Los infantes traman la venganza


Narrador

 



A estas palabras,          habló don Fernando:





Fernando

 



Gracias al Criador          y a vos, Cid honrado;





Tantos haberes tenemos          que no son contados.





Por vos tenemos honra          y hemos lidiado;

 2530




Pensad en lo otro          que lo nuestro tenémoslo en salvo.





Narrador

 



Los vasallos de mío Cid          estábanse solazando:





Quién lidiara mejor          o quién fuera a alcanzarlos;





Mas, no hallaban allí          a Diego ni a Fernando.





Por estas burlas          que iban levantando,

 2535




Y las noches y los días          tan mal escarmentándolos,





Tan mal se aconsejaron          estos infantes ambos.





Ambos salieron aparte,          verdaderamente son hermanos;





De esto que ellos hablaron          nos parte no tengamos:





Infantes

 



Vayamos para Carrión,          aquí mucho retardamos;

 2540




Los haberes que tenemos          grandes son y sobejanos;





Mientras que viviéremos,          no podremos gastarlos.




 

 

124

 

Los infantes de Carrión traman vengarse en las hijas del Cid que desconoce las intenciones de los infantes. El Cid les entrega a sus hijas. Despedida de Valencia


Infantes

 



Pidamos nuestras mujeres          al Cid Campeador;





Digamos que las llevaremos          a tierras de Carrión;





Las enseñaremos          do las heredades son;

 2545




Las sacaremos de Valencia          de poder del Campeador;





Después, en la carrera,          haremos nuestro sabor,





Antes que nos retraigan          lo que aconteció con el león.





¡Nos de linaje somos          de los condes de Carrión!





Haberes llevaremos grandes          que tienen gran valor;

 2550




Escarneceremos          las hijas del Campeador.





Con estos haberes,          siempre seremos ricos hombres;





Podremos casar con hijas          de reyes o emperadores,





Que de linaje somos          de condes de Carrión.





Así las escarneceremos          a las hijas del Campeador,

 2555




Antes que nos retraigan          lo que fue con el león.





Narrador

 



Con este consejo          ambos tornados son.





Habló Fernán González          e hizo callar a la corte:





Fernando

 



¡Así os valga el Criador,          Cid Campeador!





Que plazca a doña Jimena          y primero a vos,

 2560




Y a Minaya Álvar Fáñez          y a cuantos aquí son:





Dadnos nuestras mujeres,          que tenemos a bendición;





Las llevaremos          a nuestras tierras de Carrión.27





Las meteremos en las villas          que les dimos por arras y por honores;28

 2565




Verán vuestras hijas          lo que tenemos nos;





Los hijos que hubiéremos          en qué habrán partición.





Narrador

 



Dijo el Campeador:





Cid

 



Daros he mis hijas          y de lo mío algún don.





Narrador

 



¡El Cid que no se cuidaba          de tan grande deshonor!





Cid

 



Vos les disteis villas por arras          en tierras de Carrión;

 2570




Yo les quiero dar en ajuar          tres mil marcos de valor;





Os daré mulas y palafrenes          lucidos de condición;





Caballos para en diestro,          fuertes y corredores,





Y muchas vestiduras          de paños y de ciclatones.





Os daré dos espadas,          a Colada y a Tizón;

 2575




Bien lo sabéis vos          que las gané a guisa de varón;





Mis hijos sois ambos          cuando mis hijas os doy;





Allá me llevéis          las telas del corazón.





Que lo sepan en Galicia          y en Castilla y en León





Con qué riqueza envío          mis yernos ambos a dos.

 2580




A mis hijas sirváis,          que vuestras mujeres son;





Si bien las servís,          yo os daré buen galardón.





Narrador

 



Otorgado lo han esto          los infantes de Carrión;





Aquí reciben          las hijas del Campeador;





Comienzan a recibir          lo que el Cid mandó.

 2585




Cuando son pagados          a todo su sabor,





Ya mandaban cargar          los infantes de Carrión





Grandes son las nuevas          por Valencia la mayor;





Todos prenden armas          y cabalgan con vigor.





Porque despiden las hijas del Campeador          a tierras de Carrión.

 2590




Ya quieren cabalgar,          en despedida son.





Ambas hermanas,          doña Elvira y doña Sol,





Hincaron los hinojos          ante el Cid Campeador:





Elvira y Sol

 



¡Merced os pedimos, padre,          así os valga el Criador!





Vos nos engendrasteis,          nuestra madre nos parió;

 2595




Delante estáis ambos,          señora y señor.





Ahora nos enviáis          a tierras de Carrión;





Deuda nuestra es cumplir          lo que mandareis vos.





Así, os pedimos merced,          nosotras ambas a dos,





Que enviéis vuestros mensajes          a tierras de Carrión.

 2600




Narrador

 



Abrazolas mío Cid          y saludolas a ambas a dos.




 

 

125

 

Doña Jimena y el Cid se despiden de sus hijas. El Cid ve malos agüeros

 

 


Él hizo esto,          la madre lo doblaba:




Jimena

 



¡Andad, hijas,          desde aquí, el Criador os valga!





De mí y de vuestro padre          bien tenéis nuestra gracia.





Id a Carrión,          donde sois heredadas;

 2605




Así como yo creo,          bien os tengo casadas.





Narrador

 



Al padre y a la madre          las manos les besaban;





Ambos las bendijeron          y diéronles su gracia.





Mío Cid y los otros          en cabalgar pensaban,





Con grandes guarniciones,          con caballos y armas.

 2610




Ya salían los infantes          de Valencia la clara,





Despidiéndose de las dueñas          y de todas sus compañas;





Por la huerta de Valencia,          teniendo salían las armas;





Alegre va mío Cid          con todas sus compañas.





Violo en los agüeros,          el que en buena hora ciñó espada,

 2615




Que estos casamientos          no serían sin alguna tacha.





No se puede arrepentir,          que casadas las tiene a ambas.




 

 

126

 

El Cid manda a Félez Muñoz que acompañe a sus hijas. Último adiós. Los viajeros llegan a Molina. Abengalbón los escolta hasta La Ansarera. Se descubre el plan de los infantes de Carrión para asesinar al moro


Cid

 



¿Do estás, mi sobrino,          tú, Félez Muñoz?





¡Primo eres de mis hijas ambas          de alma y de corazón!





Mándote que vayas con ellas          hasta dentro en Carrión;

 2620




Verás las heredades          que a mis hijas dadas son;





Con estas nuevas,          vendrás al Campeador.





Narrador

 



Dijo Félez Muñoz:





Félez Muñoz

 



Pláceme de alma y de corazón.





Narrador

 



Minaya Álvar Fáñez          ante mío Cid se paró:





Minaya

 



Tornémonos, Cid,          a Valencia la mayor;

 2625




Que, si a Dios pluguiere          y al Padre Criador,





Las iremos a ver          a tierras de Carrión.





Cid

 



A Dios os encomendamos,          doña Elvira y doña Sol;





Tales cosas haced          que nos den placer a nos.





Narrador

 



Respondían los yernos:





Infantes

 



¡Así lo mande Dios!

 2630




Narrador

 



Grandes fueron los duelos          en la separación;





El padre con las hijas          lloran de corazón;





Así hacían          los caballeros del Campeador.





Cid

 



¡Oye, sobrino,          tú, Félez Muñoz!





Por Molina iréis,          allí posaréis una noche;

 2635




Saludad a mi amigo,          el moro Abengalbón:





Reciba a mis yernos          como él pudiere mejor.





Dile que envío a mis hijas          a tierras de Carrión;





De lo que necesitaren,          sírvalas a su sabor;





Desde allí las acompañe          hasta Medina por mi amor;

 2640




Por cuanto él hiciere,          yo le daré por ello buen galardón.





Narrador

 



Como la uña de la carne,          ellos partidos son.





Ya se tornó para Valencia          el que en buena hora nació.





Piénsanse en ir          los infantes de Carrión.





Por Santa María de Albarracín          pasaban la noche;

 2645




Aguijan cuanto pueden          los infantes de Carrión;





Helos en Molina          con el moro Abengalbón.





El moro, cuando lo supo,          plúgole de corazón;





Con grandes alborozos,          a recibirlos salió.





¡Dios, qué bien los sirvió          a todo su sabor!

 2650




Otro día de mañana,          con ellos cabalgó;





Con doscientos caballeros,          acompañarlos mandó.





Iban a cruzar los montes,          los que dicen de Luzón.





A las hijas del Cid,          el moro sus dones dio;





Buenos sendos caballos          a los infantes de Carrión.

 2655




Pasaron el Arbujuelo          y llegaron al Jalón;





Do dicen La Ansarera          ellos posados son.





Todo esto les hizo el moro          por amor del Cid Campeador.





Ellos veían la riqueza          que el moro sacó;





Entre ambos hermanos          concertaron la traición:

 2660




Infantes

 



Ya pues que hemos de dejar          las hijas del Campeador,





Si pudiésemos matar          al moro Abengalbón,





Cuanta riqueza tiene          la tendríamos nos.





Tan a salvo lo tendremos          como lo de Carrión:





Nunca tendría derecho          de nos el Cid Campeador.

 2665




Narrador

 



Cuando esta maldad          tramaban los de Carrión,





Un moro ladino          bien se lo entendió;





No tiene puridad,          díjolo a Abengalbón:





Moro

 



Alcaide, cuídate de estos          que eres mi señor;





Tu muerte oí acordar          a los infantes de Carrión.

 2670



 

 

127

 

Amenaza de Abengalbón a los infantes


Narrador

 



El moro Abengalbón          era muy buen barragán;





Con doscientos que tiene,          iba a cabalgar;





Armas iba teniendo,          parose ante los infantes;





De lo que el moro dijo          a los infantes no place:





Abengalbón

 



Decidme, ¿qué os hice,          infantes de Carrión?

 2675




Yo sirviéndoos sin engaño          y vos acordasteis mi muerte.





Si no lo dejase          por mío Cid el de Vivar,





Tal cosa os haría          que por el mundo sonase,





Y luego llevaría sus hijas          al Campeador leal;





Vos nunca en Carrión          entraríais jamás.

 2680



 

 

128

 

Abengalbón increpa a los infantes y presiente lo peor. El moro se vuelve; la comitiva sigue el viaje. Los infantes y sus mujeres se desvían de la comitiva. La afrenta del Robledal de Corpes

 

 


Aquí me parto de vos          como de malos y de traidores.




Iré con vuestra gracia,          doña Elvira y doña Sol;




Poco precio las nuevas          de los de Carrión.




Dios lo quiera y lo mande,          que de todo el mundo es señor,




De este casamiento          que se agrade el Campeador.

 2685



Narrador

 



Esto les ha dicho          y el moro se tornó;





Teniendo iban armas,          al pasar el Jalón;





Como de buen seso,          a Molina se tornó.





Ya partieron de La Ansarera          los infantes de Carrión;





Dispónense a andar          de día y de noche.

 2690




A siniestro dejan a Atienza,          una peña muy fuerte;





La sierra de Miedes          pasáronla entonces;





Por los Montes Claros          aguijan a espolón;





A siniestro dejan a Griza          que Álamos pobló;





Allí están los caños          do a Elfa encerró;

 2695




A diestro dejan a San Esteban,          mas a lo lejos quedó;





Entrados son los infantes          al Robledo de Corpes;





Los montes son altos,          las ramas pujan con las nues;





Y las bestias fieras          que andan alrededor.





Hallaron un vergel          con una limpia fuente;

 2700




Mandan hincar la tienda          los infantes de Carrión;





Con cuantos ellos traen,          allí yacen esa noche;





Con sus mujeres en brazos          demuéstranles amor.





¡Mal se lo cumplieron          cuando salía el sol!





Mandaron cargar las acémilas          con haberes de valor;

 2705




Han recogido la tienda          donde albergaron de noche;





Adelante eran idos          los de criazón;





Así lo mandaron          los infantes de Carrión:





Que no quedase allí ninguno,          mujer ni varón,





Sino ambas sus mujeres,          doña Elvira y doña Sol:

 2710




Solazarse quieren con ellas          a todo su sabor.





Todos eran idos,          ellos cuatro solos son.





Tanto mal urdieron          los infantes de Carrión:





Infantes

 



Creedlo bien,          doña Elvira y doña Sol,





Aquí seréis escarnecidas          en estos fieros montes.

 2715




Hoy nos partiremos          y dejadas seréis de nos;





No tendréis parte          en tierras de Carrión.





Irán estos mandados          al Cid Campeador;





Nos vengaremos en ésta          por la del león.





Narrador

 



Allí les quitan los mantos          y los pellizones;

 2720




Déjanlas en cuerpo          y en camisas y en ciclatones.





¡Espuelas tienen calzadas          los malos traidores!





En mano prenden las cinchas          resistentes y fuertes.





Cuando esto vieron las dueñas,          hablaba doña Sol:





Sol

 



¡Por Dios os rogamos,          don Diego y don Fernando, nos!

 2725




Dos espadas tenéis          tajadoras y fuertes;





A la una dicen Colada          y a la otra Tizón;





Cortadnos las cabezas,          mártires seremos nos.





Moros y cristianos          hablarán de esta razón;





Que, por lo que nos merecemos,          no lo recibimos nos;

 2730




Tan malos ejemplos          no hagáis sobre nos.





Si nos fuéremos majadas,          os deshonraréis vos;





Os lo retraerán          en vistas o en cortes.





Narrador

 



Lo que ruegan las dueñas          no les ha ningún pro.





Ya les empiezan a dar          los infantes de Carrión;

 2735




Con las cinchas corredizas,          májanlas tan sin sabor;





Con las espuelas agudas,          donde ellas han mal sabor,





Rompían las camisas y las carnes          a ellas ambas a dos;





Limpia salía la sangre          sobre los ciclatones.





Ya lo sienten ellas          en los sus corazones.

 2740




¡Cuál ventura sería ésta,          si pluguiese al Criador





Que asomase ahora          el Cid Campeador!





Tanto las majaron          que sin aliento son;





Sangrientas en las camisas          y todos los ciclatones.





Cansados son de herir          ellos ambos a dos,

 2745




Ensayándose ambos          cuál dará mejores golpes.





Ya no pueden hablar          doña Elvira y doña Sol;





Por muertas las dejaron          en el Robledo de Corpes.




 

 

129

 

Los infantes dejan abandonadas a las hijas del Cid

 

 


Lleváronles los mantos          y las pieles armiñas,




Mas déjanlas apenadas          en briales y en camisas,

 2750



Y a las aves del monte          y a las bestias de fiera guisa.




Por muertas las dejaron,          sabed, que no por vivas.



 

 

130

 

Los infantes se alaban por la afrenta

 

 


¡Cuál ventura sería,          si asomase ahora el Cid Campeador!




Los infantes de Carrión,          en el Robledo de Corpes,




A las hijas del Cid          por muertas las dejaron

 2755



Que la una a la otra          no le torna recado.




Por los montes do iban,          ellos se iban alabando:




Infantes

 



De nuestros casamientos,          ahora somos vengados;





No las debíamos tomar por barraganas          si no fuésemos rogados,29

 2760




Pues nuestras parejas          no eran para en brazos.





La deshonra del león          así se irá vengando.




 

 

131

 

Sospecha de Félez Muñoz que va en busca de sus primas. Las encuentra, las reanima y las traslada a San Esteban. La noticia de la afrenta llega al Rey y al Cid. Álvar Fáñez va a recogerlas a San Esteban


Narrador

 



Alabándose iban          los infantes de Carrión.





Mas, yo os diré          de aquel Félez Muñoz,





Sobrino era          del Cid Campeador:

 2765




Mandáronle ir adelante          mas de su grado no fue.





En la carrera do iba,          doliole el corazón;





De todos los otros,          aparte se salió;





En un monte espeso,          Félez Muñoz se metió





Hasta que viese venir          sus primas ambas a dos

 2770




O qué han hecho          los infantes de Carrión.





Violos venir          y oyó una razón.





Ellos no le veían          ni de ello tenían razón.





Sabed bien que, si ellos le viesen,          no escapara de muerte.





Vanse los infantes, aguijan a espolón.

 2775




Por el rastro,          tornose Félez Muñoz.





Halló a sus primas          amortecidas ambas a dos.





Llamando:





Félez Muñoz

 



¡Primas! ¡Primas!,





Narrador

 



luego descabalgó.





Ató el caballo, a ellas se dirigió:





Félez Muñoz

 



¡Ea, primas, las mis primas,          doña Elvira y doña Sol!

 2780




¡Mal se ensayaron          los infantes de Carrión!





¡A Dios plega y santa María          que por ello prendan mal galardón!





Narrador

 



Las va tornando en sí          a ellas ambas a dos.





No pueden decir nada,          tanto de traspuestas son.





Partiéronsele las telas          de dentro del corazón.

 2785




Llamando:





Félez Muñoz

 



Primas, primas,          doña Elvira y doña Sol!





¡Despertad, primas,          por amor del Criador,





Mientras es de día,          antes que entre la noche;





Que las bestias fieras          no nos coman en este monte!





Narrador

 



Van recobrando          doña Elvira y doña Sol;

 2790




Abrieron los ojos          y vieron a Félez Muñoz.





Félez Muñoz

 



¡Esforzaos, primas,          por amor del Criador!





Cuando no me hallaren          los infantes de Carrión,





Con gran prisa          seré buscado yo;





Si Dios no nos vale,          aquí moriremos nos.

 2795




Narrador

 



Con tan gran duelo          hablaba doña Sol:





Sol

 



¡Así os lo pague, mi primo,          nuestro padre el Campeador!





¡Dadnos del agua          así os valga el Criador!





Narrador

 



Con un sombrero,          que tiene Félez Muñoz,





Nuevo era y fresco,          que de Valencia sacó,

 2800




Cogió del agua en él          y a sus primas dio;





Muy laceradas están          y a ambas las hartó.





Tanto las rogó          hasta que las incorporó.





Las va confortando          y alentando el corazón





Hasta que esfuerzan,          y a ambas las tomó;

 2805




Y, enseguida,          en el caballo las cabalgó;





Con el su manto,          a ambas las cubrió;





El caballo tomó por la rienda          y luego de allí las sacó.





Juntos solos los tres,          por los robledos de Corpes,





Entre noche y día,          salieron de los montes;

 2810




A las aguas del Duero,          ellos arribados son;





En la Torre de doña Urraca,          él las dejó.





A San Esteban,          vino Félez Muñoz;





Halló a Diego Téllez,          el que de Álvar Fáñez fue.





Cuando él lo oyó,          pesole de corazón;

 2815




Tomó bestias          y vestidos de pro;





Iba a recibir          a doña Elvira y a doña Sol.





En San Estaban          dentro las metió;





Cuanto él mejor puede,          allí las honró.





Los de San Esteban,          siempre mesurados son;

 2820




Cuando supieron esto,          pesoles de corazón;





A las hijas del Cid          les dan enfurción.





Allí estuvieron ellas          hasta que sanas son.





Alabándose estaban          los infantes de Carrión.





De corazón pesó esto          al buen rey don Alfonso.

 2825




Van estos mandados          a Valencia la mayor.





Cuando se lo dicen          a mío Cid el Campeador,





Un gran rato          pensó y meditó.





Alzó la su mano,          la barba se tomó:





Cid

 



¡Gracias a Cristo,          que del mundo es señor,

 2830




Cuando tal honra me han dado          los infantes de Carrión!





¡Por esta barba,          que nadie mesó,





No la lograrán          los infantes de Carrión,





Que a mis hijas          bien las casaré yo!





Narrador

 



Pesó a mío Cid          y a toda su corte,

 2835




Y a Álvar Fáñez          de alma y de corazón.30





Cabalgó Minaya          con Pero Bermúdez





Y Martín Antolínez,          el burgalés de pro,





Con doscientos caballeros,          los que mío Cid mandó;





Díjoles firmemente          que anduviesen de día y de noche,





Que trajesen a sus hijas          a Valencia la mayor.

 2840




No lo retardan          el mandado de su señor;





Aprisa cabalgan,          andan los días y las noches.





Vinieron a San Esteban de Gormaz,          un castillo tan fuerte;





Allí albergaron          en verdad una noche.





A San Esteban,          el mandado llegó

 2845




Que venía Minaya          por sus primas ambas las dos.





Varones de San Esteban,          a guisa de muy pros,





Reciben a Minaya          y a todos sus varones;





Presentan a Minaya          esa noche gran enfurción.





No se lo quiso tomar          mas mucho se lo agradeció:

 2850




Minaya

 



Gracias, varones de San Esteban,          que sois conocedores,





Por esta honra que vos disteis          a esto que nos aconteció.





Mucho os lo agradece          allá do está mío Cid el Campeador;





Así lo hago yo          que aquí estoy.





¡A fe Dios de los cielos          que os dé por ello buen galardón!

 2855




Narrador

 



Todos se lo agradecen          y sus pagados son;





Se dirigen a posar          para descansar esa noche.





Minaya va a ver          do sus primas son;





En él fijan los ojos,          doña Elvira y doña Sol:





Elvira y Sol

 



Tanto os lo agradecemos          como si viésemos al Criador;

 2860




Y vos agradecédselo a él          cuando vivas estamos nos.




 

 

132

 

Los de San Esteban acompañan con amor hasta el río (el Duero) a las hijas del Cid. Álvar Fáñez emprende el viaje para llevarlas a Valencia. El Cid sale a recibirlos

 

 


En los días de reposo,          toda nuestra aflicción sabremos contar.




Narrador

 



Lloraban de los ojos          las dueñas y Álvar Fáñez,





Y Pero Bermúdez          otro tanto las ha:





Pero Bermúdez

 



Doña Elvira y doña Sol          cuidado no tengáis

 2865




Cuando vos estáis sanas          y vivos y sin otro mal





Buen casamiento perdisteis,          mejor podréis ganar.





¡Aún veamos el día          que os podamos vengar!





Narrador

 



Allí yacen esa noche          y con tan gran gozo lo hacen.





Otro día de mañana,          piensan en cabalgar;

 2870




Los de San Esteban          acompañándolos van





Hasta el río,          de amor dándoles solaz.





Desde allí, se despidieron de ellos;          se disponen a tornar;





Y Minaya con las dueñas          iban hacia adelante.





Cruzaron Alcoceba,          a diestro dejan Gormaz;

 2875




Do dicen Vadorrey,          allá iban a pasar;





En la casa de Berlanga,          posada tomado han.





Otro día de mañana,          métense a andar;





A la que dicen Medina,          iban a albergar;





Y, de Medina a Molina,          en otro día van.

 2880




Al moro Abengalbón,          de corazón le place;





Saliolos a recibir          de buena voluntad;





Por amor de mío Cid,          rica cena les da.





Desde allí para Valencia,          encaminados se van.





Al que en buena hora nació          llegaba el mensaje;

 2885




Aprisa cabalga,          a recibirlos sale;





Armas iba teniendo          y con gran gozo lo hace.





Mío Cid a sus hijas          íbalas a abrazar;





Besándolas a ambas,          tornose a alegrar:





Cid

 



¿Venís, mis hijas?          ¡Dios os cuide de mal!

 2890




Yo acepté el casamiento,          mas no osé decir más.





Plega al Criador,          que en cielo está,





Que os vea mejor casadas          de aquí en adelante.





¡De mis yernos de Carrión          Dios me haga vengar!





Narrador

 



Besaron las manos          las hijas al padre.

 2895




Teniendo iban armas,          entráronse en la ciudad;





Gran gozo tuvo con ellas          doña Jimena su madre.





El que en buena hora nació          no quiso tardar;





Habló con los suyos          en su puridad;





Al rey don Alfonso de Castilla,          pensó en enviar:

 2900



 

 

133

 

El Cid manda a Muño Gustioz para que pida justicia al Rey. El Rey promete reparación


Cid

 



¿Do estás, Muño Gustioz,          mi vasallo de pro?





¡En buena hora te crié          a ti en la mi corte!





Lleva el mandado a Castilla,          al rey Alfonso:





Por mí bésale la mano,          de alma y de corazón,





Cómo yo soy su vasallo          y él es mi señor

 2905




De esta deshonra que me han hecho          los infantes de Carrión,





Que le pese al buen Rey          de alma y de corazón.





Él casó a mis hijas,          que no se las di yo;





Cuando las han dejado          con gran deshonor,





Si deshonra ahí cabe          alguna contra nos,

 2910




La poca o la grande          toda es de mi señor.





Mis haberes se me han llevado,          que sobejanos son;





Eso me puede pesar          con el otro deshonor.





Tráigamelos a vistas          o a juntas o a cortes,





Como haya derecho          de los infantes de Carrión,

 2915




Que tan grande es el rencor          dentro en mi corazón.





Narrador

 



Muño Gustioz          aprisa cabalgó;





Con él dos caballeros,          que le sirvan a su sabor,





Y con él escuderos          que son de criazón.





Salían de Valencia          y andan cuanto pueden;

 2920




No se dan reposo          los días y las noches.





Al Rey          en Sahagún lo halló.





Rey es de Castilla          y Rey es de León,





Y de las Asturias          bien hasta San Salvador;





Hasta dentro de Santiago,          de todo es señor,

 2925




Y los condes de Galicia          a él tienen por señor





Así como descabalga          aquel Muño Gustioz,





Humillose a los santos          y rogó al Criador;





Adeliñó para el palacio          do estaba la corte,





Con él dos caballeros          que le guardan como a señor

 2930




Así como entraron          por medio de la corte,





Violos el Rey          y conoció a Muño Gustioz;





Levantose el Rey,          tan bien los recibió.





Delante del Rey,          los hinojos hincó;





Besábale los pies          aquel Muño Gustioz:

 2935




Muño Gustioz

 



¡Merced, rey Alfonso,          de extensos reinos a vos dicen señor!





Los pies y las manos          os besa el Campeador;





Él es vuestro vasallo          y vos sois su señor.





Casasteis sus hijas          con los infantes de Carrión.





¡Alto fue el casamiento,          que lo quisisteis vos!

 2940




Ya vos sabéis la honra          que ha acontecido a nos;





Cómo nos han afrentado          los infantes de Carrión:





Mal majaron sus hijas          del Cid Campeador;





Majadas y desnudas          con gran deshonor;





Desamparadas las dejaron          en el Robledo de Corpes

 2945




A las bestias fieras          y a las aves del monte





Helas sus hijas          en Valencia do son.





Por esto os besa las manos,          como vasallo a señor,





Que se los llevéis a vistas          o a juntas o a cortes;





Tiénese por deshonrado,          mas la vuestra es mayor,

 2950




Y que os pese, Rey,          como sois sabedor;





Que haya mío Cid derecho          de los infantes de Carrión.





Narrador

 



El Rey un gran rato          calló y meditó:





Rey

 



Verdad te digo yo,          que me pesa de corazón,





Y verdad dices en esto,          tú, Muño Gustioz,

 2955




Que yo casé sus hijas          con los infantes de Carrión.





Hícelo para bien,          que fuese en su pro.





¡Siquiera el casamiento          hecho no fuese hoy!





Y a mí y a mío Cid          pésanos de corazón.





¡Le ayudaré en su derecho,          así me salve el Criador!

 2960




Lo que no esperaba hacer          en ninguna ocasión,





Andarán mis porteros          por todo mi reino,





Pregonarán mi corte          para dentro en Toledo,





Que allá me vayan          condes e infanzones,





Mandaré cómo allí vayan          los infantes de Carrión,

 2965




Y cómo den derecho          a mío Cid el Campeador,





Y que no haya queja          pudiendo vedarlo yo.




 

 

134

 

El rey don Alfonso convoca cortes en Toledo

 

 


Decidle al Campeador,          que nació con buen hado,




Que en estas siete semanas          se prepare con sus vasallos;




Véngame a Toledo,          esto le doy de plazo;

 2970



Por amor de mío Cid,          esta corte yo hago.




Saludádmelos a todos,          entre ellos haya espacio;




De esto que les sucedió          aún serán bien honrados.




Narrador

 



Despidiose Muño Gustioz,          a mío Cid ha tornado.





Así como lo dijo,          suyo era el cuidado:

 2975




No lo detiene por nada          Alfonso el castellano;





Envía sus cartas          para León y a Santiago;





A los portugueses          y a los gallegos van mandados,





Y a los de Carrión          y a varones castellanos:





Que corte hacía en Toledo          aquel Rey honrado,

 2980




Al cabo de siete semanas,          que allí fuesen juntados;





Quien no viniese a la corte          no se tuviese por su vasallo.





Por todas sus tierras,          así lo iban pensando,





Que no fallasen          a lo que el Rey había mandado.




 

135

 

Los infantes piden al Rey que les dispense de asistir a las cortes de Toledo. El Rey se lo niega. Reunión de la corte. Llegada del Rey. Recibimiento al Cid

 

 


Ya les va pesando          a los infantes de Carrión,

 2985



Porque en Toledo          el Rey hacía corte;




Miedo tienen que allí vendrá          mío Cid el Campeador.




Toman su consejo          cuantos parientes son,




Ruegan al Rey          que les libre de esta corte.




Dijo el Rey:




Rey

 



¡No lo haré así me salve Dios!

 2990




Que allí vendrá          mío Cid el Campeador;





Le daréis derecho,          que ha rencor de vos.





Quien hacerlo no quisiese          o no fuere a mi corte,





Deje mi reino,          que de él no tengo sabor.





Narrador

 



Ya lo vieron qué hay que hacer          los infantes de Carrión;

 2995




Toman consejo          cuantos parientes son;





El conde don García          en estas nuevas fue





Enemigo de mío Cid,          que siempre mal le buscó,





Este aconsejó          a los infantes de Carrión.





Llegaba el plazo,          querían ir a la corte;

 3000




Entre los primeros va          el buen rey don Alfonso,





El conde don Enrique          y el conde don Remón,





Este fue padre          del buen Emperador;





El conde don Fruela          y el conde don Birbón.





Fueron allí de su reino          otros muchos sabios varones;

 3005




De toda Castilla,          todos los mejores:





El conde don García          con infantes de Carrión,





Y Asur González          y Gonzalo Ansúrez los dos,





Y Diego y Fernando          allí están ambos a dos,





Y con ellos gran bando          que trajeron a la corte;

 3010




Atropellarle cuidan          a mío Cid el Campeador





De todas partes,          allí juntados son.





Aún no había llegado          el que en buena hora nació;





Porque se tarda,          el Rey no tiene sabor.





Al quinto día ha venido          mío Cid el Campeador;

 3015




A Álvar Fáñez,          delante le envió





Que besase las manos          al Rey su señor:





Bien lo supiese          que allí estaría esa noche.





Cuando lo oyó el Rey,          plúgole de corazón;





Con muchas gentes,          el Rey cabalgó

 3020




E iba a recibir          al que en buena hora nació.





Bien preparado viene          con todos los suyos el Campeador,





Buenas compañas          que tienen tan buen señor.





Cuando lo tuvo a la vista          el buen rey don Alfonso,





Echose a tierra          mío Cid el Campeador;

 3025




Humillarse quiere          y honrar a su señor.





Cuando lo vio el Rey,          por nada tardó:





Rey

 



¡Por san Isidro,          verdad no será hoy!





Cabalgad, Cid; si no,          no tendría de ello sabor;





Nos saludaremos          de alma y de corazón.

 3030




De lo que a vos pesa,          a mí me duele el corazón.





¡Dios lo mande que por vos          se honre hoy la corte!





Cid

 



Amén,





Narrador

 



dijo          mío Cid el Campeador.





Besole la mano          y después le saludó:





Cid

 



Gracias a Dios          porque os veo, señor.

 3035




Humíllome a vos          y al conde don Remón





Y al conde don Enrique          y a cuantos aquí son.





¡Dios salve a nuestros amigos          y a vos más, señor!





Mi mujer, doña Jimena,          dueña es de pro,





Bésaos las manos          y mis hijas ambas a dos.

 3040




De esto que nos avino,          que os pese, señor.





Narrador

 



Respondió el Rey:





Rey

 



Sí me pesa,          ¡así me salve Dios!




 

 

136

 

El Cid celebra vigilia en San Servando antes de entrar en Toledo


Narrador

 



Para Toledo,          el Rey tornada da.





Esa noche mío Cid          el Tajo no quiso pasar:





Cid

 



¡Mereced, oh Rey,          así el Criador os salve!

 3045




Pensad, señor,          en entrar en la ciudad





Y yo con los míos          posaré en San Serván;





Las mis compañas          esta noche llegarán;





Tendré vigilia          en este santo lugar;





Mañana por la mañana          entraré en la ciudad

 3050




E iré a la corte          antes de yantar.





Narrador

 



Dijo el Rey:





Rey

 



Pláceme de voluntad.





Narrador

 



El rey don Alfonso          en Toledo ha entrado;





Mío Cid Ruy Díaz          en San Servando ha posado.





Mandó encender candelas          y poner en el altar;

 3055




Sabor tiene de velar          en esa santidad,





Al Criador rogando          y hablando en puridad.





Y Minaya          y los buenos que allí hay





Acordados estuvieron          cuando vino la mañana.




 

 

137

 

El Cid advierte a los suyos y se prepara para ir a la corte. Presentación del Cid en la corte. Alocución del Rey. El Cid demanda reparación de los infantes y gana el pleito

 

 


Maitines y prima          dijeron hacia el alba;

 3060



Dicha fue la misa,          antes que saliese el sol,




Y su ofrenda han hecho          muy buena y en sazón.




Cid

 



Vos, Minaya Álvar Fáñez,          el mi brazo mejor,





Vos iréis conmigo          y el obispo don Jerónimo,





Y Pero Bermúdez          y este Muño Gustioz

 3065




Y Martín Antolínez,          el burgalés de pro,





Y Álvar Álvarez          y Álvar Salvadores





Y Martín Muñoz,          que en buen punto nació,





Y mi sobrino,          Félez Muñoz;





Conmigo irá Mal Anda,          que es buen sabedor,

 3070




Y Galindo García,          el bueno de Aragón;





Con éstos, cúmplanse ciento          de los buenos que aquí son.





Velmeces vestidos          para sufrir las guarniciones;





Encima, las lorigas          tan blancas como el sol;





Sobre las lorigas,          armiños y pellizones;

 3075




Y que no aparezcan las armas,          bien presos los cordones;





Bajo los mantos, las espadas          fuertes y de buen corte;





De esta guisa,          quiero ir a la corte





Para demandar mis derechos          y decir mi razón.





Si desmán buscaren          los infantes de Carrión,

 3080




Do tales ciento tuviere,          bien estaré sin pavor.





Narrador

 



Respondieron todos:





Vasallos

 



Nos eso queremos, señor.





Narrador

 



Así como lo ha dicho,          todos preparados son





No se detiene por nada          el que en buena hora nació:





Calzas de buen paño          en sus piernas metió;

 3085




Sobre ellas unos zapatos          que de mucha labor son;





Vistió camisa de ranzal,          tan blanca como el sol;





De oro y de plata,          todas las presillas son;





Al puño bien están,          que él así lo mandó;





Sobre ella, un brial          de excelente ciclatón;

 3090




Labrado está con oro,          y relumbran por do son;





Sobre esto, una piel bermeja,          las bandas de oro son;





Siempre la viste          mío Cid el Campeador





Una cofia sobre los pelos          de una tela de pro;





Con oro está bordada,          hecha por razón

 3095




Que no le molestasen los pelos          al buen Cid Campeador





La barba tenía larga          y atola con el cordón,





Por tal lo hace esto,          que lograr quiere todo su honor.





Encima se puso un manto          que es de gran valor;





En él tendrían que ver          cuantos allí son.

 3100




Con estos ciento,          que preparar mandó,





Aprisa cabalga,          de San Servando salió.





Así iba mío Cid          preparado a la corte.





En la puerta de fuera          descabalga a sabor;





Cuerdamente entra mío Cid          con los suyos en la corte.

 3105




Él va en medio          y los ciento alrededor.





Cuando lo vieron entrar,          al que en buena hora nació,





Levantose en pie          el buen rey don Alfonso





Y el conde don Enrique          y el conde don Remón,





Y, después, sabed,          todos los otros de la corte.

 3110




Con gran honra lo reciben          al que en buena hora nació.





No se quiso levantar          el Crespo de Grañón,





Ni todos los del bando          de los infantes de Carrión.





El Rey dijo al Cid:





Rey

 



Venid a estar acá, Campeador,





En este escaño          que me disteis vos en don;

 3115




Aunque a algunos pesa,          mejor sois que nos.





Narrador

 



Entonces dio muchas gracias          el que Valencia ganó:





Cid

 



Estad en vuestro escaño          como Rey y señor;





Aquí me sentaré          con estos que míos son.





Narrador

 



Lo que dijo el Cid          al Rey plugo de corazón.

 3120




En un escaño torneado,          entonces mío Cid se sentó;





Los ciento que le escoltan          se sientan alrededor.





Catando están a mío Cid          cuantos hay en la corte





A la barba que luenga tenía          y presa con el cordón;





Con sus atavíos,          bien semeja varón

 3125




No le pueden catar de vergüenza          los infantes de Carrión.





Entonces se puso en pie          el buen rey don Alfonso:





Rey

 



Oíd, mesnadas,          ¡así os valga el Criador!





Yo, desde que fui Rey,          no hice más de dos cortes:





La una fue en Burgos          y la otra en Carrión;

 3130




Esta tercera en Toledo          la vine a hacer hoy





Por el amor de mío Cid,          el que en buena hora nació,





Que reciba derecho          de los infantes de Carrión.





Gran entuerto le han hecho          sabérnoslo todos nos;





Alcaldes sean de esto          el conde don Enrique y el conde don Remón,

 3135




Y estos otros condes,          que del bando no sois.





Todos poned ahí atención,          que sois conocedores,





Para ejercer el derecho,          que entuerto no mando yo.





De una parte y de otra          en paz estemos hoy.





¡Juro por san Isidro!,          el que enredare mi corte

 3140




Me dejará el reino,          perderá mi amor;





Con el que tuviere derecho          yo de esa parte estoy.





Ahora demande          mío Cid el Campeador;





Sabremos qué responden          los infantes de Carrión.





Narrador

 



Mío Cid la mano besó al Rey          y en pie se levantó:

 3145




Cid

 



Mucho os lo agradezco          como a Rey y a señor,





Por cuanto esta corte          hicisteis por mi amor.





Esto les demando          a los infantes de Carrión:





Porque me dejaron mis hijas,          yo no tengo deshonor;





Pues vos las casasteis, Rey,          sabréis qué hacer hoy.

 3150




Mas, cuando sacaron mis hijas          de Valencia la mayor,





Yo bien los quería          de alma y de corazón:





Les di dos espadas,          a Colada y a Tizón,





Estas yo las gané          a guisa de varón,





Que se honrasen con ellas          y sirviesen a vos.

 3155




Cuando dejaron mis hijas          en el Robledo de Corpes,





Conmigo no quisieron tener nada          y perdieron mi amor





Denme mis espadas          cuando mis yernos no son.





Narrador

 



Otorgan los alcaldes:





Alcaldes

 



Todo esto es de razón.





Narrador

 



Dijo el conde don García:





Don García

 



A esto hablemos nos.

 3160




Narrador

 



Entonces salían aparte          los infantes de Carrión,





Con todos sus parientes          y el bando que allí son;





Aprisa lo iban tratando          y acuerdan esta razón:





Infantes

 



Aún gran favor nos hace          el Cid Campeador,





Cuando deshonra de sus hijas          no nos demanda hoy;

 3165




Bien nos avendremos          con el rey don Alfonso.





Démosle sus espadas          cuando así acaba la voz,





Y, cuando las tuviere,          se acabará la corte;





Ya no tendrá más derecho          de nos el Cid Campeador.





Narrador

 



Con este acuerdo,          tornaron a la corte:

 3170




Infantes

 



¡Merced, oh rey don Alfonso,          sois nuestro señor!





No lo podemos negar,          que dos espadas nos dio;





Cuando las demanda          y de ellas ha sabor,





Dárselas queremos          estando delante vos.





Narrador

 



Sacaron las espadas,          Colada y Tizón;

 3175




Pusiéronlas en mano          del Rey su señor.





Saca las espadas          y relumbra toda la corte;





Los pomos y arriaces          todos de oro son.





Maravíllanse de ellas          todos los hombres buenos de la corte.





Recibió las espadas,          las manos le besó;

 3180




Tornose al escaño          donde se levantó;





En las manos las tiene          y a ambas las cató;





No se las pueden cambiar,          que el Cid bien las conoció;





Se le alegró todo el cuerpo,          sonriose de corazón;





Alzaba la mano,          la barba se tomó:

 3185




Cid

 



¡Por esta barba          que nadie mesó,





Así se irán vengando          doña Elvira y doña Sol!





Narrador

 



A su sobrino don Pero,          por el nombre le llamó;





Tendió el brazo,          la espada Tizón le dio:





Cid

 



¡Prendedla, sobrino,          que mejora en señor!

 3190




Narrador

 



A Martín Antolínez,          el burgalés de pro,





Tendió el brazo,          la espada Colada le dio:





Cid

 



Martín Antolínez,          mi vasallo de pro,





Prended a Colada,          gánela de buen señor,





Del conde Remón Berenguer          de Barcelona la mayor.

 3195




Por eso os la doy,          que bien la cuidéis vos.





Sé que, si os acaeciere,          con ella ganaréis gran prez y gran valor.





Narrador

 



Besole la mano,          la espada tomó y recibió.





Luego se levantó          mío Cid el Campeador:





Cid

 



¡Gracias al Criador          y a vos, Rey señor!

 3200




Ya pagado soy de mis espadas,          de Colada y de Tizón.





Otro rencor tengo          de los infantes de Carrión:





Cuando sacaron de Valencia          mis hijas ambas a dos,





En oro y en plata          tres mil marcos les di yo;





Yo haciendo esto,          ellos cometieron la traición;

 3205




Denme mis haberes,          cuando mis yernos no son.





Narrador

 



¡Aquí veríais quejarse          a los infantes de Carrión!





Dice el conde don Remón:





Don Remón

 



Decid sí o no.





Narrador

 



Entonces responden          los infantes de Carrión:





Infantes

 



Por eso le dimos sus espadas          al Cid Campeador,

 3210




Que más no nos demandase,          que aquí acabó la voz.





Don Remón

 



Si agradare al Rey,          así decimos nos:





A lo que demanda el Cid          que le respondáis vos.





Narrador

 



Dijo el buen Rey:





Rey

 



Así lo otorgo yo.





Narrador

 



Levantose en pie,          el Cid Campeador:

 3215




Cid

 



De estos haberes          que os di yo,





Decid si me los dais          o deis de ello razón.





Narrador

 



Entonces salían aparte          los infantes de Carrión;





No se ponen de acuerdo,          que los haberes grandes son;





Gastados los han          los infantes de Carrión.





Tornan con un acuerdo          y hablaban a su sabor:

 3220




Infantes

 



Mucho nos apremia          el que Valencia ganó,





Cuando de nuestros haberes          así le prende el sabor;





Le pagaremos con heredades          en tierras de Carrión.





Narrador

 



Dijeron los alcaldes,          cuando enterados son:





Alcaldes

 



Si eso pluguiere al Cid,          no se lo vedamos nos;

 3225




Mas en nuestro juicio,          así lo mandamos nos:





Que aquí lo entreguéis          en esta misma corte.





Narrador

 



A estas palabras,          el rey don Alfonso habló:





Rey

 



Nos bien la sabemos          esta razón:





Que derecho demanda          el Cid Campeador.

 3230




De los tres mil marcos,          los doscientos tengo yo;





Entrambos me los dieron,          los infantes de Carrión.





Tornárselos quiero,          que tan arruinados son,





Entréguenlos a mío Cid,          el que en buena hora nació;





Cuando ellos los han de pechar,          no se los quiero yo.

 3235




Narrador

 



Habló Fernán González:





Fernando

 



Haberes monedados no tenemos nos.





Narrador

 



Luego respondió          el conde don Remón:





Don Remón

 



El oro y la plata          lo dispendiasteis vos;





Por juicio lo fallamos          ante el rey don Alfonso:





Páguenle en especie          y préndalo el Campeador.

 3240




Narrador

 



Ya vieron qué hay que hacer          los infantes de Carrión.





Veríais traer          tanto caballo corredor,





Tanta buena mula,          tanto palafrén de sazón,





Tanta buena espada          con toda guarnición.





Recibiolo mío Cid          como apreciaron en la corte.

 3245




Sobre los doscientos marcos,          que tenía el rey Alfonso,





Pagaron los infantes          al que en buena hora nació;





Préstanles de lo ajeno,          que lo suyo no les cumplió.





Mal escapan juzgados,          sabed, de esta razón.




 

 

138

 

El Cid sigue pidiendo justicia por la mayor deshonra

 

 


Estos pagos en especie          mío Cid tomados los ha.

 3250



Sus hombres los tienen          y de ellos se ocuparán;




Mas, cuando esto hubo acabado,          pensaron luego en algo más:




Cid

 



¡Merced, ay, Rey señor,          por amor de caridad!





El rencor mayor          no se me puede olvidar.





Oídme toda la corte          y os pese de mi mal:

 3255




A los infantes de Carrión,          que me deshonraron tan mal,





A menos de retos,          no los puedo dejar.




 

 

139

 

El Cid acusa solemnemente a los infantes

 

 


Decid ¿en qué os ofendí,          infantes de Carrión,




En burlas o en veras          o en alguna razón?




Aquí lo repararé          a juicio de la corte.31




¿Por qué me desgarrasteis          las telas del corazón?

 3260



A la salida de Valencia,          mis hijas os di yo,




Con muchos haberes          y con muy grande honor;




Si no las queríais,          ya, perros traidores,




¿Por qué las sacabais          de Valencia sus honores?




¿Por qué las heristeis          con cinchas y espolones?

 3265



Solas las dejasteis          en el Robledo de Corpes




A las bestias fieras          y a las aves del monte;




Por cuanto les hicisteis,          menos valéis vos.




Si no recurrís,          véalo esta corte.



 

 

140

 

Confrontación entre García Ordóñez y el Cid


Narrador

 



El conde don García          en pie se levantaba:

 3270




Don García

 



¡Merced, oh Rey,          el mejor de toda España!





Enviciose mío Cid          a las cortes pregonadas;





Dejola crecer          y luenga trae la barba;





Los unos le tienen miedo          y a los otros espanta.





Los de Carrión          son de estirpe tan alta

 3275




Que no se las debían querer          a sus hijas por barraganas;





¿Y quién se las diera          por iguales o por veladas?





En derecho obraron          porque han sido dejadas





Cuanto él dice,          no se lo apreciamos nada.





Narrador

 



Entonces el Campeador          cogiose la barba:

 3280




Cid

 



¡Gracias a Dios          que cielo y tierra manda!





Por eso es luenga          que con regalo fue cuidada.





¿Qué tenéis vos, conde,          para reprochar mi barba?





Que desde que nació          con regalo fue cuidada,





Que no me cogió de ella          hijo de persona humana;

 3285




Ni me la mesó          hijo de moro ni de cristiana,





Como yo a vos, conde,          en el castillo de Cabra.





Cuando tomé a Cabra          y a vos por la barba,





No hubo allí rapaz          que no mesó su pulgarada;





La que yo mesé,          aún no es igualada.

 3290



 

 

141

 

Fernán González rechaza despectivamente la acusación del Cid


Narrador

 



Fernán González          en pie se levantó;





Con altas voces,          oiréis lo que habló:





Fernando

 



Dejaos vos, Cid,          de esta razón;





De vuestros haberes          de todos pagado sois.





No acrecentéis la contienda          entre nos y vos.

 3295




De linaje somos          de los condes de Carrión:





Debíamos casar con hijas          de reyes o de emperadores,





Que no pertenecían          hijas de infanzones.





Porque las dejamos          derecho hicimos nos;





Más nos apreciamos,          sabed, que menos no.

 3300



 

 

142

 

El Cid incita a Pero Bermúdez para que conteste y rete a don Fernando


Narrador

 



Mío Cid Ruy Díaz          a Pero Bermúdez cata:





Cid

 



¡Habla, Pero Mudo,          varón que tanto callas!





Yo las tengo por hijas          y tú por primas hermanas;





A mí lo dicen,          a ti dan las orejadas.





Si yo respondiere,          tú no entrarás en armas.

 3305



 

 

143

 

Pero Bermúdez desenmascara a don Fernando


Narrador

 



Pero Bermúdez          empezó a hablar;





Detiénesele la lengua,          no puede arrancar;





Mas, cuando empieza,          sabed, no le da vagar.





Pero Bermúdez

 



Os diré, Cid,          costumbres tenéis tales:





¡Siempre en las cortes          Pero Mudo me llamáis!

 3310




Bien lo sabéis          que yo no puedo más;





Lo que yo hubiere de hacer          por mí no quedará.





¡Mientes, Fernando,          de cuanto dicho has,





Por el Campeador          valiste mucho más!





Las mañas tuyas          yo te las sabré contar:

 3315




Acuérdate cuando lidiamos          cerca de Valencia la grande;





Pediste las heridas primeras          al Campeador leal;





Viste un moro,          fuístele a atacar;





Antes huiste          que a él te allegases.32





Si yo no te ayudase,          el moro te la jugara mal;





Pasé ante ti,          con el moro me hube de enfrentar;

 3320




A los primeros golpes,          húbele de derribar;





Dite el caballo,          túvelo en puridad;





Hasta este día,          no lo descubrí a nadie;





Ante mío Cid y ante todos          te hubiste de alabar





Que mataras al moro          y que hicieras proeza tal;

 3325




Creyérontelo todos,          mas no saben la verdad;





¡Que eres apuesto          mas mal barragán!





Lengua sin manos,          ¿cómo osas hablar?




 

 

144

 

Sigue don Pero Bermúdez que recuerda a don Fernando el episodio del león y, por fin, le reta

 

 


Di, Fernando,          otorga esta razón:




¿No te viene en mientes          en Valencia lo del león?

 3330



Cuando dormía mío Cid          y el león se desató?




Y tú, Fernando,          ¿qué hiciste con el pavor?




¡Metístete tras el escaño          de mío Cid el Campeador!




Metístete, Fernando,          por lo que menos vales hoy.




Nos cercamos el escaño          para cuidar a nuestro señor,

 3335



Hasta que despertó mío Cid,          el que Valencia ganó;




Levantose del escaño          y fuese para el león;




El león bajó la cabeza,          a mío Cid esperó;




Dejose prender por el cuello          y a la red lo metió.




Cuando se tornó,          el buen Campeador,

 3340



A sus vasallos,          violos alrededor;




Demandó por sus yernos,          a ninguno halló.




Rétote el cuerpo          por malo y por traidor;




Esto te lidiaré aquí          ante el rey don Alfonso




Por las hijas del Cid,          doña Elvira y doña Sol:

 3345



Por cuanto las dejasteis,          menos valéis vos.




Ellas son mujeres          y vos sois varones;




En todas guisas,          más valen que vos.




Cuando fuere la lid,          si pluguiere al Criador,




Tú lo otorgarás          a guisa de traidor;

 3350



De cuanto he dicho,          verdadero seré yo.




Narrador

 



De estos ambos,          aquí quedó la razón.




 

 

145

 

Engreimiento de don Diego

 

 


Diego González          oiréis lo que dijo:




Diego

 



De linaje somos          de los condes más limpios,





¡Estos casamientos          no fuesen avenidos

 3355




Por emparentar          con mío Cid don Rodrigo!





Porque dejamos sus hijas          no nos arrepentimos;





Mientras que vivan,          pueden tener suspiros:





Lo que les hicimos          les será retraído.





Esto lidiaré,          ante todo el más ardido:33





Que, porque las dejamos,          honrados nos sentimos.

 3360



 

 

146

 

Martín Antolínez increpa a don Diego y acepta el reto


Narrador

 



Martín Antolínez          en pie se va a levantar:





Antolínez

 



¡Calla, alevoso,          boca sin verdad!





Lo del león          no se te debe olvidar:





Saliste por la puerta,          te metiste en el corral;





Te fuiste a meter          tras la viga lagar.

 3365




¡No te vestiste más          el manto ni el brial!





Yo lo lidiaré,          por nada pasará:





Las hijas del Cid,          porque vos las dejasteis,





En todas guisas,          sabed, que más que vos valen.





Al final de la lid,          por tu boca lo dirás,

 3370




Que eres traidor          y mentiste de cuanto dicho has.




 

 

147

 

Asur González entra en la corte


Narrador

 



De estos ambos,          la razón ha terminado.





Asur González          entraba por el palacio,





Manto de armiño          y un brial arrastrando;





Bermejo viene,          que había almorzado.

 3375




En lo que habló,          había poco recaudo:




 

 

148

 

Asur insulta al Cid


Asur

 



¡Hola, varones!,          ¿quién vio nunca tal mal?





¿Quién nos daría nuevas          de mío Cid el de Vivar?





¡Fuese a río de Ubierna          los molinos a picar





Y prender maquilas,          como las suele cobrar!

 3380




¿Quién le daría          con los de Carrión casar?




 

 

149

 

Muño Gustioz increpa y reta a Asur. El Rey sanciona los retos. Vienen mensajeros de Navarra y de Aragón para pedir las manos de las hijas del Cid, que aceptan el Rey y el Cid. Álvar Fáñez reta a los Beni Gómez. Le replica Gómez Peláez. El Rey prohíbe este duelo


Narrador

 



Entonces, Muño Gustioz          en pie se levantó:





Muño Gustioz

 



¡Calla, alevoso,          malo y traidor!





Antes almuerzas          que vayas a oración;





A los que das paz,          los apestas alrededor.

 3385




No dices verdad          a amigo ni a señor;





Falso a todos          y más al Criador.





En tu amistad,          no quiero tener ración.





Yo te lo haré decir          que tal eres cual digo yo.





Narrador

 



Dijo el rey Alfonso:





Rey

 



Calle ya esta razón.

 3390




Los que han retado          lidiarán, ¡así me salve Dios!





Narrador

 



Así como acaban          esta razón,





He aquí dos caballeros          entraron por la corte;





Al uno llaman Ojarra          y al otro Íñigo Ximenoz;





El uno es del infante de Navarra          y el otro del infante de Aragón.34





Besan las manos          al rey don Alfonso;





Piden sus hijas          a mío Cid el Campeador





Para ser reinas          de Navarra y de Aragón;





Y que se las diesen          a honra y a bendición.

 3400




A esto callaron          y escuchó toda la corte.





Levantose en pie          mío Cid el Campeador:





Cid

 



¡Merced, rey Alfonso,          vos sois mi señor!





Esto agradezco          yo al Criador,





Cuando me las demandan          de Navarra y de Aragón.

 3405




Vos las casasteis antes,          que yo no;





He aquí mis hijas,          en vuestras manos son;





Sin vuestro mandato,          nada haré yo.





Narrador

 



Levantose el Rey,          hizo callar a la corte:





Rey

 



Ruégoos, Cid,          caboso Campeador,

 3410




Que plega a vos          y lo otorgaré yo;





Este casamiento hoy          se otorgue en esta corte,





Que os crece en ello honra          y tierra y honor.





Narrador

 



Levantose mío Cid,          al Rey las manos le besó:





Cid

 



Cuando a vos place,          otórgolo yo, señor.

 3415




Narrador

 



Entonces dijo el Rey:





Rey

 



¡Dios os dé por ello buen galardón!





A vos, Ojarra,          y a vos, Íñigo Ximenoz,





Este casamiento          os lo otorgo yo





De las hijas del Cid,          doña Elvira y doña Sol,





Para los infantes          de Navarra y de Aragón,

 3420




Que os las dé          a honra y a bendición.





Narrador

 



Levantose en pie          Ojarra e Íñigo Ximenoz;





Besaron las manos          del rey don Alfonso;





Y, después,          de mío Cid el Campeador.





Hicieron las fes          y los homenajes dados son:

 3425




Que, como es dicho,          así sea o mejor.





A muchos place          de toda esta corte,





Mas no place          a los infantes de Carrión.





Minaya Álvar Fáñez          en pie se levantó:





Minaya

 



Merced os pido,          como a Rey y a señor;

 3430




Y que no pese esto          al Cid Campeador:





Bien os dejé vagar          en toda esta corte,





Algo de lo mío          querría ya decir yo.





Narrador

 



Dijo el Rey:





Rey

 



Pláceme de corazón.





Decid, Minaya,          lo que tuviereis sabor.

 3435




Minaya

 



Yo os ruego          que me oigáis toda la corte,





Que gran rencor tengo          de los infantes de Carrión.





Yo les di mis primas          por mandato del rey Alfonso,





Ellos las tomaron          a honra y a bendición;





Grandes haberes les dio          mío Cid el Campeador;

 3440




Ellos las han dejado          a pesar de nos.





Rétoles los cuerpos          por malos y por traidores.





De linaje sois          de los Beni Gómez





Donde salían condes          de prez y de valor;





Mas, bien sabemos          las mañas que tienen hoy.

 3445




Esto agradezco          yo al Criador,





Cuando piden mis primas,          doña Elvira y doña Sol,





Los infantes          de Navarra y de Aragón.





Antes las teníais por parejas          para en brazos las dos;





Ahora besaréis sus manos          y las llamaréis señoras, vos;

 3450




Las habréis de servir,          mal que os pese a vos.





¡Gracias a Dios del cielo          y aquel rey don Alfonso,





Así le crece la honra          a mío Cid el Campeador!





En todas guisas          tales sois cuales digo yo;





Si hay quien responda          o dice no,

 3455




Yo soy Álvar Fáñez          para todo el mejor.





Narrador

 



Gómez Peláez          en pie se levantó:





Gómez Peláez

 



¿Qué vale, Minaya,          toda esa razón?





Que en esta corte          hartos hay para vos;





Y quien algo quisiese          sería su ocasión.

 3460




Si Dios quisiere          que de esta bien salgamos nos,





Después veréis          qué dijisteis o qué no.





Narrador

 



Dijo el Rey:





Rey

 



Acabe esta razón;





No diga ninguno          de ella más alegación.





Mañana sea la lid,          cuando saliere el sol,

 3465




De estos tres contra tres          que retaron en la corte.





Narrador

 



Luego hablaron          los infantes de Carrión:





Infantes

 



Dadnos, Rey, plazo          que mañana ser no puede.





Armas y caballos          tienen los del Campeador,





Nos antes tendremos que ir          a tierras de Carrión.

 3470




Narrador

 



Habló el Rey          con el Campeador:





Rey

 



Sea esta lid          donde mandaréis vos.





Narrador

 



Entonces dijo el Cid:





Cid

 



No lo haré, señor;





Más quiero a Valencia          que a tierras de Carrión.





Narrador

 



Entonces dijo el Rey:





Rey

 



Sin duda, Campeador

 3475




Dadme vuestros caballeros          con todas vuestras guarniciones,





Vayan conmigo,          yo seré el protector;





Yo os lo aseguro,          como a buen vasallo hace señor,





Que no sufran atropello          de conde ni de infanzón.





Aquí les pongo plazo          dentro en mi corte:

 3480




Al cabo de tres semanas,          en las vegas de Carrión,





Que hagan esta lid          estando delante yo;





Quien no viniere al plazo,          pierda la razón;





Además, allí sea vencido          y escape por traidor.





Narrador

 



Acataron el juicio          los infantes de Carrión.

 3485




Mío Cid al Rey          las manos le besó





Y dijo:





Cid

 



Pláceme, señor.35





Estos mis tres caballeros          en vuestra mano son,





Desde aquí os los encomiendo          como a Rey y a señor;





Ellos están preparados          para cumplir su misión.





¡Honrados enviádmelos a Valencia,          por amor del Criador!

 3490




Narrador

 



Entonces repuso el Rey:





Rey

 



¡Así lo mande Dios!





Narrador

 



Allí se quitó el capillo          el Cid Campeador,





Y la cofia de ranzal          que blanca era como el sol,





Y soltaba la barba          y sacola del cordón.





No se hartan de catarle          cuantos hay en la corte.

 3495




Se dirigió al conde don Enrique          y al conde don Remón;





Abrazolos tan bien          y ruégalos de corazón





Que prendan de sus haberes          cuanto hubieren sabor.





A esos y a los otros          que de buena parte son,





A todos los rogaba          según tengan sabor;

 3500




Tales hay que prenden,          tales hay que no.





Los doscientos marcos          al rey los soltó;





De lo demás tomó tanto          cuanto hubo sabor.





Cid

 



¡Merced os pido, Rey,          por amor del Criador!





Cuando todas estas nuevas          así puestas son,

 3505




Beso vuestras manos          con vuestra gracia, señor,





E irme quiero a Valencia,          con afán la gané yo.

[Nota del editor.]36




 

 

150

 

El Rey se admira del caballo Babieca. El Cid se lo ofrece, pero el Rey no lo acepta. Alocución del Cid a sus lidiadores. Despedida del Cid y del Rey. Preparación de los retos que se celebrarán en Carrión. Pero Bermúdez vence a don Fernando


Narrador

 



El Rey alzó la mano,          la cara se santiguó:





Rey

 



¡Yo lo juro          por san Isidro el de León





Que en todas nuestras tierras          no hay tan buen varón!

 3510




Narrador

 



Mío Cid en el caballo          adelante se llegó,





Fue a besar la mano          a Alfonso, su señor.





Cid

 



Me mandasteis galopar          a Babieca el corredor,





En moros ni en cristianos          otro tal no hay hoy;





Yo os lo doy en don,          mandadle tomar, señor.

 3515




Narrador

 



Entonces dijo el Rey:





Rey

 



De esto no tengo sabor





Si a vos le quitase,          el caballo no tendría tan buen señor;





Mas tal caballo como éste          para tal como vos,





Para vencer moros en el campo          y ser perseguidor;





Quien a vos quisiere quitarlo          no le valga el Criador,

 3520




Que por vos y por el caballo          honrados somos nos.





Narrador

 



Entonces se despidieron          y luego se partió de la corte.





El Campeador a los que han de lidiar          muy bien les aconsejó:





Cid

 



Ya, Martín Antolínez          y vos Pero Bermúdez y Muño Gustioz,37





Firmes estad en el campo,          a guisa de varones;

 3525




Buenos mandados me vayan          a Valencia de vos.





Narrador

 



Dijo Martín Antolínez:





Martín Antolínez

 



¿Por qué lo decís, señor?





Hemos tomado la deuda          y se ha de cumplir por nos;





Podréis oír de muertos          que de vencidos no.





Narrador

 



Alegre fue con esto          el que en buena hora nació;

 3530




Despidiose de todos          los que sus amigos son.





Mío Cid para Valencia          y el Rey para Carrión.





Las tres semanas de plazo          todas cumplidas son;





Helos al plazo          los del Campeador;





Cumplir quieren la deuda          que les mandó su señor;

 3535




Ellos están bajo el poder          del rey don Alfonso el de León





Dos días esperaron          a los infantes de Carrión;





Vienen muy bien preparados          de caballos y de guarniciones,





Y todos sus parientes          con ellos son:





Que si los pudiesen apartar          a los del Campeador,

 3540




Que los matasen en el campo          para deshonra de su señor.





El conspirar fue malo          que lo demás no se empezó,





Que gran miedo tuvieron          a Alfonso el de León





De noche velaron las armas          y rogaron al Criador.





Pasada es la noche,          ya quiebran los albores;

 3545




Muchos se juntaron          de buenos ricos hombres





Por ver esta lid,          pues tenían de ella sabor;





Además, sobre todos,          allí está el rey don Alfonso,





Para amparar el derecho          y no consentir sinrazón.





Ya se metían en armas          los del buen Campeador,

 3550




Los tres se ponen de acuerdo,          que son de un señor.





En otro lugar se arman          los infantes de Carrión;





Estábalos aconsejando          el conde García Ordóñez.





Estuvieron en consejo,          dijéronlo al rey Alfonso:





Que no usaran en la batalla          las espadas tajadoras Colada y Tizón.38

 3555




Que no lidiasen con ellas          los del Campeador.





Muy arrepentidos estaban los infantes          por cuanto dadas son.





Dijéronselo al Rey,          mas no se lo concedió:





Rey

 



¡No sacasteis ninguna,          cuando tuvimos la corte!





Si buenas las tenéis,          de pro serán para vos;

 3560




Otro tanto serán          a los del Campeador.





Alzad y salid al campo,          infantes de Carrión,





Es menester que lidiéis          a guisa de varones





Que nada quedará          por los del Campeador.





Si del campo bien salís,          gran honra tendréis vos;

 3565




Y, si fuereis vencidos,          no nos culpéis a nos,





Que todos lo saben          que lo buscasteis vos.





Narrador

 



Ya se van arrepintiendo          los infantes de Carrión;





De lo que habían hecho,          muy arrepentidos son;





No lo querrían haber hecho          por cuanto hay en Carrión.

 3570




Todos los tres son armados,          los del Campeador;





Íbalos a ver          el rey don Alfonso.





Dijeron          los del Campeador:





Caballeros del Cid

 



Os besamos las manos,          como a Rey y señor,





Que fiel seáis hoy          de ellos y de nos;

 3575




En derecho valednos,          en injusticia alguna, no.





Aquí tienen su bando          los infantes de Carrión,





No sabemos          qué tramarán ellos o qué no;





En vuestra mano          nos puso nuestro señor:





¡Protegednos en derecho          por amor del Criador!

 3580




Narrador

 



Entonces dijo el Rey:





Rey

 



De alma y de corazón.





Narrador

 



Tráenles los caballos          buenos y corredores;





Santiguaron las sillas          y cabalgan con vigor;





Los escudos en los cuellos,          que bien blocados son;





En mano prenden las astas          de hierros tajadores;

 3585




Estas tres lanzas          traen sendos pendones;





En derredor de ellos,          muchos buenos varones.





Ya salieron al campo          donde estaban los mojones.





Los tres han acordado,          los del Campeador,





Que cada uno de ellos          fuese a herir a su competidor.

 3590




Ved de la otra parte          a los infantes de Carrión,





Muy bien acompañados,          que muchos parientes son.





El Rey les dio fieles          para decir el derecho y más no;





Que no traten con ellos          de sí o de no.





Cuando estaban en el campo,          el rey don Alfonso habló:

 3595




Rey

 



Oíd lo que os digo,          infantes de Carrión:





Esta lid en Toledo la hicierais,          mas no quisisteis vos.





Estos tres caballeros          de mío Cid el Campeador





Yo los traje a salvo          a tierras de Carrión;





Ejerced vuestro derecho,          entuerto no queráis vos;

 3600




Que, quien entuerto quisiere hacer,          mal se lo vedaré yo;





En todo mi reino,          no tendrá buen sabor.





Narrador

 



Ya les va pesando          a los infantes de Carrión.





Los fieles y el Rey          enseñaron los mojones;





Salíanse del campo,          todos alrededor.

 3605




Bien se lo señalaron          a todos los seis que son:





Que por allí sería vencido          quien saliese del mojón.





Todas las gentes          se apartaron alrededor,





Más de seis astas de lanza,          que no llegasen al mojón.





Sorteábanles el campo,          ya les partían el sol.

 3610




Salían los fieles de en medio,          ellos cara a cara son.





Desde allí venían los de mío Cid          a los infantes de Carrión,





Y los infantes de Carrión          a los del Campeador;





Cada uno de ellos          al suyo presta atención.





Embrazan los escudos          delante los corazones,

 3615




Bajan las lanzas          envueltas con los pendones,





Inclinaban las caras          sobre los arzones,





Aguijaban los caballos          con los espolones;





Temblar quería la tierra por donde iban veloces.





Cada uno de ellos          al suyo presta atención,

 3620




Todos tres contra tres          ya juntados son:





Piensan que entonces caerán muertos          los que están alrededor.





Pero Bermúdez,          el que antes retó,





Con Fernán González          de cara se juntó;





Heríanse en los escudos          sin ningún pavor

 3625




Fernán González a Pero Bermúdez          el escudo le pasó,





Diole en vacío,          en carne no le tocó,





Bien por dos lugares          el asta le quebró.





Firme estuvo Pero Bermúdez,          por eso no vaciló;





Un golpe recibiera,          mas con otro hirió;

 3630




Quebrantó la bloca del escudo,          aparte se la echó,





Pasóselo todo,          que nada le valió;





Metiole la lanza por el pecho,          que nada le valió;





Tres mallas de loriga tiene Fernando,          esto le salvó;





Las dos se desgarran          y la tercera quedó;

 3635




El velmez con la camisa          y con la guarnición,





Hasta dentro de la carne,          una mano se lo metió;





Por la boca afuera,          la sangre le salió;





Se le quebraron las cinchas,          ninguna le hubo pro,





Por la grupa del caballo,          en tierra lo echó.

 3640




Así lo pensaban las gentes          que malherido es de muerte.





Él dejó la lanza          y mano a la espada metió;





Cuando lo vio Fernán González,          reconoció a Tizón;





Antes que el golpe esperase,          dijo:





Fernando

 



Vencido soy.





Narrador

 



Otórganselo los fieles,          Pero Bermúdez le dejó.

 3645



 

 

151

 

Martín Antolínez vence a don Diego

 

 


Martín Antolínez y Diego González          hiriéronse con las lanzas,




Tales fueron los golpes          que se les quebraron ambas.




Martín Antolínez          mano metió a la espada;




Relumbra todo el campo,          tanto es limpia y clara;




Diole un golpe,          de través lo alcanzaba;

 3650



El casco de encima          aparte se lo echaba;




Las correas del yelmo          todas se las cortaba;




Allá llevó el almófar,          hasta la cofia llegaba;




La cofia y el almófar          todo se lo llevaba;




Cortole los pelos de la cabeza,          bien a la carne llegaba;

 3655



Lo uno cayó en el campo          y lo otro encima quedaba.




Cuando este golpe ha dado          Colada la preciada,




Vio Diego González          que no escaparía con alma;




Volvió la rienda al caballo          para tornarse de cara.




Entonces Martín Antolínez          recibiole con la espada;

 3660



Un golpe le dio de plano,          con el filo no le alcanzaba.




Diego González espada tiene en mano          mas no la ensayaba.39




Entonces el infante          tan grandes voces daba:




Diego

 



¡Válgame, Dios glorioso,          señor, y líbrame de esta espada!

 3665




Narrador

 



El caballo refrena          y, apartándolo de la espada,





Sacolo del mojón;          Martín Antolínez en el campo quedaba.





Entonces dijo el Rey:





Rey

 



Venid vos a mi compaña.





Por cuanto habéis hecho,          vencido habéis esta batalla.





Narrador

 



Otórganselo los fieles          que dice verdadera palabra.

 3670



 

 

152

 

Muño Gustioz vence a Asur González. Los caballeros de Cid vuelven a Valencia. Alegría del Cid. Segundos matrimonios de las hijas del Cid. Muerte del Cid. Fin del Cantar

 

 


Los dos han vencido;          os diré de Muño Gustioz,




Con Asur González          cómo se comportó.




Dábanse en los escudos          unos tan grandes golpes;




Asur González,          forzudo y de valor,




Dio en el escudo          a don Muño Gustioz;

 3675



Tras el escudo,          pasole la guarnición;




En vacío dio la lanza,          que en carne no le entró.




Este golpe recibido,          otro dio Muño Gustioz,




Tras el escudo,          pasole la guarnición,




Por medio de la bloca          el escudo le quebrantó;

 3680



No le pudo guardar,          pasole la guarnición,




Aparte le cogió,          que no cabe el corazón;




Metiole por la carne adentro          la lanza con el pendón;




Por la otra parte,          una braza se la sacó;




Con él dio un giro,          de la silla lo movió;

 3685



Al tirar de la lanza,          en tierra lo echó;




Bermejo salió el astil          y la lanza y el pendón.




Todos piensan          que herido es de muerte.




La lanza recobró          y sobre él se paró.




Dijo Gonzalo Ansúrez:




Don Gonzalo

 



¡No le hiráis, por Dios!

 3690




¡Vencido es el campo,          cuando esto se acabó!





Narrador

 



Dijeron los fieles:





Fieles

 



Esto afirmamos nos.





Narrador

 



Mandó despejar el campo          el buen rey don Alfonso;





Las armas que allí quedaron          él se las tomó.





Por honrados se parten          los del buen Campeador;

 3695




Vencieron esta lid,          gracias al Criador.





Grandes son los pesares          por tierras de Carrión.





El Rey a los de mío Cid          de noche los envió,





Que no les diesen salto          ni tuviesen pavor.





A guisa de prudentes          andan días y noches;

 3700




Helos en Valencia          con mío Cid el Campeador;





Por malos los dejaron          a los infantes de Carrión;





Cumplido han la deuda          que les mandó su señor;





Alegre fue con esto          mío Cid el Campeador.





Grande es la deshonra          de los infantes de Carrión:

 3705




¡Quien a buena dueña escarnece          y la deja después,





Tal le acontezca          o siquiera peor!





Dejémonos de pleitos          de los infantes de Carrión;





De lo que han recibido,          tienen muy mal sabor;





Hablemos de éste          que en buena hora nació.

 3710




Grandes son los gozos          en Valencia la mayor,





Porque tan honrados fueron          los del Campeador





Tomose la barba          Ruy Díaz su señor:





Cid

 



¡Gracias al Rey del cielo,          mis hijas vengadas son!





¡Ahora las tengan libres          las heredades de Carrión!

 3715




Sin vergüenza las casaré          pese a quien pese o a quien no.





Narrador

 



Anduvieron en pleitos          los de Navarra y de Aragón;





Tuvieron su consulta          con Alfonso el de León;





Hicieron sus casamientos          con doña Elvira y con doña Sol.





Los primeros fueron grandes          mas estos son mejores;

 3720




Con mayor honra las casa          que lo que primero fue:





Ved cual honra crece          al que en buena hora nació,





Cuando señoras son sus hijas          de Navarra y Aragón.





Hoy los reyes de España          sus parientes son;





A todos alcanza honra          por el que en buena hora nació.

 3725




Dejado ha este siglo el día de quincuagésima.          ¡De Cristo haya perdón!40





¡Así hagamos nos todos          justos y pecadores!





Estas son las nuevas          de mío Cid el Campeador;





En este lugar,          se acaba esta razón.

 3730




¡Quien escribió este libro          dele Dios paraíso, amén!





Per Abbat le escribió          en el mes de mayo,





En era de Mill e CC (e) XLV años.








El manuscrito termina con unos versos, añadidos sin duda para uso del pedigüeño juglar, que dicen así:

 


El román es leído,




dadnos del vino;




si no tenéis dineros,




echad allá unos peños,




que bien os lo darán sobre ellos.



 

Enlace a la página de Gonzalo de Berceo en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes

http://bib.cervantesvirtual.com/bib_autor/gonzalodeberceo/pcuartonivel.jsp?conten=presentacion

Milagros de nuestra señora

Milagros de nuestra señora

Milagros de Nuestra Señora

 

Gonzalo de Berceo

 

[Nota preliminar: presentamos la edición de Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo, manuscrito 93 del Archivo de la Abadía de Santo Domingo de Silos, basándonos en la edición de Michael Gerli (Berceo, Gonzalo de, Milagros de Nuestra Señora, Madrid, Cátedra, 1988), cuya consulta recomendamos. Se opta por mantener las grafías del original eliminando las variantes gráficas no significativas, y por eliminar las marcas de editor, asumiendo, cuando lo creemos oportuno, las correcciones, reconstrucciones y enmiendas propuestas por Gerli.]




 

 

   Introducción

 

1

Amigos e vasallos          de Dios omnipotent,




si vos me escuchásedes          por vuestro consiment,




querríavos contar          un buen aveniment:




terrédeslo en cabo          por bueno verament.



 

2

Yo maestro Gonzalvo          de Berceo nomnado,




yendo en romería          caecí en un prado,




verde e bien sencido,          de flores bien poblado,




logar cobdiciaduero          pora homne cansado.



 

3

Daban olor sovejo          las flores bien olientes,




refrescaban en homne          las caras e las mientes;




manaban cada canto          fuentes claras corrientes,




en verano bien frías,          en ivierno calientes.



 

4

Habién y grand abondo          de buenas arboledas,




milgranos e figueras,          peros e mazanedas,




e muchas otras fructas          de diversas monedas,




mas non habié ningunas          podridas ni acedas.



 

5

La verdura del prado,          la olor de las flores,




las sombras de los árbores          de temprados sabores,




resfrescáronme todo          e perdí los sudores:




podrié vevir el homne          con aquellos olores.



 

6

Nunca trobé en sieglo          logar tan deleitoso,




nin sombra tan temprada          ni olor tan sabroso;




descargué mi ropiella          por yacer más vicioso,




poséme a la sombra          de un árbor fermoso.



 

7

Yaciendo a la sombra          perdí todos cuidados,




odí sonos de aves,          dulces e modulados:




nunca udieron homnes          órganos más temprados,




nin que formar pudiesen          sones más acordados.



 

8

Unas tenién la quinta,          e las otras doblaban;




otras tenién el punto,          errar no las dejaban;




al posar e al mover,          todas se esperaban,




aves torpes nin roncas          y non se acostaban.



 

9

Non serié organista          nin serié vïolero,




nin giga, nin salterio          nin mano de rotero,




nin estrument nin lengua          nin tan claro vocero




cuyo canto valiese          con esto un dinero.



 

10

Peroque vos disiemos          todas estas bondades,




non contamos la diezmas,          esto bien lo creades:




que habié de noblezas          tantas diversidades




que no las contarien          priores ni abades.



 

11

El prado que vos digo          habié otra bondat:




por calor nin por frío          non perdié su beltat,




siempre estaba verde          en su entegredat,




non perdrie la verdura          por nulla tempestat.



 

12

Manamano que fui          en tierra acostado,




de todo el lacerio          fui luego folgado;




oblidé toda cuita          el lacerio pasado:




¡Qui allí se morase          serié bienventurado!



 

13

Los homnes e las aves,          cuantos acaecién,




levaban de las flores          cuantas levar querién,




mas mengua en el prado          niguna non facién:




por una que levaban          tres e cuatro nacién.



 

14

Semeja esti prado          egual de Paraíso,




en qui Dios tan grand gracia,          tan grand bendición miso;




el que crió tal cosa          maestro fue anviso:




homne que y morase          nunca perdrié el viso.



 

15

El fructo de los árbores          era dulz e sabrido;




si don Adám hobiese          de tal fructo comido,




de tan mala manera          non serié decibido,




nin tomarién tal daño          Eva ni so marido.



 

16

Señores e amigos,          lo que dicho habemos




palabra es oscura,          esponerla queremos;




tolgamos la corteza,          al meollo entremos,




prendamos lo de dentro,          lo de fuera desemos.



 

17

Todos cuantos vevimos,          que en piedes andamos,




siquiere en preson          o en lecho yagamos,




todos somos romeos          que camino andamos,




San Peidro lo diz esto,          por él vos lo probamos.



 

18

Cuanto aquí vivimos          en ajeno moramos;




la ficanza durable          suso la esperamos;




la nuestra romería          estonz la acabamos,




cuando a Paraíso          las almas envïamos.



 

19

En esta romería          habemos un buen prado




en qui trova repaire          tot romeo cansado:




la Virgin Glorïosa,          madre del buen Criado,




del cual otro ninguno          egual non fue trobado.



 

20

Esti prado fue siempre          verde en honestat,




ca nunca hobo mácula          la su virginidat,




post partum et in partu          fue virgin de verdat,




ilesa, incorrupta          en su entegredat.



 

21

Las cuatro fuentes claras          que del prado manaban




los cuatro evangelios,          eso significaban,




ca los evangelistas          cuatro que los dictaban,




cuando los escribién,          con ella se fablaban.



 

22

Cuanto escribién ellos,          ella lo emendaba,




eso era bien firme          lo que ella laudaba;




parece que el riego          todo d’ella manaba




cuando a menos d’ella          nada non se guiaba.



 

23

La sombra de los árbores,          buena, dulz e sanía,




en qui ave repaire          toda la romería,




sí son las oraciones          que faz Santa María,




que por los pecadores          ruega noche e día.



 

24

Cuantos que son en mundo,          justos e pecadores,




coronados e legos,          reis e emperadores,




allí corremos todos,          vasallos e señores,




todos a la su sombra          imos coger las flores.



 

25

Los árbores que facen          sombra dulz e donosa




son los santos miraclos          que faz la Glorïosa,




ca son mucho más dulces          que azúcar sabrosa,




la que dan al enfermo          en la cuita rabiosa.



 

26

Las aves que organan          entre esos fructales,




que han las dulces voces,          dicen cantos leales,




estos son Agustino,          Gregorio, otros tales,




cuanto que escribieron          los sos fechos reales.



 

27

Estos habién con ella          amor e atenencia,




en laudar los sos fechos          metién toda femencia;




todos fablaban d’ella,          cascuno su sentencia,




pero tenién por todo          todos una creencia.



 

28

El roseñor que canta          por fin maestría,




siquiere la calandria          que faz grand melodía,




mucho cantó mejor          el barón Isaía




e los otros profetas,          honrada compañía.



 

29

Cantaron los apóstolos          muedo muy natural,




confesores e mártires          facien bien otro tal;




las vírgines siguieron          la gran Madre caudal,




cantan delante d’ella          canto bien festival.



 

30

Por todas las eglesias,          esto es cada día,




cantan laudes ant ella          toda la clerecía:




todos li facen cort          a la Virgo María;




estos son roseñoles          de grand lacentería.



 

31

Tornemos ennas flores          que componen el prado,




que lo facen fermoso,          apuesto e temprado;




las flores son los nomnes          que li da el dictado




a la Virgo María,          madre del buen Criado.



 

32

La benedicta Virgen          es estrella clamada,




estrella de los mares,          guïona deseada,




es de los marineros          en las cuitas guardada,




ca cuando ésa veden          es la nave guiada.



 

33

Es clamada, y éslo          de los cielos, reina,




tiemplo de Jesu Cristo,          estrella matutina,




señora natural,          pïadosa vecina,




de cuerpos e de almas          salud e medicina.



 

34

Ella es vellocino          que fue de Gedeón,




en qui vino la pluvia,          una grand visïón;




ella es dicha fonda          de David el varón




con la cual confondió          al gigant tan felón.



 

35

Ella es dicha fuent          de qui todos bebemos,




ella nos dio el cebo          de qui todos comemos;




ella es dicha puerto          a qui todos corremos,




e puerta por la cual          entrada atendemos.



 

36

Ella es dicha puerta          en sí bien encerrada,




pora nos es abierta          pora darnos la entrada;




ella es la palomba          de fiel bien esmerada,




en qui non cae ira,          siempre está pagada.



 

37

Ella con grand derecho          es clamada Sïón,




ca es nuestra talaya,          nuestra defensïón:




ella es dicha trono          del reï Salomón,




reï de grand justicia,          sabio por mirazón.



 

38

Non es nomne ninguno          que bien derecho avenga




que en alguna guisa          a ella non avenga;




non ha tal que raíz          en ella no la tenga,




nin Sancho nin Domingo,          nin Sancha nin Domenga.



 

39

Es dicha vid, es uva,          almendra, malgranada,




que de granos de gracia          está toda calcada,




oliva, cedro, bálsamo,          palma bien ajumada,




piértega en que sovo          la serpiente alzada.



 

40

El fust que Moïsés          enna mano portaba




que confondió los sabios          que Faraón preciaba,




el que abrió los mares          e depués los cerraba,




si non a la Gloriosa          ál non significaba.



 

41

Si metiéremos mientes          en el otro bastón




que partió la contienda          que fue por Aarón,




ál non significaba,          como diz la lectión,




si non a la Gloriosa,          esto bien con razón.



 

42

Señores e amigos,          en vano contendemos,




entramos en grand pozo,          fondo no’l trovaremos;




más serién los sus nomnes          que nos d’ella leemos




que las flores del campo,          del más grand que sabemos.



 

43

Desuso lo disiemos          que eran los fructales




en qui facién las aves          los cantos generales




los sus sanctos miraclos,          grandes e principales,




los cuales organamos          ennas fiestas caubdales.



 

44

Quiero dejar con tanto          las aves cantadores,




las sombras e las aguas,          las devantdichas flores;




quiero d’estos fructales          tan plenos de dulzores




fer unos pocos viesos,          amigos e señores.



 

45

Quiero en estos árbores          un ratiello sobir




e de los sos miraclos          algunos escribir;




la Gloriosa me guíe          que lo pueda complir,




ca yo non me trevría          en ello a venir.



 

46

Terrélo por miráculo          que lo faz la Gloriosa




si guiarme quisiere          a mí en esta cosa;




Madre, plena de gracia,          reina poderosa,




tú me guía en ello,          ca eres pïadosa.



 

 

   La casulla de San Ildefonso

 

47

En España cobdicio          de luego empezar,




en Toledo la magna,          un famado logar,




ca non sé de cual cabo          empiece a contar




ca más son que arenas          en riba de la mar.



 

48

En Toledo la buena,          esa villa real,




que yace sobre Tajo,          esa agua cabdal,




hobo un arzobispo,          coronado leal,




que fue de la Gloriosa          amigo natural.



 

49

Diciénli Ildefonso,          dizlo la escriptura,




pastor que a su grey          daba buena pastura,




homne de sancta vida          que trasco grand cordura,




que nos mucho digamos,          so fecho lo mestura.



 

50

Siempre con la Gloriosa          hobo su atenencia,




nunca varón en dueña          metió mayor querencia;




en buscarli servicio          metié toda femencia,




facié en ello seso          e buena providencia.



 

51

Sin los otros servicios,          muchos e muy granados,




dos yacen en escripto,          éstos son más notados,




fizo d’ella un libro          de dichos colorados




de su virginidat          contra tres renegados.



 

52

Fizo’l otro servicio          el leal coronado,




fízoli una fiesta          en deciembre mediado.




La que cae en marzo,          día muy señalado,




cuando Gabrïel vino          con el rico mandado.



 

53

Cuando Gabrïel vino          con la mesagería,




cuando sabrosamientre          diso «Ave María»,




e dísoli por nuevas          que parrié Mesía




estando tan entrega          como era al día.



 

54

Estonz cae un tiempo,          esto por conocía,




non canta la eglesia          canto de alegría,




non lieva so derecho          tan señalado día.




Si bien lo comediéremos,          fizo grand cortesía.



 

55

Fizo gran providencia          el amigo leal,




que puso esa festa          cerca de la Natal;




asentó buena viña          cerca de buen parral,




la Madre con el Fijo,          par que non ha egual.



 

56

Tiempo de cuaresma          es de aflictión,




nin cantan «Aleluya»          nin facen procesión;




todo esto asmaba          el anviso varón,




hobo luego por ello          honrado gualardón.



 

57

Señor Sant Illefonso,          coronado leal,




facié a la Gloriosa          festa muy general;




fincaron en Toledo          pocos en su hostal




que non fueron a Misa          a la sied obispal.



 

58

El sancto arzobispo,          un leal coronado,




por entrar a la Misa          estaba aguisado;




en su preciosa cátedra          se sedié asentado;




aduso la Gloriosa          un present muy honrado.



 

59

Apareció’l la Madre          del Rey de Magestat




con un libro en mano          de muy grand claridat:




el que él habié fecho          de la virginidat;




plógo’l a Illefonso          de toda voluntat.



 

60

Fízoli otra gracia          cual nunca fue oída:




dioli una casulla          sin aguja cosida;




obra era angélica,          non de homne tejida,




fablóli pocos vierbos,          razón buena, complida.



 

61

«Amigo, -díso’l- sepas          que só de ti pagada,




ásme buscada honra          non simple, ca doblada:




fecist de mí buen libro,          ásme bien alabada,




fecístme nueva festa          que non era usada.



 

62

A la tu Misa nueva          d’esta festividat,




adúgote ofrenda          de grand auctoridat:




casulla con que cantes,          preciosa de verdat,




hoy en el día sancto          de la Navidat.



 

63

De ser en la cátedra          que tú estás posado,




al tu cuerpo señero          es esto condonado;




de vestir esta alba          a ti es otorgado,




otro que la vistiere          non será bien hallado.»



 

64

Dichas estas palabras,          la Madre glorïosa




tollióseli de ojos,          non vío nulla cosa;




acabó su oficio          la persona preciosa




de la Madre de Cristo,          crïada e esposa.



 

65

Esta festa preciosa          que habemos contada




en general concilio          fue luego confirmada:




es por muchas eglesias          fecha e celebrada,




mientre el sieglo fuere          non será oblidada.



 

66

Cuando plogo a Cristo,          al celestial Señor,




finó Sant Illefonso,          precioso confesor;




honrólo la Gloriosa,          Madre del Crïador,




dio’l gran honra al cuerpo,          a la alma muy mejor.



 

67

Alzaron arzobispo          un calonge lozano,




era mucho sobervio          e de seso liviano;




quiso eguar al otro,          fue en ello villano,




por bien non gelo tovo          el pueblo toledano.



 

68

Posóse enna cátedra          del su antecesor,




demandó la casulla          que’l dio el Crïador;




diso palabras locas          el torpe pecador,




pesaron a la Madre          de Dios Nuestro Señor.



 

69

Diso unas palabras          de muy grand liviandat:




«Nunca fue Illefonso          de mayor dignidat,




tan bien so consegrado          como él por verdat,




todos somos eguales          enna humanidat.»



 

70

Si non fuese Sïagrio          tan adelante ido,




si hobiese su lengua          un poco retenido,




non serié enna ira          del Crïador caído,




ond dubdamos que es          ¡mal pecado! perdido.



 

71

Mandó a los ministros          la casulla traer




por entrar a la Misa,          la confesión facer,




mas non li fo sofrido          ni hobo él poder,




ca lo que Dios non quiere          nunca puede ser.



 

72

Pero que ampla era          la sancta vestidura,




isióli a Sïagrio          angosta sin mesura:




prísoli la garganta          como cadena dura,




fue luego enfogado          por la su grand locura.



 

73

La Virgen glorïosa,          estrella de la mar,




sabe a sus amigos          gualardón bueno dar:




bien sabe a los buenos          el bien gualardonar,




a los que la desierven          sábelos mal curar.



 

74

Amigos, a tal Madre          aguardarla debemos:




si a ella sirviéremos          nuestra pro buscaremos,




honraremos los cuerpos,          las almas salvaremos,




por poco de servicio          grand gualardón prendremos.



 

 

   El sacristán fornicario

 

75

Amigos, si quisiésedes          un poco esperar,




aun otro miraclo          vos querría contar,




que por Sancta María          denó Dios demostrar,




de cuya lege quiso          con su boca mamar.



 

76

Un monje beneíto          fue en una mongía,




el logar no lo leo,          decir no lo sabría,




querié de corazón          bien a Sancta María,




facié a la su statua          el enclín cada día.



 

77

Facié a la su statua          el enclín cada día,




fincaba los enojos,          dicié: «Ave María»;




el abat de la casa          dio’l la sacristanía,




ca teniélo por cuerdo          e quito de folía.



 

78

El enemigo malo,          de Belzebud vicario,




que siempre fue e éslo          de los buenos contrario,




tanto pudió bullir          el sotil aversario,




que corrompió al monje,          fízolo fornicario.



 

79

Priso un uso malo          el loco pecador,




de noche, cuando era          hechado el prior,




isié por la eglesia          fuera del dormitor,




corrié el entorpado          a la mala labor.



 

80

Siquier a la exida,          siquier a la entrada,




delante del altar          li cadié la pasada;




el enclín e la Ave          teniéla bien usada,




non se li oblidaba          en ninguna vegada.



 

81

Corrié un río bono          cerca de la mongía;




haviélo de pasar          el monje todavía;




do se vinié el loco          de complir su folía,




cadió e enfogóse          fuera de la freiría.



 

82

Cuando vino la hora          de matines cantar,




non habié sancristano          que podiese sonar;




levantáronse todos,          quisque de su logar;




fueron a la eglesia          al fraire despertar.



 

83

Abrieron la eglesia          como mejor sopieron,




buscaron al clavero,          trobar no lo podieron;




buscando sus e yuso          atanto andidieron,




do yacié enfogado,          allá lo enfirieron.



 

84

Qué podrié ser esto          no lo podién asmar,




si’s murió o’l mataron          no lo sabién judgar;




era muy grand la basca          e mayor el pesar,




ca cadié en mal precio          por esto el logar.



 

85

Mientre yacié en vano          el cuerpo en el río,




digamos de la alma          en cual pleito se vío:




vinieron de dïablos          por ella grand gentío,




por levarla al báratro,          de deleit bien vacío.



 

86

Mientre que los dïablos          la trayén com a pella,




vidiéronla los ángeles,          descendieron a ella,




ficieron los dïablos          luego muy grand querella,




que suya era quita,          que se partiesen d’ella.



 

87

Non hobieron los ángeles          razón de vocealla,




ca hobo la fin mala          e asín fue sin falla;




tirar no lis podieron          valient una agalla;




hobieron a partirse          tristes de la batalla.



 

88

Acorrió’l la Gloriosa,          reina general,




ca tenién los dïablos          mientes a todo mal;




mandólis atender,          non osaron fer ál,




moviólis pletesía          firme e muy cabdal.



 

89

Propuso la Gloriosa          palabra colorada,




«Con esta alma, foles,          -diz- non habedes nada;




mientre fue en el cuerpo          fue mi acomendada;




agora prendrié tuerto          por ir desamparada.»



 

90

De la otra partida          recudió el vocero,




un sabidor dïablo, sotil et muy puntero:




«Madre eres de Fijo,          alcalde derechero,




que no’l place la fuerza          nin es end placentero.



 

91

Escripto es que homne          allí do es fallado




o en bien o en mal,          por ello es judgado;




si esti tal decreto          por ti fuere falsado,




el pleit del Evangelio          todo es descuidado.»



 

92

«Fablas -diz la Gloriosa-          a guis de cosa nescia;




non te riepto, ca eres          una cativa bestia;




cuando ixió de casa,          de mí priso licencia,




del pecado que fizo          yo’l daré penitencia.



 

93

Serié en fervos fuerza          non buena parecencia;




mas apelo a Cristo,          a la su audïencia,




el que es poderoso,          pleno de sapiencia,




de la su boca quiero          oír esta sentencia.»



 

94

El Reï de los Cielos,          alcalde sabidor,




partió esta contienda,          non vidiestes mejor:




mandó tornar la alma          al cuerpo el Señor,




desent cual mereciese,          recibrié tal honor.



 

95

Estaba el convento          triste e desarrado,




por esti mal ejemplo          que lis era uviado;




resuscitó el fraire          que era ya pasado;




espantáronse todos          ca era aguisado.



 

96

Fablólis el buen homne,          dísolis: «Compañeros,




muerto fui e so vivo,          d’esto seet bien certeros,




¡Grado a la Gloriosa          que salva sos obreros,




que me libró de manos          de los malos guerreros.»



 

97

Contólis por su lengua          toda la ledanía,




qué dicien los dïablos          e qué Sancta María;




cómo lo quitó ella          de su podestadía,




si por ella non fuese,          serié en negro día.



 

98

Rendieron a Dios gracias          de buena voluntat,




a la sancta reina,          mader de pïadat,




que fizo tal miraclo          por su benignidat,




por qui está más firme          toda la cristiandat.



 

99

Confesóse el monje          e fizo penitencia,




mejoróse de toda          su mala contenencia,




sirvió a la Gloriosa          mientre hobo potencia,




finó cuando Dios quiso          sin mala repindencia,




requiescant, pace          cun divina clemencia.



 

100

Muchos tales miraclos          e muchos más granados




fizo Sancta María          sobre sos aclamados;




non serién los millésimos          por nul homne contados,




mas de lo que sopiéremos,          seed nuestros pagados.



 

 

   El clérigo y la flor

 

101

Leemos de un clérigo          que era tiestherido,




ennos vicios seglares          ferament embebido;




pero que era loco,          habié un buen sentido,




amaba la Gloriosa          de corazón complido.



 

102

Comoquiere que era          en ál mal costumnado,




en saludar a ella          era bien acordado;




nin irié a eglesia          nin a ningún mandado,




que el su nomne ante          non fuese aclamado.



 

103

Decir no lo sabría          sobre cuál ocasión,




ca nos no lo sabemos          si lo buscó o non,




diéronli enemigos          salto a est varón,




hobieron a matarlo:          ¡Domne Dios lo perdón!



 

104

Los homnes de la villa          e los sus compañeros




esto como cuntiera          com non eran certeros,




defuera de la villa          entre unos riberos,




allá lo soterraron,          non entre los dezmeros.



 

105

Pesó’l a la Gloriosa          con est enterramiento,




que yacié el su siervo          fuera de su conviento;




pareció’l a un clérigo          de buen entendimiento,




dísoli que ficieran          en ello fallimiento.



 

106

Bien habié treinta días          que era soterrado:




en término tan luengo          podié ser dañado;




díso’l Sancta María:          «Ficiestes desguisado,




que yaz el mi notario          de vos tan apartado.



 

107

Mándote que lo digas:          que el mi cancelario




non merecié ser          echado del sagrario;




dilis que no lo dejen          y otro trentanario,




métanlo con los otros          en el buen fosalario.»



 

108

Demandóli el clérigo          que yacié dormitado:




«¿Quí eres tú que fablas?          Dime de ti mandado,




ca cuando lo disiero          seráme demandado




quí es el querelloso          o quí el soterrado.»



 

109

Dísoli la Gloriosa:          «Yo so Sancta María




madre de Jesu Cristo          que mamó leche mía;




el que vos desechastes          de vuestra compañía,




por cancellario mío          yo a esi tenía.



 

110

El que vos soterrastes          lueñe del cimiterio,




al que vos non quisiestes          facer nul ministerio,




yo por esti te fago          todo est reguncerio:




si bien no lo recabdas,          tente por en lacerio.»



 

111

El dicho de la dueña          fue luego recabdado,




abrieron el sepulcro          apriesa e privado;




vidieron un miraclo          non simple ca doblado,




el uno e el otro,          fue luego bien notado.



 

112

Isiéli por la boca          una fermosa flor




de muy grand fermosura,          de muy fresca color;




inchié toda la plaza          de sabrosa olor,




que non sentién del cuerpo          un punto de pudor.



 

113

Trobáronli la lengua          tan fresca e tan sana




cual parece de dentro          la fermosa mazana;




no la tenié más fresca          a la meredïana




cuando sedié fablando          en media la quintana.



 

114

Vidieron que viniera          esto por la Gloriosa,




ca otri non podrié          facer tamaña cosa;




transladaron el cuerpo,          cantando «Specïosa»,




aprés de la eglesia          en tumba más preciosa.



 

115

Todo homne del mundo          fará grand cortesía




qui ficiere servicio          a la Virgo María;




mientre que fuere vivo          verá placentería,




e salvará el alma al          postremero día.



 

 

   El galardón de la Virgen

 

116

D’un clérigo otro          nos diz la escriptura




que de Sancta María          amaba su figura:




siempre se inclinaba          contra la su pintura,




habié muy grand vergüenza          de la su catadura.



 

117

Amaba al so Fijo          e amaba a ella,




tenié por sol al Fijo,          la Madre por estrella;




querié bien al Fijuelo          e bien a la poncella,




porquelos servié poco          estaba con grand querella.



 

118

Apriso cinco motes,          motes de alegría,




que fablan de los gozos          de la Virgo María;




diciéselos el clérigo          delante cada día,




habié ella con ellos          muy grand placentería.



 

119

«Gozo ayas, María,          que el ángel credist,




gozo ayas, María,          que virgo concebist;




gozo ayas, María,          que a Cristo parist,




la ley vieja cerresti          e la nueva abrist.»



 

120

Cuantas fueron las plagas          que el Fijo sufrió,




dicié él tantos gozos          a la que lo parió;




si bono fo el clérigo          e bien lo mereció,




hobo gualardón bueno,          buen grado recibió.



 

121

Por estos cinco gozos          debemos ál catar:




cinco sesos del cuerpo          que nos facen pecar,




el ver, el oír,          el oler, el gostar,




el prender de las manos          que dicimos tastar.



 

122

Si estos cinco gozos          que dichos vos habemos




a la Madre gloriosa          bien gelos ofrecemos,




del yerro que por estos          cinco sesos facemos




por el so sancto ruego          grand perdón ganaremos.



 

123

Enfermó esti clérigo          de muy fuert manera,




que li querién los ojos          esir de la mollera;




tenié que era toda          complida la carrera,




e que li venié cerca          la hora postremera.



 

124

Apareció’l la Madre          del Reï celestial




que en misericordia          nunca hobo egual.




«Amigo -díso’l- sálvete          el Señor spirital,




de cuya Madre fust          tú amigo leal.



 

125

Afuérzate, non temas,          non seas desmarrido,




sepas serás aína          d’esti dolor guarido;




tente con Dios aúna          por de cuita esido,




ca dizlo el tu pulso          que es bueno complido.



 

126

Yo cerca ti estando,          tú non ayas pavor,




tente por mejorado          de toda la dolor;




recebí de ti siempre          servicio e amor,




darte quiero el precio          de esa tu labor.»



 

127

Bien se cuidó el clérigo          del lecho levantar,




e que podrié por campo          en sos piedes andar,




mas ha grand diferencia          de saber a cuidar:




hóbose otro guisa          esto a terminar.



 

128

Bien se cuidó el clérigo          de la presón esir




con sus conocientes          deportar e reír;




mas non podió la alma          tal plazo recebir,




desamparó el cuerpo,          hobo end a esir.



 

129

Prísola la Gloriosa,          de los cielos Reina,




fuese la afijada          con la buena madrina;




prisiéronla los ángeles          con la gracia divina,




leváronla al Cielo          do el bien nunca fina.



 

130

La Madre glorïosa          lo que li prometió,




benedicta sea ella          que bien gelo cumplió;




como lo dicié ella          él no lo entendió,




mas en cuanto que diso          verdadera isió.



 

131

Cuantos la voz udieron          e vidieron la cosa,




todos tenién que fizo          miráculo la Gloriosa;




tenién que fue el clérigo          de ventura donosa,




glorificaban todos          a la Virgo preciosa.



 

 

   El pobre caritativo

 

132

Era un homne pobre          que vivié de raciones,




non habié otras rendas          nin otras furcïones




fuera cuando labraba,          esto pocas sazones:




tenié en su alzado          bien pocos pepïones.



 

133

Por ganar la Gloriosa          que él mucho amaba,




partiélo con los pobres          todo cuanto ganaba;




en esto contendié          e en esto puñaba,




por haber la su gracia          su mengua oblidaba.



 

134

Cuando hobo est pobre          d’est mundo a pasar,




la Madre glorïosa          vínolo convidar;




fablóli muy sabroso,          queriélo falagar,




udieron la palabra          todos los del logar.



 

135

«Tú mucho cobdiciest          la nuestra compañía,




sopist pora ganarla          bien buena maestría,




ca partiés tus almosnas,          diciés "Ave María",




por qué lo faciés todo          yo bien lo entendía.



 

136

Sepas que es tu cosa          toda bien acabada,




ésta es en que somos          la cabera jornada;




el "Ite misa est",          conta que es cantada,




venida es la hora          de prender la soldada.



 

137

Yo so aquí venida          por levarte comigo




al regno de mi Fijo          que es bien tu amigo,




do se ceban los ángeles          del buen candïal trigo;




a las Sanctas Virtutes          placerlis há contigo.»



 

138

Cuand hobo la Gloriosa          el sermón acabado,




desamparó la alma          al cuerpo venturado,




prisiéronla de ángeles,          un convento honrado,




leváronla al Cielo,          ¡Dios sea end laudado!



 

139

Los homnes que habién          la voz ante oída,




tan aína vidieron          la promesa complida,




a la Madre gloriosa          que es tan comedida,




todos li rendién gracias,          quisque de su partida.



 

140

Qui tal cosa udiese          serié mal venturado




si de Sancta María          non fuese muy pagado,




si más no la honrase          serié desmesurado,




qui de ella se parte          es muy mal engañado.



 

141

Aun más adelante          queremos aguijar:




tal razón como ésta          non es de destajar,




ca éstos son los árbores          do debemos folgar,




en cuya sombra suelen          las aves organar.



 

El ladrón devoto

 

142

Era un ladrón malo          que más querié furtar




que ir a la eglesia          nin a puentes alzar;




sabié de mal porcalzo          su casa gobernar,




uso malo que priso,          no lo podié dejar.



 

143

Si facié otros males,          esto no lo leemos,




serié mal condempnarlo          por lo que non sabemos,




mas abóndenos esto          que dicho vos a vemos,




si ál fizo, perdóneli          Cristus en qui creemos.



 

144

Entre las otras malas,          habié una bondat




que li valió en cabo          e dioli salvedat;




credié en la Gloriosa          de toda voluntat,




saludábala siempre          contra la su magestat.



 

145

Dicía Ave María          e más de escriptura




siempre se inclinaba          contra la su figura,




dicía Ave María          e más de escritura,




tenía su voluntat          con esto más segura.



 

146

Como qui en mal anda          en mal ha a caer,




hobiéronlo con furto          est ladrón a prender;




non hobo nul consejo          con qué se defender,




judgaron que lo fuesen          en la forca poner.



 

147

Levólo la justicia          pora la crucejada,




do estaba la forca          por concejo alzada;




prisiéronli los ojos          con toca bien atada,




alzáronlo de tierra          con soga bien tirada.



 

148

Alzáronlo de tierra          cuanto alzar quisieron,




cuantos cerca estaban          por muerto lo tovieron;




si ante lo sopiesen          lo que después sopieron,




no li hobieran fecho          eso que li ficieron.



 

149

La Madre glorïosa,          duecha de acorrer,




que suele a sus siervos          ennas cuitas valer,




a esti condempnado          quísoli pro tener,




membróli el servicio          que li solié fer.



 

150

Metióli so los piedes          do estaba colgado




las sus manos preciosas,          tóvolo alleviado:




non se sintió de cosa          ninguna embargado,




non sovo plus vicioso          nunca nin más pagado.



 

151

Ende al día tercero          vinieron los parientes,




vinieron los amigos          e los sus conocientes




vinién por descolgallo          rascados e dolientes,




sedié mejor la cosa          que metién ellos mientes.



 

152

Trobáronlo con alma          alegre e sin daño,




non serié tan vicioso          si yoguiese en vano;




dicié que so los piedes          tenié un tal escaño,




non sintrié mal ninguno          si colgase un año.



 

153

Cuando lo entendieron          los que lo enforcaron,




tovieron que el lazo          falso gelo dejaron;




fueron mal rependidos          que no lo degollaron,




tanto gozarién d’eso          cuanto después gozaron.



 

154

Fueron en un acuerdo          toda esa mesnada,




que fueron engañados          enna mala lazada,




mas que lo degollasen          con foz o con espada;




por un ladrón non fuese          tal villa afontada.



 

155

Fueron por degollarlo          mancebos más livianos,




con buenos seraniles          grandes e adïanos;




metió Sancta María          entre medio las manos,




fincaron los gorgueros          de la golliella sanos.



 

156

Cuando esto vidieron          que no’l podién nocir,




que la Madre gloriosa          lo querié encobrir,




hobiéronse con tanto          del pleito a partir,




hasta que Dios quisiese          dejáronlo vevir.



 

157

Dejáronlo en paz          que se fuese su vía,




ca ellos non querién ir          contra Sancta María,




mejoró en su vida,          partióse de folía:




cuando cumplió so corso          murióse de su día.



 

158

Madre tan pïadosa,          de tal benignidat,




que en buenos e en malos          face su pïadad,




debemos bendicirla          de toda voluntat;




los que la bendisieron          ganaron grand rictat.



 

159

Las mañas de la Madre          con las d’El que parió




semejan bien calañas          qui bien las conoció;




Él por bonos e malos,          por todos descendió,




Ella, si la rogaron,          a todos acorrió.



 

 

   San Pedro y el monje mal ordenado

 

160

En Colona la rica,          cabeza de regnado,




habié un monesterio          de Sant Peidro clamado;




habié en él un monje          asaz mal ordenado,




de lo que diz la regla          habié poco cuidado.



 

161

Era de poco seso,          facié mucha locura,




porque lo castigaban          non habié nulla cura;




cuntió’l en est comedio          muy grand desaventura:




parió una bagasa          d’él una creatura.



 

162

Por salud de su cuerpo          e por vevir más sano,




usaba lectüarios          apriesa e cutiano,




en ivierno calientes,          e fríos en verano,




debrié andar devoto          e andaba lozano.



 

163

Vivié en esta vida          en grand tribulación,




murió por sus pecados          por fiera ocasión,




nin priso Corpus Dómini          nin fizo confesión,




levaron los dïablos          la alma en presón.



 

164

San Peidro el apóstol          hobo d’él compasión,




ca en su monesterio          ficiera profesión:




rogó a Jesu Cristo          con grand devoción




de su misericordia          que’l ficiese ración.



 

165

Díso’l Jesu Cristo:          «Peidro, el mi amado,




bien sabes tú qué dijo          David en su dictado,




que esi folgarié          en el monte sagrado




que entró sin manciella          e quito de pecado.



 

166

Esi por qui tú ruegas,          fincada tu rodiella,




nin obraba justicia          nin vivié sin manciella;




por la su compañía          non valió más la ciella:




¿En cuál él mereció          posara en tal siella?»



 

167

Rogó a las Vertutes          Sant Peidro celestiales,




que rogasen al Padre          de los penitenciales,




que quitasen est homne          de los lazos mortales,




recudióli palabras          como las otras tales.



 

168

Tornó en la Gloriosa,          Madre del Nuestro Don,




e en las otras vírgines          que de su casa son;




fueron ellas a Cristo          con grand suplicación,




por la alma del monje          ficieron oración.



 

169

Cuando vío don Cristo          la Madre glorïosa,




e de las sus amigas          procesión tan preciosa,




isió a recebirlas          de manera fermosa:




¡Alma que lo vidiese          serié bien venturosa!



 

170

«Madre -dijo don Cristo-          yo saberlo querría,




¿qué negocio vos trae          con esta compañía?»




«Fijo -dijo la Madre-          a rogarvos venía




por alma de un monje          de fulana mongía.»



 

171

«Madre -dijo el Fijo-          non serié derechura,




tal alma de tal homne          entrar en tal folgura:




serié menoscabada          toda la escriptura;




mas por el vuestro ruego          faremos y mesura.



 

172

Quiero facer atanto          por el vuestro amor:




torne aún al cuerpo          en qui fo morador;




faga su penitencia          como faz pecador,




e puede ser salvo          por manera mejor.»



 

173

Cuando udió Sant Peidro          esti tan dulz mandado,




vío que su negocio          era bien recabdado;




tornó a los dïablos,          concejo enconado:




la alma que levaban,          tolliósela sin grado.



 

174

Diósela a dos niños          de muy grand claridat,




creaturas angélicas          de muy grand sanctidat;




diósela en comienda          de toda voluntat




por tornarla al cuerpo          con grand seguridat.



 

175

Diéronsela los niños          a un fradre honrado




que fuera en su orden          de chiquinez criado;




levóla él al cuerpo          que yacié mortajado,




resuscitó el monje,          ¡Dios sea end laudado!



 

176

A la alma del monje          díjoli la su guía,




el fraire, homne bueno,          que ante vos dicía:




«Yo te ruego por Dios          e por Sancta María,




que tengas un clamor          tú por mí cada día.



 

177

Otra cosa te ruego:          que la mi sepultura




que yaz toda cubierta          de suso de basura,




tú la hagas barrer          por tu buena mesura;




tú lo cumpli, ¡sí Dios          te dé buena ventura!»



 

178

Resuscitó el monje,          el que era transido,




pero por un grand día          sovo fuert estordido;




maguer tornó en cabo          en todo so sentido,




regunzó al convento          por qué habié trocido.



 

179

Rendieron a Dios gracias,          a la Virgo real,




e al sancto apóstolo,          clavero celestial




que por salvar su monje          sufrió porfazo tal;




non fue esti miraclo          de precio sivuelcual.



 

180

Non haya nadi dubda          entre su corazón




nin diga esta cosa          podrié ser o non;




ponga enna Gloriosa          bien su entencïón,




entendrá que non viene          esto contra razón.



 

181

Como es la Gloriosa          plena de bendición,




es plena de gracia,          e quita de dicïón;




no’l serié negada          ninguna petición,




no li disrié tal Fijo          a tal Madre de non.



 

 

   El romero engañado por el enemigo malo

 

182

Señores e amigos,          por Dios e caridat,




oíd otro miraclo,          fermoso por verdat;




Sant Ugo lo escripso,          de Gruniego abat,




que cuntió a un monje          de su socïedat.



 

183

Un fraire de su casa,          Guiralt era clamado,




ante que fuese monje          era non bien senado:




facié a las debeces          folía e pecado,




como homne soltero          que non es apremiado.



 

184

Víno’l a corazón          do se sedié un día




al ap’lo de España          de ir en romería;




aguisó su facienda,          buscó su compañía,




destajaron el término          cómo fuesen su vía.



 

185

Cuando a esir hobieron          fizo una nemiga:




en logar de vigilia          yogó con su amiga.




Non tomó penitencia          como la ley prediga,




metióse al camino          con su mala ortiga.



 

186

Poco habié andado          aún de la carrera,




habés podrié ser          la jornada tercera,




hobo un encontrado          cabo una carrera,




mostrávase por bueno,          en verdat no lo era.



 

187

El dïablo antigo          siempre fo traïdor,




es de toda nemiga          maestro sabidor;




semeja a las veces          ángel del Crïador




e es dïablo fino,          de mal sosacador.



 

188

Transformóse el falso          en ángel verdadero,




parose si delante          en medio un sendero:




«Bien seas tú venido          -dísoli al romero-




seméjasme cosiella          simple como cordero.



 

189

Esiste de tu casa          por venir a la mía;




cuando esir quisiste          ficist una folía:




cuidas sin penitencia          complir tal romería;




non te lo gradirá          esto Sancta María.»



 

190

«¿Quién sodes vos, señor?»          dísoli el romeo;




Recudió’l: «Yo so Jácobo,          fijo de Zebedeo;




sépaslo bien, amigo,          andas en devaneo,




semeja que non aves          de salvarte deseo.»



 

191

Dijo Guirald: «Señor,          pues vos ¿qué me mandades?




Complirlo quiero todo,          quequier que me digades,




ca veo lo que fici,          grandes iniquitades,




non prisi el castigo          que dicen los abades.»



 

192

Diso el falso Jácob:          «Esti es el judicio:




que te cortes los miembros          que facen el fornicio;




desent que te degüelles:          farás a Dios servicio,




que de tu carne misma          li farás sacrificio.»



 

193

Crediólo el astroso,          loco e desesado,




sacó su cuchellijo          que tenié amolado;




cortó sus genitales,          el fol malventurado,




desende degollóse,          murió descomulgado.



 

194

Cuando los compañeros          que con elli isieron




plegaron a Guiraldo          e atal lo vidieron,




fueron en fiera cuita          en cual nunca sovieron;




esto cómo avino          asmar no lo pudieron.



 

195

Vidién que de ladrones          non era degollado,




ca no’l tollieran nada          ni’l habién ren robado;




non era de ninguno          homne desafiado,




non sabién de cuál guisa          fuera ocasionado.



 

196

Fusieron luego todos          e fueron derramados,




teniénse d’esta muerte          que serién sospechados;




porque ellos no eran          enna cosa culpados,




que serién por ventura          presos e achacados.



 

197

El que dio el consejo          con sus atenedores,




los grandes e los chicos,          menudos e mayores,




travaron de la alma          los falsos traïdores,




lebávanla al fuego,          a los malos suores.



 

198

Ellos que la lebavan          non de buena manera,




víolo Sanctïago          cuyo romeo era;




isiólis a grand priesa          luego a la carrera,




paróselis delante          enna haz delantera.



 

199

«Desad -dijo- maliellos          la preda que levades,




non vos yaz tan en salvo          como vos lo cuidades;




tenedla a derecho,          fuerza no li fagades,




creo que non podredes,          maguer que lo querades.»



 

200

Recudióli un dïablo,          paróseli refacio:




«Yago, ¿quiéreste fer          de todos nos escarnio?




¿A la razón derecha          quieres venir contrario?




¡Traes mala cubierta          so el escapulario!



 

201

Guirald fizo nemiga,          matose con su mano,




debe ser judgado          por de Judas hermano;




es por todas las guisas          nuestro parroquïano;




¡Non quieras contra nos,          Yago, ser villano!»



 

202

Dísoli Sanctïago:          «¡Don traïdor palabrero!




Non vos puet vuestra parla          valer un mal dinero;




trayendo la mi voz          como falso vocero,




disti consejo malo,          matest al mi romero.



 

203

Si tú no le disieses          que Sanctïago eras,




tú no li demostrases          señal de mis veneras,




non dañarié su cuerpo          con sus mismes tiseras,




nin yazdrié como yace          fuera por las carreras.



 

204

Prisi muy grand superbia          de la vuestra partida,




tengo que la mi forma          es de vos escarnida,




matastes mi romeo          con mentira sabida,




demás veo agora          la alma maltraída.



 

205

Sedme a judicio          de la Virgo María,




yo a ella me clamo          en esta pleitesía;




otra guisa de vos          yo non me quitaría,




ca veo que traedes          muy grand alevosía.»



 

206

Propusieron su voces          ante la Glorïosa;




fo bien de cada parte          afincada la cosa;




etendio las razones          la reina preciosa,




terminó la baraja          de manera sabrosa:



 

207

«El engaño que priso,          pro li debié tener,




elli a Sanctïago          cuidó obedecer,




ca tenié que por eso          podrié salvo seer;




mas el engañador          lo debié padecer.»



 

208

Dijo: «Yo esto mando          e dólo por sentencia:




la alma sobre quien          habedes la entencia,




que torne en el cuerpo,          faga su penitencia,




desend cual mereciere,          habrá tal audïencia.»



 

209

Valió esta sentencia,          fue de Dios otorgada,




fue la alma mesquina          en el cuerpo tornada,




que pesó al dïablo,          a toda su mesnada,




a tornar fo la alma          a la vieja posada.



 

210

Levantóse el cuerpo          que yacié trastornado,




alimpiaba su cara          Guirald el degollado;




estido un ratiello          como qui descordado,




como homne que duerme          e despierta irado.



 

211

La plaga que hobiera          de la degolladura




habés parecié d’ella          la sobresanadura;




perdió él la dolor          e toda la cochura,




todos dicién: «Est homne          fue de buena ventura.»



 

212

Era de lo ál todo          sano e mejorado,




fuera de un filiello          que tenié travesado;




mas lo de la natura          cuanto que fo cortado,




non li creció un punto,          fincó en su estado.



 

213

De todo era sano,          todo bien encorado,




pora verter su agua          fincóli el forado;




requirió su repuesto,          lo que trayé trosado,




pensó de ir su vía          alegre e pagado.



 

214

Rendió gracias a Dios          e a Sancta María,




e al sancto apóstolo          do va la romería;




cueitóse de andar,          trobó la compañía,




habién esti miraclo          por solaz cada día.



 

215

Sonó por Compostela          esta grand maravilla,




viniénlo a veer          todos los de la villa;




dicién: «Esta tal cosa,          debiemos escribilla;




los que son por venir,          plazrális de oílla.»



 

216

Cuando fo en su tierra,          la carrera complida,




e udieron la cosa          que habié contecida,




tenié grandes clamores,          era la gent movida




por veer esti Lázaro          dado de muert a vida.



 

217

Metió en su facienda          esti romeo mientes,




cómo lo quitó Dios          de maleítos dientes;




desemparó el mundo,          amigos e parientes,




metióse en Gruniego,          vistió paños pumientes.



 

218

Don Ugo, homne bueno,          de Gruniego abat




varón religïoso,          de muy grand sanctidat,




contaba est miraclo          que cuntió en verdat,




metiólo en escripto,          fizo grand honestat.



 

219

Guirald finó en orden          vida buena faciendo,




en dichos e en fechos          al Criador sirviendo,




en bien perseverando,          del mal se repindiendo,




el enemigo malo          non se fo d’él ridiendo.



 

 

   El clérigo simple

 

220

Era un simple clérigo,          pobre de clerecía,




dicié cutiano misa          de la Sancta María;




non sabié decir otra,          diciéla cada día,




más la sabié por uso          que por sabiduría.



 

221

Fo est misacantano          al bispo acusado,




que era idïota,          mal clérigo probado;




«Salve Sancta Parens»          sólo tenié usado,




non sabié otra misa          el torpe embargado.



 

222

Fo durament movido          el obispo a saña,




dicié: «Nunca de preste          oí atal hazaña.»




Dijo: «Dicit al fijo          de la mala putaña




que venga ante mí,          no lo pare por maña.»



 

223

Vino ante el obispo          el preste pecador,




habié con el grand miedo          perdida la color,




non podié de vergüenza          catar contra’l señor,




nunca fo el mesquino          en tan mala sudor.



 

224

Dísoli el obispo:          «Preste, dime verdat,




si es tal como dicen          la tu necïedat.»




Dísoli el buen homne,          «Señor, por caridat,




si disiese que non,          dizría falsedat.»



 

225

Dísoli el obispo:          «Cuando non as cïencia




de cantar otra misa          nin as sen nin potencia,




viédote que non cantes,          métote en sentencia,




vivi como mereces          por otra agudencia.»



 

226

Fo el preste su vía          triste e desarrado,




habié muy grand vergüenza,          el daño muy granado;




tornó en la Gloriosa,          ploroso e quesado,




que li diese consejo          ca era aterrado.



 

227

La madre preciosa          que nunca falleció




a qui de corazón          a piedes li cadió,




el ruego del su clérigo          luego gelo udió:




no lo metió por plazo,          luego li acorrió.



 

228

La Virgo glorïosa,          madre sin dición,




apreció’l al bispo          luego en visïón;




díjoli fuertes dichos,          un brabiello sermón,




descubrióli en ello          todo su corazón.



 

229

Díjoli brabamientre:          «Don obispo lozano,




¿contra mí por qué fust          tan fuert e tan villano?




Yo nunca te tollí          valía de un grano,




e tú ásme tollido          a mí un capellano.



 

230

El que a mí cantaba          la misa cada día




tú tovist que facié          yerro de eresía;




judguéstilo por bestia          e por cosa radía,




tollisteli la orden          de la capellanía.



 

231

Si tú no li mandares          decir la misa mía




como solié decirla,          grand querella habría,




e tú serás finado          hasta el trenteno día,




¡Desend verás qué vale          la saña de María!»



 

232

Fo con estas menazas          el bispo espantado,




mandó envïar luego          por el preste vedado;




rogó’l que’l perdonase          lo que habié errado,




ca fo él en su pleito          durament engañado.



 

233

Mandólo que cantase          como solié cantar,




fuese de la Gloriosa          siervo del su altar;




si algo li menguase          en vestir o calzar,




él gelo mandarié          del suyo mismo dar.



 

234

Tornó el homne bueno          en su capellanía,




sirvió a la Gloriosa,          madre Sancta María;




finó en su oficio          de fin cual yo querría,




fue la alma a gloria          a la dulz cofradría.



 

235

Non podriemos nos tanto          escribir nin rezar,




aun porque podiésemos          muchos años durar,




que los diezmos miraclos          podiésemos contar,




los que por la Gloriosa          denna Dios demostrar.



 

 

   Los dos hermanos

 

236

Enna villa de Roma,          esa noble cibdat,




maestra e señora          de toda cristiandat,




habié y dos hermanos          de grand auctoridat,




el uno era clérigo,          el otro podestat.



 

237

Peidro’l dicién al clérigo,          habié nomne atal,




varón sabio e noble,          del papa cardenal;




entre las otras mañas          habié una sin sal,




habié grand avaricia,          un pecado mortal.



 

238

Esteban habié nomne          el secundo hermano,




entre los senadores          non habié más lozano;




era muy poderoso          en el pueblo romano,




habié en «prendo prendis»          bien usada la mano.



 

239

Era muy cobdicioso,          querié mucho prender,




falsaba los judicios          por gana de haber;




tolliélis a los homnes          lo que podié toller,




más preciaba dineros          que justicia tener.



 

240

Con sus judicios falsos          de los sus paladares,




a Sant Laurent el mártir          tollióli tres casares;




perdió Sancta Agnés          por él bonos logares,




un huerto que valié          de sueldos muchos pares.



 

241

Murió el cardenal          don Peidro el honrado,




fo a los purgatorios,          do merecié levado;




ante de pocos días          fo Esteban finado,




atendié tal judicio          cual lo habié dado.



 

242

Víolo San Laurencio,          católo feamientre,




primió’l en el brazo          tres veces duramientre;




quesóse don Esteban          bien entro en el vientre,




no’l primiren tenazas          de fierro tan fuertmientre.



 

243

Violo Sancta Agnés          a qui tollió el huerto,




tornóli las espaldas,          cató’l con rostro tuerto;




estonz dijo Esteban:          «Esto es mal confuerto,




toda nuestra ganancia          ixiónos a mal puerto.»



 

244

Dios el nuestro Señor,          alcalde derechero,




al que non se encubre          bodega nin cellero,




dijo que esti homne          fuera mal ballestero,




cegó a muchos homnes,          non a uno señero.



 

245

«Deseredó a muchos          por mala vocería,




siempre por sus pecados          asmó alevosía.




Non merece entrar          en nuestra compañía,




¡vaya yacer con Judas          en esa fermería!»



 

246

Prisiéronlo por tienllas          los guerreros antigos,




los que siempre nos fueron          mortales enemigos,




dábanli por pitanza          non mazanas nin figos,




mas fumo e vinagre,          feridas e pelcigos.



 

247

Vío a su hermano          con otros pecadores,




do sedié el mesquino          en muy malos sudores;




metié voces e gritos,          lágrimas e plangores,




habié grand abundancia          de malos servidores.



 

248

Habiénla ya levada          cerca de la posada,




do nunca verié cosa          de que fuese pagada,




nin verié sol ni luna          nin buena rucïada,




o serié en tiniebra          como emparedada.



 

249

Díjo’l: «Decit, hermano,          preguntárvoslo quiero,




¿por cuál culpa yacedes          el lacerío tan fiero?




ca si Dios lo quisiere          e yo ferlo podiero,




buscarvos he acorro          en cuanto que sopiero.»



 

250

Dijo Peidro: «En vida          trasqui grand avaricia,




hóbila por amiga          avueltas con cobdicia;




por eso so agora          puesto en tan mala tristicia,




qui tal face, tal prenda,          fuero es e justicia.



 

251

Mas si el apostóligo          con la su clerecía




cantase por mí misa          solamientre un día,




fío en la Gloriosa,          madre Sancta María,




que me darié Dios luego          alguna mejoría.»



 

252

D’est varón don Esteban          de qui fablamos tanto,




porque muchas maldades          trayé so el manto,




habié una bondat,          amaba a un sancto,




tanto que non podriémos          demostrarvos nos cuanto.



 

253

Amaba a Proyecto,          mártir de grand valor,




guardaba’l bien la festa          como al Buen Señor,




facié’l rico oficio          e muy grand honor,




de pobres e de clérigos,          cuanto podié mejor.



 

254

Laurencio e Agnés,          maguer que despechados,




porque los hobo elli          ante desheredados,




moviólos pïadad          e fueron amansados,




cataron más a Dios          que a los sos pecados.



 

255

Fueron pora Proyecto,          fuera cuyo rendido,




disiéronli: «Proyecto,          non seas adormido,




piensa del tu Esteban          que anda escarnido,




réndili gualardón          ca hóbote servido.»



 

256

Fue pora la Gloriosa          que luz más que estrella,




movióla con grand ruego,          fue ante Dios con ella,




rogó por esta alma          que trayén a pella,




que non fuese judgada          secundo querella.



 

257

Diso a esti ruego          Dios nuestro Señor:




«Faré tanta de gracia          por el vuestro amor;




torne aún al cuerpo          la alma pecador,




desend cual mereciere,          recibrá tal honor.



 

258

Aya tanto de plazo          hasta los treinta días,




que pueda mejorar          todas sus malfetrías;




mas bien gelo afirmo          par las palabras mías,




y serán rematadas          todas sus maestrías.»



 

259

Rendieron «Gratias multas»          a Dios los rogadores,




porque empïadaba          a los sos pecadores,




que libró esta alma          de manos de traïdores




que son de los fideles          siempre engañadores.



 

260

Cuando lo entendió          la gent adïablada,




quitóse de la alma,          la que tenié legada;




prísola Sant Proyecto          que la habié ganada,




guïóla pora’l cuerpo,          a esa su posada.



 

261

Dísoli la Gloriosa,          madre del Crïador,




«Esteban, rendi gracias          a Dios el buen Señor:




gran gracia te ha fecha          que non podrié mayor;




del mal, si non te guardas,          caerás en peor.



 

262

Esteban, un consejo          te quiero aún dar,




Esteban, es consejo          que debes tú tomar:




mándote cada día          un salmo recitar,




«Beati inmaculati...»          bien bueno de rezar.



 

263

Si tú cada mañana          esti salmo rezares,




e tú a las eglesias          los tuertos enmendares,




ganará la tu alma          Gloria cuando finares,




escusarás las penas          e los graves logares.»



 

264

Resuscitó Esteban,          ¡grado a Jesu Cristo!




Regunzóli al Papa          cuanto que habié visto,




lo que li diso Peidro,          su hermano bienquisto,




que yacié en grand pena,          lazrado e muy tristo.



 

265

Demostraba el brazo          que tenié liborado,




el que en Sant Laurent          lo hobo apretado,




pidié mercet al Papa          con el cuerpo prostrado,




que cantase la misa          por Peidro el lazrado.



 

266

Por ferlis bien creencia,          por ser bien creído,




diso que a los treynta          días serié transido;




disieron todos: «Esto          signo es conocido,




si diz verdat o non          será bien entendido.»



 

267

Entregó ricamientre          a los desheredados,




a los que tuerto tovo          fízolos bien pagados,




confesóse al preste          de todos sos pecados,




de cuantos habié fechos          e dichos e asmados.



 

268

Ya andaba en cabo          de las cuatro semanas,




hasta los treinta días habié pocas mañanas,




despidióse Esteban          de las yentes romanas,




sabié que las palabras          de Dios non serién vanas.



 

269

En el día trenteno          fizo su confesión,




recibió Corpus Dómini          con grand devocïón;




echóse en su lecho,          fizo su oración,




rendió a Dios la alma,          finó con bendición.



 

 

   El labrador avaro

 

270

Era en una tierra          un homne labrador




que usaba la reja          más que otra labor;




más amaba la tierra          que non al Crïador,




era de muchas guisas          homne revolvedor.



 

271

Facié una nemiga,          fuciela por verdat,




cambiaba los mojones          por ganar heredat,




facié a todas guisas          tuerto e falsedat,




habié mal testimonio          entre su vecindat.



 

272

Querié, peroque malo,          bien a Sancta María,




udié sus miráculos,          dábalis acogía;




saludábala siempre,          diciéli cada día:




«Ave gratïa plena          que parist a Mesía.»



 

273

Finó el rastrapaja          de tierra bien cargado,




en soga de dïablos          fue luego cativado,




rastrávanlo por tienllas,          de coces bien sovado,




pechávanli a duplo          el pan que dio mudado.



 

274

Doliéronse los ángeles          d’esta alma mesquina,




por cuanto la levaban          dïablos en rapina;




quisieron acorrelli,          ganarla por vecina,




mas pora fer tal pasta          mengualis farina.



 

275

Si lis dicién los ángeles          de bien una razón,




ciento dicién los otros,          malas que buenas non;




los malos a los bonos          teniénlos en rencón,




la alma por pecados          non isié de presón.



 

276

Levantóse un ángel,          diso: «Yo só testigo,




verdat es, non mentira          esto que yo vos digo:




el cuerpo, el que trasco          esta alma consigo,




fue de Sancta María          vasallo e amigo.



 

277

Siempre la ementaba          a yantar e a cena,




diciéli tres palabras:          ’Ave gratïa plena’;




la boca por qui esié          tan sancta cantilena




non merecié yacer          en tan mal cadena.»



 

278

Luego que esti nomne          de la Sancta Reina




udieron los diablos          cogieron’s ad ahina;




derramáronse todos          como una neblina,




desampararon todos          a la alma mesquina.



 

279

Vidiéronla los ángeles          ser desemparada,




de piedes e de manos          con sogas bien atada;




sedié como oveja          que yace ensarzada,




fueron e adusiéronla          pora la su majada.



 

280

Nomne tan adonado          e de vertut atanta,




que a los enemigos          seguda e espanta,




non nos debe doler          nin lengua nin garganta




que non digamos todos;          «Salve Regina Sancta».



 

El prior de San Salvador y el sacristán Uberto

 

281

En una villa bona          que la claman Pavía,




cibdat de grand facienda,          yace en Lombardía,




habié dentro en ella          una rica mongía,




de muchos bonos homnes,          muy sancta compañía.



 

282

Era el monesterio          alzado en honor




del que salvó el mundo,          señor Sant Salvador;




habié por aventura          en elli un prior




que non querié vevir          si non a su sabor.



 

283

Habié el bon homne          una lengua errada,




dicié mucha horrura          de la regla vedada;




facié una tal vida          non mucho ordenada,




pero dicié sus oras          en manera temprada.



 

284

Habié una costumne          que li hobo provecho,




dicié todas sus oras          como monje derecho,




a las de la Gloriosa          siempre sedié erecho;




aviel el dïablo          por ello grand despecho.



 

285

Peroque semejaba          en unas cosas boto




e como vos disiemos          que era bocarroto,




en amar la Gloriosa          era muy devoto,




dicié el su oficio          de suo corde toto.



 

286

Hobo cuanto Dios quiso          est prior a finar,




cadió en un exilio,          en áspero logar,




non vos podrié nul homne          el lacerío contar




que el prior levaba,          nil podrié asmar.



 

287

Habié un sacristano          en esa abadía




que guardaba las cosas          de la sacristanía;




Uberto habié nomne,          cuerdo e sin folía,




valié más ca non menos          por elli la mongía.



 

288

Ante de los matines,          una grand madrugada,




levantóse est monje          rezar la matinada,




tañer a los matines,          despertar la mesnada,




endrezar las lámpadas,          allumnar la posada.



 

289

El prior de la casa,          de suso ementado,




año habié complido          de que fuera finado,




pero fue el su pleito          en cabo recentado,




tan bien como al día          cuando fo soterrado.



 

290

El monje de la casa          que sacristano era,




ante que empezase          tañer la monedera,




alimpiaba las lámpadas          por fe mejor lumnera,




priso un grand espanto          de estraña manera.



 

291

Udió una voz d’homne,          flaquiella e cansada,




dijo: «Fraire Ubert»,          non sola una vegada;




conocióla Ubert          e non dubdó en nada




que la del prior era;          priso grand espantada.



 

292

Salió de la eglesia,          fo a la fermería,




non levaba de miedo          la voluntat vacía,




non irié tan apriesa          yendo en romería,




¡don Bildur lo levaba          par la cabeza mía!



 

293

Estando de tal guisa          fuera de las vertudes,




udió: «Ubert, Ubert,          ¿por qué me non recudes?




Cata, non hayas miedo,          por ren non te demudes,




piensa cómo me fables          e cómo me pescudes.»



 

294

Estonz dijo Ubert:          «Prior, ¡se que debedes!




de vos cómo estades,          vos me lo reguncedes,




que sepa el cabildo          de vos como sedes,




en cuál estado sodes          o cuál lo atendedes.»



 

295

Dísoli el prior:          «Ubert, el mió crïado,




sepas hasta aquí          mal ha de mi estado;




cadí en un exilio          crudo e destemprado:




el príncep de la tierra          Smirna era clamado.



 

296

Sufrí mucho lacerío,          pasé mucho mal día,




el mal que he pasado          contar no lo podría,




mas hobo a pasar          por y Sancta María,




hobo pesar e duelo          del mal que yo sufría.



 

297

Prísome por la mano          e levóme consigo,




levóme al logar          temprado e abrigo;




tollióme de la premia          del mortal enemigo,




púsome en logar          do vivré sin peligro.



 

298

¡Grado a la Gloriosa          que es de gracia plena!




fuera só del lacerío,          esido só de pena;




caí en dulz vergel          cerca de dulz colmena,




do nunca veré mengua          de yantar nin de cena.»



 

299

Calló la voz con tanto,          despertó el conviento,




fueron a la eglesia          todos de buen taliento;




disieron los matines,          ficieron complimiento,




de guisa que podrié          Dios haber pagamiento.



 

300

Los matines cantados,          esclareció el día,




disieron luego prima,          desend la ledanía,




fueron a su capítulo          la sancta compañía,




ca esto es de regla,          costumne de mongía.



 

301

Estando en capítulo,          leída la lectión,




fizo el sacristano          su genuflexïón;




contólis al conviento          toda la visïón,




plorando de los ojos          a muy grand misïón.



 

302

Rendieron todos gracias          a la Madre gloriosa,




que sobre sos vasallos          es siempre pïadosa;




fueron a la eglesia          cantando rica prosa,




ficieron en escripto          meter toda la cosa.



 

303

End a poco de tiempo          murió el sacristano,




murió de fin cual dé          Dios a tot cristiano,




isió de mal ivierno,          entró en buen verano,




fo pora paraíso          do será siempre sano.



 

304

Esto es sumum bonum          servir atal Señora,




que sabe a sus siervos          acorrer en tal hora;




ésta es buena tienda,          ésta buena pastora,




que bale a tot homne          que de buen cor la hora.



 

305

Cuantos que la udieron          esta tal visïón




cogieron en sus almas          mayor devocïón,




en amar la Gloriosa          de mayor corazón,




aclamarse a ella          en su tribulación.



 

 

   El nuevo obispo de Pavía

 

306

En esa misme cibdat          habié un buen cristiano,




habié nombre Jerónimo,          era misacantano;




facié a la Gloriosa          servicio muy cutiano,




los días e las noches,          ivierno e verano.



 

307

Finó por ventura          el bispo del logar,




non se podién por nada          en otro acordar;




tovieron tridüano,          querién a Dios rogar,




que Elli lis mostrase          cuál debiesen alzar.



 

308

A un homne católico,          bien de religïón,




fablóli la Gloriosa,          dijo’l en visïón:




«Varón, ¿por qué estades          en tal disensïón?




Dad al mi creendero          esta electïón.»



 

309

Diso’l el homne bono          por ser bien certero:




«¿Quí eres tú qui fablas          o quí el creendero?»




«Yo so -li dijo ella-          la Madre de Dios vero,




Jerónimo li dicen          a esi mi clavero.



 

310

Seï mi mensajero,          lieba esti mandado,




yo te mando que sea          aína recabdado;




si ál faz el cabillo          será mal engañado,




non será el mi Fijo          del su fecho pagado.»



 

311

Dísolo e crediéronlo          esto los electores,




mas quí era Jerónimo          non eran sabidores;




metieron por la villa          homnes barruntadores,




darién buena albricia          a los demostradores.



 

312

Trobaron a Jerónimo          preste parroquïal,




homne sin grandes nuevas,          sabié poco de mal,




leváronlo por mano          a la siet catedral,




diéronli por pitanza          la siella obispal.



 

313

Siguiendo el mesage,          él de Sancta María,




ficiéronlo obispo          e señor de Pavía;




hobieron ende todos          sabor e alegría,




cua vidién que la cosa          vinié por buena vía.



 

314

Fue muy buen obispo          e pastor derechero,




león pora los bravos,          a los mansos cordero;




guïaba bien su grei          non como soldadero




mas como pastor firme          que está bien facero.



 

315

Guïóli su facienda          Dios el Nuestro Señor,




fizo buena la vida,          la fin mucho mejor;




cuando isió d’est sieglo          fue al otro mayor,




guïólo la Gloriosa,          madre del Crïador.



 

316

Madre tan pïadosa          siempre sea laudada,




siempre sea bendicha          e siempre adorada,




que pone sus amigos          en honra tan granada,




la su misericordia          nunca serié asmada.



 

 

   La imagen respetada por el incendio

 

317

San Miguel de la Tumba          es un grand monesterio,




el mar lo cerca todo,          elli yace en medio,




es logar perigloso          do sufren grand lacerio




los monjes que y viven          en esi ciminterio.



 

318

En esti monesterio          que habemos nomnado,




habié de buenos monjes          buen convento probado,




altar de la Gloriosa          rico e muy honrado,




en él rica imagen          de precio muy granado.



 

319

Estaba la imagen          en su trono posada,




so fijo en sus brazos,          cosa es costumnada,




los reïs redor ella,          sedié bien compañada,




como rica reina          de Dios santificada.



 

320

Tenié rica corona          como rica reina,




de suso rica impla          en logar de cortina,




era bien entallada,          de labor muy fina,




valié más esi pueblo          que la habié vecina.



 

321

Colgaba delant ella          un buen aventadero,




en el seglar lenguage          dícenli moscadero;




de alas de pavones          lo fizo el obrero,




lucié como estrellas,          semejant de lucero.



 

322

Cadió rayo del cielo          por los graves pecados,




encendió la eglesia          de todos cuatro cabos,




quemó todos los libros          e los paños sagrados,




por poco fue los monjes          que non foron quemados.



 

323

Ardieron los armarios          e todos los frontales,




las vigas, las gateras,          los cabrios, los cumbrales;




ardieron las ampollas,          cálizes e ciriales,




sufrió Dios esa cosa          como faz otras tales.



 

324

Maguer que fue el fuego          tan fuert e tan quemant,




nin plegó a la dueña          nin plegó al ifant,




nin plegó al flabelo          que colgaba delant,




ni li fizo de daño          un dinero pesant.



 

325

Nin ardió la imagen          nin ardió el flabelo,




nin prisieron de daño          cuanto val un cabello;




solamiente el fumo          non se llegó a ello,




ni’l nunció más que nuzo          yo al obispo don Tello.



 

326

Continens e contentu          fue todo astragado,




tornó todo carbones,          fo todo asolado,




mas redor la imagen,          cuanto es un estado,




non fizo mal el fuego          ca non era osado.



 

327

Esto tovieron todos          por fiera maravella,




que nin fumo nin fuego          non se llegó a ella,




que sedié el flabelo          más claro que estrella,




el niño muy fermoso,          fermosa la poncella.



 

328

El precioso miraclo          non cadió en oblido,




fue luego bien dictado,          en escripto metido;




mientre el mundo sea          será él retraído;




algún malo por ello          fo a bien convertido.



 

329

La Virgo benedicta,          reina general,




como libró su toca          de esti fuego tal,




asín libra sus siervos          del fuego pereñal,




liévalos a la Gloria          do nunca vean mal.



 

 

   El novio y la virgen

 

330

Enna villa de Pisa,          cibdat bien cabdalera,




en puerto de mar yace          rica de grand manera,




habié y un calonge          de buena alcavera,




dicién Sant Casïán          ond el canonge era.



 

331

Como ficieron otros          que de suso contamos,




que de Sancta María          fueron sos capellanos,




ésti amola mucho,          más que muchos cristianos,




e faciéli servicio          de piedes e de manos.



 

332

Non habié esi tiempo          uso la clerecía




decir ningunas horas          a ti, Virgo María,




pero elli diciélas          siempre e cada día,




habié en la Gloriosa          sabor e alegría.



 

333

Habién los sos parientos          esti fijo señero,




cuando ellos finasen          era buen heredero;




desávanli de mueble          asaz rico cellero,




tenié buen casamiento,          asaz cobdiciadero.



 

334

El padre e la madre          cuando fueron finados,




vinieron los parientes          tristes e desarrados:




diciénli que ficiese          algunos engendrados,




que non fincasen yermos          logares tan preciados.



 

335

Cambiose del propósito,          del que ante tenié,




moviolo la ley del sieglo,          dijo que lo farié;




buscáronli esposa          cual a él convenié,




destajaron el día          que las bodas farié.



 

336

Cuando vino el día          de las bodas correr,




iba con sos parientes          la esposa prender;




tan bien en la Gloriosa          non podié entender,




como lo solié ante          otro tiempo facer.



 

337

Yendo por la carrera          a complir so depuerto,




membró’l de la Gloriosa,          que li yacié en tuerto;




tóvose por errado          e tóvose por muerto,




asmó bien esta cosa          que’l istrié a mal puerto.



 

338

Asmando esta cosa          de corazón cambiado,




halló una eglesia,          lugar a Dios sagrado,




desó las otras yentes          fuera del portegado,




entró fer oración          el novio refrescado.



 

339

Entró en la eglesia          al cabero rencón,




inclinó los enojos          facié su oración,




vínoli la Gloriosa,          plena de bendición,




como qui sañosamientre,          disoli tal razón:



 

340

«Don fol malastrugado,          torpe e enloquido,




¿en qué toidos andas?          ¿en qué eres caído?




Semejas herbolado,          que has yerbas bevido,




o que eres del blago          de Sant Martín tañido.



 

341

Asaz eras varón          bien casado comigo,




yo mucho te quería          como a buen amigo;




mas tú andas buscando          mejor de pan de trigo,




non valdrás más por eso          cuanto vale un figo.



 

342

Si tú a mí quisieres          escuchar e creer,




de la vida primera          non te querrás toller:




a mí non desarás          por con otra tener,




si non, habrás la leña          a cuestas a traer.»



 

343

Isió de la eglesia          el novio maestrado,




todos habién querella          que habié tardado,




fueron cabadelante          recabdar su mandado,




fo todo el negocio          aína recabdado.



 

344

Ficieron ricas bodas,          la esposa ganada,




ca serié lo ál fonta          si fuese desdeñada;




era con esti novio          la novia bien pagada,




mas non entendié ella          do yacié la celada.



 

345

Supo bien encobrirse          el de suso varón,




la lengua poridat          tovo al corazón;




ridié e deportaba          todo bien por razón,




mas habiélo turrado          mucho la visïón.



 

346

Hobieron ricas bodas          e muy grand alegría,




nunca mayor siquiere          hobieron en un día;




mas echó la redmanga          por y Sancta María




e fizo en sequero          una grand pesquería.



 

347

Cuando veno la noche,          la hora que dormiesen,




ficieron a los novios          lecho en que yoguiesen;




ante que entre sí          ningún solaz hobiesen,




los brazos de la novia          non tenién qué prisiesen.



 

348

Isióseli de manos,          fúsoli el marido,




nunca saber podieron          homnes dó fo caído,




sópolo la Gloriosa          tener bien escondido,




no lo consintió ella          que fuese corrompido.



 

349

Desó mugier fermosa          e muy grand posesión,




lo que farién bien pocos          de los que oï son;




nunca lo entendieron          do cadió, o do non:




qui por Dios tanto face,          haya su bendición.



 

350

Creemos e asmamos          que esti buen varón




buscó algún lugar          de grant religïón,




y sovo escondido          faciendo oración,




por ond ganó la alma          de Dios buen gualardón.



 

351

Bien debemos crer          que la Madre gloriosa,




porque fizo est homne          esta tamaña cosa,




no lo oblidarié,          como es pïadosa,




bien allá lo farié          posar do ella posa.



 

 

   El judezno

 

352

Enna villa de Borges          una cibdat estraña,




cuntió en esi tiempo          una buena hazaña;




sonada es en Francia,          si faz en Alemaña,




bien es de los miraclos          semejant e calaña.



 

353

Un monje la escripso,          homne bien verdadero,




de Sant Miguel era          de la Clusa claustero,




era en esi tiempo          en Borges hostalero,




Peidro era su nomne,          so ende bien certero.



 

354

Tenié en esa villa,          ca era menester,




un clérigo escuela          de cantar e leer;




tenié muchos crïados          a letras aprender,




fijos de bonos homnes          que querién más valer.



 

355

Venié un judezno,          natural del logar,




por sabor de los niños,          por con ellos jogar;




acogiénlo los otros,          no li facién pesar,




habién con elli todos          sabor de deportar.



 

356

En el día de Pascua,          domingo grant mañana,




cuando van Corpus Dómini          prender la yent cristiana,




príso’l al judezno          de comulgar grant gana,




comulgó con los otros          el cordero sin lana.



 

357

Mientre que comulgaban          a muy gran de presura




el niño judezno          alzó la catadura,




vío sobre’l altar          una bella figura,




una fermosa dueña          con genta creatura.



 

358

Vío que esta dueña          que posada estaba,




a grandes e a chicos          ella los comulgaba;




pagóse d’ella mucho,          cuando más la cataba




de la su fermosura          más se enamoraba.



 

359

Isió de la eglesia          alegre e pagado,




fue luego a su casa          como era vezado,




menazólo el padre          porque habié tardado,




que mereciente era          de ser fostigado.



 

360

«Padre -dijo el niño-          non vos negaré nada,




ca con los cristianiellos          fui grant madurgada;




con ellos odí misa          ricamientre cantada,




e comulgué con ellos          de la hostia sagrada.»



 

361

Pesóli esto mucho          al malaventurado,




como si lo toviese          muerto o degollado;




non sabié con grant ira          qué fer el dïablado,




facié figuras malas          como demonïado.



 

362

Habié dentro en casa          esti can traïdor




un forno grant e fiero          que facié grant pavor;




fízolo encender          el loco pecador,




de guisa que echaba          sovejo grant calor.



 

363

Priso esti niñuelo          el falso descreído,




asín como estaba,          calzado e vestido,




dio con él en el fuego          bravament encendido:




¡mal venga a tal padre          que tal face a fijo!



 

364

Metió la madre voces          e grandes carpellidas,




tenié con sus oncejas          las masiellas rompidas,




hobo muchas de yentes          en un rato venidas,




de tan fiera quesa          estaban estordidas.



 

365

El fuego porque bravo          fue de grant cosiment,




no li nució nin punto,          mostróli buen talent;




el niñuelo del fuego          estorció bien gent,




fizo un grant miraclo          el Rey omnipotent.



 

366

Yacié en paz el niño          en media la fornaz,




en brazos de su madre          non yazrié más en paz,




non preciaba el fuego          más que a un rapaz,




ca’l facié la Gloriosa          compaña e solaz.



 

367

Isió de la foguera          sin toda lisïón,




non sintió calentura          más que otra sazón;




non priso nula tacha,          nula tribulación,




ca pusiera en elli          Dios la su bendición.



 

368

Preguntáronli todos,          judíos e cristianos




cómo podió vencer          fuegos tan sobranzanos,




cuando él non mandaba          los piedes ni las manos




quí lo cabtenié entro,          ficiéselos certanos.



 

369

Recudiólis el niño          palabra señalada:




«La dueña que estaba          enna siella dorada




con su fijo en brazos          sobre’l altar posada,




ésa me defendié          que non sintié nada.»



 

370

Entendieron que era          Sancta María ésta,




que lo defendió ella          de tan fiera tempesta;




cantaron grandes laudes,          ficieron rica festa,




metieron esti miraclo          entre la otra gesta.



 

371

Prisieron al judío,          al falso desleal,




al que a su fijuelo          ficiera tan grant mal,




legáronli las manos          con un fuerte dogal,




dieron con elli entro          en el fuego cabdal.



 

372

Cuanto contarié homne          pocos de pipïones,




en tanto fo tornado          cenisa e carbones,




non dicién por su alma          salmos nin oraciones,




mas dicién denosteos          e grandes maldiciones.



 

373

Diciénli mal oficio,          faciénli mal ofrenda,




dicién por «Pater noster»,          «Cual fizo, atal prenda.»




De la comunicanda          Domni Dios nos defenda,




pora’l dïablo sea          tan maleíta renda.



 

374

Tal es Sancta María          que es de gracia plena,




por servicio da Gloria,          por deservicio pena;




a los bonos da trigo,          a los malos avena,




los unos van en Gloria,          los otros en cadena.



 

375

Qui servicio li face          es de buena ventura,




qui’l fizo deservicio          nació en hora dura,




los unos ganan gracia          e los otros rencura,




a bonos e a malos          so fecho los mestura.



 

376

Los que tuerto li tienen          o que la desirvieron,




d’ella mercet ganaron          si bien gela pidieron;




nunca repoyó ella          a los que la quisieron,




ni lis dio en refierta          el mal que li ficieron.



 

377

Por probar esta cosa          que dicha vos habemos,




digamos un ejemplo          fermoso que leemos;




cuando fuere contado          mejor lo creeremos,




que buscarli pesar          más nos aguardaremos.



 

 

   La iglesia de la Gloriosa profanada

 

378

Tres caballeros eran          de una atenencia,




con otro so vecino          habién malquerencia;




matariénlo de grado          si hobiesen potencia,




en buscarli muert mala          metién toda femencia.



 

379

Tanto podieron ellos          revolver e buscar,




hobiéronlo un día          solo a barruntar;




echáronli celada          ca queriénlo matar,




más lo querién tener          que grant haber ganar.



 

380

Entendiolos el otro          que lo qerrian matar,




non se osó por nada          con ellos acampar,




empezó a foír          cua querié escapar,




movieron luego ellos,          fuéronlo encalzar.



 

381

El que iba fuyendo          con mucho grant pavor




trovó una eglesia,          hobo end grant sabor,




era de la Gloriosa,          fecha en su honor,




escondióse en ella,          mesquino pecador.



 

382

Los que lo segudaban          que lo querién matar,




non hobieron vergüenza          del sagrado logar;




quísolo la Gloriosa          e Dios desamparar,




hobiéronli la alma          del cuerpo a sacar.



 

383

Dentro enna eglesia          de la Virgo sagrada,




y fue esta persona          muerta e liborada:




tóvose la Gloriosa          mucho por afontada,




los que la afontaron          non ganaron y nada.



 

384

La Reina de Gloria          tóvose por prendada,




porque la su eglesia          fincaba vïolada;




pesó’l de corazón,          fo ende despechada,




demostrógelo luego          que lis era irada.



 

385

Envïó Dios en ellos          un fuego infernal,




non ardié e quemaba          com el de San Marzal,




quemávalis los miembros          de manera mortal,




dicién a grandes voces:          «¡Sancta María, val!»



 

386

Con esta majadura          eran mucho maltrechos,




perdién piedes a manos          e fincaban contrechos,




las piernas e los brazos          bien cerca de los pechos,




iba Sancta María          prendiendo sus derechos.



 

387

Entendiónlo los pueblos,          ellos no lo negaban,




que ellos merecieron,          por ond tanto lazraban,




las virtudes sañosas          que ellas lo majaban,




no lo asmaban ellos          cuando las vïolaban.



 

388

Los sanctos ni las sanctas          no lis querién valer,




graban cutiano          a muy grant poder;




prisieron un consejo,          ante fuera a prender,




tornar enna Gloriosa          que los facié arder.



 

389

Cadiéronli a preces          delant el su altar,




plorando de sus ojos          cuanto podién plorar,




dicién: «Madre gloriosa,          dénanos perdonar,




ca non trobamos otro          que nos pueda prestrar.



 

390

Si nos mal mereciemos,          ricament lo lazramos,




bien nos verrá emiente          mientre vivos seamos;




Madre, si nos perdonas          bien te lo otorgamos




que enna tu eglesia          fuerza nunca fagamos.



 

391

Madre, dánte buen precio          que eres pïadosa,




siempre pïadat traes          maguer eres sañosa;




Madre plena de gracia,          perdona esta cosa,




dános buena respuesta,          temprada e sabrosa.



 

392

Madre, repisos somos          del yerro que ficiemos,




erramos duramiente,          grant locura trasquiemos,




prisiemos grant quebranto,          mayor lo mereciemos,




pechado lo habemos          el escot que comiemos.



 

393

Madre, si non nos vales,          de ti non nos partremos,




si tú non nos perdonas,          d’aquende nos iremos,




si tú non nos acorreres          a nada nos tenemos,




sin ti d’esta fiebre          terminar non podremos.»



 

394

La Madre glorïosa,          solaz de los cuitados,




non desdeñó los gémitos          de los homnes lazrado;




non cató al su mérito          nin a los sus pecados




mas cató su mesura,          valió a los quemados.



 

395

La dueña pïadosa          que fue ante irada




fue perdiendo la ira          e fue más amansada;




perdonólis la saña          que lis tenié alzada,




toda la malatía          fue luego acabada.



 

396

Amansaron los fuegos,          que los facién arder,




habién mayor remedio          que non solién haber,




sintién que la Gloriosa          pro lis querié tener,




ploraban con grant gozo,          non se sabién qué fer.



 

397

Amansaron los fuegos,          perdieron los dolores,




mas nunca de los miembros          non fueron bien señores,




siempre fueron contrechos,          siempre mendigadores,




siempre se aclamaban          por mucho pecadores.



 

398

Con esta mejoría          que Dios lis quiso dar,




fueron luego al bispo          absolución ganar;




ficieron confesión          como la debién far,




plorando de los ojos,          mostrando grant pesar.



 


Maestrólos el bispo,          udió su confesión,




entendió que vinién          con buena contrición,




diólis su penitencia          e la absolución,




todo lo ál pasado,          diólis su bendición.



 

400

Sin muchas romerías          que lis mandó andar,




sin muchas oraciones          que lis mandó rezar,




las armas con que fueron          la eglesia quebrantar,




mandógelas por siempre          a sus cuestas levar.



 

401

Estos penitenciales          cuando fueron maestrados




e fueron absolvidos          de todos los pecados,




departiéronse luego          tristes e desarrados,




fueron a sendas partes          de sus armas cargados.



 

402

A sendas partes fueron,          en uno non tovieron,




como es mi creencia          nunca más se vidieron,




nunca más so un techo          todos tres non yoguieron,




lo que mandó el bispo          bien e gent lo cumplieron.



 

403

Si en fer la nemiga          fueron bien denodados,




en fer la penitencia          fueron bien aspirados,




no lis dolién los miembros,          andaban bien lazrados,




prendiendo malas noches          e días denegrados.



 

404

Si en fer el pecado          fueron ciegos e botos,




fueron en emendarlo          firmes e muy devotos;




cuantos días visquieron,          fueron muchos o pocos,




dieron sobre sos carnes          lacerio e corrotos.



 

405

De todos tres el uno,          flaco e muy lazrado,




vino en Anifridi          como diz el dictado,




albergó enna villa,          diéronli hospedado




con una sancta femna          do fue bien albergado.



 

406

Contólis a los huéspedes          toda su aventura,




cómo enna eglesia          ficieron desmesura,




cómo Sancta María          hobo d’ellos rencura,




e cómo se perdieron          de mala calentura.



 

407

Teniendo que su dicho          no li serié creído,




delante muchos homnes          tollióse el vestido,




demostrólis un fierro          que trayé escondido,




cinto a la carona,          correón desabrido.



 

408

Podié haber en ancho          cuanto media palmada,




era cerca del fierro          la carne muy hinchada;




la que yacié de yuso          era toda quemada,




fuése end otro día          de buena madurgada.



 

409

Ficiéronse los homnes          todos maravillados,




ca udién fuertes dichos,          vedién miembros dañados,




doquier que se juntaban          mancebos o casados,




d’eso fablaban todos,          mozos e ajumados.



 

410

Fue luego est miraclo          escripto e notado,




por amor que non fuese          en oblido echado,




cogieron muchos miedo          de facer tal pecado,




de quebrantar eglesia          e logar consegrado.



 

411

Tal es Sancta María          cual entender podedes,




a los que en mal andan          échalis malas redes;




sobre los convertidos          face grandes mercedes,




muchos son los ejemplos          que d’esto trovaredes.



 

412

Tantos son los ejemplos          que non serién contados,




ca crecen cada día,          dícenlo los dictados,




éstos con ciento tantos          diezmos serién echados,




ella ruegue a Cristo          por los pueblos errados.



 

Cristo y los judíos de Toledo

 

413

En Toledo la noble,          que es arzobispado,




un día de grant festa          por agosto mediado,




festa de la Gloriosa,          Madre del buen Criado,




conteció un miraclo          grant e muy señalado.



 

414

Sedié el arzobispo,          un leal coronado,




en medio de la misa          sobre’l altar sagrado,




udiéndola grant pueblo,          pueblo bien adobado,




la eglesia bien plena,          el coro bien poblado.



 

415

Las gentes muy devotas          sedién en oración,




como homnes que quieren          ganar de Dios perdón,




udieron una voz          de grant tribulación,




por ond fo perturbada          toda la procesión.



 

416

Fablólis voz del cielo,          dolient e querellosa,




«Oíd -dijo- cristianos          una estraña cosa,




la gent de judaísmo,          sorda e cegajosa,




nunca contra don Cristo          non fo más porfïosa.



 

417

Secundo que nos dicen          las sanctas escripturas,




ficieron en don Cristo          muy grandes travesuras;




tajaba esa cuita          a mí las asaduras,




mas en ellos quebraron          todas las sus locuras.



 

418

Nin se dolién del Fijo          que mal non merecié,




nin de la Madre suya          que tal cuita vidié;




pueblo tan descosido,          que tal mal comedié,




qui ál tal li ficiese          nul tuerto non farié.



 

419

Los que mala nacieron,          falsos e traïdores,




agora me renuevan          los antigos dolores;




en grant priesa me tienen          e en malos sudores,




en cruz está mi Fijo,          luz de los pecadores.



 

420

Otra vez crucifigan          al mi caro Fijuelo,




non entendrié ninguno          cuant grant es el mi duelo,




críase en Toledo          un amargo majuelo,




non se crïó tan malo          nunca en esti suelo.»



 

421

Udieron esta voz          toda la clerecía,




e muchos de los legos          de la mozaravía;




entendieron que era          voz de Sancta María,




que facién contra ella          los judíos folía.



 

422

Fabló el arzobispo          que la misa cantaba,




escuchólo el pueblo          que cerca li estaba.




«Creed -dijo- concejo          que la voz que fablaba




prende muy grant superbia,          por en se querellaba.



 

423

Sepades que judíos          facen alguna cosa




en contra Jesu Cristo,          Fijo de la Gloriosa,




por esa cuita anda          la Madre querellosa,




non es esta querella          baldrera nin mintrosa.



 

424

Conviento e concejo,          cuantos aquí seedes,




meted mientes en esto          e no lo desdeñedes,




si la cosa buscáredes,          batuda hallaredes,




d’esta malfetría          derecho tomaredes.



 

425

Vayamos a las casas,          esto no lo tardemos,




de los rabís mayores          ca algo hallaremos;




desemos las yantares          ca bien las cobraremos,




si non, de la Gloriosa          mal rebtados seremos.»



 

426

Moviéronse los pueblos,          toda la clerecía,




fueron a muy grant priesa          pora la judería;




guïólos Jesu Cristo          e la Virgo María,




fo luego escubierta          la su alevosía.



 

427

Fallaron enna casa          del raví más honrado




un grant cuerpo de cera          como homne formado,




como don Cristo sovo,          sedié crucifigado,




con grandes clavos preso,          grant plaga al costado.



 

428

Cuanta fonta ficieron          en el nuestro Señor




allí la facién toda          por nuestra deshonor;




recabdáronlos luego,          mas non con grant sabor,




cual facién tal prisieron,          ¡grado al Criador!



 

429

Fueron bien recabdados          los que prender podieron,




diéronlis yantar mala          cual ellos merecieron,




y ficieron «Tu autem»,          mala muerte prisieron,




depués lo entendieron          que mal seso ficieron.



 

430

Qui a Sancta María          quisiere afontar,




como estos ganaron          asín deben ganar;




mas pensémosla nos          de servir e honrar,




ca nos ha el su ruego          en cabo a prestar.



 

 

   El parto maravilloso

 

431

De un otro miraclo          vos queremos contar




que cuntió otro tiempo          en un puerto de mar;




estonz lo entendredes          e podredes jurar




la virtud de María          que es cada logar.



 

432

Entendredes en ello          cómo es la Gloriosa,




en mar e en terreno,          por todo poderosa,




cómo vale aína,          ca non es perezosa,




e nunca trovó homne          madre tan pïadosa.



 

433

Cerca una marisma,          Tumba era clamada,




faciése una isla          cabo la orellada;




facié la mar por ella          esida e tornada,




dos veces en el día          o tres a la vegada.



 

434

Bien dentro enna isla,          de las ondas cerquiella,




de Sant Miguel era,          habié una capiella;




cuntién grandes virtutes          siempre en esa ciella,




mas era la entrada          un poco asperiella.



 

435

Cuando querié el mar          contra fuera esir,




isié a fiera priesa,          non se sabié sofrir;




homne maguer ligero          no li podrié foír,




si ante non isiese,          y habrié a perir.



 

436

El día de la festa          del arcángel precioso,




era el mar más quedo,          yacié más espacioso,




udié el pueblo misa          non a son vagaroso,




fuyén luego a salvo          a corso presuroso.



 

437

Un día por ventura,          con la otra mesnada,




metióse una femna          flaquiella e preñada,




non podió aguardarse          tan bien a la tornada,




tóvose por repisa          porque era entrada.



 

438

Las ondas vinién cerca,          las gentes alongadas,




habié con el desarraro          las piernas embargadas;




las compañas non eran          de valerli osadas,




en poquiello de término          yacién muchas jornadas.



 

439

Cuand ál non podién          las gentes con ardura,




«¡Válasli Sancta María!»          dicién a grant presura;




la preñada mesquina,          cargada de rencura,




fincó entre las ondas          en fiera angostura.



 

440

Los que eran esidos,          como non vedién nada,




cuidaban bien sin dubda          que era enfogada;




dicién: «Esta mesquina          fue desaventurada,




sos pecados toviéronli          una mala celada.»



 

441

Ellos esto diciendo,          encogióse la mar,




en poco de ratiello          tornó en su logar;




quísolis don Cristo          grant miraclo demostrar,




por ond de la su Madre          hobiesen qué fablar.



 

442

Ellos, que se querién          todos ir su carrera,




estendieron los ojos          cataron a la glera,




vidieron que vinié          una mugier señera,




con so fijo en brazos          en contra la ribera.



 

443

Ficiéronse las gentes          todas maravilladas,




tenién que fantasía          las habié engañadas;




pero a poca d’hora          fueron certifigadas,




rendién gracias a Cristo          todas manos alzadas.



 

444

Disieron: «Decit, dueña,          por Dios e caridat,




por Dios vos conjuramos,          decitnos la verdat;




decitnos de la cosa          toda certenedat,




e cómo vos librastes          de vuestra empreñedat.



 

445

Por Dios avino esto,          en ello non dubdamos,




e por Sancta María          a la que nos rogamos,




e por Sant Miguel          en cuya voz andamos,




es esti miraclo          bien que lo escribamos.»



 

446

«Oíd -dijo la dueña-          la mi buena compaña,




creo que non udiestes          nunca mejor hazaña;




será bien retraída          pro la tierra estraña




en Grecia e en África          e en toda España.



 

447

Cuando vidi que de muert          estorcer non podía,




que de las fieras ondas          circundada sedía,




comendéme a Cristo          e a Sancta María,




ca pora mí consejo          otro non entendía.



 

448

Yo en esto estando,          vino Sancta María,




cubrióme con la manga          de la su almejía;




non sentí nul periglo          más que cuando dormía,




si yoguiese en vano          más leida non sería.



 

449

Sin cuita e sin pena,          sin ninguna dolor,




parí esti fijuelo,          ¡grado al Criador!




Hobi buena madrina,          non podrie mejor,




fizo misericordia          sobre mí, pecador.



 

450

Fizo en mí grant gracia,          non una ca doblada,




si por ella non fuese,          serie enfogada,




valiome en el parto,          si non, sería dañada,




nunca mugier non hobo          madrina tan honrada.



 

451

Asín fo mi facienda          como yo vos predigo,




fizo Sancta María          grant pïadat comigo,




onde todos debemos          prender ende castigo,




pregarla que nos libre          del mortal enemigo.»



 

452

Hobieron del miraclo          todos grant alegría,




rendieron a Dios gracias          e a Sancta María,




ficieron un buen cántico          toda la confradía,




podriélo en la glesia          cantar la clerecía:



 

453

Cristo, señor e padre,          del mundo redentor,




que por salvar el mundo          sofrist muert e dolor,




tú seas beneíto          ca eres buen señor,




nunca te priso asco          de homne pecador.



 

454

Tú librest a Jonás          del vientre del pescado,




que lo tovo tres días          en el vientre cerrado,




non priso lisïón          ca fue de ti guardado,




el miráculo viejo          oï es renovado.



 

455

Fijos de Israël          cuando la mar pasaron,




que por tu mandamiento          tras Moïsés guïaron,




yaciendo so las ondas          nul daño non tomaron,




mas los persecutores          todos se enfogaron.



 

456

Los antigos miraclos,          preciosos e honrados,




por ojo los vemos          agora renovados;




Señor, los tos amigos          en el mar fallan vados,




a los otros en seco          los troban enfogados.



 

457

Señor, la tu potentia,          grant e marabillosa,




ésa salvó a Peidro          enna mar periglosa;




Señor, que encarnesti          enna Virgo gloriosa,




en ti sólo fiamos          ca non en otra cosa.



 

458

Señor, benedicta sea          la tu virtut sagrada,




benedicta la tu Madre,          reina coronada,




tú seas bendicto,          ella sea laudada,




Señor, hobist en ella          benedicta posada.



 

459

Señor, que sin fin eres          e sin empezamiento,




en cuya mano yacen          los mares e el viento,




dena tu bendición          dar en esti conviento,




que laudarte podamos          todos de un taliento.



 

460

Varones e mugieres,          cuantos aquí estamos,




todos en ti creemos,          e a ti adoramos,




a ti e a tu Madre          todos glorificamos,




cantemos en tu nomne          el «Te Deüm laudamus».



 

 

   El monje embriagado

 

461

De un otro miraclo          vos querría contar




que cuntió en un monje          de hábito reglar;




quísolo el dïablo          durament espantar,




mas la Madre gloriosa          sópogelo vedar.



 

462

De que fo enna orden,          bien deque fo novicio,




amó a la Gloriosa          siempre facer servicio;




guardóse de folía,          de fablar en fornicio,




pero hobo en cabo          de caer en un vicio.



 

463

Entró enna bodega          un día por ventura,




bebió mucho del vino,          esto fo sin mesura,




embebdóse el loco,          isió de su cordura,




yogó hasta la viésperas          sobre la tierra dura.



 

464

Bien a hora de viésperas,          el sol bien enflaquido,




recordó malamientre,          andaba estordido,




isió contra la claustra          hascas sin nul sentido,




entendiéngelo todos          que bien habié bevido.



 

465

Peroque en sus piedes          non se podié tener,




iba a la eglesia          como solié facer;




quísoli el dïablo          zancajada poner,




ca bien se lo cuidaba          rehezmientre vencer.



 

466

En figura de toro          que es escalentado,




cavando con los piedes,          el cejo demudando,




con fiera cornadura,          sañoso e irado,




paróseli delante          el traïdor probado.



 

467

Faciéli gestos malos          la cosa dïablada,




que li metrié los cuernos          por media la curada;




priso el homne bueno          muy mala espantada,




mas valió’l la Gloriosa,          reina coronada.



 

468

Vino Sancta María          con hábito honrado,




tal que de homne vivo          non serié apreciado,




metióselis en medio          a él e al Pecado,




el toro tan superbio          fue luego amansado.



 

469

Menazóli la dueña          con la falda del manto,




esto fo pora elli          un muy mal quebranto;




fuso e desterróse          faciendo muy grant planto,




fincó en paz el monje          ¡gracias al Padre Sancto!



 

470

Luego a poco rato,          a pocas de pasadas,




ante que empezase          a sobir ennas gradas,




cometiólo de cabo          con figuras pesadas,




en manera de can          firiendo colmelladas.



 

471

Vinié de mala guisa,          los dientes regañados,




el cejo muy turbio,          los ojos remellados,




por ferlo todo piezas,          espaldas e costados.




«Mesiello -dicié elli-          graves son mis pecados.»



 

472

Vien se cuidó el monje          seer despedazado,




sedié en fiera cueta,          era mal desarrado,




mas valió’l la Gloriosa,          es cuerpo adonado,




como fizo el toro          fo el can segudado.



 

473

Entrante de la glesia          enna somera grada,




cometiólo de cabo          la tercera vegada,




en forma de león,          una bestia dubdada,




que trayé tal fereza          que non serié asmada.



 

474

Allí cuidó el monje          que era devorado,




ca vidié por verdat          un fiero encontrado:




peor li era esto          que todo lo pasado,




entre su voluntat          maldicié al Pecado.



 

475

Dicié: «¡Valme, Gloriosa,          Madre Sancta María,




válame la tu gracia          oï en esti día,




ca só en grant afruento,          en mayor non podría!




¡Madre non pares mientes          a la mi grant folía!»



 

476

Abés podió el monje          la palabra complir,




veno Sancta María          como solié venir,




con un palo en mano          pora león ferir,




metióselis delante,          empezó a decir:



 

477

«¿Don falso alevoso,          non vos escarmentades?




mas yo vos daré oy          lo que vos demandades;




ante lo compraredes          que d’aquend vos vayades,




con quién volvistes guerra          quiero que lo sepades.»



 

478

Empezóli a dar          de grandes palancadas,




non podién las menudas          escuchar las granadas,




lazraba el león          a buenas dinaradas,




non hobo en sus días          las cuestas tan sovadas.



 

479

Dicié’l la buena dueña:          «¡Don falso traïdor,




que siempre en mal andas,          eres de mal señor,




si más aquí te prendo          en esti derredor,




de lo que oï prendes,          aún prendrás peor.»



 

480

Desfizo la figura,          empezó a foír,




nunca más fo osado          al monje escarnir,




ante pasó grant tiempo          que podiese guarir,




plógoli al dïablo          cuando lo mandó ir.



 

481

El monje que por todo          esto habié pasado,




de la carga del vino          non era bien folgado,




que vino e que miedo          habiénlo tan sovado




que tornar non podió          a su lecho usado.



 

482

La reina preciosa          e de precioso fecho




prísolo por la mano,          levólo pora’l lecho,




cubriólo con la manta          e con el sobrelecho,




púso’l so la cabeza          el cabezal derecho.



 

483

Demás, cuando lo hobo          en su lecho echado,




sanctiguó’l con su diestra          e fo bien sanctiguado;




«Amigo -díso’l- fuelga,          ca eres muy lazrado,




con un poco que duermas          luego serás folgado.



 

484

Pero esto te mando,          a firmes te lo digo,




cras mañana demanda          a fulán mi amigo;




confiésate con elli          e serás bien comigo,




ca es mucho buen homne          e dar’t ha buen castigo.



 

485

Quiero yo ir mi vían          salvar algún cuitado,




eso es mi delicio,          mi oficio usado,




tu finca bendicho          a Dios acomendado,




mas non se te oblide          lo que te hé mandado.»



 

486

Díjo’l el homne bueno:          «Dueña, fe que debedes,




vos que en mí ficiestes          tan grandes mercedes,




quiero saber quí sodes          o qué nomne habedes,




ca yo gano en ello,          vos nada non perdedes.»



 

487

Diso la buena dueña:          «Seas bien sabidor:




yo só la que parí          al vero Salvador,




que por salvar el mundo          sufrió muert e dolor,




al que facen los ángeles          servicio e honor.»



 

488

Diso el homne bono:          «Esto es de creer,




de ti podrié, Señora,          esta cosa nacer;




désateme, Señora,          los tus piedes tañer,




nunca en esti sieglo          veré tan grant placer.»



 

489

Contendié el bon homne,          queriése levantar,




por fincar los hinojos,          lo piedes li besar;




mas la Virgo gloriosa          no lo quiso esperar,




tollióseli de ojos,          hobo él grant pesar.



 

490

No la podié a ella          por do iba veer,




mas vedié grandes lumnes          redor ella arder;




no la podié por nada          de los oios toller,




facié muy grant derecho          ca fízo’l grant placer.



 

491

Otro día mañana,          venida la luz clara,




buscó al homne bono          que ella li mandara,




fizo su confesión          con humildosa cara,




no li celó un punto          de cuanto que pasara.



 

492

El maestro al monje,          fecha la confesión,




dióli consejo bueno,          dióli absolución,




metió Sancta María          en él tal bendición,




que valió más por elli          toda esa congregación.



 

493

Si ante fora bono,          fo desende mejor;




a la Sancta Reina,          Madre del Criador,




amóla siempre mucho,          fízo’l siempre honor,




feliz fo el que ella          cogió en su amor.



 

494

El otro homne bono,          no lo saurie nomnar,




al que Sancta María          lo mandó maestrar,




cogió amor tan firme          de tanto la amar




que desar’s ié por ella          la cabeza cortar.



 

495

Todas las otras gentes,          legos e coronados,




clérigos e canonges          e los escapulados,




fueron de la Gloriosa          todos enamorados,




que sabe acorrer          tan bien a los cuitados.



 

496

Todos la bendicién          e todos la laudaban,




las manos e los ojos          a ella los alzaban,




retrayén los sos fechos,          las sos laudes cantaban,




los días e las noches          en eso las pasaban.



 

497

Señores e amigos,          muévanos esta cosa,




amemos e laudemos          todos a la Gloriosa,




non echaremos mano          en cosa tan preciosa,




que tan bien nos acorra          en hora periglosa.



 

498

Si nos bien la sirviéremos,          quequiere que’l pidamos,




todo lo ganaremos,          bien seguros seamos;




aquí lo entendremos          bien ante que muramos,




lo que allí metiéremos          que bien lo empleamos.



 

499

Ella nos dé su gracia          e su bendición,




guárdenos de pecado          e de tribulación,




de nuestras liviandades          gánenos remisión,




que non vayan las almas          nuestras en perdición.



 

 

   De cómo una abadesa fue preñada et por su convento fue acusada et después por la Virgen librada

 

500

Señores e amigos,          compaña de prestar,




de que Dios se vos quiso          traer a est logar,




aún si me quisiésedes          un poco esperar,




en un otro miraclo          vos querría fablar.



 

501

De un otro miraclo          vos querría cantar,




que fizo la Gloriosa,          estrella de la mar,




si oírme quisiéredes          bien podedes jurar




que de mejor bocado          non podriédes tastar.



 

502

Ennos tiempos derechos          que corrié la verdat,




que non dicién por nada          los homnes falsedat,




estonz vivién a buenas,          vinién a vegedat,




vedién a sus trasnietos          en séptima edat.



 

503

Facié Dios por los homnes          miráculos cuitiano,




ca non querié niguno          mentir a su cristiano,




habién tiempos derechos          ivierno e verano,




semejaba el sieglo          que todo era plano.



 

504

Si pecaban los homnes,          facién bien penitencia,




perdonávalis luego          Dios toda la malqerencia,




habién con Jesu Cristo          toda su atenencia;




quiérovos dar a esto          una buena sentencia.



 

505

De una abatisa          vos quiero fer conseja,




que pecó en punto          como a mí semeja,




quisiéronli sus dueñas          revolver mala ceja,




mas no’l empedecieron          valient una erveja.



 

506

En esta abadesa          yacié mucha bondat,




era de grant recabdo          e de grant caridat,




guïaba su conviento          de toda voluntat,




vivién segund regla          en toda honestat.



 

507

Pero la abadesa          cadió una vegada,




fizo una locura          que es mucho vedada;




pisó por su ventura          yerba fuert enconada,




cuando bien se catido          fallóse embargada.



 

508

Fo’l creciendo el vientre          en contra las terniellas,




fuéronseli faciendo          pecas ennas masiellas,




las unas eran grandes,          las otras más poquiellas,




ca ennas primerizas          caen estas cosiellas.



 

509

Fo de las compañeras          la cosa entendida,




non se podié celar          la flama encendida,




pesaba a las unas          que era mal caída,




mas placiélis sobejo          a la otra partida.



 

510

Apremiávalas mucho,          teniélas encerradas,




e non les consintié          fer las cosas vedadas;




querrien veerla muerta          las locas malfadadas,




cunte a los prelados          esto a las vegadas.



 

511

Vidieron que non era          cosa de encobrir,




si non podrié de todas          el dïablo reír;




envïaron al bispo          por su carta decir




que no las visitaba          e debiélo padir.



 

512

Entendió el obispo          enna mesagería




o que habién contienda          o ficieron folía;




vino fer su oficio,          visitar la mongía,




hobo a entender          toda la pletesía.



 

513

Desemos al obispo          folgar en su posada,




finque en paz e duerma          elli con su mesnada,




digamos nos qué fizo          la dueña embargada,




ca sabié que otro día          serié porfazada.



 

514

Cerca de la su cámara          do solié albergar,




tenié un apartado,          un apuesto logar,




era su oratorio          en que solié orar,




de la Gloriosa era          vocación el altar.



 

515

Ý tenié la imagen          de la Sancta Reina




la que fue para el mundo          salut e medicina,




teniéla afeitada          de codrada cortina,




ca por todos en cabo          ésa fue su madrina.



 

516

Sabié que otro día          serié mal porfazada,




non habié alguna escusa          a la cosa probada;




tomó un buen consejo          la bienaventurada,




esto fue maravilla          como fue acordada.



 

517

Entró al oratorio          ella sola, señera,




non demandó consigo          ninguna compañera,




paróse desarrada          luego de la primera,




mas Dios e su ventura          abriéronli carrera.



 

518

Debatióse en tierra          delante el altar,




cató a la imagen,          empezó de llorar :




«¡Valme -diso- Gloriosa,          estrella de la mar,




ca non he nul consejo          que me pueda prestar.



 

519

Madre, bien lo leemos,          dícelo la escriptura,




que eres de tal gratia          e de tan grant mesura,




que qui de voluntat          te dice su rencura,




tú luego li acorres          en toda su ardura.



 

520

Tu acorriste, Señora, a Theóphilo          que era desperado,




que de su sangre fizo          carta con el Pecado,




por el tu buen consejo          fue reconcilïado,




onde todos los homnes          te lo tienen a grado.



 

521

Tú acorrist, Señora,          a la Egiptïana,




que fue pecador mucho          ca fue muger liviana;




Señora benedicta,          de qui todo bien mana,




dame algún consejo          ante de la mañana.



 

522

Señora benedicta,          non te podí servir,




pero améte siempre          laudar e bendecir;




Señora, verdat digo          e non cuido mentir,




querría seer muerta          si podiese morir.



 

523

Madre del Rey de Gloria,          de los cielos Reina,




mane de la tu gracia          alguna medicina;




libra de mal porfazo          una muger mezquina,




esto si tú lo quieres          puede seer aína.



 

524

Madre, por el amor          del Fijo querido,




Fijo tan sin embargo,          tan dulce tan cumplido,




non finque repoyada,          esta merced te pido,




ca veo que me segudan          sobre grant apellido.



 

525

Si non prendes, Señora,          de mí algún consejo,




veo mal aguisada          de salir a consejo;




aquí quiero morir          en esti logarejo,




ca si allá salliero          ferme án mal trebejo.



 

526

Reina coronada,          templo de castidat,




fuent de misericordia,          torre de salvedat,




fes en aquesta cuita          alguna pïadat,




en mí non se agote          la tu grant pïadat.



 

527

Quiero contra tu Fijo          dar a ti por fianza,




que nunca más non torne          en aquesta erranza.




Madre, si fallesciero,          fes en mí tal venganza,




que todo el mundo fable          de la mi malandanza.»



 

528

Tan afincadamente          fizo su oración




que la oyó la Madre          llena de bendición;




com qui amodorrida          vío grant visïón,




tal que debié en homne          facer edificación.



 

529

Traspúsose la dueña          con la grant cansedad,




Dios lo obraba todo          por la su pïadat;




apareció’l la Madre          del Rey de magestad,




dos ángeles con ella          de muy grant claridat.



 

530

Hobo pavor la dueña          e fo mal espantada,




ca de tal visïón          nunca era usada;




de la grant claridat          fo mucho embargada,




pero de la su cuita          fo mucho alleviada.



 

531

Dísoli la Gloriosa:          «Aforzad, abadesa,




bien estades comigo,          non vos pongades quesa,




sepades que vos trayo          muy buena promesa,




mejor que non querrié          la vuestra prioresa.



 

532

Non hayades nul miedo          de caer en porfazo,




bien vos a Dios guardada          de caer en es lazo,




bien lis id a osadas          a tenerlis el plazo,




non lazrará por eso          el vuestro espinazo.»



 

533

Al sabor del solaz          de la Virgo glorïosa




non sintiendo la madre          del dolor nula cosa,




nació la creatura          cosiella muy fermosa,




mandóla a los ángeles          prender la Glorïosa.



 

534

Dísolis a los ángeles:          «A vos ambos castigo,




levad esti niñuelo          a fulán mi amigo;




decid que’m lo críe,          yo asín gelo digo,




ca bien vos creerá,          luego seed comigo.»



 

535

Moviéronse los ángeles          a muy grant ligereza,




recabdaron la cosa          sin ninguna pereza,




plógol’ al ermitaño          más que con grant riqueza,




ca de verdad bien era          una rica nobleza.



 

536

Recudió la parida,          fízose sanctiguada,




dicié: «¡Valme, Glorïosa,          reina coronada!




¿si es esto verdad          o si só engañada?




Señora beneíta          ¡val a esta errada!»



 

537

Palpóse con sus manos          cuando fo recordada,




por ventre, por costados          e por cada ijada,




trobó so vientre llacio,          la cinta muy delgada,




como muger que es          de tal cosa librada.



 

538

No lo podié creer          por ninguna manera,




cuidaba que fo sueño,          non cosa verdadera;




plapose e catóse          la begada tercera,




fízose de la dubda          en cabo bien certera.



 

539

Cuand se sintió delibre          la preñada mesquina,




fo el saco vacío          de la mala farina,




empezó con grant gozo          cantar «Salve Regina»,




que es de los cuitados          solaz e medicina.



 

540

Ploraba de los ojos          de muy grant alegría,




dicié laudes preciosas          a la Virgo María,




non se temié del bispo          nin de su cofradría,




ca terminada era          de la fuert malatía.



 

541

Ploraba de los ojos          e facié oraciones,




dicié a la Glorïosa          laudes e bendiciones,




dicié: «Laudada seas,          Madre, todas sazones,




laudarte deben siempre          mugieres e varones.



 

542

Era en fiera cuita          e en fiera pavura,




caí a los tos piedes,          dísite mi ardura,




acorrióme, Señora,          la tu buena mesura:




debes laudada ser          de toda creatura.



 

543

Madre, yo sobre todos          te debo bendecir




laudar, magnificar,          adorar e servir,




que de tan grant infamia          me denesti guarir,




que podrié tod el mundo          siempre de mí reír.



 

544

Si esta mi nemiga          isiese a concejo,




de todas las mugieres          serié riso sobejo;




cuant grant es e cuant bono,          Madre, el to consejo




no lo asmarié homne          nin grant nin poquellejo.



 

545

La merced e la gracia          que me denesti fer,




no lo sabría, Madre,          yo a ti gradecer




ni lo podrié, Señora,          yo nunca merecer,




mas non cesaré nunca          gracias a ti render.»



 

546

Bien fincarié la dueña          en su contemplación,




laudando la Glorïosa,          faciendo oración,




mas vínoli mandado          de la congregación




que fuese a cabillo          facer responsïón.



 

547

Como en el porfazo          non se temie caer,




fo luego a los piedes          del obispo seer;




quíso’l besar las manos,          ca lo debié facer,




mas él non gelas quiso          a ella ofrecer.



 

548

Empezóla el bispo          luego a increpar




que habié fecha cosa          por que debié lazrar,




e non debié por nada          abadesa estar,




nin entre otras monjas          non debié habitar:



 

549

«Toda monja que face          tan grant deshonestat,




que non guarda so cuerpo          nin tiene castidat,




debié seer echada          de la socïedat;




allá por do quisiere          faga tal suciedat.»



 

550

«Señor -dísoli ella-          ¿por qué me maltraedes?




Non só por aventura          tal como vos tenedes.»




«Dueña -diso el bispo-          ¿por que vos lo neguedes?




Non seredes creída          ca a probar seredes.»



 

551

«Dueña -diso el bispo-          esit vos al hostal,




nos habremos consejo,          depués faremos ál.»




«Señor -diso la dueña-          non decides nul mal,




yo a Dios me comiendo,          al que puede e val.»



 

552

Isió la abadesa          fuera del consistorio,




como mandó el bispo          fo pora’l diversorio;




ficieron su cabillo          la ira e el odio,




amasaron su masa          de farina de ordio.



 

553

Dísolis el obispo:          «Amigas, non podemos




condepnar esta dueña          menos que la probemos.»




Dísoli el conviento:          «De lo que bien sabemos,




señor, en otra prueba          nos ¿por qué entraremos?»



 

554

Dísolis el obispo:          «Cuando fuere vencida,




vos seredes más salvas,          ella más confondida,




si non, nuestra sentencia          serié mal retraída,




no li puede en cabo          prestar nula guarida.»



 

555

Envïó de sos clérigos          en qui él más fiaba,




que probasen la cosa          de cuál guisa estaba;




tolliéronli la saya          maguer que li pesaba,




falláronla tan seca          que tabla semejaba.



 

556

Non trovaron en ella          signo de preñedat,




nin leche nin batuda          de nula malveztat;




disieron: «Non es esto          fuera grant vanidat,




nunca fo levantada          tan fiera falsedat.»



 

557

Tornaron al obispo,          disiéronli: «Señor




savet que es culpada          de valde la seror;




quiquiere que ál vos diga,          salva vuestra honor,




dizvos tan grant mentira          que non podrié mayor.»



 

558

Cuidóse el obispo          que eran decebidos,




que lis habié la dueña          dineros prometidos;




dijo: «Domnos maliellos,          non seredes creídos,




ca otra quilma tiene          de yuso los vestidos.»



 

559

Diso: «Non vos lo quiero          tan aína creer,




o sodes vergonzosos          o prisiestes haber:




yo quiero esta cosa          por mis ojos ver,




si non, qui lo apuso          lo debe padecer.»



 

560

Levantóse el bispo          onde estaba asentado,




fo pora la abadesa          sañoso e irado;




fízoli despujar          la cogulla sin grado,




probó que’l aponién          crimen falso probado.



 

561

Tornóse al conviento,          bravo e muy felón,




«Dueñas -diso- ficiestes          una grant traïción;




pusiestes la señora          en tal mala razón




que es muy despreciada          vuestra religïón.



 

562

Esta cosa non puede          sin juticia pasar,




la culpa que quisiestes          vos a ella echar,




el Decreto lo manda,          en vos debe tornar,




que debedes ser          echadas d’est logar.»



 

563

Vío la abadesa          las dueñas mal judgadas,




que habién a ser          de la casa echadas;




sacó apart al bispo,          bien a quince pasadas,




«Señor -diso- las dueñas          non son mucho culpadas.»



 

564

Dísoli su facienda          por que era pasada,




por sos graves pecados          cómo fo engañada;




cómo la acorrió          la Virgo coronada,




si por ella non fuese,          fuera mal porfazada.



 

565

E cómo mandó ella          el niñuelo levar,




cómo al ermitaño          gelo mandó criar:




-«Señor, si vos quisiéredes          podédeslo probar:




¡Por caridat, non pierdan          las dueñas el logar!



 

566

Más quiero yo señera          ser embergonzada




que tanta buena dueña          sea desemparada.




Señor, merced vos pido,          parcid esta vegada,




por todas a mí sea          la penitencia dada.»



 


Espantóse el bispo,          fo todo demudado,




diso: «Dueña, si esto          puede ser probado,




veré don Jesu Cristo          que es vuestro pagado,




yo mientre fuero vivo          faré vuestro mandado.»



 

568

Envïó dos calonges          luego al ermitaño,




probar esto si era          o verdat o engaño;




trovaron al bon homne          con hábito estraño,




teniendo el niñuelo          envuelto en un paño.



 

569

Mostrólis el infant          recién nado del día,




diso que lo mandara          criar Sancta María;




qui en esto dubdase          farié bavequía,




ca era verdat pura          ca non vallitanía.



 

570

Tornaron al obispo          luego con el mandado,




disiéronli por nuevas          lo que habién probado:




«Señor -disieron- d’esto          seï certificado,




si non, farás grant yerro,          ganarás grant pecado.»



 

571

Tovos el obispo enna          dueña por errado,




cadióli a los piedes          en el suelo postrado.




«Dueña -diso- mercet,          ca mucho só errado,




ruégovos que me sea          el yerro perdonado.»



 

572

«¡Señor -diso la dueña-          por Dios e la Gloria,




catat vuestra mesura,          non fagades tal cosa!




Vos sodes homne sancto,          yo pecadriz doliosa,




si en ál non tornades          seré de vos sanosa.»



 

573

La dueña con el bispo          habié esta entencia,




mas fináronlo todo          en buena abenencia.




Jamás hobieron ambos          amor e bienquerencia,




encerraron su vida          en buena pacïencia.



 

574

Metió paz el obispo          enna congregación,




amató la contienda          e la disensïón,




cuand quiso despedirse,          diólis su bendición,




fo bona pora todos          esa visitación.



 

575

Envïó sus saludes          al santo ermitaño,




como a buen amigo,          a cuempadre fontano,




que criase el niño          hasta’l seteno año,




desende él pensarié          de ferlo buen cristiano.



 

576

Cuando vino el término,          los siet años pasados,




envïó de sos clérigos,          dos de los más honrados,




que trasquiesen el niño          del mont a los poblados;




recabdáronlo ellos          como bien castigados.



 

577

Adusieron el niño          en el yermo criado,




de los días que era,          era bien enseñado;




plógol al obispo,          fo ende muy pagado,




mandó’l poner a letras          con maestro letrado.



 

578

Isió muy bon homne          en todo mesurado,




parecié bien que fuera          de bon amo criado.




Era el pueblo todo          d’elli mucho pagado,




cuando murió el bispo,          diéronli el bispado.



 

579

Guïólo la Gloriosa          que lo dio a criar,




sabié su obispado          con Dios bien gobernar;




guïaba bien las almas          como debié guiar,




sabié en todas cosas          mesura bien catar.



 

580

Amábanlo los pueblos          e las sus clerecías,




amábanlo calonges          e todas las mongías,




todos por ond estaban          rogaban por sos días,




fuera algunos foles          que amaban folías.



 

581

Cuando vino el término          que hobo de finar,




no lo desó su ama          luengamientre lazrar;




levólo a la gloria,          a seguro lograr




do ladrón nin merino          nunca puede entrar.



 

582

A la Virgo gloriosa          todos gracias rendamos,




de qui tantos miraclos          leemos e probamos;




ella nos dé su gracia          que servirla podamos,




e nos guíe fer cosas          por ond salvos seamos. (Amén.)



 

 

El romero naufragado

 

583

Señores, si quisiésedes          mientre dura el día,




d’estos tales miraclos          aún más vos dizría;




si vos non vos quesásedes,          yo non me quesaría,




ca como pozo fondo,          tal es Sancta María.



 

584

Tal es Sancta María          como el cabdal río,




que todos beben d’elli,          bestias e el gentío,




tan grant es cras como eri,          e non es más vacío,




en todo tiempo corre,          en caliente e en frío.



 

585

Siempre acorre ella          en todos los lugares,




por valles e por montes,          por tierras e por mares;




qui rogarla sopiese          con limpios paladares




no lo podrién torzones          prender a los ijares.



 

586

Leemos un miraclo          de la su santidat




que cuntió a un bispo,          homne de caridat,




que fo homne católico          de grant autoridat;




víolo por sus ojos,          bien sabié la verdat.



 

587

Asín como lo vío,          asín lo escribió,




non menguó d’ello nada,          nada non eñadió;




Dios li dé paraíso          ca bien lo mereció,




alguna misa diso          que tanto no’l valió.



 

588

Cruzáronse romeos          por ir en Ultramar,




saludar el Sepulcro,          la Vera Cruz orar;




metiéronse ennas naves          pora Acre pasar,




si el Padre del Cielo          los quisiese guiar.



 

589

Hobieron vientos bonos          luego de la entrada,




oraje muy sabroso,          toda la mar pagada;




habién grant alegría          la alegre mesnada:




con tal tiempo aína          habrién la mar pasada.



 

590

Habién buena partida          de la mar travesada,




que la habrién aína          a l’otra part pasada,




mas tóvolis su fado          una mala celada,




fo la grant alegría          en tristicia tornada.



 

591

Movióse la tempesta,          una oriella brava,




desarró el maestro          que la nave guïaba;




nin a sí nin a otri          nul consejo non daba,




toda su maestría          non valié una haba.



 

592

Cuntiólis otra cosa,          otra grant ocasión:




rompióselis la nave          yuso en el fondón:




vedién entrar grant agua,          rompié cada rencón,




habié a hir la cosa          toda a perdición.



 

593

Cerca la mayor nave          trayén otra pocaza,




non sé si li dicién          galea o pinaza,




que si fuesen cuitados          de oriella malvaza,




en ésa estorciesen          de la mala pelaza.



 

594

Fizo el marinero          como leal cristiano,




a su señor el bispo          tomólo por la mano;




con otros, bonos homnes          de pleito más lozano,




metiólos en la barca,          priso consejo sano.



 

595

Un de los peregrinos          cuidó seer artero,




dio salto de la nave          ca era bien ligero;




cuidó enna galea          entrar por compañero,




enfogóse en la agua,          murió mas non señero.



 

596

Abés podrié ser          media hora complida,




quísolo Dios sofrir,          fo la nave somida;




de la turma que era          entro remanecida,




por medicina uno          non escapó a vida.



 

597

El bispo e los otros          que con elli isieron,




isieron a terreno          do más cerca podieron;




ficieron muy grant duelo          por los que perecieron,




pesávanlis porqué          con ellos non murieron.



 

598

Habiendo de los muertos          duelo grant e pesar,




estendieron los ojos,          cataban a la mar,




si verién de los muertos          algunos arribar,




ca el mar nunca quiere          cosa muerta celar.



 

599

Catando si algunos          muertos podrién ver,




por darlis cimiterio,          so tierra los meter,




vidieron palombiellas          de so la mar nacer,




cuantos fueron los muertos          tantas podrién ser.



 

600

Vidieron palombiellas          esir de so la mar,




más blancas que las nieves          contra’l cielo volar;




credién que eran almas          que querié Dios levar




al sancto paraíso,          un glorioso logar.



 

601

De derecha envidia          se querién desquicar,




porque fincaron vivos          habién un grant pesar,




ca credién bien afirmes,          non era de dubdar




que almas era desos,          los que sumió la mar.



 

602

Dicién: «¡Aï, romeos!          Vos fuestes venturados,




que ya sodes "per ignem          et per aquam" pasados;




nos fincamos en yermo          como desamparados,




nos velamos, ca vos          dormides segurados.



 

603

Grado al Padre Sancto          e a Sancta María,




ya vestides la palma          de vuestra romería;




nos somos en tristicia          e vos en alegría,




nos cuidamos fer seso          e ficiemos folía.»



 

604

Habiendo grant quebranto          del daño que lis vino,




querién prender carrera,          entrar en su camino;




vidieron de la mar          esir un peregrino,




semejaba que era          romeruelo mesquino.



 

605

Cuando vino a ellos,          que fue en la ribera,




conociéronlo todos          que el que salió era;




sanctiguáronse todos:          «¿Cómo, por cuál manera




fincó en el mar vivo          una hora señera?»



 

606

Diso el peregrino:          «Oídme, ¡sí vivades!




Yo vos faré certeros          en eso que dubdades,




cómo escapé vivo          quiero que lo sepades,




dizredes "Deo gracias"          luego que lo udades.



 

607

Cuando de la grant nave          quise fuera salir,




ca parecié por ojo          que se querié somir,




vedía que de muerte          non podía guarir:




"¡Valme Sancta María!"          empecé a decir.



 

608

Disi esta palabra:          "¡Valme, Sanct a María!"




Non podí más dicir          ca vagar non había;




fue luego ella presta          por su placentería,




si non fuese por ella          enfogado sería.



 

609

Luego fo ella presta,          aduso un buen paño,




paño era de precio,          nunca vid su calaño;




echómelo de suso,          diso: "Non pendrás daño,




cuenta que te dormisti          o que yoguist en vano."



 

610

Nunca tan rica obra          vío home carnal,




obra era angélica,          ca non materïal;




tan folgado yacía          como so un tendal,




o como qui se duerme          en un verde pradal.



 

611

Feliz será la alma          e bienaventurada




que so tan rica sombra          fuere asolazada;




nin frío nin calura          nin viento nin helada




non li fará enojo          que sea embargada.



 

612

So esti paño folgan,          alegres e pagadas,




las vírgines gloriosas          de don Cristo amadas,




que cantan a su Madre          laudes multiplicadas




e tienen las coronas          preciosas e honradas.



 

613

La sombra d’aquel paño          trae tal tempradura,




homne con el ardor          trova so él fridura;




trova el fridoliento          temprada calentura,




¡Dios, qué rico consejo          en hora de ardura!



 

614

Tantas son sus mercedes,          tantas sus caridades,




tantas las sus virtudes,          tantas las sus bondades,




que non las contrarién          obispos nin abades,




nin las podrién asmar          reïs nin podestades.»



 

615

El pesar que hobieron          de los que periglaron




con sabor del miraclo          todo lo oblidaron;




rendieron a Dios gracias,          el «Te Deum» cantaron,




desend «Salve Regina»          dulcement la finaron.



 

616

Cumplieron los romeos          desend su romería,




plegaron al Sepulcro          con muy grant alegría;




adoraron la Cruz          del Fijo de María,




¡Nunca en est sieglo          vidieron tan buen día!



 

617

Contaron el miraclo          de la Madre gloriosa,




cómo libró al homne          de la mar periglosa,




dicién todos que fuera          una estraña cosa;




ficieron end escripto,          leyenda muy sabrosa.



 

618

Cuantos que la udieron          esta sancta razón,




todos a la Gloriosa          dicién su bendición,




habién pora servirla          mejor devocïón,




ca esperaban d’ella          mercet e gualardón.



 

619

La fama d’esti fecho          voló sobre los mares,




no la retovo viento,          pobló muchos solares;




metiéronla en libros          por diversos lugares,




and es oï bendicha          de muchos paladares.



 

620

Cuantos que la bendicen          a la Madre gloriosa




¡par el Reï de Gloria          facen derecha cosa!




ca por ella isiemos          de la cárcel penosa,




en que todos yaciemos,          foya muy periglosa.



 

621

Los que por Eva fuemos          en perdición caídos,




por ella recombramos          los solares perdidos;




si por ella non fuese          yazriémos amortidos,




mas el so sancto fructo          nos hobo redemidos.



 

622

Por el so sancto fructo          que ella concibió,




que por salud del mundo          pasión e muert sufrió,




isiemos de la foya          que Adán nos abrió,




cuando sobre debiedo          del mal mueso mordió.



 

623

Desend siempre contiende          de valer a cuitados,




gobernar los mesquinos,          revocar los errados,




por tierras e por mares          fer miraclos granados,




tales e muy mayores          de los que son contados.



 

624

Ella que es de gracia          plena e abondada,




guíe nuestra facienda,          nuestra vida lazrada;




guárdenos en est mundo          de mala sorrostrada,




gánenos en el otro          con los sanctos posada. (Amen).



 

 

   El mercader fiado

 

625

Amigos, si quisiésedes          un poco atender,




un precioso miraclo          vos querría leer;




cuando fuere leído          habredes grant placer,




preciarlo edes más          que mediano comer.



 

626

Enna cibdat que es          de Costantín nomnada




ca Costantín la hobo          otro tiempo poblada,




el que dio a Sant Peidro          Roma pora posada




habié y un bon homne          de facienda granada.



 

627

Era esti burgés          de muy grant corazón,




por sobir en grant precio          facié grant misïón;




espendié sos haberes,          dávalos en baldón,




quiquier que li pidiese          él non dizrié de non.



 

628

Por exaltar su fama,          el su precio crecer,




derramaba sin duelo          cuanto podié haber;




si’l menguaba lo suyo,          aún por más valer,




prendié de sus vecinos          mudado volunter.



 

629

Derramaba lo suyo          largament e sin tiento,




menguaba los haberes          mas non el buen taliento;




siempre trovarié homne          en su casa conviento,




cuando veinte cuando treinta          a las vegadas ciento.



 

630

Como facié grant gasto,          espensa sin mesura,




falleció la pecunia,          paróse en ardura;




non trovaba mudado          nin fallaba usura,




ni entre los estraños          ni entre su natura.



 

631

Entendiéngelo todos          que era empobrido,




non trovaba mudado          nin haber encreído;




era en grant porfazo          el bon homne caído,




tenié que lo pasado          todo era perdido.



 

632

El varón con grant quesa          fo ante los altares,




facié su oración          entre los paladares,




«Señor, que un Dios eres          e tres personas pares,




sea tu pïadat          e non me desempares.



 

633

Señor, hasta agora          tú me hás cabtenido,




só ya por mis pecados          en falliment caído;




el precio que había          todo lo hé perdido,




mucho más me valiera          que non fuese nacido.



 

634

Señor, dame consejo          por alguna manera,




envíame tu gracia          por alguna carrera;




es pora ti tal fecho          cosa asaz ligera,




nadé todo el mar,          ¿morré enna ribera?»



 

635

Demientre que oraba,          quísoli Dios prestar,




hobo un buen consejo          el burgés a asmar;




non vino por su seso,          mas quísolo guiar




el que el mundo todo          habe de gobernar.



 

636

Un judío bien rico          habié enna cibdat,




non habié d’él más rico          en esa vecindat:




asmó de ir a elli          entre su voluntat,




demandarli consejo          por Dios e caridat.



 

637

Fo luego al judío          e fo bien recibido,




demandó’l cómo andaba,          por qué era venido,




ca de otras sazones          lo habié conocido




e todo el su pleito          bien lo habié oído.



 

638

Dísoli su facienda          el burgés al hebreo:




«Don fulán, bien sabedes          mi pleito como creo,




ganar de vos empresto          habría grant deseo,




ca non cuidé verme          en esto que me veo.



 

639

Cuando Dios lo querié,          que yo algo había




sábenlo mis vecinos,          yo a todos valía;




las puertas de mi casa          abiertas las tenía;




cuanto que Dios me daba          con todos lo partía.



 

640

Querría, si podiese,          en eso contender,




mas só muy decaído,          menguado del haber;




mas si tú me quisieses          del tuyo acreer,




bien te lo cuidaba          a un plazo render.»



 

641

Dísoli el judío:          «Ferlo hé de buen grado,




dar’t hé cuanto quisieres          de mi haber prestado;




mas dame fïador          que sea segurado,




si non, pavor habría          de ser engañado.»



 

642

Dísoli el cristiano,          fablóli a sabor:




«Don fulán, non te puedo          dar otro fïador,




mas daréte a Cristo,          mi Dios e mi Señor,




Fijo de la Gloriosa,          del mundo Salvador.»



 

643

Dísoli el judío:          «Yo creer non podría




que ési que tú dices,          que nació de María,




que Dios es; mas fo homne          cuerdo e sin folía,




profeta verdadero          -yo ál non creería.



 

644

Si él te enfïare,          yo por el su amor




acreer’t he lo mío          sin otro fiador;




mas seméjame cosa          esquiva sin color




e seméjasme hascas          homne escarnidor.



 

645

Yo non sé de cuál guisa          lo podiese haber,




ca non es en est mundo          secúnd el mi creer;




non esperes que venga          pora ti acorrer,




onde otro consejo          te conviene prender.»



 

646

Respondió el cristiano,          dísoli al judío:




«Entiendo que me tienes          por loco e sendío,




que non trayo consejo          e ando en radío;




mas ál verás tras esto          secundo que yo fío.»



 

647

Dísoli el judío:          «Si tal cosa mostrares,




yo te daré empresto          cuanto tú demandares,




mas por otras pastrijas          lo que de mí levares,




non pagarás con ello          cazurros nin joglares.»



 

648

Dísoli el burgés          al trufán renegado,




«Sólo que tú comigo          vengas al mi sagrado,




mostrar’t hé a María          con el su buen Criado.»




Dísoli el judío:          «Facerlo hé de grado.»



 

649

Lévolo a la eglesia          con Dios e con su guía,




mostróli la imagen,          la de Sancta María,




con su Fijo en brazos,          la su dulz compañía,




fueron envergonzados          los de la judería.



 

650

Diso el homne bono          a los de la aljama:




«Esti es nuestro Sire,          e ésta nuestra Dama,




siempre es bien apreso          qui a ellos se clama,




qui en ellos non cree          bebrá fuego e flama.»



 

651

Dísoli al judío          que era mayoral,




al que li prometió          que’l prestarié cabdal:




«Estos son mis señores          e yo su servicial:




éstos sean fianzas          ca non puedo fer ál. »



 

652

Dísoli el judío:          «Yo bien los tomaré,




yo otros fiadores          non te demandaré;




mas si tú me fallieres          a ellos reptaré,




e cual lealtad traes          sabiente la faré.»



 

653

Dióli los fiadores          al trufán el cristiano,




a Madre e a Fijo          metiógelos por mano;




pusieron de su paga          su término certano,




recibió la pecunia          el burgés cibdadano.



 

654

Cuando el haber hobo          el burgés recibido,




hobo grant alegría          tóvose por guarido,




tornó a la Gloriosa,          fo y de buen sentido,




fo render a Dios gracias          de corazón complido.



 

655

Abasó los enojos          ante la magestat,




erzió a Dios los ojos          con grant humilidat:




«Señor -diso- fecístme          mercet e caridat,




ásme oï sacado          de muy grant pobredat.



 

656

Señor, andaba eri          pobre e adebdado,




só oï por tu gracia          rico e abondado;




a ti di por fianza          mas fícilo sin grado,




por mí serié grant tuerto          que tú fueses reptado.



 

657

Señor, yo non querría          de mi vierbo fallir,




lo que ante ti pusi          bien lo querré complir;




pero si non podiero          yo al plazo venir,




el haber ante ti          lo querré aducir.



 

658

Señor si por ventura          fuero yo alongado,




que non pueda venir          a término tajado,




porrélo ante ti          que me hás enfiado,




e tú comoquequiere          féslo a él pagado.



 

659

Reina de los cielos,          Madre del pan de trigo,




por que fo confondido          el mortal enemigo,




tú eres mi fianza,          eso misme te digo,




lo que hé regunzado          al que tienes contigo.»



 

660

Cuando el burgés hobo          fecha su oración,




e con el trufán hobo          puesta su condición,




aguisó su facienda          e toda su misión,




fo a tierras estrañas          a luenga regïón.



 

661

Fo a tierras estrañas,          a Flandes e a Francia,




con grandes mercaduras          e fizo grant ganancia;




con Dios e la Gloriosa          creció la su substancia,




pujó en grant riqueza          e en grant alavancia.



 

662

Con las grandes faciendas          que era facendado




e era de la tierra          ferament alongado,




non recudió al término          que hobo asentado,




por sus pecados graves          habiélo oblidado.



 

663

Cerca vinié el día          que habié a pagar,




más de un día solo          non havié a pasar,




hóbose el burgés          del pleit a remembrar,




queriése el bon homne          con sus manos matar.



 

664

Dicié: «Mal só fallido,          mesquino pecador,




por nada no li puedo          valer al fïador,




será por mí reptado          el mi Redimidor,




e la su madre sancta,          la de Rocamador.



 

665

Señor, tú lo entiendes          e sabes la verdat,




como só tan pesant          entre mi voluntat;




Señor, dáme consejo          por la tu pïadat,




que non sea reptada          la tu grant magestat.»



 

666

Priso el haber todo          en un saco atado,




non fallié de la suma          un pujés foradado;




levólo a la isla          en sus cuentas troxado,




echólo a las ondas          do non habié nul vado.



 

667

Tornó en Jesu Cristo          con grant devocïón,




plorando gravemientre          fizo su oración:




«Señor -diso- tú sabes          toda esta razón,




ca tú eres fianza          de nuestra condición.



 

668

Señor, cuando non puedo          yo pagar al marquero,




ca nos yace en medio          mucho bravo sendero,




Señor, que eres dicho          Salvador verdadero,




tú pon esta pecunia          cras en el su cellero.



 

669

Señora glorïosa,          miena Sancta María,




tú bien en medio yaces          en esta pleitesía;




cuando bien la catares          tuya es más que mía,




a ti do la pecunia,          Señora tú la guía.



 

670

Ambos, tú et tu Fijo          fuestes en el mercado,




ambos sodes fianzas          al trufán renegado;




sea la mercet vuestra          e sea cras pagado,




por mal siervo non sea          el buen Señor reptado.



 

671

Yo a vos lo comiendo,          cuento que hé pagado,




yo por quito me tengo          ca a vos lo hé dado;




yo Madre a ti ruego,          tú ruega al Criado,




comoquiere, cras sea          el trufán entergado.»



 

672

Plogo a la Gloriosa,          al su Fijo querido,




otro día mañana,          el sol bien esclarido,




el basel que levaba          el haber encreído




nadaba a la puerta          del trufán descreído.



 

673

La villa do facié          el judío morada,




el que al burgés hobo          la pecunia prestada,




yacié como leemos          cerca la mar poblada,




las ondas ennos muros          batién a la vegada.



 

674

En esa matinada,          cerca de prima era,




los homnes del judío,          compañuela baldera,




isieron deportarse          fuera a la ribera,




vidieron est estui          nadar sobre la glera.



 

675

Fueron pora prenderlo          mancebiellos livianos,




éstos muchas de veces          facién ensayos vanos;




encogiése a entro,          fuyélis de las manos,




esto vidiénlo muchos,          judíos e cristianos.



 

676

Vinieron al roído          cristianos sabidores,




con grafios, con guizquios,          galeas valedores;




todo non valió nada          ca eran trufadores,




nunca homnes vertieron          más valderos sudores.



 

677

Vino por aventura          el señor verdadero,




vínoli a las manos          adieso el tablero;




levólo a so casa,          entro en so cellero,




de oro e de plata          fizo un grant rimero.



 

678

Cuando el trufán hobo          el haber recabdado,




el vaso en que vino          fo bien escodriñado;




echólo so su lecho          ricament alleviado,




habién todos envidia          del trufán renegado.



 

679

El trufán alevoso,          natura cobdiciosa,




non metié el astroso          mientes en otra cosa;




tenié que su ventura          era maravillosa,




púsoli al burgés          nomne «boca mintrosa».



 

680

Reptávalo la aljama,          esa mala natura,




que perdió so haber          por su mala locura;




nunca homne non fizo          tan loca fiadura,




que priso por fianza          una imagen dura.



 

681

Desemos al judío,          goloso e logrero,




no lo saque Dios ende,          aguarde so cellero;




fablemos su vegada          del pleit del mercadero,




levémosli las nuevas          do ribó el tablero.



 

682

El burgés de Bizancio          vivié con grant pesar,




que non podió al plazo          al judío pagar;




non podié el bon homne          la cara alegrar,




ni lo podién por nada          sos homnes confortar.



 

683

Andido un grant tiempo,          ganó muchos dineros,




comprando e vendiendo          a ley de mercaderos;




cuando su hora vio          desó esos senderos,




tornó a su provincia          con otros compañeros.



 

684

Fo por Constantinopla          semnado el roído




el burgés don Valerio          como era venido;




plógoli al judío,          tóvose por guarido,




E vido que doblarie          el haber acreído.



 

685

Fue luego a la casa,          ca sabié do moraba,




púsolo en porfazo          porque lo non pagaba;




dísoli el bon homne          que locura buscaba,




ca nada no’l debié          de lo que demandaba.



 

686

Dísoli el judío:          «Yo con derecho ando,




ca buenos testes tengo          de lo que te demando;




si dices que paguesti,          demuestra dó o cuándo,




ca en cabo bien creo          que non iré cantando.



 

687

Fié en el tu Cristo,          un grant galeador,




con su madreciella          que fo poco mejor;




levaré tal derecho          prisi cual fiador,




qui más en vos crediere          tal prenda o peor.»



 

688

Dísoli el cristiano:          «Dices palabra loca,




buena Madre, buen Fijo,          háslis vergüenza poca;




nunca en esti sieglo          tal mugier cubrió toca,




ni nació nunca niño          de tan donosa boca.



 

689

El haber que me disti,          bien seo segurado,




buenos testigos tengo,          bien te lo hé pagado;




aún si de non dices,          fer’t hé mayor mercado,




díganlo las fianzas          que hobisti tomado.»



 

690

Fo el trufán alegre,          tóvose por guarido,




diso: «Judicio prendo,          non serás desmentido.»




Cuidó que la imagen          que non habié sentido,




non fablarié palabra          por que fuese vencido.



 

691

Fueron a la eglesia          estos ambos guerreros,




facer esta pesquisa          cuál habié los dineros;




fueron tras ellos muchos          e muchos delanteros,




veer si habrién seso          de fablar los maderos.



 

692

Paráronse delante          al Niño coronado,




el que tenié la Madre          dulcement abrazado;




dísoli el burgés:          «Señor tan acabado,




departi esti pleito          ca só yo mal reptado.



 

693

De cómo yo lo fici          tú eres sabidor,




si lo hobo o non          tú lo sabes, Señor;




Señor, fas tanta de gracia          sobre mí pecador




que digas si lo hobo,          ca tú fuist fiador.»



 

694

Fabló el crucifijo,          díjoli buen mandado:




«Miente, ca paga priso          en el día tajado;




el cesto en que vino          el haber bien contado,




so el so lecho misme          lo tiene condesado.»



 

695

Movióse el pueblo todo,          como estaba llecho,




fuéronli a la casa,          ficieron grant derecho;




trovaron el escrino          do yacié so el lecho,




fincó el trufán malo          confuso e maltrecho.



 

696

Si’l pesó o si’l plogo,          triste e desmedrido,




hobo del pleito todo          venir de conocido,




elli con sus compañas          fo luego convertido,




murió enna fe buena,          de la mala tollido.



 

697

Siempre en esi día          que cuntió esta cosa,




que fabló la imagen,          la su vertud preciosa,




facien muy grant festa          con quirios e con prosa,




con grandes alegrías          a Dios e la Gloriosa.



 

698

Los pueblos de la villa,          páuperes e potentes,




facién grant alegría          todos con instrumentes;




adobaban convivios,          daban a non aventes




sus carnes, sos pescados          salpresos e recentes.



 

699

Andaban las redomas          con el vino piment,




conduchos adobados          maravillosament;




qui prenderlo quise          non habrié falliment,




non trayén en su pleito          ningún escarniment.



 

700

Un rico arcidiano,          bien de tierras estrañas,




caeció esta festa          entre esas compañas;




vío grandes quirolas,          procesiones tamañas




que nin udió nin vío          otras d’ésta calañas.



 

701

Preguntó esta festa          cómo fo levantada,




ca era grant facienda,          noblement celebrada;




dísoli un cristiano          la raíz profundada




e sopiese que ésta          era verdat probada.



 

702

Plógo’l al arciagno,          tóvolo por grant cosa,




diso: «Laudetur Deus          e la Virgo gloriosa.»




Metiólo en escripto          la su mano cabosa,




déli Dios paraíso          e folganza sabrosa. (Amen).



 

 

   La iglesia despojada

 

703

Aún otro miraclo          vos querría contar,




que fizo la Gloriosa,          non es de oblidar;




fuent perenal es Ella          de qui mana la mar,




que en sazón ninguna          non cesa de manar.



 

704

Bien creo que qui esti          miráculo oyere




no li querrá toller          la toca que cubriere,




ni li querrá toller por fuerza          lo que toviere;




membrale debe esto          demientre que visquiere.



 

705

En el tiempo del Rey          de la buena ventura,




don Ferrando por nomne,          señor de Estremadura,




nieto del rey Alfonso,          cuerpo de grant mesura,




cuntió esti miraclo          de muy grant apostatura.



 

706

Moviéronse ladrones          de parte de León,




de esa bispalía,          de esa regïón;




vinieron a Castiella          por su grant confusión,




guïólos el dïablo          que es un mal guïón.



 

707

El uno era lego          en duro punto nado,




el otro era clérigo          del bispo ordenado;




llegaron en Çohinos,          guïólos el Pecado,




el que guïó a Judas          facer el mal mercado.



 

708

Defuera de la villa          en una rellanada,




sedié una eglesia          non mucho aredrada,




cerca de la eglesia          una ciella poblada,




moraba en la ciella          una tocanegrada.



 

709

Barruntaron la cosa          estos ambos ladrones,




moviéronse de noche          con senos azadones;




desquizaron las puertas,          buscaron los rencones,




bien entendién que era          la ciella sin varones.



 

710

Pobre era la freira          que mantenié la ciella,




habié magra sustancia,          asaz poca ropiella,




pero habié un paño,          era cosa boniella,




pora mugier de orden          cubierta apostiella.



 

711

Lo que fue en la ciella          fue todo abarrido,




malamient maneado,          en un saco metido;




asaz era el lego          homne de mal sentido,




mas de peor el clérigo          que más habié leído.



 

712

Cuando lo de la ciella          todo fue embasado,




todo valdrié bien poco          de haber monedado,




asmaron los astrosos,          ministros del Pecado,




que yacié el pro todo          en la glesia cerrado.



 

713

Fue con los azadones          la cerraja rancada,




desquizadas las puertas,          la eglesia robada,




de cuanto que y era          non remaneció nada:




facién grant sacrilegio          por ganancia delgada.



 

714

Despojaron la sábanas          que cubrién el altar,




libros e vestimentas          con que solién cantar;




fue mal desvaratado          el precioso lugar




do solién pecadores          al Criador rogar.



 

715

Cuando hobieron fecha          esta tan grant locura,




alzaron contra suso          amos la catadura;




de la Virgo gloriosa          vieron la su figura




con su niño en brazos,          la su dulz creatura.



 

716

Tenié en la cabeza          corona muy honrada,




de suso un impla,          blanca e muy delgada,




a diestro e siniestro          la tenié bien colgada,




asmaron de tollérgela          mas non ganaron nada.



 

717

Argudóse el clérigo          e fizose más osado,




ca en cosas de eglesia          él era más usado;




fuel trabar de la toca          el malaventurado,




ca con eso habrién          su pleito acabado.



 

718

Tóvose la Gloriosa          que era afontada,




que tan villanamientre          la habién despojada;




mostró que del servicio          non era muy pagada,




nunca veyeron homnes          toca tan querellada.



 

719

Luego que de la toca          trabó el malfadado,




pegóseli tan firme          en el puño cerrado,




que con englut ninguno          non serié tan trabado,




nin con clavo que fuese          con martiello calcado.



 

720

Perdieron la memoria          ca bien lo merecieron,




el lego e el clérigo          tod el seso perdieron;




fueron pora la puerta,          fallar no la podieron,




andaban en radío          los que por mal nacieron.



 

721

De lo que habién priso          non se podién quitar,




ya lo querrién de grado,          si podiesen, dejar,




dejarlo ién de grado,          no lo querrién levar,




mas do era la puerta          no lo sabién asmar.



 

722

Andaban tanteando          de rencón en rencón,




como facié Sisinio          el celoso varón,




marido de Teôdora,          mugier de grant canción,




la que por Clemens papa          priso religïón.



 

723

Los locos malastrugos,          de Dios desemparados,




andaban como beudos,          todos descalabrados;




oras daban de rostros,          oras de los costados,




de ir en romería          estaban mal guisados.



 

724

La freira con la pérdida          que habié recibida




isió como que pudo          ont yacié escondida;




metió voces e gritos,          fue luego acorrida,




la yent más liviana          adieso fue venida.



 

725

Fueron luego venidos          grant turma de peones,




entraron en la eglesia,          trobaron los ladrones;




manentráronlos luego          como vinién felones,




darles grandes feridas          con muy grandes bastones.



 

726

Dávanles grandes palos          e grandes carrelladas,




coces muchas sobejo          e muchas palancadas;




levaban por los cuerpos          tantas de las granadas,




que todas las menudas          les eran oblidadas.



 

727

Ficiéronlis decir          toda la pleitesía,




de cuál tierra vinieron          o por cuál romería,




e cómo los habié          presos Sancta María,




por qué li habién fecha          ellos grant villanía.



 

728

Ante de los albores          fueron bien recabdados,




cuando el sol isió          fallólos bien domados;




dicien les los homnes          traïdores probados,




que contra la Gloriosa          fueron tan denodados.



 

729

Luego las misas dichas          plegóse el concejo,




todos habién sabor          de ferlis mal trevejo;




sobre el lego cativo          prisieron mal consejo:




alzáronlo de tierra          con un duro vencejo.



 

730

Un calonge devoto          de mui sancta vida,




que tenié so amor          en Dios bien encendida,




cuando vío la toca          con la mano cosida,




dicié que tal justicia          nunca non fue oída.



 

731

Quiso el homne bono          de la toca trabar,




en voz de la Gloriosa          en su velo besar,




mas al cristiano bono          quísolo Dios honrar:




despegóse la toca          adieso del pulgar.



 

732

End a pocos días,          Dios lo quiso guiar,




acaeció que vino          el bispo al logar;




adujieron el clérigo          por gelo presentar,




veer si’l mandarié          o tener o soltar.



 

733

Adusieron el clérigo          las manos bien legadas,




los hombros bien sobados          de buenas palancadas,




dijéronle las nuevas          de las sus trasnochadas,




cómo facié las cosas          que Dios habié vedadas.



 

734

Confesóse el misme          con la su misme boca,




toda su pleitesía,          su mantenencia loca;




como a la Gloriosa          despojaron la toca,




nunca ficieron cosa          de ganancia tan poca.



 

735

Prísolo el obispo,          levólo a León,




manos atrás atadas          a leï de ladrón;




cuantos que lo vein          e sabién la razón




dicién: «¡Dios lo confonda          a tan loco varón!»



 

736

Non se trobo el bispo          librar la pleitesía,




demandó al concilio,          toda la clerecía;




cuando fueron plegados          al asignado día,




presentoles el clérigo,          disoles su folía.



 

737

Demandoles consejo:          ¿qué le debién facer?




No le sopo ninguno          a ello responder;




sabié bien el obispo          derecho conocer,




quísolo por su boca          al clérigo vencer.



 

738

Díso’l el bispo: «Clérigo,          ¿tú fecieste tal mal




o cual todos te facen          otórgaste por tal?»




«Señor -diso el clérigo-          mi padre spirital,




contra la mi maleza          nunca fallé egual.



 

739

Cuanto de mí te dicen,          todo es grant verdat,




non te dicen el diezmo          de la mi malveztat;




señor, por Dios te sea          e por la caridat,




non cates a mi mérito          mas cata tu bondat.»



 

740

«Amigos -diz el bispo-          esto es aguisado,




non es nuestro clérigo          nin de nuestro obispado;




por nos non es derecho          que sea condenado:




júdguelo su obispo          su mercet, su pecado.



 

741

Por del bispo de Ávila          se es él aclamado,




clamose por su clérigo          e de su obispado;




judgar ajeno clérigo          por leï es vedado,




podría yo por ello          después ser reptado.



 

742

Mas pongo tal sentencia          que sea acotado,




que si trobado fuere          en todo est obispado,




sea luego pendudo,          en un árbol colgado;




el qui le perdonare          sea descomulgado.»



 

743

Nunca más lo veyeron          desque lo envïaron,




en todo el obispado          nunca lo testiguaron;




el miráculo nuevo          fuer mient lo recabdaron,




con los otros miraclos          en libro lo echaron.



 

744

Tú, Madre Glorïosa,          siempre seas laudada,




que sabes a los malos          dar mala sorrostrada;




sabes honrar los buenos          como bien ensenada,




Madre de gracia plena          por ent eres clamada.



 

745

Los malos que vinieron          afontar la tu ciella




bien los toviste presos          dentro en tu capiella;




al bon homne que quiso          besar la tu toquiella




bien suelta gela diste,          como diz la cartiella.



 

746

Señora benedicta,          reina acabada,




por mano de tu fijo          don Cristo coronada,




líbranos del dïablo,          de la su zancajada,




que tiene a las almas          siempre mala celada.



 

747

Tú nos guía, Señora,          enna derecha vida,




tú nos gana en cabo          fin buena e complida,




guárdanos del mal colpe          e de mala caída,




que las almas en cabo          hayan buena esida. (Amen).



 

 

De cómo Teófilo fizo carta con el diablo de su ánima et después fue convertido e salvo

 

748

Del pleito de Teófilo          vos querría fablar,




tan precioso miraclo          non es de oblidar,




ca en eso podremos          entender e asmar




que vale la Gloriosa          qui la sabe rogar.



 

749

Non querré, si podiero,          la razón alongar,




ca vos habriédes tedio,          yo podrie pecar;




de la oración breve          se suele Dios pagar,




a nos ésa nos dese          el Criador usar.



 

750

Era un homne bono          de granada facienda,




habié nomne Teófilo          como diz la leyenda,




homne era pacífico,          non amaba contienda,




bien sabié a sus carnes          tenerlas so su rienda.



 

751

En el logar do era          contenié grant bailía,




de su señor el bispo          tenié la vicaría;




de los de la eglesia          habié la mejoría,




fuera que el obispo          habié la nomnadía.



 

752

Era entre sí misme          de buena contenencia,




sabié haber con todos          paz e grant abenencia;




homne era temprado,          de buena conocencia,




era muy bien condido          de sen e de cïencia.



 

753

Vistié a los desnudos,          apacié los famnientos,




acogié los romeos          que vinién fridolientos;




daba a los errados          buenos castigamientos,




que se penitenciasen          de todos fallimentos.



 

754

Non habié el obispo          embargo nin lacerio,




fuera cantar su misa          e rezar so salterio;




elli lo escusaba          de todo ministerio,




contar las sus bondades          serié grant reguncerio.



 

755

Amábalo el bispo          mucho de grant manera,




porque lo escusaba          de toda facendera;




los pueblos e las gentes          habiénlo por lumnera,




que él era de todos          cabdiello e carrera.



 

756

Cuando vino el término          que hobo de finar,




non podió el bispo          el punto traspasar;




enfermó e murió,          fo con Dios a folgar:




déli Dios paraíso,          si se quiere rogar.



 

757

Los pueblos de la tierra,          toda la clerecía,




todos dicién: «Teófilo          aya la bispalía,




entendemos que yace          en él la mejoría,




él conviene que aya          la adelantadía.»



 

758

Envïaron sos cartas          al metropolitano




por Dios que de Teófilo          non mudase la mano,




ca eso tenién todos          por consejo más sano,




lo ál serié ivierno,          esto serié verano.



 

759

Envïaron por elli          los del arzobispado,




disiéronli: «Teófilo,          prendi esti obispado,




ca todo el cabillo          en ti es otorgado,




e de todos los pueblos          eres tú postulado.»



 

760

Recudiólis Teófilo          con grant simplicidat:




«Señores, mudat mano          por Dios e caridat,




ca non só yo tan digno          pora tal dignidat,




en fer tal electïón          serié grant ceguedat.»



 

761

Diso el arzobispo:          «Quiero que vos fabledes;




esta electecion          quiero que la tomedes.»




Dísoli don Teófilo:          «Tanto non contendredes




que a todo mi grado          a ello me levedes.»



 

762

Los de la canongía,          si lis plogo o non,




hobieron a facer          otra electïón;




el bispo que pusieron          enna ordinación




metió otro vicario          enna ministración.



 

763

Corrién los pleitos todos          al vicario novel,




serviénlo a Teófilo          mas plus servién a él;




cogió celo Teófilo,          cempelló el doncel,




cambióse en Caín          el que fuera Avel.



 

764

En casa del obispo          non era tan privado,




como solié ser          con el otro pasado;




fo en so voluntat          fierament conturbado,




habiélo lo envidia          de su siesto sacado.



 

765

Teniése por maltrecho          e por ocasionado,




de grandes e de chicos          vediése desdeñado;




cegó con grant despecho          e fo mal trastornado,




asmó fiera locura,          yerro grant desguisado.



 

766

Do moraba Teófilo,          en esa obispalía,




habié y un judío          en esa judería;




sabié él cosa mala,          toda alevosía,




ca con la uestantigua          habié su cofradría.



 

767

Era el trufán falso          pleno de malos vicios,




sabié encantamientos          e muchos maleficios;




facié el malo cercos          e otros artificios,




Belcebud lo guïaba          en todos sus oficios.



 

768

En dar consejos malos          era muy sabidor,




mataba muchas almas          el falso traïdor;




como era vasallo          de mucho mal señor,




si él mal lo mandaba          él faciélo peor.



 

769

Cuidábanse los homnes          que con seso quebraba,




non entendién que todo          Satanás lo guïaba;




cuando por aventura          en algo acertaba




por poco la gent loca          que no lo adoraba.



 

770

Habiélo el dïablo          puesto en grant logar,




todos a él vinién          consejo demandar;




lo que lis él dicié,          faciégelo probar,




sabié de mala guisa          los homnes engañar.



 

771

Teniénlo por profeta          todos, chicos e grandes,




todos corrién a elli          como puercos a landes;




los que enfermos eran          levábanlos en andes;




todos dicién: «Faremos          qequiere que tú mandes.»



 

772

Teófilo mesquino,          de Dios desaramparado,




venciólo so lucura          e mueda del Pecado;




fo demandar consejo          al trufán dïablado




cómo podrié tornar          al antiguo estado.



 

773

Dísoli el judío:          «Si creerme quisieres,




rehez puedes tornar          en eso que tú quieres;




non ayas nula dubda,          si tú firme sobieres




todo es recabdado,          si non te repindieres.»



 

774

Recudióli Teófilo          como ebellinado:




«Por eso vin a ti          por seguir tu mandado.»




Dísoli el judío:          «Seï asegurado,




cuenta que tu pleito          todo es recabdado.



 

775

Ve folgar a tu lecho,          torna a tu posada,




cras al sueño primero,          la gente aquedada,




fúrtate de tus homnes,          de toda tu mesnada,




ven tastar a la puerta          e non fagas ál nada.»



 

776

Fo con esto Teófilo          alegre e pagado,




tovo todo so pleito          que era bien parado;




tornó a su posada          durament engañado,




mucho más li valiera          si se fuese quedado.



 

777

Luego la otra nochi,          la gente aquedada,




furtóse de sus homnes,          isió de su posada;




fo tastar a la puerta,          ca sabié la entrada,




el trufán sovo presto,          abrióli sin soldada.



 

778

Prísolo por la mano,          la nochi bien mediada,




sacólo de la villa          a una crucejada;




dís’l: «Non te sanctigues          nin te temas de nada,




ca toda tu facienda          será cras mejorada.»



 

779

Vío a poca de hora          venir muy grandes yentes




con ciriales en manos          e con cirios ardientes,




con su reï e medio,          feos, ca non lucientes.




¡Ya querrié don Teófilo          seer con sus parientes!



 

780

Prísolo por la mano          el trufán traïdor,




levólo a la tienda          do sedié el señor;




recibiólo el rei          asaz a grant honor,




sí ficieron los príncipes          que’l sedién derredor.



 

781

Díso’l luego el rei:          «Don fulán, ¿qué buscades?




¿Qué present me traedes?          Quiero que lo digades,




o ¿qué homne es ésti          que vos me presentades?




Saberlo quiero luego          -esto bien lo creades.»



 

782

Dísoli el judío:          «Señor rey coronado,




ésti solié seer          vicario del bispado,




quieriénlo todos mucho,          era homne honrado,




tolliéronlo agora,          ond es menoscabado.



 

783

Por eso es venido          a tos piedes caer,




que li fagas cobrar          lo que solié haber;




él fágate servicio          a todo so poder,




habrás en él vasallo          bueno a mi creer.»



 

784

Dísoli el dïablo:          «Non serié buen derecho




a vasallo ajeno          yo buscar tal provecho;




mas deniegue a Cristo          que nos faz muy despecho,




facerli hé que torne          en todo so bienfecho.



 

785

Deniegue al so Cristo          e a Sancta María,




fágame carta firme          a mi placentería,




ponga y su seyello          a la postremería,




tornará en su grado          con muy grant mejoría.»



 

786

Teófilo gana          de en grant precio,




al placer del dïablo          hobo a consintir;




fizo con él su carta          e fízola guarnir




de su seyello misme          que no’l podié mentir.



 

787

Partióse d’él con esto,          tornó a su posada,




cerca era de gallos          cuando fizo tornada;




no la entendió nadi          esta so cabalgada,




fuera Dios a cual sólo          non se encubre nada.



 

788

Pero perdió la sombra,          siempre fo desombrado,




perdió la color buena,          fincó descolorado;




pero Dios se lo quiso,          non poder del Pecado,




tornó el malastrugo          en todo su estado.



 

789

Tornó el fementido          en todo so estado,




conocióse el bispo          que habié mal errado,




que de la vicaría          lo habié demudado.




«Señor -diso Teófilo-          séavos perdonado.»



 

790

Si ante fo Teófilo          bien quisto e amado




fo depués más servido          e mucho más preciado;




Dios señero lo sabe,          que es bien decorado,




si li vinié por Dios          o si por el Pecado.



 

791

Visco algunos días          en esta bien andanza,




habiendo con el bispo          amor e grant privanza,




recibiendo del pueblo          mucha buena pitanza,




mas en cabo firiólo          Cristo con la su lanza.



 

792

Estando est vicario          en esta vicaría,




cogió muy grant jactancia          e grant vallitanía;




concibió vanagloria          e grant eufanía




entendiéngelo todos          que trayé lozanía.



 

793

El Señor que non quiere          muerte de pecadores,




mas que salven las almas,          emienden los errores,




tornó en est enfermo          de mortales dolores,




que era decebido          de malos traïdores.



 

794

Los vienes que ficiera          ennos tiempos trocidos




el buen Señor non quiso          que li fuesen perdidos;




reviscló los sus sesos          que yacién amortidos,




abrió luego los ojos          que tenié adormidos.



 

795

Respiró un poquiello,          tornó en so sentido,




comidió su facienda,          víose mal tañido;




comidió más adentro          qué habié prometido,




allí cadió Teófilo          en tierra amortido.



 

796

Diso entre sí misme:          «Mesquino, malfadado,




del otero que sovi          ¿quí me ha derribado?




La alma hé perdida,          el cuerpo despreciado,




el bien que hé perdido          no lo veré cobrado.



 

797

Mesquino pecador,          non veo do ribar,




non trobaré qui quiera          por mí a Dios rogar;




morré como qui yace          en medio de la mar,




que non vede terreno          do pueda escapar.



 

798

Mesquino ¡aï mí!          Nasqui en hora dura,




matéme con mis manos,          matóme mi locura;




habiéme asentado          Dios en buena mesura:




agora hé perdida          toda buena ventura.



 

799

Mesquino, porque quiera          tornar enna Gloriosa,




que diz la escriptura          que es tan pïadosa,




no me querrá oír          ca es de mí sanosa,




porque la denegué,          fiz tan esquiva cosa.



 

800

Non hobo mayor culpa          Judás el traïdor




que por pocos dineros          vendió a su señor;




yo pequé sobre todos,          mesquino pecador,




que por mí non será          ninguno rogador.



 

801

So perdido con Dios          e con Sancta María,




perdido con los sactos          por mi alevosía;




corté todas las cimas          do los piedes tenía,




si nacido non fuese          mucho mejor habría.



 

802

En día del judicio,          yo, falso traïdor,




¿con cuál cara veré          ante el nuestro Señor?




De mí fablarán todos,          mesquino pecador,




non verá a la junta          de mí otro peor.



 

803

Vidi en hora mala          aquella vicaría,




escuché a un dïablo,          busqué mi negro día;




matóme el trufán,          el de la judería,




que mató otros muchos          con mala maestría.



 

804

Yo non habíe mengua          nin andaba mendigo,




todos me facién honra          e placiélis comigo;




mas fui demandar          mejor de pan de trigo,




yo busqué mi cuchiello:          fuí mi enemigo.



 

805

Había qué vistir,          había qué calzar,




había pora mí,          había pora dar;




fui pora mercado          día negro buscar,




debríame yo misme          con mis manos matar.



 

806

Bien sé que d’esta fiebre          non podré terminar,




non ha menge nin físico          que me pueda prestar




si non Sancta María,          estrella de la mar,




mas ¿quí será osado          que la vaya rogar?



 

807

Yo mesquino fediondo          que fiedo más que can,




can que yage podrido,          non él que come pan




non me querrá oír,          esto sélo de plan,




ca fui contra ella          torpe e muy villán.



 

808

Que a los sanctos quiera          meter por rogadores,




como del mi mal pleito          todos son sabidores,




sanosos me son mártires,          todos los confesores,




mucho más los apóstolos          que son mucho mayores.



 

809

Non quiero por los piedes          la cabeza desar,




a la Madre gloriosa          me quiero acostar;




cadré a los sos piedes          delante so altar,




atendiendo su gracia,          allí quiero finar.



 

810

Allí terré ieiunos,          faré aflictïones,




ploraré de los ojos,          rezaré oraciones,




martiriaré las carnes,          cebo de vervenzones,




ca metrá en mí mientes          en algunas sazones.



 

811

Maguer la denegué          como loco sendío,




que fui engañado          por un falso judío,




firmemientre lo creo,          enna su mercet fío,




que d’Ella nació Cristus          que fue Salvador mío.



 

812

Que vaya al su tiemplo          cras de buena mañana,




venir’m ha lo que veno          a la egiptïana,




que priso grant porfazo          como mala villana




fasta que la Gloriosa          li fo entremediana.



 

813

Aunque me lo sufra          Dios por la su pïadat,




que pueda entrar entro          veer la magestat,




verá rayo o fuego          o otra tempestat,




fará daño a muchos          por la mi malveztat.



 

814

Aunque todo esto          me quiera Dios sofrir,




que me deje en paz          mi rencura decir,




en cuál razón empiece          non puedo comedir,




nin asmo cómo pueda          la mi boca abrir.»



 

815

Desemparó su casa          e cuanto que habié,




non diso a ninguno          lo que facer querié;




fue pora la eglesia          del logar do seyé,




plorando de los ojos          cuanto más se podié.



 

816

Echóseli a piedes          a la Sancta Reina,




que es de pecadores          consejo e madrina:




«Señora -diso- valas          a la alma mesquina.




a la tu merced vengo          buscarli medicina.



 

817

Señora, só perdudo          e só desemparado,




fiz mal encartamiento          e só mal engañado,




di non sé por cuál guisa          la alma al Pecado,




agora lo entendo          que fiz mal mercado.



 

818

Señora benedicta,          reina coronada,




que siempre faces preces          por la gente errada,




non vaya repoyado          yo de la tu posada,




si non dizrán algunos          que ya non puedes nada.



 

819

Señora, tú que eres          puerta de paraíso,




en qui el Rey de Gloria          tantas bondades miso,




torna en mí, Señora,          el to precioso viso,




ca so sobeja guisa          del mercado repiso.



 

820

Torna contra mí, Madre,          la tu cara preciosa,




fáceslo con derecho          si me eres sanosa;




non vaya más a mal          que es ida la cosa,




torna sobre Teófilo,          Reina glorïosa.»



 

821

Cuarenta días sobo          en esta contención,




sufrié días e noches          fiera tribulación;




de ál no li membraba          si de esto sólo non:




clamar a la Gloriosa          de firme corazón.



 

822

Plógo’l al Rey del Cielo          al cuarenteno día,




contendiendo Teófilo          en su tesurería,




apareció’l de noche          Sancta Virgo María,




dísoli fuertes bierbos          com qui con felonía.



 

823

Dísoli: «¿En qué andas,          homne de auze dura?




Sobre yelo escribes,          contiendes en locura;




hasta só de tu pleito,          dasme grant amargura,




eres muy porfidioso,          enojas sin mesura.



 

824

Faces peticïones          locas e sin color,




a nos ás denegados,          busquest otro señor;




don renegado malo,          de Judas muy peor,




non sé por ti quí quiera          rogar al Criador.



 

825

Yo vergüenza habría          al mi Fijo rogar,




non sería osada          la razón empezar:




el qué tú deneguesti          e busquesti pesar,




non nos querrá oír          ni a ti perdonar.»



 

826

«Madre -diso Teófilo-          por Dios e caridat,




non cates al mi mérito,          cata a tu bondat;




de cuanto que tú dices,          todo dices verdat,




ca só sucio e falso,          pleno de malveztat.



 

827

Repiso só, Señora,          válame penitencia,




ésa salva las almas,          tal es nuestra creencia,




ésa salvó a Peidro          que fizo grant falencia,




e lavó a Longino          de muy grant vïolencia.



 

828

La sancta Magdalena,          de Lázaro hermana,




pecadriz sin mesura,          ca fue muger liviana,




eso misme te digo          de la egipcïana,




ésa sanó a ambas,          la que todo mal sana.



 

829

Davit a colpe fizo          tres pecados mortales,




todos feos e sucios          e todos principales;




fizo su penitencia          con gémitos corales,




perdonóli el Padre          de los penitenciales.



 

830

Pueblos de Ninivé          que eran condenados




ficieron penitencia,          plorando sus pecados;




los fallimentes todos          fuéronlis perdonados,




muchos serién destructos          que fueron escusados.



 

831

Esta razón, Señora,          tuya es de ver,




faciendo penitencia          si me debe valer;




Madre, si tú quisieses          e fuese tu placer,




en mí esti judicio          non debié perecer.»



 

832

Calló elli con tanto, fabló Sancta María,




diso: «Traes, Teófilo,          revuelta pleitesía;




bien lieve la mi fonta,          bien la perdonaría,




mas a lo de mi Fijo          bien non trevería.



 

833

Maguer que me neguesti,          fecisti sucio fecho,




quiérote consejar          de consejo derecho:




torna en el mi Fijo,          ca te tiene despecho,




ca se tiene de ti          que fue mucho maltrecho.



 

834

Ruégalo bien de firme          con muy grant femencia,




deniega al dïablo,          confirma tu creencia;




mucho es pïadoso          e de grant conocencia,




él mata, él vivífica          ca es de tal potencia.»



 

835

«Madre -diso Teófilo-          siempre seas laudada,




Pascua fue e grant día          cuando tú fuisti nada;




mucho es la mi alma          con esto confortada,




trae la tu palabra          melecina probada.



 

836

Yo no lo osaría          al tu Fijo rogar,




por mi ventura mala          busquéli grant pesar;




pero fío en Elli          como debo fiar,




e quiero mi creencia          a ti la demostrar.



 

837

Creo que un Dios es          e que es Trinidat,




Trinidat en personas,          una la deïdat;




non ha ennas personas          nula diversidat,




Padre, Fijo e Spíritu,          unos son de verdat.



 

838

Creo de Jesu Cristo          enna encarnación,




que nació de ti, Madre,          por nuestra redención;




predicó el Evangelio,          desent priso pasión,




en el día tercero          fizo resurectión.



 

839

Creo bien firmemientre          la su ascensïón,




que envió la gracia,          la de consolación;




creo la postremeria          regeneracïón




cuando buenos e malos          prendrán el galardón.



 

840

Madre, todo lo creo,          só ende bien certano,




cuanto que Cristo manda          creer a cristiano;




mas so en grant vergüenza,          en miedo sovejano,




ca fui, mi Señora,          contra Él muy villano.



 

841

A mal homne e sucio          e mal testimoniado,




non me querrá oír,          ca non es aguisado;




Madre, tanto lo temo,          iría repoyado,




fincarié nuestro pleito          mucho empeorado.



 

842

Si bien ha de seer          o me quieres prestar,




tú as en esti pleito,          Madre, a trabajar;




otro procurador          non me mandes buscar,




ca porque lo buscase          no lo podrie trobar.



 

843

Tú eres para todo          ¡grado al Criador!




por rogar al tu Fijo,          tu Padre, tu Señor;




quequiere que tú mandes          e hobieres sabor,




todo lo fará el          de mucho buen amor.



 

844

Lo que nunca fecist          en otro pecador,




non sea en Teófilo,          por el Nuestro Señor;




tórname en la gracia          de la tu sancta flor,




la Flor que tú pariste          sin tacha, sin dolor.



 

845

Señora benedicta,          Reina principal,




aún en tu osanza          quiérote decir ál;




si non cobro la carta          que fici por mi mal,




contaré que non só          quito del mal dogal.»



 

846

Diso Sancta María:          «Don sucio, don maliello,




la carta que fecisti          con el tu mal caubdiello,




e desent la sellest          con el tu proprio seyello,




en el infierno yace          en chico reconciello.



 

847

Non querrié el mi Fijo          por la tu pleitesía




descender al infierno,          prender tal romería,




ca es logar fediondo,          fedionda confradría,




sólo en so meterllo          serié grant osadía.»



 

848

«Señora benedicta          entre todas mugieres,




bien lo querrá tu Fijo          lo que tú bien quisieres;




todo te lo dará          lo que tú bien pidieres,




a mí verná la carta          si tú sabor hobieres.



 

849

Doquiere que la tenga          el dïablo metida,




sólo que Él lo quiera,          luego será rendida;




Señora, que de todos          eres salut e vida,




non puedo más rogarte          nin sé más que te pida.»



 

850

Diso’l Sancta María          buen confuerto probado:




«Finca en paz, Teófilo,          véote bien lazrado;




iré yo si pudiero          recabdar el mandado,




¡Dios lo mande que sea          aína recabdado!»



 

851

La Madre benedicta,          esta razón tractada,




tollióseli delante,          non pudió veer nada;




pero la voluntat          teniéla confortada,




ca es el solaz suyo          melecina probada.



 

852

Si ante fue Teófilo          de grant devocïón,




mucho fúe depués          de mayor compunción;




tres días e tres noches          sobo en oración,




nin comió nin bebió          nin exió de lectión.



 

853

Semejaban sus ojos          dos fuentes perenales,




ferié con su cabeza          en los duros cantales;




sus puños en sus pechos          daban colpes tales,




dicié: «¡Válasme, Madre,          como a otros vales!



 

854

Válasme, Madre Sancta,          óï los mis clamores,




que faces cosas tales          e otras más mayores;




tú sabes la mi cuita,          entiendes mis dolores,




non me oblides, Madre,          solaz de pecadores.»



 

855

Mucho lazró Teófilo          en este tridüano,




yaciendo en la tierra          orando muy cutiano;




nunca en tantos días          lazró nul cristiano,




en cabo su lacerio          non li cayó en vano.



 

856

La Reina de Gloria,          Madre Sancta María,




visitólo de cabo          en el tercero día;




adúsoli saludes,          nuevas de alegría,




cuales querrié tod homne          que yaz en enfermería.



 

857

«Sepas -diso-, Teófilo,          que las tus oraciones,




los tus gémitos grandes,          las tus aflictïones,




levadas son al cielo          con grandes procesiones;




leváronlas los ángeles          cantando dulces sones.



 

858

Es de la tu facienda          el mi Fijo pagado,




el tuerto que ficisti          aslo bien emendado;




si bien perseverares          como hás empezado,




tu pleito es bien puesto          e muy bien recabdado.



 

859

Yo fablé en tu pleito          de toda voluntat,




finqué los mis enojos          ante la magestat;




áte Dios perdonado,          fecha grant caridat,




conviene tú que seas          firme en tu bondat.»



 

860

«Madre -diso Teófilo-          de Dios Nuestro Señor,




por ti me viene esto,          bien só ent sabidor;




quitas de mal judicio          un alma pecador,




que yacrié en infierno          con Judas el traidor.



 

861

Pero con todo esto          que tú ás recabdado,




aún non me seguro          nin seo bien pagado,




hasta vea la carta          e cobre el dictado,




la que fiz cuando hobi          al tu Fijo negado.



 

862

Madre, si yo hobiese          la cartiella cobrada,




e dentro en un fuego          la hobiese quemada,




si quiere luego muriese          yo non daría nada,




ca mal está mi alma,          Señora, enredada.



 

863

Madre, bien sé que eres          d’est pleito enojada,




mas si tú me falleces          non me tengo a nada;




Señora, tú que esta          cosa hás empezada,




fázme render la carta,          será bien recabdada.»



 

864

«Non fincará por eso          -diso la Glorïosa-




non finque por tan poco          empezada la cosa.»




Tollióseli delante          la Reina preciosa,




fue buscar esta carta          de guisa presurosa.



 

865

Alegróse Teófilo          que yacié quebrantado,




non era maravella          ca yacié muy lazrado;




tornó en su estudio,          el que habié usado,




nunca fue en est sieglo          confesor más penado.



 

866

Tornó en su estudio,          en fer su penitencia,




en comer, en beber          tener grant abstenencia;




tenié enna Gloriosa          toda la su creencia,




que li darié por Ella          Dios la su bienquerencia.



 

867

En la noche tercera          yacié él adormido,




ca sufrié grant martirio,          habié poco sentido;




vino la Gloriosa          con recabdo complido,




con su carta en mano,          queda e sin roído.



 

868

La esposa de Cristo,          poncella e parida,




echógela de suso,          dioli una ferida;




recudió con Teófilo,          tornó de muert a vida,




trobó en su regazo          la carta malmetida.



 

869

Con esto fue Teófilo          alegre e lozano,




que veyé la cartiella          tornada en su mano;




allí tobo que era          de la fiebre bien sano,




apretó bien la carta,          cumplió su tridüano.



 

870

El confesor Teófilo          hobo grant alegría,




cuando tobo la carta          en su podestadía;




rendió gracias a Cristo          e a Sancta María,




ca Ella adobara          toda su pleitesía.



 

871

Dicié: «Señora buena,          siempre seas laudada,




siempre seas bendicha,          siempre glorificada;




para los pecadores          eres buena probada,




cual nunca nació otra          tan dulz nin tan uviada.



 

872

Siempre seas bendicha,          el tu Fructo laudado,




sancto es el tu nomne,          más el suyo medrado;




tú me saquesti, Madre,          del pozo dïablado,




do siempre sine fine          yazría enfogado.



 

873

Señora bendicta,          Madre Sancta María,




cuánto te lo gradesco          decir no lo podría;




Madre, tú me da seso,          saber e conocía




por ond laudarte pueda,          ca mucho lo querría.



 

874

Reina poderosa          de los fechos honrados,




que siempre te trabajas          en salvar los errados,




tú me gana, Señora,          perdón de los pecados,




que laude dignamientre          los tus bienes granados.



 

875

Madre del Rey de Gloria,          por la tu pïadat,




alimpia los mis labros          e la mi voluntat,




que pueda dignamientre          laudar la tu bondat,




ca ás sobre mí fecha          sobra grant caridat.»



 

876

Otro día mañana          que cuntió esta cosa,




que aduso la carta          la Madre glorïosa,




era día domingo,          una feria sabrosa,




en qui la gent cristiana          toda anda gradosa.



 

877

Vino el pueblo todo          a la misa oír,




prender pan benito          el agua recebir;




queriéla el obispo          de la villa decir,




quierié el homne bono          so oficio complir.



 

878

El confesor Teófilo,          un lazrado cristiano,




fue pora la eglesia          con su carta en mano;




posóse a los pies          del buen misacantano,




confesó su proceso          tardío e temprano.



 

879

Fizo su confesión          pura e verdadera,




cómo fizo su vida          de la edat primera,




desend cómo un dia          lo sacó de carrera,




que lo fizo cegar          de estraña manera.



 

880

Cómo fue al judío,          un trufán renegado,




cómo li dio consejo          sucio e desguisado,




cómo con el dïablo          hobo pleito talado




e cómo fue por carta          el pleito confirmado.



 

881

Cómo por la Gloriosa          cobró aquel dictado,




el que con su seyello          hobiera seellado;




non desó de decir          menudo nin granado,




que no lo diso todo          por que habié pasado.



 

882

Demostróli la carta          que en puño tenié,




en que toda la fuerza          de mal pleito yacié;




sanctigóse el bispo          que tal cosa veyé;




tanto era grant cosa          que abés lo creyé.



 

883

«Ite misa est» dicha,          la misa acabada,




era toda la gent          por irse saborgada;




fizo signo el bispo con su mano sagrada,




fincó la gente toda          como seyé posada.



 

884

«Oíd -dijo- varones          una fiera hazaña,




nunca en este sieglo          la oyestes tamaña;




veredes el dïablo          que trae mala maña,




los que non se le guardan,          tan mal que los engaña.



 

885

Este nuestro canónigo          e nuestro compañero,




moviólo su locura,          un falso consejero,




fue buscar al dïablo          sabidor e artero,




por cobrar un oficio          que toviera primero.



 

886

Sópolo engañar          el falso traïdor,




dísoli que negase          a Cristo su Señor




e a Sancta María          que fue buena seror




e tornar lo yé luego          en toda su honor.



 

887

Otorgógelo esti          mesquino pecador,




fizo con él su carta,          esto fue lo peor;




con su seyello misme          robró esa labor,




de tal amigo guárdenos          Dios el Nuestro Señor.



 

888

Dios que siempre desea          salut de pecadores,




que por salvar a nos          sufrió grandes dolores,




non quiso que granasen          esas tales labores,




ca eran barbechadas          de malos labradores.



 

889

Si la Virgo gloriosa          no’l hobiese valido,




era el acedoso          fieramientre torcido;




mas la su sancta gracia          ha lo ya acorrido,




ha cobrada la carta,          si non, fuera perdido.



 

890

Yo la tengo en puño,          podédesla ver,




esto non yaz en dubda,          debédeslo creer,




onde debemos todos          a Dios gracias render




e a la Sancta Virgo          que li denó valer.»



 

891

Rendieron todos gracias,          mugieres e varones,




ficieron grandes laudes          e grandes procesiones,




plorando de los ojos,          diciendo oraciones




a la Madre gloriosa,          buena todas fazones.



 

892

El «Te Deüm laudamus»          fue altament cantado,




«Tibi laus, tibi gloria»          fue bien reïterado;




dicién «Salve Regina»,          cantábanla de grado




e otros cantos dulces          de son e de dictado.



 

893

Desent mandó el bispo          facer muy grant foguera,




veyéndolo el pueblo          que en la glesia era;




echó aquesta carta          dentro en la calera,




ardió, tornó cenisa          pargamino e cera.



 

894

Desque el pueblo hobo          tenido su clamor,




la carta fo quemada,          ¡gracias al Criador!




Recibió Corpus Dómini          el sancto confesor,




veyéndolo el pueblo          que seyé derredor.



 

895

Adieso que Teófilo,          un cuerpo martiriado,




recibió Corpus Dómini          e fue bien confesado,




fue a ojo del pueblo          de claridat cercado,




un resplendor tan fiero          que non serié asmado.



 

896

Fue el pueblo certero          que era homne santo,




e era grant mérito          por qui facié Dios tanto,




e Dios que lo cubrié          de tan precioso manto




e prendió el dïablo          en ello grant quebranto.



 

897

Relucié la su cara,          tales rayos echaba,




com la de Moïsés          cuando la ley portaba,




o como San Andrés          cuando en cruz estaba;




el Criador en esto          poca honra no’l daba.



 

898

Cuando esto veyeron          los pueblos e las yentes,




que ixién de su cara          tales rayos lucientes,




cantaron otras laudes,          otros cantos recientes;




en laudar la Gloriosa          todos eran ardientes.



 

899

Aturó bien Teófilo          en su contemplación,




no’l movió vanagloria          nin cogió elación;




tornó a la eglesia          do vío la visïón,




nunca fue más devoto          en ninguna sazón.



 

900

Entendió el bon homne,          Dios lo fizo certero,




que li vinié bien cerca          el día postremero;




partió cuanto habié,          no li fincó dinero,




diolo todo a pobres,          fizo buen semencero.



 

901

Pidió culpa a todos          los de la vecindat,




perdonáronle todos          de buena voluntat;




besó mano al bispo,          fizo grant honestat,




finó al tercer día,          fizo’l Dios pïadat.



 

902

Tres días solos visco          desque fue comulgado,




desque el cartelario          fue cenisa tornado;




murió enna eglesia          do fuera visitado,




fue en est logar misme          el cuerpo soterrado.



 

903

Asín finó Teófilo,          el buenaventurado,




el yerro que ficiera,          Dios sea ent laudado




bien lo emendó todo,          fizo a Dios pagado,




valiéndo’l la Gloriosa,          la que aya buen grado.



 

904

Señores, tal miraclo          cual habemos oído,




non debemos por nada          echarlo en oblido,




si non, seremos todos          homnes del mal sentido,




que non habemos seso          natural nin complido.



 

905

Así lo diz Sant Paulo,          el buen predicador,




que fue leal vasallo          de Dios, Nuestro Señor,




que todas las leyendas          que son del Criador,




todas salut predigan          del homne pecador.



 

906

Nos en esto podemos          entender e asmar




cuánto val penitencia          a qui la sabe guardar;




si non fuese por ella,          podédeslo jurar,




que fuera don Teófilo          ido a mal logar.



 

907

Si la Madre gloriosa,          que li denó valer,




ésa no’l entendiese,          no vernie valer;




mas qui a mí quisiere          escuchar e creer,




viva en penitencia,          puede salvo ser.



 

908

Amigos, si quisiésedes          vuestras almas salvar,




si vos el mi consejo          quisiéredes tomar,




fech confesión vera          non querades tardar,




e prendet penitencia,          pensátla de guardar.



 

909

Quiéralo Jesu Cristo          e la Virgo gloriosa,




sin la cual non se hace          ninguna buena cosa,




que así mantegamos          esta vida lazrosa,




que ganemos la otra          durable e lumnosa. (Amen).



 

910

La Madre glorïosa,          de los cielos Reina,




la que fue a Teófilo          tan prestable medicina,




Ella nos sea guarda          en esta luz mezquina




que caer non podamos          en la mala rüína. (Amen).



 

911

Madre, del tu Golzalvo          seï remembrador




que de los tos miraclos          fue dictador;




tú fes por él, Señora,          preces al Criador,




ca es tu privilegio          valer a pecador,




tú li gana la gracia          de Dios, Nuestro Señor. (Amen).



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